Un día, debías tener cuatro o cinco años, me miraste muy seria y me dijiste: “Non te preocupes, mamá. Non vou traballar nin irme nunca de casa. Vou ser sempre filla”.
Se veía tan lejano ese momento, que provocó las risas de todos los presentes sin que tú pudieras entender la gracia del asunto. Pero el tiempo voló de una forma que no me explico y aquí estamos. Tú en el proceso de romper tus promesas y yo en el de no verle ni pizca de gracia a ese recuerdo.
Ojalá sí cumplas la última parte de aquella promesa 😊
Felicidades, mividiña 💙


























































