El pulso entre las dos escuelas (II)

La anécdota que narra Nacho Calderón en un momento de esta entrevista demuestra cómo tantas veces la Escuela consigue que un niño transite en ella desde la libertad al control. Desde la construcción de conocimiento a la reproducción.

Imagen en blanco y negro de unas escaleras de cemento sin barandilla. En una de las escaleras superiores se ven las piernas colgando de un niño que está allí sentado. Sólo se ve la imagen del niño del cuello para abajo.

©Imagen: Paula Verde Francisco

***Recuerdo dos momentos de la educación escolar de mi hijo que para mí fueron hitos en mi interpretación de su escolarización.

Recuerdo un día en que estaba haciendo alguna tarea de la escuela y al comprobar que el resultado que obtenía no coincidía con el del libro dijo: “El libro está equivocado”.

Ya pasado el tiempo, recuerdo otro momento en que al preguntarme cómo se hacía algo, yo le respondía y él me decía: “No, así no es como lo dice mi profesora”.

En realidad, son maneras de entender la producción de conocimiento de dos formas radicalmente diferentes. Por una parte, desde la libertad de un niño que todavía es capaz de cuestionar el saber más legitimado en la escuela (un libro). Esa posición desafiante, arrogante y cuestionadora, que es una forma de reconocer que él está construyendo su conocimiento de manera correcta. Puede que estuviera equivocado, y seguramente estaba equivocado, pero el mero de hecho de que tú puedas cuestionar lo que hay ahí enfrente, es ya educativo de por sí. 

Y la otra forma, es el asumir ya la reproducción de la escuela, que es: no sólo tengo que decir lo que me has dicho, sino que además tengo que decirlo de la manera en que me lo has dicho.

Es en el resolver esa tensión entre el control y la libertad, entre la reproducción social y la justicia social, donde se libra la batalla de la escuela. Y donde se libra también la batalla de la inclusión, que no es otra cosa que la batalla por el Derecho a la Educación.***

El pulso entre las dos escuelas

He escrito este post a partir de la entrevista a Ignacio Calderón que aparece al final del texto. No se trata de una transcripción, ni de las palabras literales de Nacho, sino de mi reelaboración de las ideas que expresa en esta conversación con Patricia Biront y Juan Bértola durante un café compartido en Buenos Aires. 

Podríamos poner el texto entreasteriscado, que es un nuevo concepto que creo haber inventado. Pero seguramente tampoco sea así y ya ha habido antes a quien se le haya ocurrido trasvasar el lenguaje hablado de otra persona a una narración escrita propia para que, en ese proceso, al autor del texto (en este caso autora) se le impregne bien el discurso y le sirva de gasolina para impulsar el buen hacer en las escuelas.

Gracias a Patricia por haberme insistido tanto tanto tanto en que escuchara la entrevista. Y gracias a Nacho por enseñarme e inspirarme siempre tanto y cuidarnos todavía más ❤️ ❤️

Retrato de Nacho Calderón realizado por Paula Verde Francisco. Aparece de cintura para arriba, vestido de negro y con el fondo blanco de una pared encalada.

Autora de la imagen: Paula Verde Francisco

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***Hay una controversia que está en el ADN de la escuela. Y es que las escuelas tienen encomendadas funciones sociales divergentes y contradictorias. Al mismo tiempo que se le pide a un docente que califique —y con ello clasifique— a los niños y a las niñas, también se le pide que logre que sean cooperativos, que sean buenas personas, que amen el conocimiento, que sean personas libres… 

Hay una tensión entre estas dos ideas.

Por una parte, se pretende lograr el control de la ciudadanía desde su infancia, conseguir hacerle pensar de una misma manera, controlar su conducta, su forma de pensar, sentir y actúar. Esa es la función encomendada a la escuela: una gran maquinaria en la que todos los días te sientas delante de alguien que te dicta las normas, que te dice lo que tienes que hacer… Y si no haces lo que se te dice, vas a tener un castigo. El castigo puede venir en forma de notas o en forma de reprimenda.

Y, por otra, está la función que tiene que ver con sublevarte, con liberarte, con aprender a cuestionar lo que pasa y transformar lo que ocurre allí. Y esas dos funciones están, lamentablemente, ligadas en la escuela. 

Sin embargo, cada docente puede poner mayor peso en una o en otra. Dependerá de su condición humana, de su formación, de la institución en la que esté, etc. Pero siempre hay una opción final y son los docentes quienes toman esa decisión. Quienes deciden si se inclinan por una función o por la otra. Son ellas y ellos quienes valoran si poner el peso en la función controladora y reproductora de la sociedad (porque controlar significa mantener lo que ya hay, el status quo, que nada cambie) o, por el contrario, optar por la libertad y la justicia social.

En un momento de la conversación, Patricia Biront apunta que a esta última opción se le suele acusar de “adoctrinar a los niños”. 

Nacho esboza una sonrisa y lanza esta pregunta: ¿Y si es la reproducción social no?

¿Cuándo es que se adoctrina a los niños? 

¿Cuando estás enseñando a los niños y a las niñas a pensar por sí mismos a partir de toda la cultura que hemos ido construyendo? Es decir, a partir de la filosofía, de la ciencia, de la literatura… de todo el conocimiento acumulado por los seres humanos a lo largo de la historia.

Sin embargo, eso no es algo acabado. Ninguno de esos creadores, de esas creadoras de la cultura universal diría “esto es algo acabado”. Si le preguntáramos a Einstein, nunca nos diría que el conocimiento que él ha creado está acabado. Tampoco Picasso o Hannah Arendt dirían “esto ya está terminado”. Pero en las escuelas, lamentablemente, tratamos el conocimiento como si fuera algo acabado. Y no debería ser así. Deberían ser espacios donde los niños y las niñas se pongan a jugar a científicos, a filósofos, a escritores… Espacios donde la infancia pueda ir reconstruyendo el conocimiento que hemos ido generando los que somos más viejos.

Por otra parte, en ese proceso en el que se intenta resolver la tensión entre el control y la libertad, entre la reproducción social y la justicia social, es también donde se libra la batalla de la inclusión, que es la batalla por el derecho a la educación. No hay otra.***

 

El programa Somos Capaces Radio puede escucharse todos los viernes de 19:00 a 20:00 (hora argentina) a través de radiomonk.com.ar  y posteriormente en su canal de YouTube.

Podéis seguirles también a través de sus redes sociales:

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Lo que pocas veces pasa en la Escuela pero debería ocurrir siempre

Imagino que muchas sabréis de la iniciativa de Belén Jurado para denunciar las malas prácticas en la escuela (cuando no directamente el maltrato) sobre el alumnado nombrado por la discapacidad, a través del hashtag #YNoPasaNada. 

Pues bien, Belén es tan generosa que también compartió el mensaje de una profesora escribiéndole que “ahora debes hacer una que sea todo lo contrario”, alegando que eran muchas las “maestras inclusivas que nos esforzamos”. 

María José Corell (orientadora) dio forma en los comentarios del post a lo que muchísimas pensamos al leer aquel mensaje (por no hablar ya de esa denominación que utiliza de “maestra inclusiva”, como si pudiera ser legítima la opción de “maestra excluyente” o de “no esforzarse”): 

«Nunca entenderé a docentes que hacen esto. 

Es decir, sentirse ofendidas porque ellas sí que…

¡Con la que está cayendo!»

