A menudo nuestros niños muestran ciertos intereses que, muchas veces, rozan el punto de la obsesión. Nuestro primer impulso es el de tratar de combatirlo, bien sea mediante prohibiciones o valiéndonos de maniobras de distracción que desvíen el foco de atención hacia otro tema/objeto.
La comunicación con otras familias de la diversidad permite hacernos conscientes de que estas inclinaciones son comunes a muchos, muchísimos niños, lo que supone un cierto alivio (ya se sabe, mal de muchos…) y, por otra parte, también facilita el intercambio de estrategias para afrontar esas manías y/o obsesiones. La principal, sin duda, es la de dejar de ver ese interés obsesivo como un enemigo y convertirlo en nuestro aliado. Un aliado con el que elaborar materiales que puedan ayudar a ese niño en distintos planos: interacción social, herramienta didáctica, material de trabajo, ejercicio de motricidad fina, instrumento de ocio…
Gracias a muchas madres y terapeutas de mi círculo virtual, he aprendido la importancia de trabajar con materiales que se ajusten no sólo a las características y funcionalidad de mi hijo sino, sobre todo, a sus gustos, intereses y aficiones.
Quienes mejor lo saben son las terapeutas del centro de atención temprana Vínculo, que dedican tanto o más tiempo a idear y elaborar materiales para sus niños, como en las propias sesiones de terapia. Materiales de trabajo pero también de ocio, porque el juego no es la mejor manera de aprender, es la única. Fue precisamente en la página de Facebook de Vínculo donde tuvieron la generosidad de compartir esta fantástica idea: un juego de «Quién es quién» adaptado a los intereses de uno de sus niños y el interés, en este caso, era la Fórmula 1.
Así que, yo (que soy un desastre absoluto ideando pero se me da muy bien copiar) les robé la idea para tunear un Quién-es-quién de Bob Esponja que andaba por casa y al que Antón jamás le había hecho el mínimo caso. El universo Bob Esponja nunca le ha gustado, debe resultar un mundo demasiado surrealista para un niño al que le gusta tanto la “ficción realista”.
Y, a pesar de mis dudas y de mi prevención sobre su particular afición-pasión por La que se avecina–Aquí no hay quien viva, pues decidí que, si no puedes con ellos… ¡únete!





Debo decir que es de los regalos que más ilusión le han hecho, así que creo que vamos a construir alguno más porque nos viene genial para trabajar la motricidad fina que le cuesta un mundo y esta actividad le motiva lo suficiente como para querer pelearse con las dichosas pestañas. Y lo mejor: que puede jugar con otros niños sin necesidad de que alguien (o sea, yo) le ayude.
Hace poco descubrimos “Hundir la flota” y le encanta, pero no puede jugar de forma autónoma porque le resulta imposible clavar los dichosos pinchos. Sonia Hermida (Destino Oz) me dio la idea de utilizar velcro y pegar pompones o trocitos de fieltro (que cumplirían la función de los pinchos), así que esa será nuestra próxima adaptación, a ver si me doy maña para hacer algo aceptable.
Os dejo aquí el enlace de una idea estupenda para elaborar un Quién-es-quién personalizado. Este requiere de mayor destreza de la que mis manazas son capaces de desarrollar así que, a ver si convenzo a Misanto para que me eche una mano 😊




























Resulta bastante complicado introducir a los niños en nuestro complejo sistema monetario: el sistema de céntimos, el reconocimiento y discriminación de las diferentes monedas y billetes, las equivalencias entre ellos, la combinación euros-céntimos, monedas-billetes, etc. Resulta un tema enormemente complejo y yo, como buenamente he podido, he ideado una serie de actividades para intentar que mi hijo lo comprenda sin generarle la ansiedad y frustración que la cuestión conlleva. Creo que hemos avanzado bastante y es por ello que comparto aquí nuestra experiencia. A ver si consigo hacerme entender ;)











Vaya por delante que las vacaciones, especialmente las de verano, están hechas para descansar. Sin embargo, es un descanso tan prolongado en el tiempo (quizás deberíamos plantearnos imitar a nuestros vecinos del norte a la hora de repartir mejor los períodos vacacionales), que no está de más reservar entre las actividades de nuestros hijos un espacio para el trabajo y el estudio, aunque revestido de un disfraz todo lo divertido y amable que nos sea posible.



El euro ha estado en mi vida durante una cuarta parte de mi existencia. Los inicios de nuestra relación resultaron bastante difíciles. Pensé que jamás conseguiría aceptarlo ni cambiar mi chip mental pesetero. Lo cierto es que, poco a poco y sin apenas percibirlo, he conseguido olvidarme de las pesetas e integrar plenamente la nueva moneda. Y resulta que ahora, precisamente ahora y después de más de una década de lucha y aceptación, vuelvo a añorar las pesetas.




























































