Poema para Antón (Nuria Villa)

Este año el regalo de cumpleaños más bonito que ha recibido Antón se lo ha hecho Nuria Villa Fernández.

Imágenes del cuaderno naranja con las páginas manuscritas del poema

 

POEMA PARA ANTÓN

Amigo Antón, tímido osado,

que en tu Diario levantas la voz

de quienes el mundo no quiere

escuchar, e ignoran,

rompes el silencio con palabras escritas,

que abren caminos donde antes

sólo había muros y “discriminación

pura y dura”.

En “Uno más, nada menos”

¡tu primer libro!

te desnudas con ternura y lucidez,

nos guías por una escuela que duele,

que deja marcas profundas de soledad,

pero también por la magia

de saberse protagonista de su cambio:

De resistir, disentir y sobrevivir para

“Quererla es Crearla”.

Las páginas laten con ritmo de vida:

los días de soledad que dolieron hondo,

los recreos que fueron eternos,

“estar solo en la escuela es un 

pésimo trago… un sufrimiento

que enferma… me comía un montón

la cabeza” nos dices.

En tu libro hay anécdotas muy

divertidas y sueños e ilusiones

cumplidos y por cumplir,

las ganas de volar fuera del nido,

la familia, el grupo de estudiantes

por la inclusión, la alegría nerviosa,

las luces de Madrid, de la ciudad

que tanto quieres y en la que vas

a vivir. ¡Tu cara me suena! dirán

el metro que lleva sueños entre

estaciones, la amistad que abraza,

el teatro que salva,

la música, el cine, las series,

Eurovisión y los Goya

como ventanas hacia lo posible.

Tu libro no es sólo un diario,

es un manifiesto del alma,

una resistencia ignorada que se

escribe para ser vista,

una invitación a sentir sin lástima,

a nombrar sin miedo, a incluir

desde el corazón.

En tu libro se siente la FANTÁSTICA

PERSONA que eres.

Y aunque pongas un FIN (por ahora),

sabemos que no hay punto final para ti,

porque sigues volando,

ligero, valiente, necesario

hacia nuevas páginas, nuevos escenarios,

abriendo telones, donde la vida se

representa con dignidad y la diferencia

con mucho Arte. 

¡Felicidades Antón!

Nuria 

  • Distintas imágenes del momento en que Nuria le regala el cuaderno con el poema a Antón y se lo lee. En las últimas imágenes se abrazan y posan con el cuaderno y el libro de Antón

Editorial Manelia

Hace casi dos años decidí asumir la tarea de convertirme en editora del libro de mi hijo. A mi (nuestra) editorial le he llamado Manelia. Una combinación del nombre de mis padres, Manuel y Delia. Las personas que dieron mucho más que su vida por mí y a las que echaré de menos cada día, cada hora y cada minuto de lo que me quede por vivir.

El libro ha estado pelín gafado y aunque debería haber visto la luz en la primavera de 2024, no ha sido posible hasta este verano de 2025. No os voy a aburrir con todas las circunstancias que han obstaculizado el proceso. Sólo con las del final, que nos hicieron temer que la empresa que se iba a encargar de la impresión no iba a cumplir su compromiso. Han sido varias las semanas de nervios y llamadas para saber dónde estaba el libro, o si existía siquiera. Tensión por el compromiso adquirido con las 262 personas que os habíais registrado en la preventa.

El pasado jueves, 3 de julio, estábamos Antón y yo tirados en el sofá dándole una segunda oportunidad a una serie (pelín infumable), cuando sonó una notificación en el grupo de wasap donde ambos estamos. Un chat creado por Indira y bautizado por ella como “Liderazgo”.

Era un audio de Alberto, uno de los miembros de Estudiantes por la Inclusión. 

Todas las que habéis visto el documental «Educación inclusiva. Quererla es crearla» sabréis quién es Alberto: el chico que se emociona durante la entrevista con la ministra de Educación, Pilar Alegría, hasta el punto de tener que abandonar la reunión.

Su madre, Inma, nos dijo aquel día: Alberto nunca llora.

Imagino que era difícil contener esas lágrimas de dolor, impotencia y rabia ante la responsable en nuestro país de una Escuela que le ha castigado por estar enfermo. 