Así es, el problema es que hay quien no cumple con su función o que, más grave todavía, colabora en el maltrato institucional y sistémico sobre cierto alumnado. Niños y niñas que, recordemos, van a la escuela porque es OBLIGATORIO, no porque sus familias seamos una panda de sádicas. 

Sobre lo de que además es su derecho —el derecho a educarse y a aprender— ya todo el mundo se olvida, porque dan por hecho que cierto alumnado no es capaz de aprender. Y yo no conozco a absolutamente ningún ser humano que no pueda aprender. No aprendemos lo mismo ni al mismo ritmo, pero todas la personas podemos avanzar en nuestros aprendizajes. Sólo que la escuela intenta relegar primero y expulsar después, a quienes no puedan alcanzar ciertos aprendizajes en determinado espacio de tiempo. 

“La escuela al servicio de la productividad”, como dice Ignacio Calderón.

Una institución que entiende que quien no puede seguir determinados ritmos en la etapa educativa, no será productivo después en los espacios de trabajo y, por tanto, los descarta. Los desecha como futuros trabajadores “productivos” para el sistema. Lo que poco o nada tiene que ver con el saber y el aprendizaje, con la Educación.

Viñeta en blanco y negro donde aparecen cuatro edificios con el cartel de Infantil, Escuela, Instituto y Facultad en cuyas fachadas se ve un agujero por donde se expulsa a algunos estudiantes. Sobre el dibujo aparece en grande y en mayúsculas: "SISTEMA EDUCATIVO"

Al igual que María José, tampoco entiendo a las docentes que reclaman que se hable de las experiencias positivas en la escuela porque deberían serlo todas (!!!). Sin embargo, quiero compartir un correo que la casualidad ha querido que haya encontrado justamente hoy (buscando otro mensaje, cómo no). Es un mensaje de agradecimiento que mi hijo escribió al único profesor de matemáticas (y uno de los pocos poquísimos en el resto de materias durante su paso por Secundaria) que creyó en su capacidad de aprendizaje.

Antón no debería haber agradecido algo así, dado que es la razón del trabajo de un docente. Pero como también sabemos que lo habitual en la escuela es no dar un duro por el alumnado nombrado y discriminado por la discapacidad, aquí va un ejemplo de lo que sí es posible en la Escuela pero pocas veces ocurre.

Intercambio de mensajes a través de correo electrónico: De: Antón Asunto: Adiós y gracias A: “F. (profe Mate)” Hola, F. En este correo te que quiero dar las gracias. Sé que te vas, por eso te estoy escribiendo. Gracias por confiar en mí. Ningún profesor de mate, menos R. y tú, me supisteis hacer entender mate. Los otros profes ni lo intentaron o lo intentaron muy poco. Los otros profes pensaban que como estaba más verde que una manzana no lo iba a entender en la vida y entonces para qué se iban a esforzar en enseñármelo. Pero en cambio vosotros no parasteis hasta conseguirme entenderlo hasta el final, costara más o menos. Sé que en algunos exámenes no estuve muy a la altura, pero siempre intentaba estarlo. En mi opinión fuiste un buen profesor. Sé que R. y tú os vais. Cuando me lo dijeron me llevé un disgusto muy grande. Os voy a echar de menos. Yo algunos fines de semanas vengo a Taboada, a la aldea en la que vive mi abuela [abre así la posibilidad de verse, al estar cerca del lugar de residencia de este profesor]. Bueno, lo dicho, que gracias a los dos por confiar en mí. Un abrazo enorme y espero volver a encontrarte. ————————— Hola Antón. Primero darte las gracias por este correo, la verdad es que es muy gratificante recibir este tipo de mensajes. Es cierto, este curso no voy a estar en el centro pero es muy probable que para el curso siguiente vuelva, ya que mi destino definitivo está ahí, por lo que seguro que nos veremos. Por último, decirte que te costará más o menos, pero eres capaz de hacer lo que quieras, solo tienes que fijarlo como objetivo e ir a por él, como hiciste durante este curso. Así que mucho ánimo. Antes de terminar, decirte que tienes mi correo electrónico y cualquier cosa en la que te pueda ayudar aquí me tienes, no dudes en mandarme un correo. Recordarte que cuando sea posible y esté terminado, me gustaría poder leer ese pedazo de libro que estás escribiendo que tenía una pintaza... ¡QUÉ GANAS! Un abrazo muy fuerte Antón. F.

📸 Transcripción del texto que aparece en la imagen.

[Los nombres están editados para que no resulten reconocibles. F. es el profesor de matemáticas y R. la PT que trabajaba mano a mano con él para encontrar la manera en que Antón pudiera aprender a pesar de sus limitaciones en la motricidad fina, que eran su principal obstáculo.]

De: Antón

Asunto: Adiós y gracias

A: “F. (profe Mate)”

Hola, F. En este correo te que quiero dar las gracias. Sé que te vas, por eso te estoy escribiendo. Gracias por confiar en mí. Ningún profesor de mate, menos R. y tú, me supisteis hacer entender mate. Los otros profes ni lo intentaron o lo intentaron muy poco. Los otros profes pensaban que como estaba más verde que una manzana no lo iba a entender en la vida y entonces para qué se iban a esforzar en enseñármelo. Pero en cambio vosotros no parasteis hasta conseguirme entenderlo hasta el final, costara más o menos. Sé que en algunos exámenes no estuve muy a la altura, pero siempre intentaba estarlo. En mi opinión fuiste un buen profesor.

Sé que R. y tú os vais. Cuando me lo dijeron me llevé un disgusto muy grande. Os voy a echar de menos. Yo algunos fines de semanas vengo a Taboada, a la aldea en la que vive mi abuela [abre así la posibilidad de verse, al estar cerca del lugar de residencia de este profesor]. Bueno, lo dicho, que gracias a los dos por confiar en mí. Un abrazo enorme y espero volver a encontrarte.

—————————

Hola Antón.

Primero darte las gracias por este correo, la verdad es que es muy gratificante recibir este tipo de mensajes. Es cierto, este curso no voy a estar en el centro pero es muy probable que para el curso siguiente vuelva, ya que mi destino definitivo está ahí, por lo que seguro que nos veremos.

Por último, decirte que te costará más o menos, pero eres capaz de hacer lo que quieras, solo tienes que fijarlo como objetivo e ir a por él, como hiciste durante este curso. Así que mucho ánimo.

Antes de terminar, decirte que tienes mi correo electrónico y cualquier cosa en la que te pueda ayudar aquí me tienes, no dudes en mandarme un correo.

Recordarte que cuando sea posible y esté terminado, me gustaría poder leer ese pedazo de libro que estás escribiendo que tenía una pintaza… ¡QUÉ GANAS!

Un abrazo muy fuerte Antón.

F.

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No sé si F. regresó al centro al curso siguiente. Cómo ya sabéis, quien tuvo que marcharse fue Antón.

#YNoPasaNada

Cuando era niña, los veranos íbamos “de vacaciones” a casa de mis abuelos. Y lo entrecomillo, porque nada tenían que ver con las vacaciones que yo (o cualquier otra persona) disfruta ahora con su familia.  

Esas “vacaciones” eran en realidad los pocos días al año que mis padres podían disfrutar de los suyos o de los hermanos que no habían cogido un tren para emigrar.

No se tumbaban a tomar el sol en la piscina, ni tomaban cañas en el chiringuito de la playa. Tampoco visitaban museos ni hacían rutas por parques naturales.

