El amor gana

Hace unos días, una persona entrevistó a Antón como candidato para una formación con la que estaba muy ilusionado. La entrevista duró unos pocos minutos y, en ese tiempo, esa persona que no había visto, escuchado ni leído jamás a Antón, le dijo que «no le veía en ese curso por su discapacidad» y además añadió que «no le veía capacitado para trabajar con niños».

No puedo explicar lo hundido que llegó a casa y cómo pasó los siguientes días.

¿Cómo pueden pesar tanto las palabras de una sola persona prejuiciosa y capacitista que, desde su prepotencia y soberbia como “experta en recursos humanos”, se atreve a juzgar a alguien en tres minutos?

Menos mal que son cientos más las personas que miran a Antón y no a una etiqueta, y que aprecian y valoran lo que es, cómo es y todo lo que puede aportar.

No han pasado ni 24 horas desde que lanzamos la preventa y ya hay casi doscientos ejemplares del libro de Antón reservados!

Estamos tan conmovidos por esta acogida… Es tanto el cariño y el amor que estamos recibiendo… que no hay palabras para expresar la emoción que sentimos.

Somos conscientes de que parte de esa emoción (casi colectiva) que se ha generado procede de ser voz de aquellos a quienes se les ha quitado.

Es una responsabilidad enorme para Antón, pero también un deber por la fortuna de estar entre los escuchados.

Gracias a Marigel López por el hermoso diseño del libro y por la paciencia tan grande que ha tenido con nosotros durante estos meses.

Gracias a Luz Mojtar por el precioso prólogo que sólo ella podría haber escrito así.

Gracias a Sonia López por un epílogo perfecto para la reflexión colectiva que espera impulsar el diario de Antón.

Gracias a todas las que habéis sabido mirarle a él y no a la etiqueta que le grabaron a fuego al nacer.

GRACIAS DE TODO 🧡

Portada interior del libro de Antón. Sobre fondo naranja aparece: ANTÓN (letras negras) UNO MÁS, (letras blancas) NADA MENOS (letras blancas) Diario de una resistencia ignorada (letras negras)

Puedes conseguir el libro a través del siguiente formulario: Antón: uno más, nada menos. Diario de una resistencia ignorada.

Hemos incluido un apartado para que quien quiera pueda compartirnos las razones que le llevan a comprar el libro.

Comparto algunas de esas respuestas maravillosas por aquí, como contraposición a las palabras que aquella señora le escupió a Antón y como vacuna contra todas esas personas expertas en orientación pero que tan desnortadas andan.

«Pues porque cada vez que leo a Antón me emociono muchísimo. Disfruto mucho con sus historias, anécdotas o reflexiones. Me encanta su naturalidad y su sinceridad. Estoy segura que lo voy a disfrutar mucho, a la vez que voy a seguir aprendiendo, porque he aprendido muchas cosas con él y su madre. Bueno, básicamente porque lo quiero mucho, le deseo lo mejor y quiero apoyarle en esta aventura, que seguro no será la última, porque Antón conseguirá lo que se proponga, estoy convencida. Es una persona MARAVILLOSA. Ojalá pueda recibirlo con una dedicatoria suya. Me encantaría recibirlo en mano, eso significaría que nos vamos a volver a encontrar, espero que pronto. Un enorme abrazo desde el sur. Y GRACIAS infinitas.»

«Querido Antón, hace mucho tiempo te dije que me absorbía leerte y que me encantaba. Que me gustaría que algún día publicases un libro y mira, mi deseo se cumplió. No te admiro por esas características que otros ven en negativo ni tampoco por tu diversidad, ni tan siquiera por esas historias que nos cuentas de lo negativo que has podido vivir y describir por discriminación. Te admiro por ser un chaval que escribe de una forma deliciosa, porque una vez leída la primera frase no puedo parar hasta el final, te admiro por tu valía y valentía, por esas descripciones detalladas de tus vivencias que me trasladan a casi verte en la situación vivida, por ese arte de escribir, porque cuando te leo no pienso en la diversidad que te acompaña, solo pienso en ti tal cual eres y te admiro porque me da la gana. Un abrazo enhorabuena y gracias por cumplir unos de mis deseos.»

«Me gustan los libros en general pero cuando están basados en hechos reales con mayor motivo y en este caso, comparto como madre de hijo de necesidades ese dolor, esfuerzo y lucha por defender su sitio en esta sociedad, que otros lo tienen sin más. Ese dolor que te rompe el alma y te anula como ser humano ante tantas injusticias. Por eso y por todo lo demás. Gracias y bravo por ser tan valiente y luchar por otros que no pudieron ni podrán. Me gustaría recibirlo firmado por favor “Para E…” que es mi hijo. Un beso enorme.»

«Antón fue un descubrimiento para mí en CompostELA. Mas tarde nos envió un vídeo contando su experiencia en el instituto que lo compartimos en el cole de mi hija I. en una charla que dieron Susi y ella para sus compañeros de clase sobre la ELA y la experiencia del CompostELA. En unos días van a volver a dar la charla para otro curso y esperamos volver a compartir las palabras de Antón con los niños. Estamos I. y yo deseando leer el libro y compartirlo con nuestra gente.»

