La trampa de los recursos

Acabo de leer esta publicación de Indira:

Mi experiencia, y la de muchas otras familias, demuestra que determinados recursos (los que se piden para el alumnado nombrado con acrónimos imposibles para diluir su humanidad) se utilizan para segregar. Para sacar del aula al alumnado que “ molesta”, que “no puede”, que “no llega” y, sobre todo, que “no debería estar”.

Me he pensado mucho si compartir este vídeo porque no me gusto. No me gustan mis formas. Pero fueron fruto de la rabia, la impotencia, la indignación contenidas durante la intervención de uno de los asistentes. De un docente que, además, fue el primero en intervenir desde el público, en la primera ponencia, del primer día. Sus palabras venían a decir que podía hablar con autoridad, porque había sido docente en la ordinaria y ahora que estaba en la especial, no había color. Que había muchos más recursos y que sin recursos no se podía hacer inclusión. Lo peor no fue su discurso, sino el aplauso cerrado del auditorio compuesto casi en su totalidad por docentes o futuros docentes.

Y me pudo la rabia y la indignación al pensar que en un congreso de educación inclusiva, sus asistentes no creían en la inclusión. Esa intervención en mi cabeza equivalía a un congreso antiapartheid donde la primera voz que se escuchara desde el público dijera: «Sí, ya, pero es que los negros no son exactamente igual que los blancos».

Si en estos espacios hay que empezar a explicar desde tan abajo… ¿qué esperanza nos queda?

La trampa de los recursos. Siempre. Porque, ¿cuántos van a ser suficientes? ¿Cuándo se alcance un profesional para cada alumno nombrado por la discapacidad? Y entonces, ¿qué habremos creado? ¿clases especiales formadas por un sólo alumno dentro del aula ordinaria? Un sólo alumno que en el patio será un alumno solo.

No me gustan mis formas, pero menos me gusta que en un espacio donde se habla del derecho de todos los niños y niñas a educarse juntos, se legitime y justifique la segregación.

Leed a Indira, por favor, que lo explica perfectamente porque lo suyo no es teoría, es la práctica de su vida.

Cuando quien tiene que creer es el resto

Esta semana la ministra de Educación, Pilar Alegría, ha acompañado al rey a hacer entrega del Premio Princesa Girona a Escuela del Año a un centro de educación especial. Es decir, la máxima responsable de educación en nuestro país avala que se segregue a los niños y a las niñas en base a determinadas características.

La Educación Inclusiva es un derecho recogido en la «Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad» (CDPD) de Naciones Unidas, que España firmó en 2008. Esta Convención tiene el mismo rango jurídico que la Constitución. Por lo tanto, puede decirse que el Estado español comete ilegalidades y ampara políticas anticonstitucionales. De la ética, ya mejor no hablar.

Imagen del estreno del documental "Educación inclusiva. Quererla es crearla", donde aparecen algunos de sus protagonistas junto a la ministra de Educación, Pilar Alegría.

Hace cuatro años, la ministra tuvo la oportunidad de reunirse con los chicos y las chicas de Estudiantes por la Inclusión y pudo escuchar de primera mano el sufrimiento que la exclusión genera en el alumnado y sus familias. Esta foto recoge el momento de una emocionada y conmovida Pilar a quien ahora vemos no sólo sancionando, sino incluso premiando la segregación y la exclusión, la vulneración de derechos y el incumplimiento de la legalidad, recogida en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) que España ratificó en 2008.

A pesar de todo, voy a seguir creyendo que la gente es lo que parece y que cree en lo que me dice. Al menos en ese momento. Pero me produce una enorme tristeza y desesperanza comprobar que ni el ministerio de Educación, ni el Gobierno (progresista y de “izquierdas”) van a ayudar siquiera un poco a acabar con nuestra cultura capacitista, que empieza en la escuela segregada y se perpetúa desde la exclusión en la vida adulta.

Como dice mi amiga Ruth, nuestra manera de entender la educación es muy subversiva. Lo mismo que subversivas eran las sufragistas contra quienes también se esgrimían argumentos desde la política, la filosofía y hasta la biología. El mundo se iría a pique si se permitiera votar a las mujeres.

Ahora mismo parece que el mundo también se va a pique si se le reconocen sus derechos, y hasta la humanidad, a las personas nombradas por la discapacidad.

Nosotras seguiremos disintiendo y resistiendo. Espero que la historia juzgue a quienes no.

Hoy Indira y Anton han recordado las palabras con las que la ministra les animaba a que nunca dejarán de creer en ellos mismos.

Pero si nosotros ya creemos en nosotros, ha dicho rotunda Indira.

Efectivamente, sólo hace falta que también crea el resto.

Puedes ver el documental completo en este enlace: Educación inclusiva. Quererla es Crearla.

Workshop Cataliza (Barcelona, 2024)

El pasado mes de octubre, el Colectivo Quererla es Crearla organizó en Barcelona un nuevo encuentro que se sumaba al Workshop «Orienta» (Malaga, 2018), las «Conversaciones sobre la Escuela (inclusiva)» (online, 2020) y el Workshop «Crearla» (Madrid, 2022).

Por primera vez, el Workshop «Cataliza» permitió que quienes lo seguían en la distancia, pudieran participar de forma tan activa como quienes asistíamos presencialmente en el maravilloso espacio de la Fundació Bofill. Todavía sigo admirada por el enorme trabajo de organización que hubo detrás de este encuentro.

Varias semanas después, sigo procesando lo que allí vivimos y no creo que vaya a ser capaz de plasmarlo ahora en palabras, por muchas que emplee. Cada evento de Quererla es Crearla es más poderoso y emocionante que el anterior y, cuando creías que ya se había llegado a lo más alto, en cuanto a intercambio de información, adquisición de conocimiento, comunicación de experiencias o expresión de emociones… va y llega este catalizador tan indescriptible.

El programa fue muy intenso, no sólo en cuanto al tiempo que requirió su desarrollo, sino también en términos de energía e implicación emocional. Se desarrolló a lo largo de dos jornadas que ocuparon diez horas cada una de ellas. Ni siquiera los teóricos tiempos de descanso lo fueron tanto, porque en los corrillos que se formaron pocas conversaciones escapaban al tema que nos había llevado hasta allí.

El  primer día se centró en el análisis de la situación de las escuelas y el sábado se abordó el movimiento social. Las mañanas se centraron en temas específicamente del ámbito español y las tardes tenían un carácter internacional ya que, debido a la diferencia horaria, era el momento en que se nos podían unir online las compañeras de América Latina que no habían podido acudir presencialmente.

Ilustración realizada por Raúl Aguirre para describir y acompañar este texto. En ella se representan diferentes momentos y a diferentes personas que participaron en el Workshop.

Autor de la ilustración: Raúl Aguirre Casasnovas

 

Romper el silencio

El formato de este encuentro fue muy distinto a lo que está normalizado en jornadas o congresos y, muy especialmente, en aquellos relacionados con la discapacidad. Esos eventos suele consistir en un panel repleto de profesionales y expertos que se suben a un estrado para formar, informar y aleccionar a las familias, que nos sentamos abajo. Normalmente, ni siquiera suelen estar presentes en estos foros (ni abajo y mucho menos arriba) las personas señaladas por la discapacidad.

En los encuentros de Quererla es Crearla impera la horizontalidad sobre la verticalidad. Su valor más importante es, además, contar con quienes pueden hablar en primera persona sobre lo que significa vivir bajo la opresión del capacitismo. Seguramente no son tantas personas como sería deseable, pero infinitamente más de las que vemos en cualquier jornada organizada en torno a ellas, pero sin ellas.

Otra cosa impresionante es el clima de confianza y seguridad que se crea. Vivimos en un país donde cuesta muchísimo alzar la mano y hablar en público. Seguramente sea el resultado de un sistema educativo que exige silencio desde el primer día que entras por la puerta: silencio para escuchar a quien sabe, silencio para no expresar, silencio para no cuestionar, silencio… Después, cuando esos chicos y chicas llegan a la universidad y no son capaces de exponer oralmente, los juzgamos como apáticos, negligentes e inmaduros, sin cuestionar ni siquiera un poco qué papel ha jugado la escuela en esa actitud. Se castiga durante años la oralidad y, de repente, de un día para otro, se les exige que les brote la oratoria y la seguridad que requiere hablar en público.

Pues, como decía, resulta impresionante ver cómo esa inseguridad que nos genera nuestra educación respecto a la exposición pública, nunca está presente en las jornadas de QeC. Seguramente, porque sabemos que esa escucha no implica ser juzgadas y sí mucha comprensión, solidaridad y acompañamiento. ¿Qué decir de ver a nuestros hijos e hijas, tan ignorados y machacados en las escuelas, levantado la mano y alzando la voz? Es algo muy difícil de trasladar con palabras. Como complejo será también para ellos y ellas explicar lo que sienten al ser escuchados, valorados y tenidos en cuenta.

Foto de un momento de la exposición compartida por miembros de "Estudiantes por la inclusión" y de "Radikales desadaptados".

Estudiantes por la inclusión (EXI) y Radikales desadaptados.