Sus vacaciones consistían en “apañar” patatas, podar tomateras, recoger pimientos, desbrozar leiras, recomponer las tejas, picar leña para aprovisionar a los mayores para el invierno, arreglar (o incluso construir) el cuarto de baño…

Mientras, sus hijos e hijas disfrutábamos acompañando a los primos con las vacas, escalando el interior de castaños centenarios o emulando las aventuras de “Los Cinco” solos por los montes.

Esas vacaciones eran lo mejor de nuestra infancia y provocaban la envidia de los (pocos) compañeros hijos de no-migrantes que, por tanto, no tenían pueblo. Nuestra única característica envidiable, en realidad.

El caso es que a mi vuelta recuerdo comentarles a mis amigas lo asombroso de que en Galicia hubiese muchas más estrellas que en Bilbao. Infinitamente más.

Me flipaba recostarme por las noches en un conjunto impresionante de rocas que sobresalía de la tierra (y que algún bestia dinamitó años después en nombre del progreso) que había junto a la casa de mi abuela. Podía mirar el cielo durante horas. O lo que a una niña le parecían horas. En esa época no había competencia de Netflix, ni de Instagram, ni de PlayStation, afortunadamente. Era un espectáculo impresionante. Me sentía tan pequeñita y tan grande a la vez.

Tardé años en enterarme de que en realidad las estrellas eran las mismas y que sólo el nivel de contaminación lumínica de cada lugar marcaba la diferencia.

Escribía el otro día Xacobe Pato: “Me gusta mucho que las fotos que le hacemos a la luna con el móvil sean una puta mierda comparadas con mirarla directamente.

Y yo pensaba en el cielo espectacular que sigo viendo en Mariz, pero en la mierda de fotos que me salen siempre.

Me llevó a entender que, del mismo modo que una foto (por muy buena que sea la cámara o el móvil que una tenga), es una mierda pinchada en un palo y no refleja la belleza del cielo estrellado de Mariz o del reflejo de la luna sobre la ría de Sada, tampoco los testimonios que en los últimos días está recopilando Belén Jurado bajo el hashtag #YNoPasaNada reflejan ni siquiera un poco de la enorme cantidad de dolor, discriminación, desprecio y vulneración de derechos que viven tantas familias en las escuelas.

Imagen nocturna donde aparece la luna llena y se refleja sobre la superficie del mar.

Anoche la luna estaba espectacular. Como siempre, la foto es una 💩

 

¿Dificultades de aprendizaje o de enseñanza?

Estoy buscando un material que necesito para un proyecto, así que llevo horas buceando entre vídeos de la infancia de Antón. No debería detenerme tanto en la mayoría de los que me salen al paso y centrarme en buscar lo que realmente necesito. Pero no puedo evitarlo. Porque que me están llevando a un tiempo que me provoca sentimientos que se mueven entre la nostalgia y el dolor, pero también entre la ilusión y la esperanza.

La nostalgia de un niño que ya no existe.

El dolor por aquellos profesionales de la escuela que no creyeron en él.

La ilusión y la esperanza de saber que sí, que cualquier niño o niña puede aprender. Que las dificultades no están en quien aprende, sino en quien enseña.

Comparto este vídeo, no con la intención de transmitir la idea de que ciertos niños y niñas nombrados por la discapacidad pueden aprender si las familias se vuelcan en ello, porque eso no es justo. Nosotras deberíamos ser sólo madres. Nada más y nada menos. Son quienes ejercen el papel de maestros y maestras los que tienen el deber y la obligación de enseñar a nuestros hijos e hijas. Que pueden. Vaya si pueden.

Que en las facultades de Ciencias de la Educación apenas se dé cabida a la diversidad y que cuando se hace sea a través de asignaturas que llevan por nombre “Dificultades de aprendizaje y trastornos del desarrollo”, ya es toda una declaración de principios y de intenciones.

Las dificultades no son de aprendizaje (todo ser humano es capaz de aprender), sino de enseñanza. Formar a los futuros docentes poniendo el foco y la responsabilidad del fracaso en el niño o niña es una aberración y el origen del sufrimiento de miles de familias en la escuela.

En mi familia damos gracias a la vida por esas maestras que se han cruzado en el camino de Antón y que han disentido de esta idea y resistido la presión del paradigma oficial. No sé si el resto son conscientes del daño que nos han hecho y la infelicidad que nos han provocado. Seguramente se viva más tranquilo cargando la responsabilidad de esos fracasos en Antón y en una familia que “no acepta la realidad de su hijo”.

📸 Descripción del vídeo: Un Antón de siete años juega con su prima, que aún no había cumplido los tres. Pertenecen a un tiempo en que Antón ya tenía controlada la lectoescritura en mayúsculas, pero todavía tenía dificultades con las minúsculas. El juego consiste en colocar unas tarjetas con nombres de disfraces en un mural donde aparecen fotografías de personas disfrazadas: romanxs, egipcixs, bomberxs, cocinerxs, piratxs, vampirxs…

Va también dedicado a todos esos docentes convencidos de que el juego no puede ser un vehículo de aprendizaje, a los de la-letra-con-sangre-entra. De esos también nos han tocado unos cuantos.

Students for Inclusion – AERA 2023

El grupo de Estudiantes por la Inclusión (EXI) acaba de participar en el congreso de investigación educativa más importante del mundo, tras haber obtenido el Premio «Youth Teams in Education Research” (YTER), otorgado por la American Educational Research Association (AERA). Este año, el congreso se ha celebrado en Chicago.

El trabajo premiado es una Investigación Acción Participativa Juvenil que ha desarrollado este grupo durante los dos últimos años. Entre las tareas que han llevado a cabo destacan la publicación de la Guía «Cómo hacer inclusiva tu escuela”, una gran labor de divulgación en prensa, radio y televisión, el desarrollo de formaciones para docentes, participación en congresos, manifestaciones, protagonizar un documental, incidencia política, etc.

Es difícil explicar lo que hemos sentido durante este encuentro en Chicago. Este vídeo muestra sólo una parte de esas vivencias y emociones. Ojalá sirva también para contagiar a cualquiera que no debemos que conformarnos con lo que hay. Y para seguir adelante en la conquista de las escuelas como sitios de esperanza.

 

 

Roberts & Meredith

En el segundo capítulo del libro “No Pity”, Joseph Sapiro comienza hablando de la coincidencia de que en el otoño de 1962 iniciaran sus estudios universitarios James Meredith (en la Universidad Missisipi) y Ed Roberts (en la de Berkley). El primero lo hacía escoltado por la policía. El segundo después de una larga lucha contra un sistema que entendía que sufragar estudios universitarios a un alumno como él, suponía malgastar recursos públicos.

La llegada de Meredith marcaba el inicio del acceso a estudios superiores por parte de la población negra dentro de las reivindicaciones del movimiento por los derechos civiles. La de Roberts, el nacimiento del Movimiento de Vida Independiente, del que fue principal impulsor y máximo representante.

Seis décadas después, ninguna sociedad ha conseguido erradicar el racismo ni el capacitismo. Creo, sin embargo, que la diferencia entre ambas luchas por los derechos civiles, es que la primera está perfectamente identificada y nadie cuestiona que atenta contra los derechos humanos. Cierto que sociedad está llena de elementos racistas, pero ya no es una actitud socialmente aceptable. Al menos por la mayoría y en la teoría. 

Sin embargo, el capacitismo es algo que ni siquiera se contempla como una conducta a erradicar. Ni se identifica ni se reconoce. El texto predictivo sigue ignorando este término y el procesador de textos lo marca en rojo por desconocido. Lo mismo que la sociedad. ¿Cómo combatir aquello que por no tener, no tiene ni nombre?