«La mirada de una madre en cuanto nuestros hijos siempre es proteger y cuando existe discapacidad hay un fino hilo como tú dices Carmen de sobreprotección. La sobreprotección, las experiencias de nuestros hijos, pienso seguro que ayuda a que regulemos esa protección con sus experiencias. El miedo a que no estarás siempre, te hace cometer errores, yo estoy en ese dilema con C., hasta donde le ayudo o le perjudico.»

«La primera es porque conozco a Antón y a su madre virtualmente hace años y quiero mostrar así lo orgullosa que estoy de él. La segunda porque estoy segura que seguiré aprendiendo de él. Y la tercera, en agradecimiento a él por su lucha y a su madre, por la misma razón y por poner siempre palabras a sentimientos que, como madre de una persona con discapacidad, muchas veces no sé describir.»

«Antón me parece un ejemplo para esta sociedad, lo admiro por lo que lucha, a parte de que es un chico entrañable al que quiero y aprecio. También apoyar a sus padres, sobre todo a Carmen por luchar por Antón y gritarle a la sociedad que son uno MÁS en este mundo. Les doy las gracias por poder compartir con ellos momentos inolvidables. Mil gracias familia se os quiere.»

«Considero que el libro puede llevar a las Facultades de Educación la voz del alumnado. Imparto docencia en la formación inicial del profesorado, y estoy segura que será un texto para acercar a los futuros docentes que las dinámicas de exclusión y resistencia no son constructos teóricos solo, siempre tiene un o una protagonista, una familia y un contexto concreto.»

«Os sigo en redes desde hace tiempo y conocer más de las barbaridades que les ocurren a las personas con NEE/discapacidad me ayudará a poner más ejemplos a los futuros maestros de la Escuela de Educación de la Universidad de León, centro donde Alejandro Calleja y/o yo damos seminarios. Es necesario hablar tanto de lo malo (que suele abundar más) como de lo bueno, que es la situación actual de mi hijo M., con síndrome de Down. GRACIAS, ANTÓN.»

«También tengo discapacidad, y es un tema que me afecta enormemente. Soy estudiante de dirección escénica en la ESAD Málaga y para mí proyecto final de grado quiero escribir una obra de teatro justamente sobre la discapacidad y la discriminación e invisibilización, por lo que este libro es muy probable que me ayude a clarificar mis ideas. Gracias por escribir un tesoro como éste.»

«Primeiro porque Antón forma parte da miña familia teatreira, é un loitador, está visibilizando e representando a moita xente que se sinte excluida da educación e das actividades da vida cotiá. E para desaprender… si desaprender o que vivimos ou nos ensinaron. E por suposto porque quero entrega en man. Un grande Antón e a sua familia. Facedes historia.»

«Porque mi hijo M., que tiene los mismos años que Antón, ha sufrido lo mismo durante la secundaria. Ha estado completamente solo en los dos institutos por los que ha pasado. Me apetece mucho leer este libro porque sigo a Antón desde hace tiempo y me encanta lo que escribe.»

«Porque he visto crecer a Antón a través de las redes, y he seguido y apoyado su lucha y la de su madre y su familia durante todos estos años. Aunque no nos conocemos en persona, los siento como cercanos y apoyo este proyecto y me ilusiona como si fuese mi propio hijo!»

«Conozco a Antón hace varios años. Lo sigo en RRSS y conozco de buena mano sus textos. Vivo enamorada de su escritura desde que nos hizo una carta en el campamento, creo que un cachito de aquel papel se quedó para siempre en cada uno de nuestros corazones.»

«Me hace muchísima ilusión la publicación de este libro. Valoro profundamente la experiencia vital de Antón. Necesitamos estas voces para seguir luchando por un cambio real. Ojalá su próximo libro sea contándonos lo mucho que ha cambiado nuestra sociedad.»

«Carmen, Antón: cómo me alegro, ojalá pudiera elegir «entrega en mano». Espero leerlo y, en algún momento, llevarlo a que me echeis una dedicatoria. No estoy muy presente en redes últimamente pero no dejo de seguiros. Un abrazo. Y enhorabuena.»

«Me gustaría conocer más de la vida de Antón ya que lo considero un amigo y lo admiro muchísimo, además quiero apoyarlo en este proyecto por su fuerza y valentía para compartir todos estos textos que reflejan momentos duros de su vida.»

«Hola, sigo la vida de Antón hace muchos años, primero a través de su madre, Carmen y después desde su persona. Tengo un hijo con discapacidad de 17 años, también se llama Antón y muchas muchas veces me he sentido identificada con vuestras palabras. Me apetece mucho saber qué piensas Antón de muchos temas y como se siente y los afronta, para mí es muy enriquecedor y seguro me sirve para comprender más a mi hijo. Enhorabuena por el libro. Gracias Antón por dejarnos compartir tu vida.»

«Porque para mí sois familia. Porque me siento agradecida por todo lo que Antón me aporta y aporta al mundo; por su mirada transformadora; por su valentía de enfrentarse a tantas situaciones y querer compartir sus experiencias; porque necesitamos leer, conocer, escuchar, sentir historias como la suya para despertar, y comprender el auténtico valor de la diversidad; por el derecho a vivir la vida que deseas Antón… Uno más, nada menos. Buen Camino!»

