Voy a veces con Campanilla a buscar piedras. A ella y a su primo les encanta pintarlas. La playa no es accesible (como tantos entornos, y no sólo los físicos), así que bajo a cogerlas por él.
En cinco minutos lleno mi bolsa. Ella necesita quince para acabar con sólo tres piedras. Las localiza a lo lejos, se acerca a ellas y les habla. Esa conversación decide cuáles se quedan y cuáles se van con ella. Antes de llegar de vuelta a casa, ya tienen un nombre y una historia.
El otro día me dijo que hablar con las piedras ayuda a solucionar problemas y que le gustaría ser “terapeuta de piedras”. Yo le comenté que entonces podría ser psicóloga.
– Pero no quiero estudiar psicología -me dijo- porque entonces me van a dar otros métodos y yo quiero los míos.
Este ser maravilloso que es capaz de intuir que desde lo académico se distorsiona el instinto y destruye la vocación, completa hoy once vueltas alrededor del sol.
Felicidades, Campanilla preciosa, gracias por todo lo que nos das y enseñas cada día ❤️
Me encanta
❤️💛💜
Campanilla, una genia!!
Le dijo la sartén al cazo 😊