El pasado martes, 10 de septiembre, llegamos un grupo bastante abundante de personas con camisetas amarillas a la Praza do Obradoiro, las cuales llevábamos haciendo el Camino de Santiago desde el jueves anterior.
Hasta ahora no he podido escribir sobre el tema porque fue de esas experiencias que fueron tan increíbles que te deja una resaca emocional potente que dura durante días, y más si lo que viene después es lo contrario a cómo te habían tratado hasta ese momento.
Para la gente que no sabe qué es esto, os pongo en contexto. El CompostELA, así llamaron al grupo, está compuesto principalmente por personas con ELA, como también hay familias o personas con diversidad funcional. Todas las personas somos de una parte distinta de España. El propio CompostELA está hecho, aparte de para que disfrutemos y nos relacionemos, para reivindicar una mejor accesibilidad del Camino de Santiago y, en general, para luchar por una ley ELA, por más derechos para estas personas y para los que tenemos cualquier discapacidad.
Compartir esos días con toda esa gente haciendo el Camino me pareció alucinante, y eso que yo el año pasado ya hice dos etapas con el CompostELA, y me gustó tanto que este año me animé a hacerlo entero; pero Celia tenía razón cuando decía que este año era especial porque había personas de todas las edades.
También tengo que confesar que la primera tarde-noche que fui a O Cebreiro con mi madre vi a tanta gente que me cagué, me asusté mucho y hasta me sobraban personas; y es que yo soy un chaval bastante tímido (eso sí, hasta que cojo confianza) y la verdad es que veía a tanta gente que me quería dar algo. Pero como ya conocía a bastantes personas del año pasado, eso lo facilitó. Las personas nuevas que conocí este año también me trataron excelentemente bien. Sigo sin entender por qué hay personas que te conocen de sólo unos días y te tratan como te mereces, y hay otras en cambio que estás con ellas el tiempo más que suficiente como para que te conozcan y no les da la gana de verte.
Es que con cada una de las personas del CompostELA con las que hablé me trataron y me cayeron tan bien… y además disfruté mucho conversando.
Ir andando con personas mientras hablas con ellas es un placer, y encima permite conocerlas más. Además, ir escuchando música y a veces hasta bailar me encantó, y estar con Laura (la que pone la música en su altavoz) me parece muy agradable.
Andando ibas hablando cada vez con unas cuantas personas, pero es que comiendo también, aunque no podía faltar que nos sentáramos para cenar Mar, Antonio, Alberto junior (porque había dos Albertos) y yo. Hicimos muy buenas migas en las cenas. Bueno, en realidad todo el mundo con el que compartí un rato de charla me parecieron encantadores, y también lo son las personas que ya conocía.
Y ahora me gustaría contar algo que tristemente es poco frecuente y es que yo estoy actualmente en un entorno donde esto no se cumple, aunque me siento afortunado porque en otros grupos sí lo tengo.
En el grupo CompostELA todo el mundo cuando te ve por la mañana, en el albergue o mientras estamos esperando en el punto de salida, siempre te saluda con una sonrisa en la boca y te dedica unas palabras cariñosas. También me pasó una noche que yo tenía mal la boca por los brackets y vinieron a ayudarme a ponerme una crema y demás, y para eso entraron a mi habitación Concha, Irene, Jaime y Kasper. Yo no creo que me mereciera que vinieran cuatro personas, pero que se preocuparan por mí me hizo sentir muy bien. Como también me escribió Antonio aquella misma noche por WhatsApp y otras personas al día siguiente para preguntarme qué tal tenía la boca.
Pues bien, este grupo se preocupa todo el mundo por todo el mundo, y eso es fantástico. Eso me parece un aspecto muy necesario a destacar, porque es importante preocuparse por uno mismo, pero sin duda hay que preocuparse también por la otra persona, y este es uno de los grupos en los que estoy que se hace este tipo de cosas. No los entornos en los que cada uno va a lo suyo, y aunque hablen se nota que no se preocupan por la otra persona. Yo siento que en estos grupos se utilizan los unos a los otros para hablar y después si te he visto no me acuerdo.
No he puesto los nombres de todas las personas que vinieron este año al CompostELA porque sería el cuento de nunca acabar, y aparte seguramente me deje algún nombre, pero para todas las personas tendría algo cariñoso que decir.
Por último, me gustaría dar las gracias a Mamen, Eva, Mati y Laura (si me olvido alguna persona que también estuvo en la organización, perdón) porque organizar todo esto con lo numerosos que éramos este año, tiene mucho mérito. Os habéis pegado un currazo increíble.
En resumen, que esos días haciendo el camino con el grupo CompostELA fueron maravillosos.
¡Viva CompostELA!
El año que viene más… y no creo que mejor, por lo menos igual.






























































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