«Celebro todos los proyectos de Antón y me gusta mucho cómo escribe. Sigo con mucho interés su criterio sobre las ultimas películas de cine, series de televisión, el festival de Eurovisión, los premios Goya… Lo conozco a través de la familia de la diversidad. Reconozco que a veces me satura la parte negativa que ello conlleva en una sociedad llena de egos, prisas y de competición mal entendida. Por eso escogeré cuidadosamente los momentos de lectura de este libro que sin duda debe y merece ser leído.»

«Porque siempre me encanta lo que cuenta y cómo lo cuenta!!! Siempre acierta con su mirada certera: sosegada y reivindicativa al mismo tiempo. Incita a reflexionar y a luchar por lo que realmente importa. No me lo pierdo!»

«Por lo poco que leí de Antón, creo que merece la pena leer su libro, ya que es una persona que te hace pensar y ver cosas que normalmente las pasamos por alto sin darles importancia cuando la tienen y mucho.»

«Como madre, cómo persona, como activista, como lectora fan de Antón…. Necesito leerle. Antón me transporta con sus textos a sus experiencias, a los lugares, a las personas que conoce. Necesito leerle.»

«Me parece muy importante la escucha (en este caso lectura) para conocer las situaciones de la vida a las que tienen que hacer frente las personas nombradas por su discapacidad y poder aprender de ellas.»

«Conocerte Antón aunque no haya sido en persona ha sido reconfortante. Compartir experiencias más alla de eso, compartir tu punto de vista sobre muchas injusticias…. me hace ilusión leerte :)»

«Porque gracias a Quererla es crearla, he entendido lo que es la inclusión, y el respeto a las derechos humanos de todas las personas… y que en la escuela y en el mundo cabemos todas…»

«Porque os queremos mucho, porque las palabras de Antón son sentidas, reales y vividas. Experiencias personales que nos enriquecen a todos. Abrazo grande para toda la familia.»

«Leer a Antón (y a su madre) siempre hace que crezcas como persona tras reflexionar sobre lo escrito. Quizás sea la forma más egoístamente maravillosa de querer leer un libro.»

«Os acabo de descubrir y me identifico con vosotros. Mi hija tiene una enfermedad rara que le impide comunicarse como a las personas de su edad (23 años) y se me ha pasado por la imaginación que como todos los chicos, adolescentes tenéis los mismos o parecidos pensamientos, quizá al leer a Antón es como si escuchara los pensamientos de mi hija. Un saludo.»

«Conocí a Antón personalmente y es un ser humano increíble, comparte todo con amor y desborda alegría, estar junto a Antón te invita a crecer, a reír, a compartir sin límites. Lo felicito de antemano, compartir sus vivencias es algo valiente y de seguro nos va enseñar a ver el mundo diferente.»

«Porque mi hijo M., que tiene los mismos años que Antón, ha sufrido lo mismo durante la secundaria. Ha estado completamente solo en los dos institutos por los que ha pasado. Me apetece mucho leer este libro porque sigo a Antón desde hace tiempo y me encanta lo que escribe.»

«Me encanta como escribe Antón, la frescura y cercanía que trasmite en sus textos. Compartir su experiencia es mi manera de acercarme y participar en este movimiento, que habéis iniciado, para conseguir una escuela, un mundo abierto en el que todos podamos ser los que somos.»

«Me interesa mucho conocer la experiencia de Antón. También su escritura. Siento que su valentía y su generosidad pueden ayudarme a acompañar mejor a mi hijo con autismo en las dificultades que debe afrontar todos los días en sociedad. Muchas gracias.»

«La razón es evidente, continuar lo que emprendiste y que tu madre ya había comenzado mucho antes, donde por casualidad la encontré y tantísimo me ayudó. Gracias por dar voz a los que como mi hija no pueden, miles de gracias, ¡un cariñoso abrazo!.»

«Quiero tener el primer libro de este camino de crecimiento personal de Antón, su compromiso por conseguir una educación inclusiva, iniciado en su adolescencia, tiene capítulos que no me los puedo perder. Te quiero mucho Antón.»

«Soy madre de un niño nombrado por la discapacidad (M.) y gracias a ello he conocido gente maravillosa, entre ellos la gran Carmen Saavedra y el más grande aún Anton Fontao. No puedo perderme este libro y no me lo voy a perder»

«Tuve la oportunidad de hablar un poquito con él en Menorca y en Barcelona, le sigo en redes y me encanta lo que dice y escribe y como lo dice y lo escribe. Quiero conocerle mejor y conocer su historia para aprender de ambos.»

«Conocí a Antón hace un par de meses en un curso en Carnoedo y me maravilló como persona, su inteligencia y su carisma. Quiero entender por qué, como seres humanos, somos capaces de apartar a quien es diferente a nosotros.»

«Gracias una vez más por vuestra generosidad, Antón y Carmen en compartir vuestras resistencias y luchas. Gracias por poner el cuerpo por tantas personas. Gracias por hacer el mundo un lugar más amable y más humano.»

«Le he preguntado a B. y me ha dicho lo siguiente «porque lo conocemos desde siempre, porque es un crack, porque nos parece muy importante lo que transmite y porque lo queremos apoyar como escritor» Besos»

«Razones hay miles pero la más importante es por lo mucho que quiero y admiro a Antón, por todo lo que me ha enseñado y me enseña; y porque gracias a él y a su familia, mi familia es más grande y más bonita.»