Desde que le conocemos, la ilusión del Alberto ha sido siempre ser médico. No sólo para curar a otros niños y niñas en su situación, sino también para, desde esa posición, luchar contra una escuela que no permite al alumnado enfermar. O, más bien, que lo castiga por ello.

Quienes conocemos a Alberto sabemos de su infierno durante la Primaria, que se prolongó en la ESO y que llegó a su cúspide este último curso de 2º de Bachillerato. Un curso tan duro para él y su familia, pero que han sido capaces de resistir. Nuevamente.

No ha sido duro por sus citas médicas o por los días en que ha estado indispuesto. Ha sido duro por la mezquindad de muchos de los trabajadores de la educación (que no docentes) que ha tenido la desgracia de sufrir. Vamos a dejar de diluir responsabilidades y echar la culpa al “sistema”. El sistema está formado por personas concretas, con nombres y apellidos.

Quienes conocemos a su madre, Inma, sabemos que lleva 15 años siendo David contra Goliath. Y que, como David, ha vencido. A un coste físico y emocional que no puedo ni imaginar, pero ha vencido.

Ese audio de Alberto del día 3 de julio iba precedido de este mensaje: «Hola a todos. Quería compartir una gran noticia reciente con todos vosotros.»

Alberto nos informaba de que ya era oficialmente estudiante de Medicina en la Universidad de Sevilla. 

Los gritos de alegría Antón llegaron hasta Sevilla y yo llevo desde ese día con la piel erizada.

Tampoco puedo describir la alegría expresada en las felicitaciones del grupo.

«Un médico que primero es paciente», escribió Alberto.

En ese preciso momento, entre gritos y pelos de punta, sonó el timbre de casa. Era la mensajería que traía las 12 cajas con los libros (perdidos) de Antón.

Lo compartimos en el grupo para sumar alegría y celebrar la coincidencia de dos grandes acontecimientos casi al mismo tiempo.

Inma recordó un texto escrito por Antón hace tres años donde imaginaba el futuro de los EXI. Aunque alteraba sus nombres reales, todos resultaban reconocibles para quienes les conocemos. Entonces, mandé la foto de la página 184 del libro de Antón recién llegado:

«Bruno es médico. Gracias a él ahora los profesores tienen en cuenta las citas médicas de los niños y niñas que están enfermos, y los días que tienen que faltar a la escuela, y les facilitan las cosas. Impulsó una campaña precisamente para pedir que los centros fueran humanos con los alumnos y alumnas que están enfermos. También durante toda su carrera diagnosticó muchos síndromes a personas de cualquier edad.»

Esa noche, al acostarse, Antón se acordó de que era el cumpleaños de mi madre. Es la primera vez, desde que no podemos celebrarlo ya con ella, que se me olvida. Pero ella sigue cuidándonos a través de la energía de todos los átomos de sus genes, esos que llevamos sus dos hijos y sus tres nietos.