Imagino que aquel curso del 62, tanto James como Ed imaginarían una universidad repleta de estudiantes como ellos en sus proyecciones a sesenta años. Sin embargo, un colectivo continúa infrarrepresentado en esos espacios y el otro nunca alcanza a llegar.

CREAMOS

En un artículo anterior hablaba del origen y desarrollo del movimiento Quererla es crearla. En este post me gustaría mostrar cómo ese dolor y esas necesidades individuales, que nacen de la exclusión y el maltrato en la escuela, hemos logrado convertirlas en construcciones colectivas.

La web de Quererla es crearla cuenta con los siguientes apartados: Queremos, Sabemos, Defendemos y Creamos. Este último contiene los proyectos que se han ido elaborando desde el colectivo. Por suerte, son muchas las acciones, intervenciones y publicaciones que se han podido desarrollar, así que, para no hacer pesado este post, voy a detenerme sólo en algunas de ellas. Igualmente, os invito a que echéis un vistazo a ese apartado para conocer el resto de proyectos (aquí el enlace).

 

CAMPAÑA “QUERERLA ES CREARLA” 

El nombre del colectivo surgió de la primera campaña que se hizo y que fue el lanzamiento de un vídeo. Necesitábamos un título que fuese a la vez también un lema. Después de darle mil vueltas, llegamos a “Quererla es crearla”. La intención de ese vídeo era exponer la necesidad de transformar la escuela, equiparándolo a otras luchas, transformaciones y cambios que hemos vivido como humanidad. Otras discriminaciones que, en su tiempo, también estaban completamente naturalizadas. Queríamos hacer ver la urgencia de crear la escuela que queremos y que hoy por hoy no existe. Porque no podemos seguir llamando inclusiva a una escuela que no atiende a todo el alumnado por igual y que excluye constantemente. Así, la campaña se elaboró alrededor de esa idea: la educación inclusiva no existe y, si la queremos, tenemos que crearla. Quererla es crearla.

Querer crear una escuela que acoja a todos los niños y niñas, chicos y chicas, independientemente de sus características y de sus circunstancias. 

Nace de una necesidad que plasmó muy bien nuestra compañera Mari Luz en esta frase: “Si separas en la escuela, separas para la vida entera”.

Y esto es algo que no sólo sirve para el alumnado nombrado por la discapacidad. Porque esa escuela también maltrata y expulsa a la infancia migrante, racializada, gitana, homosexual, transgénero… y con cualquier otra circunstancia que te aparte de esa teórica normatividad que, en realidad, no existe. La “norma” y la “normalidad” son una invención. Un molde ficticio en el que luchamos por entrar, pero en el que no todo el mundo consigue fingir que encaja. Y es entonces cuando la escuela te ignora, te maltrata o te expulsa.

El vídeo de esa primera campaña relacionaba la necesidad de la transformación de la escuela con otros cambios históricos: los protagonizados por el movimiento obrero, la lucha de las sufragistas, el movimiento por los derechos civiles de las personas afrodescendientes o contra la discriminación del colectivo LGTBIQ+.

GUÍA “CÓMO HACER INCLUSIVA TU ESCUELA”

Por su parte, de las conversaciones que mantuvo regularmente el grupo de Estudiantes por la Inclusión, nació la guía “Cómo hacer inclusiva tu escuela”.

Estos chicos y chicas analizaron aquello que les producía sufrimiento en la escuela y pensaron de qué forma podría cambiarse. Un sufrimiento provocado por distintas razones, porque uno de los orgullos más grandes que sentimos, es el haber sido capaces de conformar un grupo muy heterogéneo que va más allá de la discapacidad. De hecho, es algo que el grupo de adultos sentimos como pendiente y es el conseguir que se sumen otros colectivos, al margen de la discapacidad, que necesitan de esa transformación de la escuela. Algo que, como digo, sí han conseguido los EXI.

La guía está elaborada por estudiantes, junto a un grupo de investigadores de la Universidad de Málaga que les han acompañado en este proceso, y está dirigida a otros estudiantes, para ayudarles a conseguir que sus escuelas respondan a la diversidad del alumnado. Es un texto muy práctico, con intención de guiar a cualquier estudiante que quiera hacer su escuela más amable. O para otros miembros de la comunidad escolar que quieran ayudar al alumnado a desarrollar su propia voz para la transformación de sus escuelas. 

Ha sido publicada por el  INTEF (Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado), organismo dependiente del Ministerio de Educación y podéis descargarla en el siguiente enlace: “Cómo hacer inclusiva tu escuela”

DOCUMENTAL “EDUCACIÓN INCLUSIVA. QUERERLA ES CREARLA”

También nació la idea de recoger todos esos procesos que estábamos viviendo a través de un documental que dirigió la cineasta chilena Cecilia Barriga.

El punto de partida del documental fue el caso de la Familia Calleja-Loma, cuyo hijo Rubén fue expulsado de la escuela con 10 años y que, además, fueron sometidos a un proceso de acoso y maltrato atroz por parte de la administración. 

Los Calleja-Loma batallaron en los tribunales durante diez años hasta conseguir la primera sentencia de la ONU que condena a España por no respetar el derecho a la Educación Inclusiva. Este derecho está recogido en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006) y obliga a España a cumplirlo. Nuestro Estado firmó y se adscribió a dicho tratado en 2008 y se comprometió, por tanto, a llevar a la práctica lo que en él se recoge. Es más, esta convención tiene un rango legal que lo sitúa al mismo nivel que la propia Constitución española. Así, no respetar el derecho a la Educación Inclusiva es anticonstitucional y, por tanto, un delito.

Partiendo del caso concreto de Rubén Calleja, el documental recoge también diversos encuentros de miembros del colectivo Quererla es Crearla y de situaciones de la vida diaria de algunas de sus familias.

“Educación inclusiva. Quererla es crearla” se estrenó el pasado 21 de octubre en el Museo Reina Sofía de Madrid. A la proyección asistió la Ministra de Educación, Pilar Alegría, que no sólo permaneció durante toda la proyección, sino que también participó en el diálogo que tuvo lugar al acabar. Muchas de las familias que han sido maltratadas por la escuela, incluida la de Rubén, tuvieron ocasión de exponer lo vivido a la ministra. Y la ministra dejó durante un momento el uniforme de política para ponerse el de mujer, el de ser humano, y escuchar. No soy tan ilusa como para pensar que a partir de ahí se pondrán en práctica soluciones para que otras familias dejen de sufrir dentro del sistema educativo. La transformación de la escuela necesita de algo que va mucho más allá de un ministerio y hasta de todo un gobierno. Necesita de una transformación social y en eso estamos: en Crearla porque la Queremos.

El documental está ahora a disposición de cualquier colectivo que quiera organizar una proyección y que pretenda, además, aprovechar ese encuentro colectivo para debatir sobre la escuela que queremos crear.

Puedes solicitarlo en el siguiente formulario: Organiza tu proyección

 

WORKSHOP CREARLA: Construyendo colectivamente para impulsar la escuela inclusiva.

El estreno del documental fue el inicio de un encuentro que nos reunió en Madrid durante ese fin de semana de octubre a muchas personas llegadas de distintos puntos del territorio español y que incluyó también un workshop y una concentración.