 

Abrirnos, rompernos y exponernos emocionalmente

El encuentro fue mucho más allá de la actividad puramente teórica o intelectual y tuvo una importante dimensión emocional. De hecho, Antón y yo participamos en una mesa que reunía a familias y estudiantes de España y América Latina que fue especialmente demoledora para nosotros. Antón, que suele ser muy participativo en estos espacios, rechazó la palabra cuando, casi al inicio de la conversación, se la ofreció la moderadora, Marisol Moreno. Antón manifestó que no quería hacerlo en ese momento y nos sorprendió a muchos. Después conectamos con Jimena y Jazmín, dos estudiantes de Paraguay a las que Antón había conocido durante el Congreso ION celebrado en aquel país unos meses atrás y con las que había establecido una conexión muy especial. Su intervención fue demoledora por la experiencia de vida de Jazmín en la escuela y el dolor que provocó no sólo en ella, sino también en su hermana Jimena, testigo directo del abandono y el maltrato.

A continuación, escuchamos el testimonio de otra estudiante, esta vez de Uruguay, que podría haber sido, palabra por palabra, lo vivido y sufrido por Antón en su experiencia educativa. Fue entonces cuando Antón se rompió y se preguntó entre sollozos qué habían hecho todos ellos para sufrir esas experiencias y ese maltrato, si nunca le habían hecho mal a nadie.

Fue doloroso y no voy a decir que necesario, porque el sufrimiento jamás debería ser necesario, pero sí que fue el mejor ejemplo de que este encuentro no era un congreso o una jornada de conferencias al uso. Se generó un espacio donde compartir y también donde compartirnos. Abrirnos, rompernos, exponernos emocionalmente. Y seguramente sólo desde la emoción se puede comprender el terrible maltrato que niños y niñas, chicos y chicas están sufriendo en las escuelas y lo urgente que es una transformación radical de las mismas. No es sólo que no aprendan, que no participen, que no socialicen, que no convivan… sino que, además, son lugares que les generan un sufrimiento que no acaba al abandonar la escuela y que les acompaña de por vida.

Dicen los teóricos de la pedagogía que la inclusión requiere de presencia, participación y aprendizaje. De esas tres variables, para nuestros hijos e hijas sólo se cumple la primera. Están, pero ni participan ni aprenden. Y desde la escuela se nos dice que la responsabilidad es de ellos y de ellas. Que su aislamiento, su soledad y las carencias en sus conocimientos son culpa de su funcionalidad, de sus características, de la etiqueta que les ha sido asignada.

Nos repiten cada día y cada escuela:

«Es que se aísla.» 

«Es que no tiene los mismos intereses que el resto.»

«Es que no se entera.»

«Es que se autoexcluye.»

«Es que es muy infantil.»

«Es que le gusta estar solo.»

«Es que vive en otro planeta.»

«Es que es más inmadura que el resto.»

«Es que no escucha.»

«Es que ha alcanzado su techo de aprendizaje.»

«Es que lo vives tú peor que él.»

Sin embargo, todas las personas que asistimos al Workshop Cataliza, vimos cómo saltaban por los aires todos esos argumentos que nos han dado en las escuelas para justificar la soledad y la falta de participación y de aprendizaje de nuestros hijos e hijas. Hemos visto cómo escuchaban, aportaban, intervenían, aprendían, enseñaban, convivían, reían, trabajaban, bromeaban, asintían, compartían… Cómo hacían todo lo que nos dicen en las escuelas que son incapaces de hacer.

Lo que vivimos en aquel espacio durante ese fin de semana nos revela lo que son en realidad todas las frases que nos escupen a las familias: excusas para tranquilizar la conciencia de quien, pudiendo hacer, no hace nada. 

No, la soledad y la falta de participación y de aprendizaje de las infancias y adolescencias nombradas por la discapacidad no son inevitables. Lo que parece inevitable es lo poco que importan sus derechos y su salud emocional en las escuelas.

Romper los moldes

Aquel fin de semana fue posible la presencia y la participación activa de chicas y chicos (entre ellos mi propio hijo) y de jóvenes adultos que son ninguneados e invisibilizados cada día fuera de aquellas paredes. Los días posteriores al workshop, hablaba con algunas de las compañeras con quienes había compartido las jornadas sobre lo imposible que resultaba que aquello pudiera superarse. Que podría haber nuevos encuentros donde se viviera la misma intensidad de conocimientos, experiencias y emociones, pero jamás mayor. 

Sin embargo, ahora, escribiendo este texto, soy consciente de que sí puede ser superable y de que lo va a ser. Tengo el convencimiento de que vamos a organizar y construir un espacio en el futuro, donde van a poder estar, participar, aprender y enseñar muchas más personas en situación de discapacidad de las que lo han hecho hasta ahora. El próximo encuentro va a ser superador y va a ser todavía más brutal. Porque vamos a contar con más niños y niñas, chicos y chicas, hombres y mujeres que hasta ahora no han podido participar ni siquiera en los entornos más diversos. Y va a ser grandioso. 

Desde hoy empiezo a soñar ya con el próximo workshop de Quererla y con todos los futuros encuentros de este movimiento comprometido con la construcción de una sociedad realmente acogedora y respetuosa con todas las personas.

Dice la RAE que «catalizar» es favorecer o acelerar el desarrollo de un proceso. Ojalá así sea. Ojalá este workshop que acabamos de vivir sirva de catalizador para romper los moldes que nos impiden ser, y crear la escuela y la sociedad que queremos.

Foto de familia de todos y todas las asistentes a las jornadas.

Este artículo fue publicado inicialmente en «El diario de la educación»: La emoción de crear en comunidad.

Aquí puedes leer el resto de textos publicados en el blog de Quererla es crearla en «El diario de la educación».

Para que no pasen lo mismo que nosotros

Pensar e investigar la educación: desafíos sociales y líneas emergentes es un libro recientemente publicado por Octaedro y coordinado por varias personas, entre ellas nuestra compañera de Quererla es Crearla, Tere Rascón.

Antón figura como coautor, junto a Luz Mojtar, Tere Rascón y Nacho Calderón del capítulo 3, que lleva por título «”Para que no pasen lo mismo que nosotros”. Educación inclusiva, lucha colectiva y resiliencia en la vida de Antón Fontao».

«Se trata de un capítulo publicado junto al protagonista, en el que reflexionamos sobre la importancia de la lucha colectiva en la construcción de la identidad. La lucha política tiene un amplio impacto en el modo en que la propia persona se concibe y es concebida.

Gracias, Antón, por la oportunidad de aprender contigo durante los últimos años. Estudiar las exclusiones que la escuela genera requiere dejarse guiar por los análisis y experiencias de las personas que lo sufren. Y aprender junto a ti y junto al grupo de estudiantes nos está permitiendo buscar nuevos caminos. El que hemos explorado contigo está cargado de generosidad, bondad y deseo genuino de hacer una escuela en la que todo el alumnado pueda disfrutar. La educación es esto que plasmas en la frase del título y que destacaba el profesor José Manuel Esteve hace años: un compromiso con la memoria. Solo tengo palabras de agradecimiento.»

(Nacho Calderón)

Imagen de la portada del libro.

Transcribo aquí uno de los fragmentos de este capítulo:

«Circunscribir el problema de Antón que hemos dibujado en estas páginas al síndrome que porta es una bobada. El rechazo o la exclusión son realidades sociales que sufre Antón, y que tienen su justificación en la discapacidad. Sin embargo, hablamos aquí de la discapacidad como una forma desequilibrada de relación, y no hay tratamiento clínico individual que pueda solucionar eso.

De la misma forma que el problema nunca estuvo en las personas homosexuales, por ejemplo, aunque se las tratara como enfermas; el problema, evidentemente, siempre ha estado en la concepción y las prácticas de las personas heterosexuales, que ostentan la hegemonía. Tampoco el problema estuvo nunca en el cuerpo de las mujeres, sino en la opresión machista. Ni en el color de piel de determinadas personas, sino en el racismo.

Han sido estas colectividades las que, en distintos momentos de la historia, fueron capaces de reconocer sus situaciones fuera del marco epistemológico socialmente compartido, desarrollando, así, un movimiento social y político que amplía los derechos. Es lo que Antón encontraría en un grupo de estudiantes que comenzó a reunirse con la simple idea de construir una guía para hacer las escuelas más inclusivas a partir de sus experiencias.

Ese grupo trascendía los límites de una opresión concreta (por ejemplo, la discapacidad entendida como relación), porque estaba constituido por una enorme diversidad interna: de clase social, capacidades, etnia, nacionalidad, raza, estado de salud, orientación sexual, género, entorno rural/urbano, rendimiento académico, etc. Se formó un grupo humano que tuvo la oportunidad de compartir experiencias y, con ello, de reconocerse en los demás.»

Puedes leer el capítulo completo en el siguiente enlace: ”Para que no pasen lo mismo que nosotros”. Educación inclusiva, lucha colectiva y resiliencia en la vida de Antón Fontao.

Y comprar el libro aquí: Pensar e investigar la educación: desafíos sociales y líneas emergentes.

Fotografía de una de las páginas del capitulo con un párrafo resaltado con rotulador amarillo y verde.

Congreso ION (Paraguay)

Exactamente a la misma edad de este chico, me subía yo a un avión por primera vez. La diferencia es que yo iba a pasarlo bien y él a luchar por sus derechos.

Esta semana ha cruzado el Atlántico por segunda vez en lo que va de año. Él y su compañera Malena han sido invitados a participar en el Tercer Congreso de Educación Inclusiva de la plataforma ION. 

Se celebra en la capital de Paraguay y en varias ciudades del interior del país. El objetivo del encuentro es la promoción de prácticas educativas accesibles y comprometidas socialmente.