«Soy madre de hija con discapacidad y activista en la defensa de sus derechos desde ADISLI, su asociación. Tanto Anton como Carmen sois un referente para muchas familias y os sigo desde hace tiempo. Gracias»

«Conoci a Antón en un curso y lo admire desde el principio. Y admiro muchisimo a sus padres. Antón es bueno, guapo, bailarín, divertido. Buf un encanto»

«Soy educadora social especializada en autismo y considero imprescindible leer y escuchar a las voces autistas (que hasta ahora estaban siendo silenciadas o invisibilizadas).»

«Hace tiempo que te sigo en las redes. Soy una persona implicada y empática con las personas con discapacidad. Soy esposa y abuela de personas con discapacidad. Felicidades, muchas gracias.»

«Conozco al autor, su vida y su honesta forma de narrar el dolor durante su periodo escolar; estoy segurísima de que tiene interés para cualquier persona con sensibilidad.»

«Sin leerlo, sé que es imprescindible. Antón y sus textos, sus reflexiones, siempre me enseñan y me hacen pensar. No veo el momento de perderme en estas páginas….»

«Conozco a Antón. Nada más y nada menos. Quiero leerlo yo y quiero regalárselo a mi sobrina y a una gran amiga y mejor madre con una hija con parálisis cerebral.»

«El año pasado he aprendido mucho de Antón y Carmen a través de sus intervenciones en Campaña Mundial por la Educación, será un gusto continuar aprendiendo :)»

«Me encantó participar en la publicación del artículo en prensa de Antón y ahora estoy deseando leer su relato (más) completo. Eres un tío con mucho talento!»

«Madre de chico con tea y docente de filosofía en instituto. Uno para mí y otro para mi centro. Y quizá lo pueda poner como lectura a mis alumnos. Abrazos.»

«Hay que escuchar de primera mano la voz de personas con discapacidad, es la manera de normalizar una sociedad más respetuosa con todos. Tengo una hija con tea.»

«No me lo perdería por nada. Me encanta leer y escuchar a Antón. He aprendido y aprendo de ambos más que de lo que podría hacerlo en cualquier máster.»

«Porque estoy segura que me enseñará muchísimo y porque es muy necesario conocer las historias de vida de las personas. Y porque os quiero Carmen.»

«Tengo una hija con diversidad funcional de 19 años. Hace tiempo que os leo en el blog. Gracias por compartir vuestras vivencias.»

«Soy madre de gemelos con TEA y no tuve ni tiempo ni capacidad para reflejar mi experiencia como madre/ terapeuta/ cuidadora/trabajadora/mujer…»

«Porque después de conocer un pedazo de su historia y poder escucharlo, tanto dolor remueve almas y es un placer poder conocer a esa gran persona.»

«Haber seguido a Carmen y Antón durante años y estar en una situación similar. Temas así me parece importante dar toda la difusión posible.»

«Porque queremos cambiar el mundo o al menos la mirada de muchas personas y los que lo tenemos claro necesitamos empaparnos de su enseñanza.»

«Me encantaría que Antón me lo firmaras y dieras en mano. Me interesa mucho leerte Antón y conocer tu experiencia vital:-) Abrazo Amigo!»

«Me inspira mucho la fuerza de Antón y su alegría. Además es un lujo ver como se expresa y poder conocer un poco más de su historia.»

«Aunque yo siempre le he visto como a uno más, creo que se puede aprender mucho más cuando te explican las cosas de primera mano.»

«Coñezo a Antón e son moi fan porque escrebe xenial, con puntos e comas moi incómodas para o ensino e que necesitan saberse.»

«Porque la historia de Antón merece ser escuchada y siento que puedo aprender mucho de su experiencia. Gracias Antón.»

«Interés en las vivencias de las personas sometidas por el capacitismo, valor inmenso por vuestro trabajo.»

«Porque admiro y quiero a Carmen y a Antón y, por extensión, a toda su familia. Formáis parte de mi vida.»

«Sigo a Antón en redes sociales y me gustaría tener sus historias, comentarios y opiniones todas juntas.»

«Quiero regalárselo a mi hijo y a dos amigos tocados por la discapacidad, creo que les puede ayudar.»

«Soy maestra de educación especial, y sigo a Nacho Calderón y a través de él he conocido a Anton.»

«Conozco a Antón y soy parte del movimiento reivindicativo en el que están implicados!!»

«Porque somos muy fans de Antón y este libro no puede faltar en nuestra biblioteca IN.»

«Me interesan mucho las reflexiones de Antón, me parece una persona muy interesante.»

«Os tengo mucho aprecio a ambos y sé que voy a seguir aprendiendo mucho con vosotros.»

«Polo aprecio a Antón e poder xa non so ler, senón compartir as súas palabras.»

«Porque tenemos que demostrar entre todos todo lo que podemos hacer.»

«Interés por mejorar la respuesta educativa a la diversidad del alumnado.»

«Por lo mucho que lleváis luchado por la «EDUCACIÓN INCLUSIVA REAL”.»

«Porque Antón se merece que todo el mundo conozca sus vivencias.»

«Demasiadas razóns, as principais, cariño e admiración por Antón.»

«GRACIAS por hacer esto querida Carmen y queridísimo Antón.»

«Porque leer y beber de su historia es crecer en humanidad.»

«Conocer la gran capacidad, esfuerzo y creatividad de Anton.»

«Me apetece leerlo porque Antón tiene mucho que enseñarnos.»