El WorkshopCrearla fue un encuentro entre familias, estudiantes, docentes e investigadores, en el que compartimos un diagnóstico de la realidad escolar en relación a la inclusión. Venía a ser una continuación del workshop que se había celebrado en Málaga cuatro años antes. El objetivo de este encuentro era generar un diálogo igualitario en el que construir líneas estratégicas para seguir trabajando de forma participativa, organizada y sistemática durante el siguiente año. No fue un congreso ni un curso al uso, sino un encuentro en el que cada participante se comprometía con la transformación del sistema educativo.

 

CONCENTRACIÓN EN CALLAO

Y ese encuentro tan extraordinario que se produjo en Madrid en octubre de 2022, tuvo su colofón en una concentración en la Plaza de Callao que reunió a muchas personas llegadas desde todos los puntos del Estado. Personas que pensamos que es posible crear una escuela que sepa acoger a todas las personas. Una escuela donde todos los niños y las niñas puedan educarse, convivir y crecer juntos. Porque sólo desde ahí se podrá construir una sociedad inclusiva.

Reportaje sobre Quererla es Crearla en La Ventana (Cadena SER)

Esta semana nos han dejado asomarnos un ratito a “La ventana” de la mano de Mario Panadero.

Ojalá esos minutos sirvan para llegar a todas las personas que forman parte de “Quererla es Crearla” aunque todavía no lo sepan.

Todavía estoy reposando todo lo vivido hace unos días en Madrid para ver de encontrar las palabras con que poder dejarlo por escrito. Lo que sí sé seguro, es que con el tiempo voy a recordar ese encuentro como uno de los acontecimientos más extraordinarios de mi vida.

❤️💛💜 💚

#QuererlaEsCrearla

 

Os recuerdo que a partir de ahora ya podrán desarrollarse pases del documental “Educación inclusiva. Quererla es Crearla” dentro y fuera de España de forma gratuita. 

Quien quiera programar una proyección en su localidad, entidad, escuela, facultad, ayuntamiento, etc. sólo tiene que escribir un correo a info@creemoseducacioninclusiva.com detallando la siguiente información:

  • Entidad organizadora
  • Nombre y apellidos de la persona responsable, indicando la posición que ocupa en la entidad.
  • Fecha propuesta para el pase.
  • Lugar (país, localidad, institución).
  • Sala en la que se proyectará, indicando el aforo de la misma.
  • Posible audiencia (número de personas previstas, miembros o no de una institución o entidad, público en general, etc.).
  • Un contacto (correo electrónico o teléfono) que se pueda hacer público, para anunciarlo en nuestra página web.
  • Una dirección web o perfil de redes sociales en la que se publicará la convocatoria (una vez sea aprobada la propuesta de proyección, la entidad organizadora deberá publicarla en internet, a través de una website y/o de redes sociales).

 

Documental: Educación inclusiva. Quererla es crearla

El próximo viernes, 21 de octubre tendrá lugar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) el estreno del documental “Educación inclusiva. Quererla es crearla”.
 
Si estás por Madrid y quieres acompañarnos ese día, las entradas estarán disponibles (de forma gratuita y hasta completar aforo) en la web del museo a partir del miércoles, 19 de octubre, en el siguiente enlace: Ser parte de todo.
 
Tras la proyección del documental, tendrá lugar un debate en el que participarán familias, pedagogos e integrantes del área de educación del museo. Entre otros, el menda de la foto.
 
 
 
Asi se le presenta así en la web del Reina Sofía:
«Anton Fontao, activista y miembro del colectivo Estudiantes por la inclusión (EXI). Ha participado en la elaboración de la guía “Cómo hacer inclusiva tu escuela” para el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF, 2021) y en el congreso “Inclusión y Buenas Prácticas en la Educación 2022”.»
 
Aquí un trocito de un proyecto al que muchas personas hemos dedicado nuestra alma durante más de un año.
 

PInchando en la imagen podrás acceder al tráiler del documental

 
 
 
A partir de su estreno, podrán desarrollarse pases de la película dentro y fuera de España de forma gratuita. Aquel que quiera programar una proyección en su localidad, entidad, escuela, facultad, ayuntamiento, etc. sólo tiene que escribir un correo a info@creemoseducacioninclusiva.com detallando la siguiente información:
 
  • Entidad organizadora
  • Nombre y apellidos de la persona responsable, indicando la posición que ocupa en la entidad.
  • Fecha propuesta para el pase.
  • Lugar (país, localidad, institución).
  • Sala en la que se proyectará, indicando el aforo de la misma.
  • Posible audiencia (número de personas previstas, miembros o no de una institución o entidad, público en general, etc.).
  • Un contacto (correo electrónico o teléfono) que se pueda hacer público, para anunciarlo en nuestra página web.
  • Una dirección web o perfil de redes sociales en la que se publicará la convocatoria (una vez sea aprobada la propuesta de proyección, la entidad organizadora deberá publicarla en internet, a través de una website y/o de redes sociales).
 
Quererla es Crearla
❤️💛💜 💚
 

 

 

Los niños del ascensor

La anécdota que narro en este vídeo demuestra que la tendencia natural del ser humano —en contra de lo que se cree— es aceptar la diferencia e incluso ni siquiera verla.

La exclusión se enseña. Y la primera forma de enseñarla es haciendo que la diversidad, la diferencia, no esté presente en la escuela. 

A partir de esa presencia, es necesario trabajar para mantener esa carencia natural de prejuicios hacia la diferencia y el diferente. Para crear una Escuela que sepa acoger a todas las personas.

Esa escuela hoy por hoy no existe. Pero si crees que es posible crearla, si quieres crearla, nos vemos en Callao el 23 de octubre a las 12:00 h.

Cartel con la convocatoria de una concentración en la Plaza de Callao, Madrid, el domingo 23 de octubre de 2022 a las 12:00 horas bajo el lema: "Quererla es crearla: Una escuela para una sociedad inclusiva".

Información y manifiesto de la concentración, así como instrucciones para adherirse y apoyarla en el siguiente enlace: “Quererla es crearla: Una escuela para una sociedad inclusiva”.

#QuererlaEsCrearla

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Foto de tres niños pequeños saliendo de un ascensor. Los tres llevan batas de cuadritos verdes y uno de ellos utiliza un andador.

Que el diagnóstico no tape a tu alumno

En un post anterior hablaba de la necesidad de utilizar la metodología y herramientas adecuadas -las que se adapten a la forma de funcionar de cada alumno- para no convertir el aprendizaje de muchos niños y niñas en una tortura que, además, les lleve a resistir y desistir en dicho proceso.

En aquella entrada hablaba de nuestra experiencia en Educación Primaria. Hoy voy a abordar una de las experiencias de nuestro paso por Secundaria.

Ya he comentado anteriormente que las dificultades de mi hijo respecto a la motricidad fina le impiden poder escribir a mano y que necesita hacerlo mediante un teclado. Así que las principales dificultades con que se encontró Antón en esta nueva etapa de su escolarización obligatoria fue respecto a las matemáticas. A la complejidad de entender la materia se añadió la dificultad de ejecutar las operaciones en los ejercicios y, especialmente, en los exámenes. Os podréis imaginar lo tremendamente difícil que resulta realizarlo con un procesador de textos y empleando un solo dedo. Su esfuerzo, su trabajo, su aprendizaje nunca se reflejaban en las pruebas que decidían si había alcanzado o no lo que el sistema exigía y que determinaban casi la totalidad de la nota final.

Durante la etapa de Educación Primaria se había encontrado con la misma dificultad, pero se había solventado gracias a la asistencia de su profesora de Pedagogía Terapéutica (PT). Sus tutoras (a excepción de una de las que tuvo) programaban el examen de matemáticas coincidiendo con la hora en que esta profesora de apoyo entraba en el aula. Antón le dictaba las respuestas y ella escribía por él.