Estoy taaaaan orgullosa de ti, mividiña ❤️ 

Imagen de Antón sonriente y sosteniendo el asa de una maleta de ruedas delante de la puerta de entrada al aeropuerto

«Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores.

Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.

Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.»

Eduardo Galeano

(«Fuegos» de El libro de los abrazos)

Aquí tres fuegos que encienden 🔥 🔥 🔥

Antón, Nacho y Malena posan sonrientes delante de la puerta de embarque para Asunción

Nacho, Malena y Antón en el Tercer Congreso de Educación Inclusiva de la plataforma ION (Paraguay)

Composición con tres imágenes donde se puede ver a Nacho, Malena y Antón participando en distintos momentos del congreso.

Cómo disentir. Una guía (o compañía)

Con gran ilusión comparto hoy este proyecto fruto de dos años de trabajo.

Imagen de la portada de la guía. Foto del tronco de un árbol con dos manos infantiles en su superficie

Partiendo de las experiencias personales de un grupo de Radikales desadaptados, hemos utilizado el dolor provocado por la escuela en nuestros hijos e hijas y en nuestro alumnado, para crear una guía que pueda orientar a otras familias y profesionales en sus procesos de disentimiento y resistencia.

Sabemos, porque lo hemos vivido, que hay prácticas en el sistema educativo que dañan por no respetar la diversidad en las infancias y adolescencias. Y estamos convencidos de que cuanto mayor sea esa disidencia y más se extienda, más cerca esteremos de poder Crear la escuela que Queremos. La escuela que sepa acoger a todas las personas. La escuela donde inicien su convivencia todos los niños y las niñas, que es la única forma de entendernos, aceptarnos, respetarnos e incluso querernos en la vida adulta.

Se puede descargar de forma legal y gratuita a través de este enlace de Editorial Octaedro, a quien agradecemos enormemente que haya hecho posible su publicación: Cómo disentir. Una guía (o compañía)

Imagen del índice de la guía

El activismo por la equidad, la inclusión educativa y los derechos de las personas etiquetadas por la discapacidad, ha sido el nexo que ha unido a este colectivo para compartir a través de esta guía sus experiencias alzando la voz frente a todo tipo de injusticias: esas que parecen minúsculas pero que acaban ahogándonos en el día a día, las que hacen de la escuela un lugar inhóspito, las que relegan a la humanidad a un segundo plano y nos golpean en ocasiones con toda la dureza. Porque disentir es un verbo que todas las personas de este colectivo han conjugado en múltiples ocasiones, conscientes de que todos los derechos humanos, sociales, económicos y culturales se han conquistado siempre desde el disenso. No hacerlo es asumir la permanencia de las desigualdades que nos aplastan, y que a menudo son entendidas como naturales e inevitables.

Estas páginas son, por tanto, una invitación a disentir. A cuestionar el actual orden de las cosas, que sitúa a algunas personas en una posición subalterna y de indefensión. Es necesario que esas voces se escuchen en la escuela y en otros espacios en los que se desarrolla la vida, porque tienen la llave para humanizarlos y recrearlos. Esta guía pretende acompañar en ese proceso de no estar de acuerdo con las injusticias, creando con ello una comunidad que construye nuevos senderos, imaginarios y destinos.

La guía está ilustrada con maravillosas imágenes de Paula Verde Francisco, que tan bien y tan bonito mira siempre.

Todos los casos documentados en los ejemplos de esta guía están basados en situaciones reales. Se ha alterado el nombre de sus protagonistas a excepción de los de la familia Calleja-Loma (Alejandro, Lucía y Rubén) a cuya resistencia y dignidad está dedicada esta guía. Su disentir ha conseguido que se evidencie la violación de derechos que se produce en nuestro sistema educativo y ha sentado las bases que permitan a las familias exigir el derecho a la educación inclusiva de sus hijos e hijas.

Ojalá estas páginas puedan ser de ayuda a quienes os acerquéis a ellas y las leáis.

#QuererlaEsCrearla ❤️💛💜🖤

Prohibir en lugar de Educar

Durante los cursos que mi hijo estuvo en el instituto, casi siempre asomaba por el chat de wasap de la familia a la hora del recreo. No sé si al resto se les rompía el corazón tanto como a mí por la soledad que evidenciaba, pero el caso es que, sin necesidad de ponernos de acuerdo, siempre había alguien al otro lado para él a esa hora: su padre, su tía, su hermana, su tío… 

El último año que pasó allí, el centro prohibió el uso de móviles. También en el recreo. No se tomó ninguna otra medida, ni se ofrecieron alternativas para el momento patio. Única y exclusivamente la prohibición.

Aquel curso Antón estuvo más solo que nunca. Ya no tenía siquiera a quienes le acompañábamos en la distancia. Ni se podía refugiar en sus vídeos de youtube o sus canciones de Spotify.

Con esto no quiero decir que no deba regularse el uso de móviles en los centros educativos. Lo que intento expresar es que la solución no es prohibir y dejar que el peso de esa socialización recaiga sólo en el alumnado. Por no hablar de que quizás lo que tendríamos que hacer los adultos sería enseñarles a cómo usar esos dispositivos. Como siempre, atajamos por el camino más rápido que nunca suele ser el más eficaz.

Señal que advierte a los conductores de la presencia de un colegio donde se ha tachado la palabra COLEGIO y se ha escrito encima CÁRCEL

Estudiantes por la Inclusión premiados por Down Syndrome International Awards

El grupo de Estudiantes por la inclusión (EXI) ha sido galardonado con uno de los cinco World Down Syndrome Awards. Son unos premios que se conceden a nivel mundial por Down Syndrome International (DSi), una red mundial de personas con Síndrome de Down y sus familias.

Este año eran 200 las candidaturas que concurrían y el grupo de los EXI ha sido galardonado en la categoría de «Autorrepresentación” y en relación a la educación inclusiva.

Desde Quererla es crearla estamos especialmente emocionados por este nuevo reconocimiento a Estudiantes por la inclusión. Y es que, a pesar de ser un premio otorgado por una entidad vinculada al Síndrome de Down, le ha sido concedido a un grupo que no está conformado únicamente por personas con esta característica. Y ni siquiera por personas nombradas por la discapacidad. Si algo caracteriza a este grupo de chicos y chicas es, precisamente, su diversidad. Se trata de un grupo en el que intersectan un buen número de diferencias relacionadas con la desventaja en las escuelas: la clase social, el origen migrante, la orientación sexual, la ruralidad, la etnia, las capacidades, la situación de salud, las identidades de género…

A raíz de hacerse público el premio, escribía Antón:

Para mí es un orgullo formar parte de los EXI y que se nos reconozca, tanto que llevamos dos premios conseguidos, a ámbito internacional (que es una locura) y yendo a tantos sitios a hablar.

Yo el día que me dieron esta noticia me puse a gritar de emoción (y me contuve bastante, dado el lugar en el que estaba) y no me lo podía creer. De hecho, a veces pienso que es un sueño. Ya de por sí este premio es increíble, y es que sólo de imaginar que a lo mejor vamos a recogerlo a la ONU… Ains.

La ONU, una organización que le dio la razón a nuestro amigo Rubén y sentenció que España viola el derecho a una educación inclusiva.

Me enorgullece que nos den este premio al lado de mis queridos EXI. Además, de nuestros padrinos de este grupo Nacho Calderón y Luz Mojtar.

Me acuerdo de la primera reunión que tuvimos, todos íbamos muy o un poco obligados, sin saber muy bien qué hacíamos allí, encendiendo y apagando la cámara y dudando si hablar o no. Llegando así al final de la reunión, que, por lo menos yo, no me quería desconectar.

Los EXI me vinieron en el momento de mi vida que más necesitaba ese gran apoyo que me dieron (que nos dimos) y llenaron todo ese vacío que sentía, vacío que era enorme.

Saber que no era yo solo quién estaba sufriendo en la escuela me unió más a ellos por ese sufrimiento que teníamos en común.

Me encanta ir a los sitios que nos llaman junto a este grupo de personas, que no deja lugar a dudas, tenemos una gran amistad.

Estar en esta lucha me llena, y como dice mi madre, estoy en mi salsa.

Me siento muy afortunado teniendo en mi vida a toda esta gente, que somos una tropa y nos convertimos como en una gran familia, más la que sigo conociendo que también está en esta lucha.

En definitiva, que no sé si podremos ir a la ONU, pero ya ganar este premio y con toda la trayectoria que tenemos recorriendo lugares, y haciéndolo de la mano de mis amados EXI, es un PLACER INMENSO.

GRACIAS

GRACIAS

Y MIL GRACIAS ❤️ ❤️ ❤️

«Ya es el segundo premio internacional que este grupo de estudiantes recibe, y creo que nos invita a pensar qué hacemos en las escuelas.

Porque muchos de estos estudiantes han sido maltratados en ellas, hasta el punto de ser objeto de discriminación, vivir la soledad por años, experimentar el fracaso escolar o ser obligados a la segregación.

¿Cómo puede ser que no valgan en sus escuelas, mientras son premiados mundialmente? ¿Quién se equivoca?»

(Nacho Calderón)

Yo me hago la mismas preguntas que Nacho. Y, al igual que él, tampoco logro encontrar las respuestas.

La ceremonia de entrega de los galardones tendrá lugar el próximo el próximo 21 de marzo (Día Mundial del Síndrome de Down) en la sede de Naciones Unidas en Nueva York.