Hace casi dos años decidí asumir la tarea de convertirme el editora del libro de mi hijo. A mi (nuestra) editorial le he llamado Manelia. Una combinación del nombre de mis padres, Manuel y Delia. Las personas que dieron mucho más que su vida por mí y a las que echaré de menos cada día, cada hora y cada minuto de lo que me quede por vivir.El libro ha estado pelín gafado y aunque debería haber visto la luz en la primavera de 2024, no ha sido posible hasta este verano de 2025. No os voy a aburrir con todas circunstancias que han obstaculizado el proceso, sólo con las del final que nos hicieron temer que la empresa que se iba a encargar de la impresión no iba a cumplir su compromiso. Han sido varias las semanas de nervios y llamadas para saber dónde estaba el libro, o si existía siquiera. Tensión por el compromiso adquirido con las 262 personas que os habíais registrado en la preventa. El pasado jueves, 3 de julio, estábamos Antón y yo tirados en el sofá dándole una segunda oportunidad a una serie (pelín infumable), cuando sonó una notificación en el grupo de wasap donde ambos estamos. Un chat creado por Indira y bautizado por ella como “Liderazgo”. Era un audio de Alberto, uno de los miembros de Estudiantes por la Inclusión. Todas las que habéis visto el documental «Educación inclusiva. Quererla es crearla» sabréis quién es Alberto: el chico que se emociona durante la entrevista con la ministra de Educación, Pilar Alegría, hasta el punto de tener que abandonar la reunión. Su madre, Inma, nos dijo aquel día: Alberto nunca llora. Imagino que era difícil contener esas lágrimas de dolor, impotencia y rabia ante la responsable en nuestro país de una Escuela que le ha castigado por estar enfermo. Desde que le conocemos, la ilusión del Alberto ha sido siempre ser médico. No sólo para curar a otros niños y niñas en su situación, sino también para, desde esa posición, luchar contra una escuela que no permite al alumnado enfermar. O, más bien, que lo castiga por ello. Quienes conocemos a Alberto sabemos de su infierno durante la Primaria, que se prolongó en la ESO y que llegó a su cúspide este último curso de 2º de Bachillerato. Un curso tan duro para él y su familia, pero que han sido capaz de resistir. Nuevamente. No ha sido duro por sus citas médicas o por los días en que ha estado indispuesto. Ha sido duro por la mezquindad de muchos de los trabajadores de la educación (que no docentes) que ha tenido la desgracia de sufrir. Vamos a dejar de diluir responsabilidades y echar la culpa al “sistema”. El sistema está formado por personas individuales, con nombres y apellidos concretos. Quienes conocemos a su madre, Inma, sabemos que lleva 15 años siendo David contra Goliath. Y que, como David, ha vencido. A un coste físico y emocional que no puedo ni imaginar, pero ha vencido. Ese audio de Alberto del día 3 de julio iba precedido de este mensaje: «Hola a todos. Quería compartir una gran noticia reciente con todos vosotros.» Alberto nos informaba de que ya era oficialmente estudiante de Medicina en la Universidad de Sevilla. Los gritos de alegría Antón llegaron hasta Sevilla y yo llevo desde ese día con la piel erizada. Tampoco puedo describir la alegría expresada en las felicitaciones del grupo. «Un médico que primero es paciente», escribió Alberto. En ese preciso momento, entre gritos y pelos de punta, sonó el timbre de casa. Era la mensajería que traía las 12 cajas con los libros (perdidos) de Antón. Lo compartimos en el grupo para sumar alegría y celebrar la coincidencia de dos grandes acontecimientos casi al mismo tiempo. Inma recordó un texto escrito por Antón hace tres años donde imaginaba el futuro de los EXI. Aunque alteraba sus nombres reales, todos resultaban reconocibles. Entonces mandé la foto de la página 184 del libro de Antón recién llegado: «Bruno es médico. Gracias a él ahora los profesores tienen en cuenta las citas médicas de los niños y niñas que están enfermos, y los días que tienen que faltar a la escuela, y les facilitan las cosas. Impulsó una campaña precisamente para pedir que los centros fueran humanos con los alumnos y alumnas que están enfermos. También durante toda su carrera diagnosticó muchos síndromes a personas de cualquier edad.» Esa noche, al acostarse, Antón se acordó de que era el cumpleaños de mi madre. Es la primera vez, desde que no podemos celebrarlo ya con ella, que se me olvida. Pero ella sigue pensándonos y cuidándonos a través de la energía de todos los átomos de sus genes que llevamos sus dos hijos y sus tres nietos. ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ Alberto ha conseguido una de sus mayores aspiraciones que era ser médico. No han podido con él por mucho que lo han intentado. Antón ha hecho realidad su sueño de ser escritor. No han podido con él por mucho que lo han intentado. En la foto: dos EXIs. Uno médico y otro escritor.

En la foto: dos EXIs. Uno médico y otro escritor.

Alberto ha conseguido una de sus mayores aspiraciones que era ser médico. No han podido con él por mucho que lo han intentado.

Antón ha hecho realidad su sueño de ser escritor. No han podido con él por mucho que lo han intentado.

El amor gana

Hace unos días, una persona entrevistó a Antón como candidato para una formación con la que estaba muy ilusionado. La entrevista duró unos pocos minutos y, en ese tiempo, esa persona que no había visto, escuchado ni leído jamás a Antón, le dijo que «no le veía en ese curso por su discapacidad» y además añadió que «no le veía capacitado para trabajar con niños».

No puedo explicar lo hundido que llegó a casa y cómo pasó los siguientes días.