«Curiosidad para ver el mundo a través de los ojos de Anton.»

«Porque quiero saber más de Antón.Porque me encanta Antón.»

«Lo quiero con firma de Antón. ARRIBA LA RESISTENCIAAAAAA!!!»

«Creo que mis razones son obvias… Lo quiero a millón!»

«Aprender a entender la diversidad de primera mano.»

«Porque Antón es el mejor escritor que conozco.»

«Porque Antón es un REFERENTE. Con mayúsculas.»

«Sobran las razones. Imposible poner sólo una.»

«Admiro a Antón y quiero saber más sobre él.»

«Porque me interesa mucho escuchar a Antón.»

«Por la humanidad que lleva en su interior.»

«Antón é o exemplo, así cambiase o mundo.»

«Seguir avanzando en el cambio de mirada.»

«Me encanta como escribe Anton, soy fan.»

«Voglio conoscere i pensieri di Anton.»

«Soy mamá de una comunicadora emergente.»

«Por amor a esta familia tan bella!!!!»

«Os sigo y estoy impaciente de leerlo.»

«Ver el mundo a través de otros ojos.»

«Estoy deseando leer este libro!!!!»

«Soy seguidora de vuestra lucha!»

«Me encanta todo lo que escribe.»

«Non hai razóns para non leelo.»

«Porque eres el mejor Antón.»

«Porque admiro al autor.»

«Encántame ler a Antón.»

«Adoro a este chaval.»

«Os quiero.»

«ANTÓN 🧡»

Una joven subnormal vive atada a un limonero

En 1985 andaba yo por 3º de BUP. Aquel año estaba en la única clase —de las nueve que había en ese curso— que agrupaba en “letras puras” a los parias huidos de las matemáticas. Los dieciséis de aquella clase ni siquiera nos sentábamos por parejas, sino que formamos dos hileras: ocho delante y ocho detrás. Puede no parecer un número tan bajo, pero es que veníamos de cursos donde el último de la lista llevaba el número cuarenta y pico. Éramos además los que elaborábamos la revista del insti, “El vuelo de la corneja”, y algún día aquella clase se parecía más a la redacción de un periódico que a un aula de secundaria. Nos dirigía el de Lengua, que también parecía más tu jefe que tu profesor. Tanto, que a final de curso me ofreció un trato y me hizo prometer que obligaría a mi hermano (dos cursos más abajo) a estudiar su asignatura durante el verano, a cambio de no dejarle para septiembre. Lo acepté por la estabilidad emocional de mi madre pero, por supuesto, no me hizo ni caso. Mi hermano, no el de Lengua.

Aquel año no pudimos sacar la gabarra, como el anterior o el otro más. De hecho, no hemos vuelto a sacarla y seguimos esperando a que ocurra un milagro en la Catedral. Pero pesar de no iniciar el verano celebrando el triunfo del Atleti como acostumbrábamos, fue aquel un verano arrebatado. Casi todos en la cuadrilla libramos de ir a septiembre y “un día es un día” se convirtió en nuestro mantra.

Fui a un concierto de Kortatu que me confirmó que lo mío eran más Wham o Bananarama que el ska vasco. Nos despendolamos tanto la noche que acampamos para asegurarnos sitio para la txozna de “paellas”, que al día siguiente el arroz ni siquiera salió del paquete. Fue también el verano que Paty casi se despeña desde la cornisa por la que nos colamos en “Casa Franco”, un palacete ruinoso y abandonado donde se decía que había veraneado el caudillo. Le organizamos una fiesta de despedida a Ignacio G. que se iba a vivir su aventura americana en COU. Iñaki se pasó medio verano castigado porque la hicimos en su casa y no tuvimos energía para limpiarla como era debido antes de que volvieran sus padres. 

Grupo de adolescentes tumbados de espaldas viendo el atardecer en la play

Escuchábamos cintas de Les Luthiers en la playa y nos quedábamos allí hasta ver cómo se escondía el sol por detrás del mar. Volvíamos a casa para ducharnos y cuando nos reencontrábamos en el fotomatón de la estación para ir a las fiestas, o lo que se terciara esa noche, lucíamos todos un rojo fosforito. Esto llevó a Ignacio U. a desarrollar la teoría de que lo que en realidad ponía moreno era la ducha. Tuve que volver tres veces andando desde Plencia. Las mismas que la Ertzaintza me pilló de paquete y sin casco en la vespino de Ana.

En el momento en que yo vivía todo esto —y más de lo que ya ni me acuerdo— una chica de mi misma edad y hasta de mi mismo nombre, pasaba sus días atada a un árbol.

“UNA JOVEN SUBNORMAL DE 15 AÑOS VIVE ATADA A UN LIMONERO EN LAS AFUERAS DE CASTELLÓN” (Enlace a la noticia publicada en El País en 1985 pinchando en la imagen)


 

Pampa García Molina @pampanilla me hizo llegar ayer el podcast elaborado a partir de esta noticia que tanto me ha impactado.

Llevo todo el día preguntándome si podría haber sido yo la chica atada a ese árbol, de haber sido otros mis genes.

Porque eso era seguramente casi lo único que separaba nuestros presentes de entonces y nuestros destinos de ahora: la genética. Y la complicidad de la cultura capacitista, claro está

En un momento del podcast se escuchan los testimonios de algunos de los vecinos de entonces: 

«La tenían que tener atadita.”