Lamentablemente, este premio no tiene asignada una dotación económica, así que ahora mismo resulta bastante complejo que los EXI puedan ir a recogerlo.

Pero, ¿sería o no sería grandioso verles en esa institución junto a Rubén Calleja? En la sede del organismo que ratificó que se había vulnerado el derecho a la educación (inclusiva) de este alumno español.

A Rubén y a su familia nadie podrá restituirles los años robados. Ni reponer todo el daño que este proceso les ha causado. Sin embargo, habría algo muy hermoso y sanador en esa fotografía.

Ojalá podamos hacerla realidad.

El pulso entre las dos escuelas (II)

La anécdota que narra Nacho Calderón en un momento de esta entrevista demuestra cómo tantas veces la Escuela consigue que un niño transite en ella desde la libertad al control. Desde la construcción de conocimiento a la reproducción.

Imagen en blanco y negro de unas escaleras de cemento sin barandilla. En una de las escaleras superiores se ven las piernas colgando de un niño que está allí sentado. Sólo se ve la imagen del niño del cuello para abajo.

©Imagen: Paula Verde Francisco

***Recuerdo dos momentos de la educación escolar de mi hijo que para mí fueron hitos en mi interpretación de su escolarización.

Recuerdo un día en que estaba haciendo alguna tarea de la escuela y al comprobar que el resultado que obtenía no coincidía con el del libro dijo: “El libro está equivocado”.

Ya pasado el tiempo, recuerdo otro momento en que al preguntarme cómo se hacía algo, yo le respondía y él me decía: “No, así no es como lo dice mi profesora”.

En realidad, son maneras de entender la producción de conocimiento de dos formas radicalmente diferentes. Por una parte, desde la libertad de un niño que todavía es capaz de cuestionar el saber más legitimado en la escuela (un libro). Esa posición desafiante, arrogante y cuestionadora, que es una forma de reconocer que él está construyendo su conocimiento de manera correcta. Puede que estuviera equivocado, y seguramente estaba equivocado, pero el mero de hecho de que tú puedas cuestionar lo que hay ahí enfrente, es ya educativo de por sí. 

Y la otra forma, es el asumir ya la reproducción de la escuela, que es: no sólo tengo que decir lo que me has dicho, sino que además tengo que decirlo de la manera en que me lo has dicho.

Es en el resolver esa tensión entre el control y la libertad, entre la reproducción social y la justicia social, donde se libra la batalla de la escuela. Y donde se libra también la batalla de la inclusión, que no es otra cosa que la batalla por el Derecho a la Educación.***

El pulso entre las dos escuelas

He escrito este post a partir de la entrevista a Ignacio Calderón que aparece al final del texto. No se trata de una transcripción, ni de las palabras literales de Nacho, sino de mi reelaboración de las ideas que expresa en esta conversación con Patricia Biront y Juan Bértola durante un café compartido en Buenos Aires. 

Podríamos poner el texto entreasteriscado, que es un nuevo concepto que creo haber inventado. Pero seguramente tampoco sea así y ya ha habido antes a quien se le haya ocurrido trasvasar el lenguaje hablado de otra persona a una narración escrita propia para que, en ese proceso, al autor del texto (en este caso autora) se le impregne bien el discurso y le sirva de gasolina para impulsar el buen hacer en las escuelas.

Gracias a Patricia por haberme insistido tanto tanto tanto en que escuchara la entrevista. Y gracias a Nacho por enseñarme e inspirarme siempre tanto y cuidarnos todavía más ❤️ ❤️

Retrato de Nacho Calderón realizado por Paula Verde Francisco. Aparece de cintura para arriba, vestido de negro y con el fondo blanco de una pared encalada.

Autora de la imagen: Paula Verde Francisco

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***Hay una controversia que está en el ADN de la escuela. Y es que las escuelas tienen encomendadas funciones sociales divergentes y contradictorias. Al mismo tiempo que se le pide a un docente que califique —y con ello clasifique— a los niños y a las niñas, también se le pide que logre que sean cooperativos, que sean buenas personas, que amen el conocimiento, que sean personas libres… 

Hay una tensión entre estas dos ideas.

Por una parte, se pretende lograr el control de la ciudadanía desde su infancia, conseguir hacerle pensar de una misma manera, controlar su conducta, su forma de pensar, sentir y actúar. Esa es la función encomendada a la escuela: una gran maquinaria en la que todos los días te sientas delante de alguien que te dicta las normas, que te dice lo que tienes que hacer… Y si no haces lo que se te dice, vas a tener un castigo. El castigo puede venir en forma de notas o en forma de reprimenda.

Y, por otra, está la función que tiene que ver con sublevarte, con liberarte, con aprender a cuestionar lo que pasa y transformar lo que ocurre allí. Y esas dos funciones están, lamentablemente, ligadas en la escuela. 

Sin embargo, cada docente puede poner mayor peso en una o en otra. Dependerá de su condición humana, de su formación, de la institución en la que esté, etc. Pero siempre hay una opción final y son los docentes quienes toman esa decisión. Quienes deciden si se inclinan por una función o por la otra. Son ellas y ellos quienes valoran si poner el peso en la función controladora y reproductora de la sociedad (porque controlar significa mantener lo que ya hay, el status quo, que nada cambie) o, por el contrario, optar por la libertad y la justicia social.

En un momento de la conversación, Patricia Biront apunta que a esta última opción se le suele acusar de “adoctrinar a los niños”. 

Nacho esboza una sonrisa y lanza esta pregunta: ¿Y si es la reproducción social no?

¿Cuándo es que se adoctrina a los niños? 

¿Cuando estás enseñando a los niños y a las niñas a pensar por sí mismos a partir de toda la cultura que hemos ido construyendo? Es decir, a partir de la filosofía, de la ciencia, de la literatura… de todo el conocimiento acumulado por los seres humanos a lo largo de la historia.

Sin embargo, eso no es algo acabado. Ninguno de esos creadores, de esas creadoras de la cultura universal diría “esto es algo acabado”. Si le preguntáramos a Einstein, nunca nos diría que el conocimiento que él ha creado está acabado. Tampoco Picasso o Hannah Arendt dirían “esto ya está terminado”. Pero en las escuelas, lamentablemente, tratamos el conocimiento como si fuera algo acabado. Y no debería ser así. Deberían ser espacios donde los niños y las niñas se pongan a jugar a científicos, a filósofos, a escritores… Espacios donde la infancia pueda ir reconstruyendo el conocimiento que hemos ido generando los que somos más viejos.

Por otra parte, en ese proceso en el que se intenta resolver la tensión entre el control y la libertad, entre la reproducción social y la justicia social, es también donde se libra la batalla de la inclusión, que es la batalla por el derecho a la educación. No hay otra.***

 

El programa Somos Capaces Radio puede escucharse todos los viernes de 19:00 a 20:00 (hora argentina) a través de radiomonk.com.ar  y posteriormente en su canal de YouTube.

Podéis seguirles también a través de sus redes sociales:

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Lo que pocas veces pasa en la Escuela pero debería ocurrir siempre

Imagino que muchas sabréis de la iniciativa de Belén Jurado para denunciar las malas prácticas en la escuela (cuando no directamente el maltrato) sobre el alumnado nombrado por la discapacidad, a través del hashtag #YNoPasaNada. 

Pues bien, Belén es tan generosa que también compartió el mensaje de una profesora escribiéndole que “ahora debes hacer una que sea todo lo contrario”, alegando que eran muchas las “maestras inclusivas que nos esforzamos”. 

María José Corell (orientadora) dio forma en los comentarios del post a lo que muchísimas pensamos al leer aquel mensaje (por no hablar ya de esa denominación que utiliza de “maestra inclusiva”, como si pudiera ser legítima la opción de “maestra excluyente” o de “no esforzarse”): 

«Nunca entenderé a docentes que hacen esto. 

Es decir, sentirse ofendidas porque ellas sí que…

¡Con la que está cayendo!»

Así es, el problema es que hay quien no cumple con su función o que, más grave todavía, colabora en el maltrato institucional y sistémico sobre cierto alumnado. Niños y niñas que, recordemos, van a la escuela porque es OBLIGATORIO, no porque sus familias seamos una panda de sádicas. 

Sobre lo de que además es su derecho —el derecho a educarse y a aprender— ya todo el mundo se olvida, porque dan por hecho que cierto alumnado no es capaz de aprender. Y yo no conozco a absolutamente ningún ser humano que no pueda aprender. No aprendemos lo mismo ni al mismo ritmo, pero todas la personas podemos avanzar en nuestros aprendizajes. Sólo que la escuela intenta relegar primero y expulsar después, a quienes no puedan alcanzar ciertos aprendizajes en determinado espacio de tiempo. 

“La escuela al servicio de la productividad”, como dice Ignacio Calderón.

Una institución que entiende que quien no puede seguir determinados ritmos en la etapa educativa, no será productivo después en los espacios de trabajo y, por tanto, los descarta. Los desecha como futuros trabajadores “productivos” para el sistema. Lo que poco o nada tiene que ver con el saber y el aprendizaje, con la Educación.