¿Cómo pueden pesar tanto las palabras de una sola persona prejuiciosa y capacitista que, desde su prepotencia y soberbia como “experta en recursos humanos”, se atreve a juzgar a alguien en tres minutos?

Menos mal que son cientos más las personas que miran a Antón y no a una etiqueta, y que aprecian y valoran lo que es, cómo es y todo lo que puede aportar.

No han pasado ni 24 horas desde que lanzamos la preventa y ya hay casi doscientos ejemplares del libro de Antón reservados!

Estamos tan conmovidos por esta acogida… Es tanto el cariño y el amor que estamos recibiendo… que no hay palabras para expresar la emoción que sentimos.

Somos conscientes de que parte de esa emoción (casi colectiva) que se ha generado procede de ser voz de aquellos a quienes se les ha quitado.

Es una responsabilidad enorme para Antón, pero también un deber por la fortuna de estar entre los escuchados.

Gracias a Marigel López por el hermoso diseño del libro y por la paciencia tan grande que ha tenido con nosotros durante estos meses.

Gracias a Luz Mojtar por el precioso prólogo que sólo ella podría haber escrito así.

Gracias a Sonia López por un epílogo perfecto para la reflexión colectiva que espera impulsar el diario de Antón.

Gracias a todas las que habéis sabido mirarle a él y no a la etiqueta que le grabaron a fuego al nacer.

GRACIAS DE TODO 🧡

Portada interior del libro de Antón. Sobre fondo naranja aparece: ANTÓN (letras negras) UNO MÁS, (letras blancas) NADA MENOS (letras blancas) Diario de una resistencia ignorada (letras negras)

Puedes conseguir el libro a través del siguiente formulario: Antón: uno más, nada menos. Diario de una resistencia ignorada.

Hemos incluido un apartado para que quien quiera pueda compartirnos las razones que le llevan a comprar el libro.

Comparto algunas de esas respuestas maravillosas por aquí, como contraposición a las palabras que aquella señora le escupió a Antón y como vacuna contra todas esas personas expertas en orientación pero que tan desnortadas andan.

«Pues porque cada vez que leo a Antón me emociono muchísimo. Disfruto mucho con sus historias, anécdotas o reflexiones. Me encanta su naturalidad y su sinceridad. Estoy segura que lo voy a disfrutar mucho, a la vez que voy a seguir aprendiendo, porque he aprendido muchas cosas con él y su madre. Bueno, básicamente porque lo quiero mucho, le deseo lo mejor y quiero apoyarle en esta aventura, que seguro no será la última, porque Antón conseguirá lo que se proponga, estoy convencida. Es una persona MARAVILLOSA. Ojalá pueda recibirlo con una dedicatoria suya. Me encantaría recibirlo en mano, eso significaría que nos vamos a volver a encontrar, espero que pronto. Un enorme abrazo desde el sur. Y GRACIAS infinitas.»

«Querido Antón, hace mucho tiempo te dije que me absorbía leerte y que me encantaba. Que me gustaría que algún día publicases un libro y mira, mi deseo se cumplió. No te admiro por esas características que otros ven en negativo ni tampoco por tu diversidad, ni tan siquiera por esas historias que nos cuentas de lo negativo que has podido vivir y describir por discriminación. Te admiro por ser un chaval que escribe de una forma deliciosa, porque una vez leída la primera frase no puedo parar hasta el final, te admiro por tu valía y valentía, por esas descripciones detalladas de tus vivencias que me trasladan a casi verte en la situación vivida, por ese arte de escribir, porque cuando te leo no pienso en la diversidad que te acompaña, solo pienso en ti tal cual eres y te admiro porque me da la gana. Un abrazo enhorabuena y gracias por cumplir unos de mis deseos.»

«Me gustan los libros en general pero cuando están basados en hechos reales con mayor motivo y en este caso, comparto como madre de hijo de necesidades ese dolor, esfuerzo y lucha por defender su sitio en esta sociedad, que otros lo tienen sin más. Ese dolor que te rompe el alma y te anula como ser humano ante tantas injusticias. Por eso y por todo lo demás. Gracias y bravo por ser tan valiente y luchar por otros que no pudieron ni podrán. Me gustaría recibirlo firmado por favor “Para E…” que es mi hijo. Un beso enorme.»