“Estaba muy bien cuidada.”

«Pero vamos, eran gente normal, eh.”

Me dice Pampa que le gusta la parte en que Belén Remacha se pregunta si dentro de veinte años el discurso actual será válido.

Las dos sabemos que no. Que seguimos normalizando el maltrato, la exclusión y la falta de derechos en base a la etiqueta “discapacidad” que le ponemos a algunas personas. Y que seguramente hagan falta más de veinte años, muchos más, para que quienes vienen detrás cambien su percepción, su mirada, sus palabras y su actitud. Para que las personas en situación de discapacidad dejen de estar oprimidas por aquellos que nos consideramos “normales”.

Podéis escuchar este episodio del podcast “Hoy en El País” en el siguiente enlace: «De “una niña subnormal” a la dignidad: un viaje de 40 años por las palabras»

Subnormales: ayúdenos a hacerlos felices

Portada de un calendario antiguo con el dibujo de un niño sobre el que aparece resaltada la palabra SUBNORMALES. Pueden leerse también estos textos: ASPAPROS. Asociación Protectora de Subnormales // Ayúdenos a hacerlos felices // Feliz año 1976 // Una buena acción en favor de un subnormal // Ejemplar 100 pesetas.

Este calendario es real. Los adultos de mi infancia normalizaron estos productos. A muchos de los de ahora nos sangran los ojos viéndolo.

Quizás hayamos superado estas formas, sin embargo, el fondo de estas iniciativas sigue siendo el mismo: pensar que determinadas personas son objetos de caridad y no sujetos de derechos.

Sigo encontrándomelos cada año por estas fechas y, de entre las imágenes de todos esos niños-ángel o niños perpetuos (a pesar de sus treinta, cuarenta o cincuenta años), escucho lo mismo que lanzaban las de 1976: pena, caridad, lástima… 

Cada vez que afeo a alguien que utilice la palabra subnormal como insulto (sólo me atrevo a hacerlo con quien tengo confianza y siento aprecio) siempre, siempre, siempre me responden lo mismo: que no lo hacen pensando en personas con discapacidad. Y seguro que es cierto. Pero ese insulto, venir viene de ahí. Porque esa era no hace tantos años la denominación oficial y hasta médica del colectivo. Y, precisamente porque hacía referencia a esas personas, es por lo que se acabó convirtiendo en insulto. Lo mismo que retrasado o mongol*.

Así que, cada vez que sueltas un subnormal, estás contribuyendo a la estigmatización y deshumanización de un grupo de personas que, le pese a quien le pese, son tan humanas y normales como tú.

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*Hace algunas semanas, una política le llamó mongola a otra en la Asamblea de Madrid. La que recibió el insulto días después llamó hijodep**a al presidente del gobierno y se lió. A la que dijo lo de mongola la han convertido en ministra de Sanidad. El capacitismo y la discafobia de la izquierda es tan atroz como el de la derecha.

20.000 especies de abejas

Hace algunos meses, mi amiga Indira me dijo: “Carmen, tienes que ver ‘20.000 especies de abejas’. Hazme caso.” 

Pero me despisté, se me olvidó o lo que fuera, y resulta que no le hice caso a Indira.

Desde que hace ya un par de semanas se hicieran públicas las candidaturas a los Goya, tengo a mi hijo dándome la tabarra:

“Mamá, tenemos que ver 20.000 especies de abejas.”

“¿Cuándo vamos a ver 20.000 especies de abejas?”

“De este fin de semana no pasa que vemos 20.000 especies de abejas.”

Hoy, por fin, la hemos visto.

Qué preciosa historia.

Me ha parecido que trata, especialmente, sobre las fronteras.

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Cuando Antón empezó a estudiar cuestiones de geografía política en los primeros cursos de Primaria, me costó un mundo hacerle entender lo que eran las fronteras. Mirábamos juntos el mapa del territorio español y trazaba una línea con mi dedo desde Galicia hasta Euskadi, para que identificara los distintos ayuntamientos, provincias y comunidades que atravesábamos cuando hacíamos ese trayecto por Navidad. Pero él insistía en saber en qué parte precisa del camino estaban esas líneas (casi siempre negras) que separaban Asturias de Cantabria, Santander de Vizcaya o Getxo de Berango.

¿Cómo iba a entender algo que en realidad no existe?. Que hemos creado nosotros. Hemos creado todo tipo de fronteras y fronteras para todo.

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A ciertas personas incluso les asignamos prefijos para especificar en qué dirección las cruzan, para señalar que las transitan, o para indicar que las descienden.

In(migrante) / Trans(género) / Sub(normal)

Cada vez tengo más claro que la realidad de una persona es la que es y que somos los demás los que debemos transformarnos para verla. Somos el resto quienes en realidad debemos cruzar esas fronteras. La frontera de los prejuicios, la de la norma, la de lo convencional, la del qué-dirán…

Gracias, Indi. Gracias, Antón. Por empujarme hacia esta historia.

Y gracias, sobre todo, por resistiros a ser lo que otros habían decidido que debíais ser. Gracias por obligarnos al resto a transformarnos para poder ver lo que realmente sois.

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No, la peli no cuenta la historia de ninguna persona nombrada por la discapacidad, aunque lo parezca por este post. O en realidad, sí. Porque va de ser quien uno es. Aunque el resto del mundo se empeñe en no dejarte.

