Los cumpleaños son, sin duda, uno de los acontecimientos más trascendentales en la vida social de nuestros hijos. Especialmente cuanto más pequeños son. No importa que falten 3 días o 7 meses para el acontecimiento, siempre está presente en sus conversaciones. La lista de invitados se amplia o reduce en función del devenir de sus relaciones en el patio. Los cumpleaños son una gran fuente de felicidad y emociones… pero también de dolor y frustración. Especialmente en el caso de los niños con diversidad funcional.
Los padres sufrimos si nuestros niños no son invitados. Y muchas veces también cuando sí lo son porque ni los lugares donde se celebran las fiestas infantiles ni las actividades que allí se desarrollan, han sido diseñadas pensando en la existencia de niños con dificultades motrices. El resultado suele ser que mi hijo acabe jugando solo en una esquina, lo más apartada y segura posible dentro del movimiento caótico generado a su alrededor, o que yo acabe colándome en la zona de niños para convertirme en su compañera de juegos.
Esta situación me genera un enorme dolor y cada vez que llega a casa con una invitación se me plantea el mismo dilema: si no acude, corremos el peligro de que dejen de invitarle lo que dificultaría enormemente su integración social. Si va, sufrimos los dos y muchas veces también los padres del niño homenajeado que son conscientes de las dificultades de mi hijo para participar en las actividades con el resto de niños que, generalmente y a estas edades, consisten básicamente en moverse, saltar y correr de un lado a otro del local. Resulta una situación muy violenta y yo comprendo perfectamente que ellos deban elegir el lugar de celebración en función de los gustos, intereses y predilecciones del niño que cumple los años, de las posibilidades económicas de esa familia, del emplazamiento del local para facilitar que todos los niños convocados puedan acudir, etc… y no en función de si Antón puede o no entrar en esas jaulas tan de moda ahora y que nosotros tanto odiamos. Yo les agradezco de corazón su implicación al animar a sus hijos a que le incluyan en la lista de invitados, a pesar del desasosiego que esta situación les pueda generar.
Hemos acabado encontrando una solución intermedia y, si las características del lugar de celebración son imposibles para él, procuramos llegar tarde, participar en la merienda y el “momento regalos” donde sí puede estar en igualdad de condiciones e irnos antes de tiempo para limitar mi sufrimiento y su frustración.
Antón siempre quiere celebrar el cumpleaños en casa. Es un entorno donde se siente seguro y que le permite compartir actividades y juegos con sus amigos. Lo pasa genial y los niños a los que invita también porque ese día no hay más límites que aquellos donde la integridad física empiece a peligrar. El resultado es pasar los días posteriores recogiendo, ordenando y recomponiendo pequeños destrozos, pero compensa mil veces por la felicidad que le aporta a mi enano.
Toca Birthday Party
Desarrollador: Toca Boca
Idioma: sin lenguaje hablado
Precio: 2,69 €
Categoría: Ocio / Comidas
Descripción: Esta aplicación de Toca Boca permite convocar a nuestros amigos para celebrar un cumpleaños en torno al iPad. Nos ofrece la posibilidad de elegir entre tres temáticas diferentes, mantelería variada para disponer la mesa, personalizar nuestra tarta de cumpleaños e incluir incluso algún regalo.
Este juguete digital es una variante de Toca Tea Party, otra app de esta firma sueca también reseñada en Cappaces. El juego es fácil e intuitivo lo que permite que los niños puedan jugar de forma autónoma.
Carmen, un millón de gracias por tu blog y por lo bien que dices, cuentas y transmites las cosas.
Acabo de descubrirte pero desde ya te digo que me he sentido muy identificada con todo. También soy madre de un niño de 8 años «holandés» y todo lo que cuentas podría salir de mi boca…
Esta entrada de los cumpleaños la podría plagiar literalmente, y las sensaciones que transmites respecto a la importancia de la adaptación al colegio también…
Felicidades!!
Ojalá algún día podamos contar las cosas de otra manera. Un abrazo enorme, Begoña