Viñeta en blanco y negro donde aparecen cuatro edificios con el cartel de Infantil, Escuela, Instituto y Facultad en cuyas fachadas se ve un agujero por donde se expulsa a algunos estudiantes. Sobre el dibujo aparece en grande y en mayúsculas: "SISTEMA EDUCATIVO"

Al igual que María José, tampoco entiendo a las docentes que reclaman que se hable de las experiencias positivas en la escuela porque deberían serlo todas (!!!). Sin embargo, quiero compartir un correo que la casualidad ha querido que haya encontrado justamente hoy (buscando otro mensaje, cómo no). Es un mensaje de agradecimiento que mi hijo escribió al único profesor de matemáticas (y uno de los pocos poquísimos en el resto de materias durante su paso por Secundaria) que creyó en su capacidad de aprendizaje.

Antón no debería haber agradecido algo así, dado que es la razón del trabajo de un docente. Pero como también sabemos que lo habitual en la escuela es no dar un duro por el alumnado nombrado y discriminado por la discapacidad, aquí va un ejemplo de lo que sí es posible en la Escuela pero pocas veces ocurre.

Intercambio de mensajes a través de correo electrónico: De: Antón Asunto: Adiós y gracias A: “F. (profe Mate)” Hola, F. En este correo te que quiero dar las gracias. Sé que te vas, por eso te estoy escribiendo. Gracias por confiar en mí. Ningún profesor de mate, menos R. y tú, me supisteis hacer entender mate. Los otros profes ni lo intentaron o lo intentaron muy poco. Los otros profes pensaban que como estaba más verde que una manzana no lo iba a entender en la vida y entonces para qué se iban a esforzar en enseñármelo. Pero en cambio vosotros no parasteis hasta conseguirme entenderlo hasta el final, costara más o menos. Sé que en algunos exámenes no estuve muy a la altura, pero siempre intentaba estarlo. En mi opinión fuiste un buen profesor. Sé que R. y tú os vais. Cuando me lo dijeron me llevé un disgusto muy grande. Os voy a echar de menos. Yo algunos fines de semanas vengo a Taboada, a la aldea en la que vive mi abuela [abre así la posibilidad de verse, al estar cerca del lugar de residencia de este profesor]. Bueno, lo dicho, que gracias a los dos por confiar en mí. Un abrazo enorme y espero volver a encontrarte. ————————— Hola Antón. Primero darte las gracias por este correo, la verdad es que es muy gratificante recibir este tipo de mensajes. Es cierto, este curso no voy a estar en el centro pero es muy probable que para el curso siguiente vuelva, ya que mi destino definitivo está ahí, por lo que seguro que nos veremos. Por último, decirte que te costará más o menos, pero eres capaz de hacer lo que quieras, solo tienes que fijarlo como objetivo e ir a por él, como hiciste durante este curso. Así que mucho ánimo. Antes de terminar, decirte que tienes mi correo electrónico y cualquier cosa en la que te pueda ayudar aquí me tienes, no dudes en mandarme un correo. Recordarte que cuando sea posible y esté terminado, me gustaría poder leer ese pedazo de libro que estás escribiendo que tenía una pintaza... ¡QUÉ GANAS! Un abrazo muy fuerte Antón. F.

📸 Transcripción del texto que aparece en la imagen.

[Los nombres están editados para que no resulten reconocibles. F. es el profesor de matemáticas y R. la PT que trabajaba mano a mano con él para encontrar la manera en que Antón pudiera aprender a pesar de sus limitaciones en la motricidad fina, que eran su principal obstáculo.]

De: Antón

Asunto: Adiós y gracias

A: “F. (profe Mate)”

Hola, F. En este correo te que quiero dar las gracias. Sé que te vas, por eso te estoy escribiendo. Gracias por confiar en mí. Ningún profesor de mate, menos R. y tú, me supisteis hacer entender mate. Los otros profes ni lo intentaron o lo intentaron muy poco. Los otros profes pensaban que como estaba más verde que una manzana no lo iba a entender en la vida y entonces para qué se iban a esforzar en enseñármelo. Pero en cambio vosotros no parasteis hasta conseguirme entenderlo hasta el final, costara más o menos. Sé que en algunos exámenes no estuve muy a la altura, pero siempre intentaba estarlo. En mi opinión fuiste un buen profesor.

Sé que R. y tú os vais. Cuando me lo dijeron me llevé un disgusto muy grande. Os voy a echar de menos. Yo algunos fines de semanas vengo a Taboada, a la aldea en la que vive mi abuela [abre así la posibilidad de verse, al estar cerca del lugar de residencia de este profesor]. Bueno, lo dicho, que gracias a los dos por confiar en mí. Un abrazo enorme y espero volver a encontrarte.

—————————

Hola Antón.

Primero darte las gracias por este correo, la verdad es que es muy gratificante recibir este tipo de mensajes. Es cierto, este curso no voy a estar en el centro pero es muy probable que para el curso siguiente vuelva, ya que mi destino definitivo está ahí, por lo que seguro que nos veremos.

Por último, decirte que te costará más o menos, pero eres capaz de hacer lo que quieras, solo tienes que fijarlo como objetivo e ir a por él, como hiciste durante este curso. Así que mucho ánimo.

Antes de terminar, decirte que tienes mi correo electrónico y cualquier cosa en la que te pueda ayudar aquí me tienes, no dudes en mandarme un correo.

Recordarte que cuando sea posible y esté terminado, me gustaría poder leer ese pedazo de libro que estás escribiendo que tenía una pintaza… ¡QUÉ GANAS!

Un abrazo muy fuerte Antón.

F.

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No sé si F. regresó al centro al curso siguiente. Cómo ya sabéis, quien tuvo que marcharse fue Antón.

#YNoPasaNada

Cuando era niña, los veranos íbamos “de vacaciones” a casa de mis abuelos. Y lo entrecomillo, porque nada tenían que ver con las vacaciones que yo (o cualquier otra persona) disfruta ahora con su familia.  

Esas “vacaciones” eran en realidad los pocos días al año que mis padres podían disfrutar de los suyos o de los hermanos que no habían cogido un tren para emigrar.

No se tumbaban a tomar el sol en la piscina, ni tomaban cañas en el chiringuito de la playa. Tampoco visitaban museos ni hacían rutas por parques naturales.

Sus vacaciones consistían en “apañar” patatas, podar tomateras, recoger pimientos, desbrozar leiras, recomponer las tejas, picar leña para aprovisionar a los mayores para el invierno, arreglar (o incluso construir) el cuarto de baño…

Mientras, sus hijos e hijas disfrutábamos acompañando a los primos con las vacas, escalando el interior de castaños centenarios o emulando las aventuras de “Los Cinco” solos por los montes.

Esas vacaciones eran lo mejor de nuestra infancia y provocaban la envidia de los (pocos) compañeros hijos de no-migrantes que, por tanto, no tenían pueblo. Nuestra única característica envidiable, en realidad.

El caso es que a mi vuelta recuerdo comentarles a mis amigas lo asombroso de que en Galicia hubiese muchas más estrellas que en Bilbao. Infinitamente más.

Me flipaba recostarme por las noches en un conjunto impresionante de rocas que sobresalía de la tierra (y que algún bestia dinamitó años después en nombre del progreso) que había junto a la casa de mi abuela. Podía mirar el cielo durante horas. O lo que a una niña le parecían horas. En esa época no había competencia de Netflix, ni de Instagram, ni de PlayStation, afortunadamente. Era un espectáculo impresionante. Me sentía tan pequeñita y tan grande a la vez.

Tardé años en enterarme de que en realidad las estrellas eran las mismas y que sólo el nivel de contaminación lumínica de cada lugar marcaba la diferencia.

Escribía el otro día Xacobe Pato: “Me gusta mucho que las fotos que le hacemos a la luna con el móvil sean una puta mierda comparadas con mirarla directamente.

Y yo pensaba en el cielo espectacular que sigo viendo en Mariz, pero en la mierda de fotos que me salen siempre.

Me llevó a entender que, del mismo modo que una foto (por muy buena que sea la cámara o el móvil que una tenga), es una mierda pinchada en un palo y no refleja la belleza del cielo estrellado de Mariz o del reflejo de la luna sobre la ría de Sada, tampoco los testimonios que en los últimos días está recopilando Belén Jurado bajo el hashtag #YNoPasaNada reflejan ni siquiera un poco de la enorme cantidad de dolor, discriminación, desprecio y vulneración de derechos que viven tantas familias en las escuelas.

Imagen nocturna donde aparece la luna llena y se refleja sobre la superficie del mar.

Anoche la luna estaba espectacular. Como siempre, la foto es una 💩

 

Día de la Independencia Radikaldesadaptada

Hoy se cumplen dos años de nuestro particular 4 de julio. Los árboles del Retiro cobijaron a una panda de Radikales Desadaptados que se juntaron para reflexionar sobre las causas de la opresión ejercida sobre sus hijos e hijas, hermanos o alumnado y tratar de encontrar una vía para que el mundo les devuelva la humanidad que se les robó nada más nacer.

Aquel encuentro forma parte del documental “Educación inclusiva. Quererla es crearla”. Una película que nos ha proporcionado enormes alegrías y que ha generado gran esperanza e ilusión. Su proyección por todo el mundo de habla hispana ha propiciado encuentros entre personas que tratan de transformar el sistema educativo. Resistentes y disidentes que saben que sólo transformando la escuela, será posible construir una sociedad donde tengan cabida todas las personas.

Cartel oficial del documental "Educación inclusiva. Quererla es crearla" ilustrada por una imagen del encuentro en el Retiro que describe el post.