«Antón fue un descubrimiento para mí en CompostELA. Mas tarde nos envió un vídeo contando su experiencia en el instituto que lo compartimos en el cole de mi hija I. en una charla que dieron Susi y ella para sus compañeros de clase sobre la ELA y la experiencia del CompostELA. En unos días van a volver a dar la charla para otro curso y esperamos volver a compartir las palabras de Antón con los niños. Estamos I. y yo deseando leer el libro y compartirlo con nuestra gente.»

«La mirada de una madre en cuanto nuestros hijos siempre es proteger y cuando existe discapacidad hay un fino hilo como tú dices Carmen de sobreprotección. La sobreprotección, las experiencias de nuestros hijos, pienso seguro que ayuda a que regulemos esa protección con sus experiencias. El miedo a que no estarás siempre, te hace cometer errores, yo estoy en ese dilema con C., hasta donde le ayudo o le perjudico.»

«La primera es porque conozco a Antón y a su madre virtualmente hace años y quiero mostrar así lo orgullosa que estoy de él. La segunda porque estoy segura que seguiré aprendiendo de él. Y la tercera, en agradecimiento a él por su lucha y a su madre, por la misma razón y por poner siempre palabras a sentimientos que, como madre de una persona con discapacidad, muchas veces no sé describir.»

«Antón me parece un ejemplo para esta sociedad, lo admiro por lo que lucha, a parte de que es un chico entrañable al que quiero y aprecio. También apoyar a sus padres, sobre todo a Carmen por luchar por Antón y gritarle a la sociedad que son uno MÁS en este mundo. Les doy las gracias por poder compartir con ellos momentos inolvidables. Mil gracias familia se os quiere.»

«Considero que el libro puede llevar a las Facultades de Educación la voz del alumnado. Imparto docencia en la formación inicial del profesorado, y estoy segura que será un texto para acercar a los futuros docentes que las dinámicas de exclusión y resistencia no son constructos teóricos solo, siempre tiene un o una protagonista, una familia y un contexto concreto.»

«Os sigo en redes desde hace tiempo y conocer más de las barbaridades que les ocurren a las personas con NEE/discapacidad me ayudará a poner más ejemplos a los futuros maestros de la Escuela de Educación de la Universidad de León, centro donde Alejandro Calleja y/o yo damos seminarios. Es necesario hablar tanto de lo malo (que suele abundar más) como de lo bueno, que es la situación actual de mi hijo M., con síndrome de Down. GRACIAS, ANTÓN.»

«También tengo discapacidad, y es un tema que me afecta enormemente. Soy estudiante de dirección escénica en la ESAD Málaga y para mí proyecto final de grado quiero escribir una obra de teatro justamente sobre la discapacidad y la discriminación e invisibilización, por lo que este libro es muy probable que me ayude a clarificar mis ideas. Gracias por escribir un tesoro como éste.»

«Primeiro porque Antón forma parte da miña familia teatreira, é un loitador, está visibilizando e representando a moita xente que se sinte excluida da educación e das actividades da vida cotiá. E para desaprender… si desaprender o que vivimos ou nos ensinaron. E por suposto porque quero entrega en man. Un grande Antón e a sua familia. Facedes historia.»

«Porque mi hijo M., que tiene los mismos años que Antón, ha sufrido lo mismo durante la secundaria. Ha estado completamente solo en los dos institutos por los que ha pasado. Me apetece mucho leer este libro porque sigo a Antón desde hace tiempo y me encanta lo que escribe.»

«Porque he visto crecer a Antón a través de las redes, y he seguido y apoyado su lucha y la de su madre y su familia durante todos estos años. Aunque no nos conocemos en persona, los siento como cercanos y apoyo este proyecto y me ilusiona como si fuese mi propio hijo!»

«Conozco a Antón hace varios años. Lo sigo en RRSS y conozco de buena mano sus textos. Vivo enamorada de su escritura desde que nos hizo una carta en el campamento, creo que un cachito de aquel papel se quedó para siempre en cada uno de nuestros corazones.»

«Me hace muchísima ilusión la publicación de este libro. Valoro profundamente la experiencia vital de Antón. Necesitamos estas voces para seguir luchando por un cambio real. Ojalá su próximo libro sea contándonos lo mucho que ha cambiado nuestra sociedad.»