El profesor de matemáticas en su primer curso de ESO nos transmitió en una reunión que era consciente de que Antón sabía más de lo que demostraba en los exámenes, pero que se veía sin recursos para solventar el problema. Yo le había planteado a la PT al inicio de curso la posibilidad de que le diera apoyo a Antón en los exámenes de matemáticas de la forma en que se había hecho en Primaria, pero su respuesta fue que resultaba imposible tal y como estaban organizados los horarios. Que era muy difícil que pudiera coincidir el examen con la hora que tenía asignada en ese aula. Dado que era nuestro primer curso allí y no quería que me pusieran la etiqueta de madre conflictiva nada más poner un pie en el centro, no insistí. Y Antón nunca pudo demostrar en los exámenes lo que realmente sabía.

El curso siguiente fue todavía peor. La nueva profesora de esa materia tenía una mirada y una actitud tan absolutamente capacitistas respecto a Antón, que di por imposible todo tipo de colaboración y ni siquiera comunicación con ella. Vio a Antón (lo vio, no lo miró) y lo primero y único que debió pensar fue que qué demonios pintaba aquel niño en aquel centro, en aquella clase y sin adaptación curricular. No le dio jamás la menor oportunidad. Tampoco ayudó la nueva PT con la que Antón no tenía la menor sintonía y que sólo sabía decirle que hiciera las cosas más rápido. Como si sus tiempos fueran una cuestión de voluntad.

Aquel curso hubo incluso una sustituta de esta PT que por no molestarse, ni siquiera se molestaba en sentarse junto a él cuando entraba en clase a hacer el apoyo. Se quedaba de pie junto a la puerta. Si a quien lea esto le deja atónito, no voy a contar cómo me dejó a mí. Llegué a dudar de lo que me contaba mi hijo y tuve que confirmarlo con el testimonio de un compañero de clase. Lo inconcebible no era sólo el hecho de que no hiciera nada y permaneciese toda la clase de pie junto a la puerta, sino que la profesora de matemáticas no hiciera nada por corregir esta situación. Pero claro, no era precisamente la persona que más confiaba en la capacidad de Antón para aprender la materia. No sé si le había contagiado su mirada o aquella sustituta ya la traía puesta.

Aquel curso había decidido, casi nada más iniciarse, que ya no podíamos más, ni mi hijo ni yo. El curso anterior había sido tan agotador que yo estaba completamente sobrepasada. Sólo pensar en otra nueva ronda de conversaciones con los nuevos profesores… en toda la energía necesaria para convencerles de que vieran a Anton y no a un síndrome… me generaba una angustia paralizante y aquel curso no me sentía con fuerzas para seguir resistiendo y disintiendo. Así que ni siquiera llegué a hablar con aquella profesora de matemáticas ni con aquella PT, que ni un sólo día le dio a mi hijo el apoyo por el que le pagaban. A día de hoy sigue pareciéndome increíble que se hubiera producido aquella situación, que hagamos el esfuerzo como sociedad para emplear a una persona en un centro educativo para que se quede de pie junto a una puerta.

Aquí surge otra cuestión respecto a los profesores de apoyo en Secundaria: que muchos no están preparados para dar apoyo a alumnos que siguen el currículo ordinario y no tienen adaptaciones curriculares. Esto es especialmente sangrante en materias como matemáticas o física y química. Y esa creo que es la explicación a la nula calidad de las PTs y profesoras de refuerzo educativo que ha tenido mi hijo en esta etapa: que estaban preparadas para enseñarle a restar con llevadas, pero no para resolver ecuaciones de segundo grado.

Y seguramente sea también la razón por la que para cierto alumnado (ese al que se le pone la pegatina de “necesidades educativas especiales”) no se plantee otra estrategia que la adaptación curricular significativa. Su diagnóstico les adjudica de manera automática un techo para sus aprendizajes. Y así, se les tiene curso tras curso realizando las mismas fichas que llevan haciendo desde que pusieron un pie en la escuela: colorea de rojo los círculos y de azul los cuadrados, repasa los números, 2 + 2, 6 — 3, rodea con un círculo las prendas de invierno, ma me mi mo mu…

Recientemente me compartía una compañera que a su hijo, que cursa 1º de ESO, le habían mandado unas fichas para trabajar su “pésima caligrafía”. Y las fichas de marras contenían frases como: “Isa – sapo – sopa. Susi pasea. Susi asea a su oso. Mi mamá me ama. Mi tita toma tomate. moto – pito – tele – pato. Pepa toma té. Mamá pela la patata.

¿De verdad no hubiera sido posible incluir en ese trabajo frases que no atentaran contra la dignidad de un chico de trece años? ¿En un curso donde ese alumno está estudiando las partes de la célula eucariota o las características de los textos argumentativos, no era posible haber ideado otro tipo de frases? ¿A algún otro de sus compañeros o compañeras no nombrados por la discapacidad se les infantilizaría de esa manera?

Ya no entro a analizar la necesidad de martirizar con el tema de la caligrafía a ciertos alumnos con enormes dificultades motrices, cuando la tecnología nos ha regalado ordenadores y teclados que permiten que ese alumnado se centre en el contenido de lo que escribe y no en la estética de lo escrito. Me parece algo tan absolutamente demencial, que me sigue impresionando curso tras curso la cantidad de compañeras que tienen a sus hijas e hijos sufriendo por este tema.

Volviendo a la incapacidad de los profesores de refuerzo y de pedagogía terapeútica -qué escalofríos me produce esa denominación, ese adjetivo que señala y medicaliza- que no han sabido ayudar a mi hijo a resolver ecuaciones, yo tampoco sabía hacerlo. Con la diferencia de que yo debería ejercer de madre-madre y no de madre-profesora. Con dieciséis años escapé a letras puras para poder decir adiós para siempre a las matemáticas. Y, sin embargo, tuve que volver a ellas para enseñar a mi hijo el aprendizaje que el sistema le negaba. Su derecho a aprender. Así que tuve que aprender a resolver operaciones combinadas, descomponer números, averiguar el mínimo común múltiplo y el máximo común divisor, operar con potencias y con fracciones… Pero profesionales más jóvenes que yo y formados específicamente para dar apoyo a alumnado con dificultades de aprendizaje, no estaban capacitados para ello. Para enseñar matemáticas de 7º y 8º de EGB. Porque quiero recordar que los dos primeros cursos de la actual ESO (Educación Secundaria Obligatoria) equivalen a los dos últimos de la antigua EGB (Educación General Básica).

Bien, no pasa nada, ya se lo enseñamos en casa. El primer curso lo asumí yo y los siguientes, profesores particulares que pudimos permitirnos contratar. Porque yo ya no podía más y tampoco Antón podía más conmigo. No sólo eso, quería saber si realmente era yo la que “veía más capacidades en Antón de las que realmente tenía”, tal y como le había comentado un profesor a otro en ese segundo curso, o al menos eso fue lo que nos comentó en una reunión ese segundo profesor para justificar todo lo que no le enseñaba a nuestro hijo. Así que fue como contratar a una agencia de control de calidad: ahí tenéis a Antón, decidme si es capaz o no de seguir el currículo oficial ordinario. Y coincidieron en que sí. No sólo eso, sino que se indignaban tanto como yo con cada suspenso en Física y Química y Matemáticas que eran las materias que le impartían. En la primera materia eran suspensos raspados (4 ó 4,5) pero acabó superando la materia en septiembre y con un 6. Pero es que en Matemáticas no pasaba del 2 con aquella profesora que permitía que la PT se quedara junto a la puerta.

