El pasado 5 de marzo estaba en una habitación de hotel posponiendo la fastidiosa tarea de recoger el equipaje para el viaje de vuelta. Por alguna misteriosa razón, lo que traes en una maleta nunca cabe holgadamente cuando vuelves a meterlo. Esta vez creo que se debía a todas las toneladas de cariño y energía que nos llevábamos de vuelta a casa después de los maravillosos días en Córdoba y Málaga, donde Antón y yo fuimos invitados al pase del documental “Educación inclusiva. Quererla es crearla”.
El caso es que procastiné un rato por las redes para aplazar la tarea. Y entonces me asaltó la terrible noticia de la muerte de Judy Heumann. Me parecía imposible, porque seguía su trabajo y la veía imparable en los últimos tiempos. Me parecía imposible, porque las personas como Judy las percibimos como inmortales.
Conocí a Judy gracias a esa maravilla de documental que es “Crip Camp”.
Esta película es muy especial para mí por muchas razones. Por la propia fuerza de los protagonistas de la película, que iniciarían el Movimiento de Vida Independiente en Estados Unidos allá por los años 70. Y, especialmente, porque su estreno en esa plataforma tan popular nos pilló encerrados en casa hace tres años y la vimos como se veía antiguamente la tele: todos a la vez. Con lo que eso implica, porque en los días siguientes organizamos varios encuentros online para debatir sobre el documental. Esas reuniones fueron el germen de lo que hoy se ha convertido en Quererla es crearla. Así que podemos decir que Judy fue un poco la musa de QEC.
La noticia del fallecimiento de Judy no es que pasara sin pena ni gloria en la prensa española (e incluso en la estadounidense), es que ni siquiera pasó. Si no les importó su vida, ¿cómo les iba a importar su muerte?
Esa noche pensé en cuánto me gustaría creer en la otra vida…
Para imaginar el recibimiento que le habría organizado Ed Roberts a Judy.
Para sonreír pensando en lo que estos dos volverían a liar con su reencuentro.
Seguiré imaginando futuros Eds y Judys. Y sonriendo con el recuerdo de todo lo que estos dos humanos nos han dejado.
Así de maravillosa brillaba Judy Heumann en la alfombra roja de los Oscars cuando “Crip Camp” fue nominada a mejor largometraje documental hace dos años.
No pudo ser y aquella historia que nos impactó a tantos no consiguió el Oscar. Se lo llevó un puto pulpo.
Si importa más el ciclo vital de un pulpo que la revolución que iniciaron un grupo de adolescentes con discapacidad durante un campamento de verano, no es de extrañar que hoy NINGÚN medio haga referencia a la muerte de Judy. NADIE. Ni siquiera esos escasos políticos con discapacidad que han conseguido llegar al poder. NADA.
Quizás seamos pocos los que hoy celebramos su vida, pero tenemos la justicia, la razón y el corazón de nuestro lado.
Gracias infinitas, querida Judy ❤️
Gracias infinitas también ati querida Carmen que me has hecho sentir de nuevo aquella emoción del día que les conocí viendo el documental y generando la emoción de este maravilloso movimiento que es QeC.
Te adoro
❤️ ❤️ ❤️