«Carmen, Antón: cómo me alegro, ojalá pudiera elegir «entrega en mano». Espero leerlo y, en algún momento, llevarlo a que me echeis una dedicatoria. No estoy muy presente en redes últimamente pero no dejo de seguiros. Un abrazo. Y enhorabuena.»

«Me gustaría conocer más de la vida de Antón ya que lo considero un amigo y lo admiro muchísimo, además quiero apoyarlo en este proyecto por su fuerza y valentía para compartir todos estos textos que reflejan momentos duros de su vida.»

«Hola, sigo la vida de Antón hace muchos años, primero a través de su madre, Carmen y después desde su persona. Tengo un hijo con discapacidad de 17 años, también se llama Antón y muchas muchas veces me he sentido identificada con vuestras palabras. Me apetece mucho saber qué piensas Antón de muchos temas y como se siente y los afronta, para mí es muy enriquecedor y seguro me sirve para comprender más a mi hijo. Enhorabuena por el libro. Gracias Antón por dejarnos compartir tu vida.»

«Porque para mí sois familia. Porque me siento agradecida por todo lo que Antón me aporta y aporta al mundo; por su mirada transformadora; por su valentía de enfrentarse a tantas situaciones y querer compartir sus experiencias; porque necesitamos leer, conocer, escuchar, sentir historias como la suya para despertar, y comprender el auténtico valor de la diversidad; por el derecho a vivir la vida que deseas Antón… Uno más, nada menos. Buen Camino!»

«Celebro todos los proyectos de Antón y me gusta mucho cómo escribe. Sigo con mucho interés su criterio sobre las ultimas películas de cine, series de televisión, el festival de Eurovisión, los premios Goya… Lo conozco a través de la familia de la diversidad. Reconozco que a veces me satura la parte negativa que ello conlleva en una sociedad llena de egos, prisas y de competición mal entendida. Por eso escogeré cuidadosamente los momentos de lectura de este libro que sin duda debe y merece ser leído.»

«Porque siempre me encanta lo que cuenta y cómo lo cuenta!!! Siempre acierta con su mirada certera: sosegada y reivindicativa al mismo tiempo. Incita a reflexionar y a luchar por lo que realmente importa. No me lo pierdo!»

«Por lo poco que leí de Antón, creo que merece la pena leer su libro, ya que es una persona que te hace pensar y ver cosas que normalmente las pasamos por alto sin darles importancia cuando la tienen y mucho.»

«Como madre, cómo persona, como activista, como lectora fan de Antón…. Necesito leerle. Antón me transporta con sus textos a sus experiencias, a los lugares, a las personas que conoce. Necesito leerle.»

«Me parece muy importante la escucha (en este caso lectura) para conocer las situaciones de la vida a las que tienen que hacer frente las personas nombradas por su discapacidad y poder aprender de ellas.»

«Conocerte Antón aunque no haya sido en persona ha sido reconfortante. Compartir experiencias más alla de eso, compartir tu punto de vista sobre muchas injusticias…. me hace ilusión leerte :)»

«Porque gracias a Quererla es crearla, he entendido lo que es la inclusión, y el respeto a las derechos humanos de todas las personas… y que en la escuela y en el mundo cabemos todas…»

«Porque os queremos mucho, porque las palabras de Antón son sentidas, reales y vividas. Experiencias personales que nos enriquecen a todos. Abrazo grande para toda la familia.»

«Leer a Antón (y a su madre) siempre hace que crezcas como persona tras reflexionar sobre lo escrito. Quizás sea la forma más egoístamente maravillosa de querer leer un libro.»

«Os acabo de descubrir y me identifico con vosotros. Mi hija tiene una enfermedad rara que le impide comunicarse como a las personas de su edad (23 años) y se me ha pasado por la imaginación que como todos los chicos, adolescentes tenéis los mismos o parecidos pensamientos, quizá al leer a Antón es como si escuchara los pensamientos de mi hija. Un saludo.»

«Conocí a Antón personalmente y es un ser humano increíble, comparte todo con amor y desborda alegría, estar junto a Antón te invita a crecer, a reír, a compartir sin límites. Lo felicito de antemano, compartir sus vivencias es algo valiente y de seguro nos va enseñar a ver el mundo diferente.»