El documental se sigue moviendo. Si te interesa solicitarlo para proyectarlo en tu escuela, instituto, facultad, AMPA, ayuntamiento, biblioteca, centro cultural, club de lectura, ONG, fundación, cooperativa, club, asociación vecinal, cultural, deportiva, medioambiental… puedes solicitarlo a través del siguiente formulario: ORGANIZA TU PROYECCIÓN

 

Comparto aquí mi particular making-of de aquel día 😊

Indira ya no es invisible

En el anterior post, compartía el Diario de Antón del viaje a Chicago para participar en el Congreso AERA 2023.

Detrás de una cortina y a contra luz se observa la silueta de tres personas sentadas en el suelo.

Ésta de aquí no es la imagen más bonita de la ciudad ni del congreso. Pero sí la que mejor describe lo vivido: Ana y Antón consuelan a Indira, que se ha refugiado en un rincón para asumir su tristeza por todo lo que se acaba.

Se acaba la escucha, el reconocimiento, la dignidad, el acompañamiento… para regresar a la indiferencia, el desprecio y la soledad.

Sin embargo, una vez de regreso a casa, Indira nos compartió un texto sobre todo lo vivido y sus palabras dieron la vuelta a todas esas circunstancias que yo anticipaba.

Me ha dado su permiso para publicarlo aquí 😊 

Hoy hago yo la publicación, soy Indira.

Quiero contaros lo genial que ha estado el viaje a Chicago.

Lo más bonito que me ha pasado es que he estado con mis hermanillos, que son mis amigos y les quiero muchísimo: Malena, Darío, Antón, [nombre]. También con Alejandra y con Álvaro, que son muy majos y muy graciosos.

Me lo he pasado genial con ellos y también con los mayores, que les quiero muchísimo también: Nacho, Luz, Carmen, [nombre], Ana, Floren y Teresa.

Con [nombre] me he reído mucho porque somos los dos muy vacilones y es de traca. Con Antón, que le quiero mogollón, lo he pasado genial y además va a ser presidente de los Indilovers 👏🏽 👏🏽 👏🏽

Malena es mi hermanilla y siempre me anima, le quiero hasta la luna. Y Darío es muy majo y muy buen amigo, y siempre me ayuda sin que se lo pida. Con Alejandra he jugado y Álvaro es muy gracioso.

Los mayores se han portado genial y nos hemos reído mucho todos juntos, haciendo videos de Indilovers, teatro, bailes en la calle, en el metro. Son muy graciosos todos. Con Luz me lo paso genial y además le engañé para tomar algo el primer día, le quiero mil. Y con ama como siempre, que es mi amor para toda la vida.

Al principio me daba vergüenza hablar en inglés, pero todos me han ayudado y al final ya no me daba vergüenza porque estaba con mis amigos.

También iba buscando gente para hablar en inglés y hemos explicado genial nuestro trabajo.

Los rascacielos son alucinantes y me daba miedo acercarme a la ventana del hotel pero lo conseguí, y ya no tengo miedo de eso ni de hablar cuando hay mucha gente.

Lo peor ha sido despedirme de mis amigos, y he hecho dos dramas, porque me ponía muy triste porque no me quiero separar de ellos nunca porque son los mejores amigos del mundo y les quiero mucho y les echo muchísimo de menos.

En Madrid estaba triste porque me separaba de [nombre] y [nombre], pero no hice otro drama porque estaba muy cansada y ya me dormía.

Además ya lo tengo claro y he pensado que voy aser youtuber.

En Vitoria, en el BEI, estaba una chavala de mi clase y no me dijo nada. Pero no me importa porque no soy invisible y mis amigos sí que me ven.

Chicago es muy bonito y me lo he pasado muy bien y no quería que se acabe nunca.

Os quiero a todos mucho y quiero veros ya.

 

 

Recuadro con fondo rosa donde aparece escrito con letras grises: " Aunque me echen del sistema, del activismo no me pueden echar. Y yo siempre voy a ser activista” (Indira)

Crónica de Chicago (por Antón Fontao)

El pasado 11 de abril emprendimos un viaje que nos llevó al otro lado del océano. Llevábamos las maletas cargadas de ropa de abrigo (que resultó inútil en un Chicago asfixiante) y mucha ilusión (que logramos renovar, contagiar y multiplicar).

El grupo de Estudiantes por la Inclusión (EXI) participó en el congreso de investigación educativa más importante del mundo. Chicos y chicas ignorados, excluidos y maltratados por el sistema educativo, que allí fueron escuchados por algunos de los investigadores más reconocidos por ese mismo sistema. Un sinsentido que ojalá algún día sea objeto de estudio.

Este es el diario del Congreso AERA 2023 de uno de esos chicos. Antón Fontao nos relata la emoción, la ilusión y la esperanza vividas aquellos días por quienes tuvimos la enorme suerte de acompañarles. En el congreso y en la vida.

Un grupo de personas aparece de espaldas sobre un puente de Chicago mirando hacia arriba rodeados de rascacielos

 

UN CHICAGO INCLUSIVO

(por Antón Fontao)

DÍA 1 EN CHICAGO (miércoles)

Después de estar viajando durante muchísimas horas, me levanté a las 5 de la mañana. Estoy tan acostumbrado aún al horario de allí, pero bueno, dormí ocho horas.

Nada más ducharme y vestirme bajé a donde están las cafeterías y las mesas para sentarse (que el hotel es inmenso, y yo al entrar ya dije que esto parecía un centro comercial). Mi madre bajó unos minutos después con otro compañero, y nos fuimos por los subsuelos del hotel en busca de algo para desayunar. Dimos bastantes vueltas, nos encontramos a José, el conserje, que era mejicano, así que muy bien. Hasta que llegamos a una cafetería donde compramos unos donuts, pero subimos a comerlos con el resto en donde estaban todas las mesas acompañado de un café, que tanto el donut como el café estaban muy buenos. Estuvimos un buen rato hablando hasta que estuvimos todos y entonces nos fuimos. Al salir José estaba allí y se despidió de nosotros. Me pareció muy majo.

Anduvimos, anduvimos, hasta llegar a la “Alubia”, donde ya había estado otra vez que vine a Chicago, que es como una estatua de metal con forma de alubia y se ve todo reflejado.

Después fuimos a las fuentes, donde también había estado, que hay como dos pantallas en las que se ve la cara de dos personas y de sus bocas sale una fuente. Solo que las fuentes estaban apagadas hoy. Esto lo diseñó un catalán.

Durante los siguientes minutos no paramos de caminar, hasta que nos fuimos a un sitio a comer. De primeras íbamos a ir a un italiano, pero como no había sitio nos fuimos a una hamburguesería… mejor no me preguntéis qué tal.

Al acabar de comer seguimos andando, hasta que en un banco Indira empezó a hacer un número musical, y el resto lo valoramos, como en “Got talent”. Le siguió otro número musical mío y de Malena bailando la canción “I’m still standing”. Después nos valoraron, y me hizo mucha gracia porque Nacho se puso las gafas de sol e imitó a Risto Mejide todo serio. Al acabar nuestra actuación, la que hacía de presentadora me pasó el testigo y acabé haciendo yo de presentador. Después hubo una última actuación de Indira y Noemí. La verdad es que me reí mucho en ese “Got talent” que hicimos allí en medio de Chicago.

Después seguimos y seguimos andando hasta que algunos nos fuimos a cenar al “Nando’s”, una cadena por lo visto portuguesa. Tengo que decir que fueron bastante bordes y al camarero se le veía desganado. Estábamos todos ya agotados, pero no sé qué pasó que fue empezar a hablar de un tema, nos empezamos a reír un montón, y seguimos haciéndolo hablando del ASMR, que a Luz y a mí nos relaja, y hay otras personas que les da mucha grima. Ya dije yo al salir del restaurante, que a lo tonto a lo tonto nos habíamos reído un montón. A todo esto yo pedí pollo que venía con un puré de patatas, y estaba bueno. Y Luz y mi madre se pidieron como una especie de burrito, que ya me quedó claro por las lágrimas y por el picor en los labios de Luz, que picaba la hostia. Nos reímos mucho también porque en la mesa de al lado le trajeron la guarnición después de que la señora de esa mesa ya se había marchado. Luz acabó probándola para quitarse el sabor del picante pero como estaba malo la volvió a dejar en la otra mesa.

Y hasta aquí el resumen del primer día.

DÍA 2 EN CHICAGO (jueves)

Por la mañana bajé a la primera planta a las mesas a las que íbamos todos los días a desayunar, y en una estaba sentada Luz con su portátil y con una caja de donuts del “Dunkin”, que el día anterior los habíamos probado y estaban buenísimos. Luz estaba preparando la presentación que tenía que hacer para el sábado. Luego fueron apareciendo los demás. De lo bueno que estaban los donuts, mis ojos se escaparon a la caja para ver si sobraba alguno, pero no porque quedaba uno y era para el compañero que faltaba por desayunar, y Luz me pilló mirando la caja. Después vinieron Nacho, Malena, Darío y Ana. Nacho tenía una conferencia con Mel Ainscow, que hasta ese momento no tenía ni idea de quién era, y después al saber que era alguien muy famoso en todo este mundillo de la inclusión me dio bastante vergüenza no saber de su existencia. Cuando acabaron fue cuando Nacho nos presentó a Mel.

Después mi madre y yo fuimos a hacer cola para que nos dieran nuestras acreditaciones. Iban a tardar un poquito en dárnoslas, así que nos fuimos con el resto. Una vez que nos las dieron, mi madre vino a sacarme fotos en el cartel con la acreditación puesta, y como lo llama Luz: “el postureo”.