No hagáis como yo y vedla en cuanto podáis. Hoy. Ahora. Ya.

Un adolescente abrazando a su abuela.

A Antón sigue costándole ver las fronteras. Afortunadamente. Y yo tengo la suerte de verlas cada vez más difuminadas gracias a él.

En la foto, junto a otra persona que siempre ha tenido dificultades para identificarlas.

#20000EspeciesDeAbejas

¿Y tú, en qué escalón de la ignorancia estás?

Cada vez que nos encontramos con ciertas situaciones de falta de respeto hacia nuestros hijos e hijas y a sus derechos, lo situamos en relación a la mirada capacitista. 

A la ignorancia respecto a esta realidad, precisamente por la falta de convivencia.

Entonces intentamos ser tolerantes y recordar todos los “escalones de la ignorancia” que nosotras mismas hemos ido subiendo desde que nuestros hijos e hijas forman parte de nuestras familias.

Cada vez que compartimos alguna situación, normalmente en relación a personal de la escuela, siempre asoma esta pregunta:

— ¿En qué escalón de la ignorancia está?

Y a partir de ahí, empezamos a elaborar posibles soluciones. Porque si esa persona está en el 2, resulta imposible plantearle estrategias que requieran haber llegado al 8.

Y ahí estamos muchas familias: casi llegando a lo alto de la escalera, mientras el resto del mundo ni siquiera ha empezado a subirla.

Foto donde se ve a tres mujeres y un adolescente, de espaldas todas ellas, ascendiendo por unas escaleras.

 

📸 Autora de la fotaza y 💡 de la Teoría del escalón de la ignorancia: la maravillosa Paula Verde Francisco (Mi mirada te hace grande)

Protegido: Bajo una mirada (por Antón Fontao)

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Aprendamos a mirar

En uno de mis anteriores post, Recuerdos de una niña de barrio, reflexionaba sobre las distintas personas con diversidad funcional que poblaron mi infancia y sobre la percepción tan diferente que tenía de ellas en función de su visibilidad o invisibilidad.

Una persona llamada Susana dejó un comentario en esa entrada. Me han llegado tanto sus palabras, que he creído que merecían una entrada propia que sirviera para difundir su testimonio. Porque explica en unas pocas líneas mucho más de todo lo que yo podría exponer en decenas de escritos.

«Me ha removido tu entrada y me ha hecho pensar mucho sobre muchas cosas, en especial la forma que tenemos de normalizar aquello que forma parte de nuestra cotidianidad, dejando fuera otras cosas que son igual de “normales”.

Mi madre tuvo un tumor ocular muy agresivo que no respondió a los tratamientos. Llegó un momento en el que la única opción fue extirpar el ojo y todo lo de alrededor para evitar que se extendiera. Fue durísimo, sobre todo porque estaba claro que era de por vida, no hay opción a llevar una prótesis, le quitaron el ojo, los párpados y le hicieron un injerto para cerrar el agujero. Afortunadamente, eso acabó con el cáncer.

Cuesta acostumbrarse al principio a un cambio tan drástico, los primeros meses incluso a ella le costaba verse y que la viéramos, pero las cicatrices fueron cerrando y todos nos hicimos a la nueva cara de mi madre y sobre todo estuvimos agradecidos de que el cáncer hubiera desaparecido y de que todavía tenía un ojo para ver. No es tan grave, simplemente, donde otras personas tienen un ojo ella tiene una cicatriz.

Sin embargo, esta aceptación nunca ha sido extensiva a la gente en general. Mi madre no puede salir a la calle sin ponerse un parche porque las miradas de la gente y los cuchicheos no la dejan en paz. Como dice siempre ella, me pongo el parche por los demás, no por mí, porque estoy harta de miradas de reojo y de codazos. Y de verdad, no es para tanto, es solo un ojo que no está, es más, en casa nunca usa parche porque la hace sudar y le resulta molesto.

Mi propio marido cuando nos conocimos y vino a casa por primera vez se quedó horrorizado, yo lo notaba tenso y callado y después me lo dijo estando a solas, que se había impresionado mucho al ver la cicatriz y que lo pasó fatal porque no podía mirarla a la cara cuando le hablaba, aunque ahora ya está acostumbrado. Pero esa es nuestra sociedad, que una persona que lleva más de diez años aceptando su nueva cara tenga que ponerse un parche para salir de casa porque los demás se sienten incómodos con su cicatriz.» 

 

Así, es: esa es nuestra sociedad. Y éste testimonio una prueba más del daño que pueden causar las miradas. 

Aprendamos a mirar bien. Aprendamos a mirar bonito.

Enseñemos a que las miradas no duelan.

 

 

Leyendo la historia de la madre de Susana, me ha venido a la cabeza la imagen de un personaje fascinante como es la Princesa de Éboli. También ella, casi con certeza, debió lucir ese elemento con el que ha pasado a la historia, más por los demás que por ella misma.

Un pan en la cabeza

Figueres, 22 de septiembre de 2019.

12:35 horas.

Una familia visita el Museo Dalí.

Nada más entrar, un niño chico de catorce, casi quince años, anuncia su intención de separarse del grupo. Sabedor de esa obsesión de su madre (fruto de la deformación profesional) de “mejor con guía”, lanza la advertencia antes de que a ella le dé tiempo a proponer incorporarse a la visita de turno.