Así que le enseñamos en casa pero, ¿de qué valió si luego no pudo demostrar en el examen lo que sabía? Si tenía que someterse a la tortura de ejecutar ejercios de matemáticas en un archivo de word. Haced la prueba: intentad resolver una ecuación o cualquier otro ejercicio de matemáticas en un procesador de textos, para entender la pesadilla que supone. La energía y el tiempo que requieren la ejecución, apenas deja nada para dedicar a su resolución.

Imagen de la pantalla de un ordenador con un texto de word donde se está resolviendo una ecuación.

Lo único que tenía que haber hecho aquella profesora era haberle facilitado la ejecución del examen, pero ni en eso se molestó. Porque nunca se le pasó por el pensamiento que Antón pudiese hacer algo.

Adiosgracias aquella señora se fue del centro y el siguiente curso apareció un profesor de matemáticas nuevo y también una nueva PT. Y aquel profesor vio enseguida el potencial de Antón y que “sabía de qué iba aquello” (casi me echo a llorar cuando le escuché esta frase), que tenía nociones, sino extradordinarias sí básicas de su materia y que por supuesto merecía la misma oportunidad de aprender que el resto de sus compañeros y compañeras.

También la nueva especialista de apoyo se molestó en conocer a Antón, en llegar a él, en crear un clima de confianza y cariño con él. Y no sólo eso, sino que dominaba (o aprendió a dominar) el currículo que exigía la asignatura aquel curso. Y, rizando el rizo, obrándose el milagro de los milagros, el profesor y la PT se dieron cuenta de las extraordinarias dificultades de Antón para hacer el examen y decidieron que los realizaría con el apoyo de esa profesora: Antón se podría centrar en resolver los ejercicios y la PT escribiría lo que él le dictaba. Aquellos dos profesionales demostraron que no era tan difícil, que no hacía falta reorganizar todo el cuadro del horario del profesorado como se alegaba el primer curso. Era tan sencillo como esto: programar el examen de matemáticas en el día y hora que tenía asignada la PT. Porque, ¿qué más daba hacer el examen un martes que un viernes?

Y todo cambió. Y Antón empezó a dejar de decir que era malo en mates porque así se lo habían hecho creer (ya sabemos del poder de la indefensión aprendida). Y Antón no sólo aprobaba matemáticas, sino que lo hacía con un 6.

Así de sencillo era. Pero duró poco. Exactamente hasta el 13 de marzo de 2020 en que el dichoso coronavirus les mandó a todos a casa.

Pero F. y R. quedarán para siempre en nuestro albúm de buenos recuerdos de la escuela como ejemplo de que lo único necesario para enseñar a un alumno como Antón es verle a él, ver su humanidad y no una etiqueta médica andante. Ver en él exactamente la misma potencialidad que en cualquiera de sus compañeros y compañeras. 

Lo único necesario en este caso de éxito que hoy comparto, fue que llegaran al centro personas que le quitaran de encima ese techo que, en el caso de Antón, no era de cristal sino de cemento.

Autor pictogramas: Sergio Palao. Origen: ARASAAC. Licencia: CC (BY-NC-SA). Propiedad: Gobierno de Aragón (España)

Lo que significaron los EXI para mí (por Antón Fontao)

El pasado 19 de marzo, Antón y yo participamos en el Congreso de inclusión y buenas prácticas en la educación celebrado en Cádiz. Unas jornadas donde profesionales, familias y alumnado nos reunimos para hablar de Educación y Derechos. Del derecho a la educación de todas las personas.

Antón participó junto a varios de sus compañeros y compañeras del grupo “Estudiantes por la Inclusión” (los EXI, como se hacen llamar) en una mesa donde hablaron de la guía “Cómo hacer inclusiva tu escuela”. Un proyecto que les ha sido encargado desde el INTEF (Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado) y donde han trabajado junto a Luz Mojtar y Nacho Calderón, profesores en el Departamento de Teoría e Historia de la Educación y M.I.D.E. de la Universidad de Málaga (UMA).

Quiero agradecer a las fantásticas mujeres de FEDAPA Cádiz que hayan propiciado este encuentro porque, como tan bien como expresa Nacho, pocas veces se ve una una propuesta de formación tan interesante como esta: además de contar con la participación de profesionales e investigadores/as, hay un espacio destacado para un grupo de familias promotoras de la educación inclusiva y el grupo Estudiantes por la inclusión, que van invitados por la organización con todos los honores, porque reconocen en sus saberes algo que otros colectivos nunca podremos ofrecer.

Las asociaciones de madres y padres, pero también los centros de formación del profesorado tienen en este evento un buen ejemplo que emular. Hay todo un desarrollo por explorar para promover la educación inclusiva a través de la escucha real y profunda de las voces de toda la comunidad escolar, y particularmente las de los y las estudiantes. Quiero felicitar a las organizadoras por su apertura y su disposición a generar nuevas propuestas formativas. Y también quiero felicitar a [nombre], Antón Fontao, Zulaika Hadmed, Indira Martínez y [nombre] por el trabajo realizado, y porque sus deseos de cambio son poderosos, subversivos e ilusionantes.

Cartel del Congreso Inclusión y buenas prácticas en la educación

Al final de su intervención, Antón quiso leer un texto que había preparado para trasladar y agradecer públicamente a sus compañeras y compañeros de los EXI todo lo que habían significado para él. Quiero compartirlo hoy por aquí con su autorización.

Para mí los EXI me llegaron en un momento de mi vida que lo estaba pasando bastante mal por culpa del instituto.

A mí siempre me cuesta abrirme a la gente, algunas veces más y otras menos, pero la primera vez que nos reunimos eso no pasó. Con ellos me abrí en cuerpo y alma. Con ellos no había cosas que no les contara, porque se lo contaba todo, y es que en ningún momento me daba vergüenza decirles algunas cosas.

Para mí los EXI me llenaron de felicidad. Con ellos fui yo mismo. Es como que todos tenemos nuestras malas experiencias en la escuela y que con todas ellas juntas, sabiendo que no solo fuiste tú quién sufrió, como que nos unió de alguna forma u otra y también como que nos hacemos más fuertes.

Me llevo unos amigos y compañeros de lucha increíbles. Porque ojalá que esto sólo sea el comienzo de una larga lucha todos juntos. Y de amistad también.

No podía haberlos mejores. Os quiero.

– Antón       

Comparto también el vídeo de la maravillosa mesa redonda de los EXI.

Son sólo 40 minutos y os aseguro que van a ser de los mejor invertidos de vuestra vida.

Escuchadles 🙏🏽

Quererla es Crearla

Hoy se cumple un año del lanzamiento de la campaña Quererla es crearla.

Seguimos empeñados en crear algo que no existe, pero que sabemos sería posible si lo queremos: una Escuela que acoga a todas las niñas y los niños, a todos los chicos y las chicas.

La campaña sigue viva y sigue avanzando. Es por ello que hoy compartimos un anuncio muy especial: La cineasta y creadora audiovisual Cecilia Barriga anuncia su colaboración con Quererla es crearla a través de la creación de un documental sobre el movimiento por la educación inclusiva. Un trabajo que desarrollamos desde hace meses, y en el que tenemos grandes expectativas.