Pasamos un buen rato allí sentados hasta que Malena, mi madre, Alejandra y yo fuimos a reservar mesa en el “Giordano’s”. No se podía reservar, pero la que estaba en la entrada hablaba español y nos dejó hacerla. Estuvimos otro buen rato esperando allí y cuando vinieron todos, vino una camarera que también hablaba español que se notaba que estaba bastante afónica y nos sentó en dos mesas. Comimos la típica pizza de allí.

Al acabar nos fuimos porque a las cuatro teníamos la presentación, que resultó ser en un rascacielos impresionante. Una vez allí una mujer nos soltó un rollo, bueno para nosotros un rollo por culpa del inglés. Fue la primera reunión de los grupos de estudiantes investigadores de secundaria que nos reunimos en el Congreso de la AERA. Éramos trece grupos: diez de Estados Unidos, dos de Canadá y el nuestro de España. Cada grupo se sentaba en una mesa redonda, se presentaba cada persona del grupo y contaban resumido de qué iba su proyecto. Nosotros también tuvimos que presentarnos y en inglés!

Después volvimos al mismo hotel en el que estábamos alojados parte de nuestro grupo porque la sesión de pósters era allí. Probamos el proyector y Nacho nos estuvo explicando  un poco lo que teníamos que contar al día siguiente, Y lo último que hicimos allí fue ir a que el grupo de San Antonio, que la mayoría hablaban español, nos contasen un poco de qué iba su proyecto.

Hubo un descanso y Malena y yo estuvimos hablando con una de las chicas de ese grupo  que se llamaba Araceli y que me pareció muy maja.

Luego fuimos a la ceremonia de inauguración que había, y como el sitio estaba lleno, nos sentamos en el suelo pero no nos dejaron, hasta que unos que estaban organizándolo trajeron más sillas y nos pudimos quedar. Hablaron dos mujeres, la primera era una de las personas del AERA, y la segunda era una indígena que por lo que me fue traduciendo mi madre me pareció bastante interesante lo que dijo. Después unos afroamericanos con los tambores nos tocaron algo típico de su cultura de origen con un baile alucinante, no había parte del cuerpo que no moviesen. Aunque lo que vino después… a mí me parece que era de otro mundo. Era un filósofo llamado Cornel West que no creo que nadie haya visto hablar a alguien tan rápido como él. Yo pensaba que en un momento dado se iba a ahogar. Oírlo hablar juro que era un flipe. Y sin un papel!

Mi madre y yo nos fuimos algo antes de que acabara y volvimos a coincidir todos en las mesas de la planta baja. Y por último fuimos a cenar mi madre y yo con Luz y una amiga suya que vive en Chicago. Se llamaba Carol y me cayó muy bien. La verdad que fue una cena muy agradable.

 

DÍA 3 EN CHICAGO (viernes)

Nos tuvimos que despertar súper pronto porque a las 7:30 comenzaba el congreso de los jóvenes, y enseguida nos fuimos al salón donde habíamos estado el día anterior. Desayunamos allí. Yo me cogí huevos revueltos (yo no soy de desayunar salado, más que nada porque bacon y huevos nada más levantarme no me entra, pero eso sí que lo había desayunado las dos veces que fui al congreso Joubert, y es una cosa suave) y unos dulces. Un rato más tarde, mientras todos seguíamos desayunando, habló Lori, la mujer que había hablado el día anterior, y también otros dos hombres, el que era hasta ahora el presidente de la AERA y el que va a ser el próximo presidente.

El último que habló me dio mucha pena pero al mismo tiempo transmitió un mensaje muy bonito, porque dijo que su madre le había tenido a él cuando tenía 18 años, que su abuela había muerto y lo tuvo que criar sola, pero que quería que él tuviera una vida diferente a la que había tenido ella. Si eres adolescente en un ambiente así tiene que ser muy duro y es difícil no meterse en líos. También dijo que él quería ayudar a los demás, para que también tuvieran oportunidades y eso me pareció muy bonito.

Después fuimos al sitio en el que habíamos estado el día anterior probando los proyectores, y como aún teníamos tiempo antes de empezar la sesión, fuimos por ahí, y me alegró mucho ver que en una mesa había unos cuantos libros, y entre esos libros estaban dos de los que escribió Nacho. Me alegré mucho y me puse muy contento porque lo quiero, es un hombre muy “güasón”, y admiro tanto. Y fue gracias a él que un buen día se le ocurrió formar un grupo llamado “Estudiantes por la inclusión” (EXI) que en la actualidad somos súper buenos amigos; que me alegré mucho y me puse muy contento, como ya dije.

Pasado ese rato dando vueltas por entre los libros que había expuestos, volvimos a nuestro proyector. Vino entre bastante y mucha gente a que les presentásemos nuestro proyecto: Mel Ainscow, profesor en la universidad de Manchester; Federico Waitoller, profesor en la universidad de Chicago aunque ahora vive en Bilbao; Valentina Migliarini, otra profesora de la universidad de Birmingham; y más gente.

Yo, después, como ya tenía cansados los pies, me fui a sentar. Allí también estaban Álvaro y Darío. Pero después fui con mi madre, Luz, Malena y Alejandra a comer. Lo hicimos en el suelo. Hasta que al acabar nos dimos cuenta de que en realidad no era la comida, sino el picoteo de media mañana. 

Después fuimos a otro zona en ese mismo lugar donde había una pequeña charla sobre el Hip-Hop. Me senté al lado de Indira y de Floren, pero como Indira iba a decir algo, Malena y yo nos cambiamos los sitios para que Floren le pudiera traducir… y también porque Indira dijo que sólo hablaría con Malena a su lado. Fue muy bonito cuando Indira minutos antes, cuando presentamos nuestro proyecto, le miraba a Malena con esa cara de admiración y de complicidad.

Al acabar la charla, volvimos a comer donde teníamos la sesión con los jóvenes y aprovechamos para seguir trabajando. Luego tuvimos libre hasta las 18:30 que a esa hora era la cena. A mí lo de cenar tan pronto no me pilló desprevenido porque en el congreso Joubert cenábamos a las 17:00, pero a Indira le flipó.

Decidimos ir a “China Town”, así que nos fuimos en metro. Cuando estábamos en la entrada, Alejandra abrió una de las puertas para entrar y pasamos todos. Sí… ¡¡¡nos colamos en el metro!!!

Yo al principio estaba normal, pero después me entró el agobio, estaba muy nervioso y tenía miedo a que nos pillaran, porque encima había dos policías con sus perros policías en el andén donde estábamos esperando el metro, y el cabrón de Nacho me ponía más nervioso porque me estaba tomando el pelo y yo en ese momento me lo estaba tomando en serio.

Al llegar, vimos parte de ese “China Town”, y después como había algunos que no habían comido, nos separamos, y yo fui con el grupo que fue a una heladería, donde era flipante ver cómo hacían los helados, porque en una placa congelada vertían un líquido, lo movían por toda la placa con unas espátulas hasta que cada vez iba tomando más forma de helado. Por último, extendían el helado ya hecho por toda la placa, y con las espátulas enrollaban cada parte de lo extendido. El tamaño de las tarrinas eran bastante grande. A mí como no me gustan los helados porque me producen una sensación muy desagradable en los dientes, me pedí un batido.

Nos reunimos con el otro grupo a la hora que habíamos quedado. Estuvimos un rato allí, hasta que nos fuimos otra vez al metro, y por mi culpa, por querer sacarme una foto, Indira, Noemí, mi madre y yo nos perdimos del resto. Mi madre estaba nerviosa por si se hubieran ido en el metro sin nosotros y en ese caso no sabíamos volver, hasta que después de unas cuantas veces mi madre y Noemí intentando contactar con los demás, le respondió Ana a mi madre y en un momento ella y Nacho nos estaban esperando fuera. Entramos, esta vez pagando, y menos mal, porque la verdad que yo no aguantaría otra ilegalidad más, hasta que finalmente llegamos a las 18:30 al sitio del congreso de los jóvenes.

En el bufet había paella y una cosa rara que no sabía lo que era, entonces decidí irme a lo seguro y cogí la paella. De postre había una especie de churros que llevaban canela (a mí me encanta la canela) y si querías le podías echar chocolate caliente por encima. No me acuerdo quién me lo dijo, pero por lo visto en EE.UU. ven de mala educación mojar algo en un líquido, como aquí lo es beber a morro de una botella.

Mientras estábamos comiendo, en nuestra mesa tuvimos una pequeña reunión para valorar todo lo vivido en Chicago. Yo entre una de las cosas que dije fue que hasta dentro de un cierto tiempo no íbamos a valorar demasiado lo de ir a ese congreso. ¡Coño! (con perdón) que Mel Ainscow estuvo viendo nuestro proyecto, que debe de ser bastante famoso en todo este mundillo.

Al acabar el congreso por ese día, cada uno se fue a su hotel, y los que estábamos en nuestro hotel (Indira, Noemí, Luz, mi madre y yo) como somos gente a la que le va la fiesta, nos fuimos a tomar la última de despedida porque Indira y Noemí se iban al día siguiente.

Fuimos al bar del hotel, que de noche estaba precioso, y nos sentamos en una mesa, pero nos dijeron que sentándonos allí nos tendríamos que ir a las 21:00 porque había menores de edad (lo que es la costumbre que yo me di por aludido, y más tarde me di cuenta de que ya tenía 18 años, aunque allí la mayoría de edad para estar en un bar son 21 años). Así que nos sentamos a tomar algo en otra mesa cerca del bar donde también nos servían y donde podíamos quedarnos hasta que nos diera la gana. Una tontería enorme la verdad.