Quizás han sido demasiados los tours guiados, y no siempre con el mejor de los profesionales, lo que ha acabado provocando el efecto contrario en sus hijos. Éste que hoy ya es un chico, un día y a los nueve años, anunció en pleno Guggenheim que quería verlo “a su aire”.

Y así ha sido desde entonces. Con no pocos encontronazos con los guardas de sala: “Señora, el niño no puede ir solo”. Bien, son las normas, lo sabemos. Pero eso es porque las normas dan por hecho que un niño no sabe cómo comportarse en un museo. Y no es el caso. Este niño jamás comerá por las salas, utilizará flash, se acercará a las obras más de lo razonable, ni mucho menos las tocará. Acciones todas ellas que sí ha visto realizar en muchos, demasiados adultos.

Nunca sabrá esa señora si la advertencia, más que por la edad del niño, se debía a su precario equilibrio o la peculiar (por distinta a esa mayoría estadística que llamamos “normalidad”) entonación de la criatura. Sea como fuere, él siempre se empeñó desde entonces en cumplir aquel a mi aire a rajatabla, cual Sinatra de los museos.

Hoy no hay posibilidad de visita guiada en este templo del surrealismo y el myway museístico se traduce en ir al margen de la familia. Así que, apenas diez minutos después de entrar en el Teatro-Museo, ya le pierden la pista. La prima es aún pequeña y por tanto susceptible de que su tía todavía puede engañarle (e incluso fascinarle) con sus explicaciones-peñazo. 

13:18 horas.

La familia encuentra al chico de catorce, casi quince años, sentado en una esquina del Palacio del Viento llorando de rabia. Al verles, explota.

¡¡ESTOY HARTO DE QUE ME MIREN COMO SI FUERA EL HOMBRE MÁS RARO DEL MUNDO!!

A su madre se le encoge el corazón de tal manera, que no le sale ninguna palabra. Menos mal que Tiogenial, haciendo honor a su nombre, salta veloz y le responde al momento:

Pero, tío, ¿tú no quieres ser actor? Pues mira tú, mira a Dalí, que quería ser famoso pero nadie se fijaba en él. Y para llamar la atención tuvo que salir a la calle con un pan en la cabeza. Pues eso que llevas ganado.

Y es así como logra sacarle una tímida, diminuta, ínfima, sonrisa. Su prima Campanilla, que es tan genial como su padre, se lanza sobre él y le abraza con fuerza. Tanto, que ese sí es de los abrazos donde dos personas de verdad se funden. Y es que, a pesar de sus diez años recién cumplidos, tiene mayor sensibilidad y madurez que la mayoría de adultos de este planeta. E infinitamente más empatía que todas esas personas que, aquel día y en aquel espacio, le han dirigido a su primo miradas de curiosidad y extrañeza, cuando no directamente de rechazo o repulsión. Precisamente allí, en un lugar tan extraordinariamente estrafalario donde alguien como ese niño debería ser lo último en llamar la atención.

Las palabras de Tiogenial y el amor de Campanilla consiguen espantar ese día el dolor que provoca la curiosidad malsana. Porque sí, la curiosidad también puede hacer daño. Esos segundos que dura tu mirada, multiplicados por los de cientos de personas durante catorce, casi quince años, se convierten en una eternidad para quien ya nace con un pan en la cabeza.

 

 

Enlaces relacionados:

Celebrando la vida (15 años).

La curiosidad también puede hacer daño.

No me temas.

Amor y humor como armas.

Palabras.

 

*Actualización: 

A raíz de la publicación de este texto, esa activista a quien tengo por compañera y amiga que es Blanca Roig, decidió convertirlo en acción. Y después, esa otra combatiente de la discafobia que es Belén Jurado lo impulsó por la esfera virtual en todos sus frentes (que no son pocos).

Emocionada por la respuesta a lo que hemos declarado como “acción anticapacitista” #unpanenlacabeza 😊

En un principio intenté recopilar todas las fotos que nos iban llegando, porque siempre pensé que sería un acto “familiar”. Pero ahora mismo me siento desbordada e incapaz de actualizarlas. Así que voy a dejar que todos esos panes fluyan solos. Para cambiar miradas. O como tan bien y tan bonito dice Belén Blanco, para que “Aprendamos a mirar. ¿O a no mirar? A mirar todo por igual. A todos por igual. A no mirar con ojos que cuchichean. Con ojos que se extrañan. Con ojos que hieren. Aprendamos a no hacer daño. A empatizar. A pensar en cómo nos sentiríamos.

Millones de gracias por la participación. Y no perdamos nunca de vista que el objetivo no es convertirlo en un “reto”, ni sumar números o “likes”. Participa quien quiere, como quiere, cuando quiere y de la forma en que quiere. Sin presiones, sin etiquetados ni empurrones. Porque, lo mejor de esta acción, es que quienes se han sumado a ella lo han hecho conociendo su sentido, con sensibilidad y compromiso.

Como decía, ya no me veo capaz de reunir todas esas imágenes, pero las seguiré disfrutando con emoción y esperanza. Esperanza en que vamos a dejar un mundo tan diverso como lo encontramos, pero infinitamente más tolerante y amable.

Abrazo enorme ❤️💚💛💜

Acción anticapacitista: #unpanenlacabeza