Parece el nombre de un grupo de rock, pero no. Es la banda de los primos.
Los Delincuentes son cuatro y viven a 600 km. Campanilla, a escasos 20. Este reparto de distancias ayuda a compensar los casi tres meses de convivencia vacacionil con los primeros. La disposición geográfica explica también que el enano viva más influenciado por los tules rosas y los botes de brillantina de Campanilla que por los hostiazos que utilizan sus primos a modo de saludo.
Campanilla llegó cuando Sirena y Sapito habían perdido ya toda esperanza de encontrar un aliado frente a tanta testosterona.
Los Delincuentes son chicos-chicos. Campanilla, chica-chica. Cumplen tan bien todos los tópicos sexistas, que parecen salidos de un catálogo de juguetes.
Para que se entienda mejor…
Esto es muy Campanilla:
Y esto es muuuy Delincuentes:
A Los Delincuentes les debemos la pasión por el Atleti, el repertorio de tacos que todo buen vasco debe tener en su acervo cultural y la técnica para propinar su ya mítica “patada mortal”. A Campanilla, la inclinación por el color rosa y la fascinación por el repiqueteo de los tacones.
Delincuente A-1 debería haber nacido dos meses más tarde que Sirena. Sin embargo, ella parecía no tener ninguna prisa (ha sido así desde entonces) y asomó la cabeza un mes más tarde de eso que se (mal)denomina “salir de cuentas”. Por el contrario, A-1 ha sido un fuguillas ya desde el útero y aterrizó en el mundo un mes antes de lo previsto. Y así fue cómo se convirtió en El Mayor. Por 5 días. El tiempo que le llevó adelantarse a Sirena y que ella siempre le reprochará. Se ha venido considerando la mayor moralmente.
Según han ido avanzando los años y llegando más niños a la familia, han empezado a ser conscientes de las desventajas que supone este cargo. Así que ahora se disputan la veteranía en sentido contrario.
Delincuente A-2 es un mentiroso compulsivo, pero tiene tanta gracia que esperamos sus bolas con impaciencia.
– ¡¡¡Agüela, agüela!!! ¡¡¡Ven rápidoooooooo!!!
– ¿Qué pasa?– grita la abuela desde la cocina, indecisa ante abandonar la sartén al fuego o acudir a los gritos pavorosos del nieto.
– ¡¡¡¡Que ha entrado un niño por la ventana!!!!!!!
A la mierda la sartén… Sale corriendo en dirección al salón
– ¿¿Cómo que ha entrado un niño por la ventana??
– Siiiiii. ¡¡Y mira!! ¡Se ha puesto a pintar la tele!
(Advertencia: las marcas de grafito resultan imposibles de eliminar de una pantalla LED)
Da igual las veces que se le interrogue a A-2 sobre este incidente, o cualquier otro igual de inverosímil, que siempre da la misma versión y nunca incurre en contradicciones. Tenemos dos teorías:
Opción A: Se acaba creyendo sus propias mentiras.
Opción B: Es el mejor mentiroso del mundo mundial.
De todos modos, y en su descargo, hay que decir que se trata de un gen autosómico dominante que hay en nuestra familia. A-2 lo ha heredado de su madre. Ahora no me atrevo (porque no conviene motivarlo más) pero cuando crezca, tengo pendientes con él varias conversaciones acerca de la infancia de su progenitora.
Delincuente G: Es el “primo especial” de Sapito. Esto significa que se adoran y se pelean por partes iguales. Que pasan de las carcajadas a “las hostias” en cuestión de segundos. Pero aún en el último caso, no puedo evitar contemplarles con una sonrisa de oreja a oreja de “bendita normalidad”.
Delincuente U: Llegó el último pero es el más delincuente de todos. Ha tenido buenos maestros…
“Cuidado con U. que es pequeño”, les advierten siempre al resto. ¡Ja! U. es la prueba viviente de que el tamaño y la edad NO importan.
Campanilla, con su pelo rubio y sus ojos azules de princesita salida de un cuento, tiene el gen de la mala hostia y el “mandonismo” que pasó directamente del abuelo a ella, saltando una generación y esquivando a su padre.
– ¿Por qué lloras, Campanilla?
– Porque Antón me ha llamado mandona y chivata. Y mandona no me importa… ¡pero chivata no soy!
Su propio padre suele decir: “Le pones un tricornio y acojona”.
¡QUÉ GRANDES SON LOS PRIMOS!
Tienen todas las ventajas de los hermanos y casi ninguno de sus inconvenientes
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