Luz, Noemí y mi madre se pidieron una Peroni, Indira una infusión y yo una piña colada sin alcohol que estaba buenísima. Nos echamos unas buenas risas y estuvimos hablando de bastantes cosas. Entre una de las cosas graciosísimas que pasó durante esa velada fue que Indira le mandó a Luz ponerse de espaldas a nosotros (es decir, en la barandilla) para esconderle una horquilla del pelo, y entre que Indira la escondía, Luz dijo varias cosas que me parecieron muy graciosas: que “van a pensar que estoy buscando novio” o que “igual hay gente que a lo mejor me va a ver mañana dando la charla, y mañana dicen: mira, la borracha de anoche”. Fue una velada muy agradable y llena de risas, la verdad.

Y hasta aquí el día tres.

DÍA 4 EN CHICAGO (sábado)

Esa mañana tuvimos que estar a las 7:30 en la sala donde era nuestro congreso y también desayunar allí, pero no fuimos todos porque Nacho, Noemí, Tere y Floren fueron a ver a Luz, que era el día que le tocaba dar su conferencia. Como siempre, Lori Hill, la mujer que dirigía nuestro congreso, habló, pero en esa ocasión todos los que estábamos en las diferentes mesas podíamos participar. Malena se animó a hablar, y yo también lo hice un rato más tarde. En mi caso, intervine dos veces: la primera para decir todo lo que supuso el congreso para mí, y la segunda para decir que estaría genial hacer como un congreso pero con gente de diferentes países del planeta, que así podríamos enriquecernos aparte de con los proyectos, también serviría para conocer nuevas culturas e idiomas.

Después de finalizar el congreso, nos despedimos de las de San Antonio y de unas cuántas personas más.

Tras esto decidimos pasear por un parque que había cerca, pero antes tuvimos que ir a consolar a Indira que estaba llorando metida entre las cortinas y la ventana para que nadie la viera, porque se marchaba a las 12:00. Cuando ya decidió no llorar más, entonces sí que nos fuimos al parque. Era un jardín precioso rodeado de algunos de los rascacielos que había en esa ciudad, lo que lo hacía más impresionante todavía. En las fotos que nos hicimos, Ana y Malena se pusieron a imitar la técnica de mi madre al hacerlas, que es tumbada en el suelo. Paseando por allí nos encontramos con una pareja que eran españoles y que habían coincidido en el metro al llegar a Chicago con Ana, Nacho, Malena y Darío. Él hombre se llamaba Pablo Simón y por lo visto es un politólogo muy famoso en España, pero a mí no me sonaba de nada. 

Lo que hicimos a continuación fue ir hasta el hall del hotel, esperamos un rato por el resto que seguía en la conferencia de Luz, y en ese rato Ana habló con una mujer que estaba a su lado y le dijo que tenían un hijo con una discapacidad y que su marido llevaba un festival de cine inclusivo en Nueva York, así que a lo mejor en el futuro podrían proyectar allí nuestro documental.

Un rato más tarde ya vinieron todos y volvimos a estar el grupo completo, pero por poco tiempo porque como ya dije, Indira y Noemí se iban esa misma mañana. A las 12:00 tenían que coger el taxi que les llevaría hasta el aeropuerto. Indira escasos minutos antes de irse, lloró otra vez, aunque esta vez más fuerte, y a todos nos dio mucha pena.

Una vez que se fueron, no nos decidíamos qué hacer hasta que fuimos a una tienda. Allí había gorras, jerséis y más cosas, aunque yo cogí varios imanes porque tengo por costumbre comprar imanes de los sitios a los que voy. Me pareció una tremenda barbaridad lo que tuvo que pagar mi madre por unos diminutos imanes. ¡Ni que estuvieran hechos por esas piedras que son tan caras!

Como ya se estaba acercando la hora de la comida, algunos decidieron ir a un mexicano. A mí no me emociona esa comida, más que nada porque no soporto el picante, pero con lo que anduvimos para ir allí, con lo hambriento que estaba y con lo cansados que estaban mis pies, ya me comería hasta un “extra hot” de esos que pidieron Luz y mi madre la primera noche en el “Nando’s”. Pero, ¿cuál fue nuestra sorpresa al llegar?… ¡¡¡que estaba cerrado!!! En ese momento me recorrió una sensación muy rara por el cuerpo: de cagarme en todo y entre que qué bien por no comer esa comida.

Hasta que acabamos yendo otra vez a un “Giordano’s”. Fue bastante gracioso porque en un momento de la comida yo estaba tomando una limonada y Darío una Coca-Cola, y ya teníamos las bebidas casi terminadas cuando nos las rellenaron de lo mismo que estábamos tomando. Por lo visto el segundo vaso era gratis.

Al acabar de comer fuimos a “Union Station”, la estación de tren donde se rodó una escena de “Los intocables de Elliot Ness”, que es una película que yo no conocía. En ese momento no sabía muy bien de qué se trataba todo aquel “teatrillo” que estaban haciendo, pero al llegar al hotel mi madre me puso esa escena. Nacho estaba con el carrito que algunas veces utilizaba Álvaro, arrastrándolo por las escaleras al mismo tiempo en que las subía. Y luego Malena se colocó exactamente igual (o eso creo yo) que el que está tumbado con la cabeza erguida con la pistola disparando, y con el carrito muy cerca.

Luego Nacho, Luz, Malena, Ana, Darío, mi madre y yo fuimos a la Torre “Willis”; aunque mi madre no subió porque ya habíamos ido en el 2017 ella, mi padre, mi hermana y yo, y le dio vértigo y dijo que era tontería pagar para sufrir. Lo que no había cuando nosotros cuatro fuimos era un pequeño museo antes de subir, donde nos reímos mucho y que me pareció muy bueno. Había cosas tan graciosas como una recreación de la típica pizza de allí, que todo el mundo se tumbó pero yo no lo hice porque sino se me clavaban los huesos; o como también una recreación de un metro, con el paisaje pasando a los lados como si fuera la calle, con el ruido, y hasta sentías un poco el movimiento de uno de verdad. Todos nos estábamos riendo, pero la que más, que se estaba descojonando de la risa, era Luz, que casi me reí más con sus carcajadas que con el propio museo. También había como una sala con dos micrófonos, recreando el típico sitio de un bar con su escenario para hacer monólogos y cantar, y fue muy gracioso porque Luz y yo nos pusimos a cantar “Tu calorro” de Estopa.

Una vez finalizado el museo, sí que subimos en ascensor a lo alto del edificio. Eran 103 pisos, el ascensor subía dos por segundo y mientras subíamos se nos taponaban los oídos, pasamos muchísima calor y se movía bastante. Vamos, que lo pasamos muy mal en el ascensor. Pero después lo compensó todo porque había unas vistas increíbles, eso sí, los cristales estaban bastante sucios y si estuviesen limpios sería ya una pasada.

Hicimos cola para ir a la zona que a mi madre le daba vértigo, que era como unos cristales saliendo del edificio con el suelo también transparente. Fueron unos ratas, porque pudieron perfectamente darnos más tiempo, dado que éramos muchas personas, tuvimos sólo dos minutos para sacarnos fotos. Acabamos esos dos minutos acalorados de lo rápido que tuvimos que sacarnos las fotos. Total, que volvimos a hacer cola otra vez. Al agotar esos minutos también acabamos acalorados por segunda ocasión. Al bajar en ascensor se volvió a producir esa serie de sensaciones desagradables que tuvimos al subir.

Al reencontrarnos con mi madre, salimos de la Torre Willis y caminamos bastante (ya era de noche) hasta llegar otra vez al “Millenium Park”. Vimos que había un control de seguridad para entrar al parque y algunos pensaron que habría un concierto. Nacho dijo todo “happy”: “pues yo si hay cervecita y música me apunto”. Debió de ser al oírle, que una mujer, que era mexicana aunque vivía allí, nos dijo que nos fuésemos pronto al hotel, que el mes pasado habían matado a una amiga de su nuera y también a un chaval. Entonces mi madre le dijo a la señora que nosotros habíamos estado hace unos años y que no lo recordaba peligroso, y la señora le contestó que Chicago en tan sólo unos años había cambiado mucho y que por la noche aquella ciudad era otra. Al darle las gracias a la señora, que a mí ya me metió el miedo en el cuerpo, también vimos enseguida toda la calle repleta de coches policía y un helicóptero sobrevolando aquella zona. Allí me puse muy nervioso y me asusté muchísimo, así que nos fuimos hacia el hotel, y entre medias vimos a una persona persiguiendo a otra con varios policías detrás. Yo, que cada vez estaba más nervioso y asustado, quise acelerar la marcha. Se me hizo eterno el trayecto hasta el hotel, no veía el momento de llegar. Una vez que nos estábamos acercando al hotel, yo que estaba agarrado de ganchete de Nacho y Luz, me solté y corrí hacia la puerta. De lo nervioso que estaba me dio por pensar que podría haber una bomba en el hotel.

Por último, decidimos irnos al bar del hotel y cogimos algo de beber más guacamole con unos nachos para relajarnos del susto.

Al acabar, como Nacho, Ana, Malena y Darío estaban alojados en otro hotel pensaron que era mejor ir taxi que en el metro.

Y aquí acaba el día cuatro.