Muchas de las familias que formamos parte de Quererla es crearla hemos compartido tiempo con Cecilia Barriga a lo largo de este año. Cecilia está rodando un documental sobre la inclusión y, muy en especial, sobre cómo se desarrolla en la escuelas.

La recibimos en nuestras casas y en nuestras vidas con una mezcla de incertidumbre, inseguridad y recelo al principio. Pero Cecilia consiguió que nos olvidáramos de su cámara y de sus micrófonos y hemos acabado por sentirla como alguien muy cercano que ya forma parte de nuestras vidas.

Esperamos con mucha emoción e ilusión el resultado de esa enorme cantidad de horas de grabación que ha ido atesorando.

Yo soy parte de Quererla es crearla. ¿Y tú?

#QuererlaEsCrearla

#YoTambienSoyQuererlaEsCrearla

Nos vamos

Llevamos casi dos semanas de no-curso. Nos hemos ido. Hemos abandonado el sistema. Y no soy capaz de describir la liberación que sentimos.
 
Es mi primer septiembre en paz y libre de la angustia que he sentido en esta época del año durante demasiado tiempo.
 
Cuando comento estos días con algunas personas esto, que casi se podría llamar felicidad, que estoy sintiendo ante esta nueva vida, me miran pensando que he debido iniciar una especie de vacaciones perpetuas. Y es porque ni se imaginan lo que ha sido mi vida, nuestra vida, durante los últimos años. Especialmente los cuatro últimos de instituto.
 
No se imaginan que cuando tu hijo baja del bus escolar, lo primero que le preguntes sea qué deberes tiene para ese día. El agobio y la angustia cuando te informa que le han añadido un nuevo examen para esa semana en la que ya tenía seis, que en dos horas debe mandar un trabajo del que se había olvidado… No saben que durante los últimos años no hemos tenido fines de semana, ni puentes, ni nada que se pudiera llamar vida… Que las pocas salidas que hemos hecho, ha sido a base de pensarlas mucho y siempre con el remordimiento de que no deberíamos estar allí, sino anclados al escritorio de Antón. No imaginan lo que ha sido no poder desconectar jamás. Porque la mayoría de sus hijos e hijas no han tenido que hacer el esfuerzo tan colosal que el sistema exigía a Antón, ni esos padres y madres han tenido que vivir pegados a ellos cada tarde de cada semana de cada mes de cada año.
 
Hemos vivido esclavos de algo que cada vez tenía menos sentido. Que no aportaba absolutamente nada más que la angustia de sentir siempre que no llegábamos por más horas que le dedicásemos. Que aquello era cualquier cosa menos adquisición de conocimientos… Pero nos tienen tan ocupados en hacer que la rueda siga girando, que no somos ni conscientes de que en realidad estamos metidos en una jaula que nunca avanza.
 
Y un día del curso pasado Antón no pudo más.
 
Y el caso es que no pudo más, no por culpa de los deberes, los trabajos, las lecturas obligatorias, los exámenes o la carga lectiva. No pudo más por tanta soledad. Porque llevaba cuatro años completamente solo. Uno detrás de otro. En cada recreo, en cada clase, en cada pasillo. Solo. Invisible. Siempre.
 
Era tal el estado de desánimo y tristeza en que se encontraba (de lo que cualquier profesional catalogaría cercano a la depresión) que su padre y yo nos planteamos que había que hacer algo. Ese algo fue, en un principio, una ausencia a clase de varias semanas, con la excusa del coronavirus y de un contancto estrecho que en realidad nunca existió. Y durante esos días, aquel chico empezó a ser otro. Hasta que llegó el momento de volver a clase. Y el dolor con el que regresó fue todavía más intenso que aquel con el que se había ido. Porque nadie parecía haber sido siquiera consciente de su ausencia.
 
Y también un día quedé para tomar unas cañas con mi amiga Marta y llorar todo esto con ella. Me escuchó en silencio y cuando acabé me cuestionó el sentido de lo que estaba haciendo Antón y yo con él. Entonces me habló de su hermana, también maltratada por la escuela, que había abandonado el sistema con 16 años y había sido autónoma y completamente independiente desde entonces. Y, sobre todo, más feliz. O menos desgraciada.
 
En aquel momento me pareció un despropósito la salida que me proponía Marta. Pensé que ésa no era una solución para Antón, porque en nada se parecían tampoco sus circunstancias a las de su hermana. Pero no dejé de darle vueltas a la opción, que acabó materializándose tras varias reuniones con la orientadora y el tutor de Antón.
 
Y decidimos que nos íbamos. Antón ya había hecho todos los esfuerzos que estaba en su mano hacer y durante cuatro años nada había cambiado.
 
Antón seguirá estudiando a distancia por las mañanas, pero al menos dispondrá de las tardes y los fines de semana para vivir, con todo ese tiempo que hasta ahora le robaba la escuela. De todos modos, yo me pregunto cómo es posible que con treinta horas semanales de clases presenciales, puedan hacer falta otras tantas de trabajo en casa para poder aprobar. Si hace ya décadas que los adultos conquistaron la semana laboral de cuarenta horas, ¿para cuándo los niños y las niñas?
 
Nuestra familia ha decidido abandonar el sistema de forma presencial (y ojalá temporal), porque el dolor era ya insostenible. Me decía estos días una compañera de trinchera: «Vuestra “solución” aparte de injusta, no es exportable a otras familias. El desarrollo social y ciudadano de Antón está a salvo por su contexto cultural y familiar» Y lo sé. Sé que somos unos privilegiados hasta por haber podido permitirnos abandonar el sistema sin que eso signifique “abandonar” a Antón. Así que seguiremos luchando para que ninguno de los niños y niñas que están por nacer acudan cada día con el corazón encogido a un espacio que se supone debería acogerles, cuidarles y enseñarles pero que les maltrata, invisibiliza y niega oportunidades por su diferencia. Este curso vamos a tomarnos un descanso en ese proceso de resistencia que se hace tan duro, pero seguiremos detrás de las barricadas hasta el fin de nuestras vidas.
 
Pero no nos engañemos, el sistema no sólo lo conforman los profesionales, sino también las familias. Familias que muchas veces (demasiadas) educan, educamos, a nuestros hijos e hijas para que desprecien, ignoren y aparten a quienes no pueden ayudarles a subir a la cima. Sea lo que sea la cima. La responsabilidad no es sólo de la administración o de los profesionales de la escuela, sino que es colectiva. Y colectiva debe ser la solución.
 
Nuestra familia estaba agotada por tanta carga académica sin sentido, pero lo que en realidad nos ha expulsado de la escuela ha sido la soledad, por lo que la responsabilidad va mucho más allá de la escuela como institución. De hecho, me consta que ha habido algún profesional en el instituto (pocos, desgraciadamente) que ha hecho esfuerzos en ese sentido y no sólo no ha funcionado, sino que ha sido contraproducente y ha generado más rechazo por parte de esos compañeros y compañeras a quienes ha tratado de sensibilizar sobre la situación de Antón.
 
Nos vamos, pero con la esperanza de que en un par de años los compañeros y compañeras que Antón se encuentre en las aulas (y no él) hayan madurado lo suficiente para entender la suerte y el privilegio que es poder tenerle como amigo.puesta de sol sobre el mar con el cielo de color rojizo. A la derecha se recorta la silueta de un chico que está de espaldas y a la izquierda la de una isla

[📸 Descripción de la imagen: puesta de sol sobre el mar con el cielo de color rojizo. A la derecha se recorta la silueta de un chico que está de espaldas y a la izquierda la de una isla]