«Porque mi hijo M., que tiene los mismos años que Antón, ha sufrido lo mismo durante la secundaria. Ha estado completamente solo en los dos institutos por los que ha pasado. Me apetece mucho leer este libro porque sigo a Antón desde hace tiempo y me encanta lo que escribe.»

«Me encanta como escribe Antón, la frescura y cercanía que trasmite en sus textos. Compartir su experiencia es mi manera de acercarme y participar en este movimiento, que habéis iniciado, para conseguir una escuela, un mundo abierto en el que todos podamos ser los que somos.»

«Me interesa mucho conocer la experiencia de Antón. También su escritura. Siento que su valentía y su generosidad pueden ayudarme a acompañar mejor a mi hijo con autismo en las dificultades que debe afrontar todos los días en sociedad. Muchas gracias.»

«La razón es evidente, continuar lo que emprendiste y que tu madre ya había comenzado mucho antes, donde por casualidad la encontré y tantísimo me ayudó. Gracias por dar voz a los que como mi hija no pueden, miles de gracias, ¡un cariñoso abrazo!.»

«Quiero tener el primer libro de este camino de crecimiento personal de Antón, su compromiso por conseguir una educación inclusiva, iniciado en su adolescencia, tiene capítulos que no me los puedo perder. Te quiero mucho Antón.»

«Soy madre de un niño nombrado por la discapacidad (M.) y gracias a ello he conocido gente maravillosa, entre ellos la gran Carmen Saavedra y el más grande aún Anton Fontao. No puedo perderme este libro y no me lo voy a perder»

«Tuve la oportunidad de hablar un poquito con él en Menorca y en Barcelona, le sigo en redes y me encanta lo que dice y escribe y como lo dice y lo escribe. Quiero conocerle mejor y conocer su historia para aprender de ambos.»

«Conocí a Antón hace un par de meses en un curso en Carnoedo y me maravilló como persona, su inteligencia y su carisma. Quiero entender por qué, como seres humanos, somos capaces de apartar a quien es diferente a nosotros.»

«Gracias una vez más por vuestra generosidad, Antón y Carmen en compartir vuestras resistencias y luchas. Gracias por poner el cuerpo por tantas personas. Gracias por hacer el mundo un lugar más amable y más humano.»

«Le he preguntado a B. y me ha dicho lo siguiente «porque lo conocemos desde siempre, porque es un crack, porque nos parece muy importante lo que transmite y porque lo queremos apoyar como escritor» Besos»

«Razones hay miles pero la más importante es por lo mucho que quiero y admiro a Antón, por todo lo que me ha enseñado y me enseña; y porque gracias a él y a su familia, mi familia es más grande y más bonita.»

«Soy madre de hija con discapacidad y activista en la defensa de sus derechos desde ADISLI, su asociación. Tanto Anton como Carmen sois un referente para muchas familias y os sigo desde hace tiempo. Gracias»

«Conoci a Antón en un curso y lo admire desde el principio. Y admiro muchisimo a sus padres. Antón es bueno, guapo, bailarín, divertido. Buf un encanto»

«Soy educadora social especializada en autismo y considero imprescindible leer y escuchar a las voces autistas (que hasta ahora estaban siendo silenciadas o invisibilizadas).»

«Hace tiempo que te sigo en las redes. Soy una persona implicada y empática con las personas con discapacidad. Soy esposa y abuela de personas con discapacidad. Felicidades, muchas gracias.»

«Conozco al autor, su vida y su honesta forma de narrar el dolor durante su periodo escolar; estoy segurísima de que tiene interés para cualquier persona con sensibilidad.»

«Sin leerlo, sé que es imprescindible. Antón y sus textos, sus reflexiones, siempre me enseñan y me hacen pensar. No veo el momento de perderme en estas páginas….»

«Conozco a Antón. Nada más y nada menos. Quiero leerlo yo y quiero regalárselo a mi sobrina y a una gran amiga y mejor madre con una hija con parálisis cerebral.»

«El año pasado he aprendido mucho de Antón y Carmen a través de sus intervenciones en Campaña Mundial por la Educación, será un gusto continuar aprendiendo :)»

«Me encantó participar en la publicación del artículo en prensa de Antón y ahora estoy deseando leer su relato (más) completo. Eres un tío con mucho talento!»

«Madre de chico con tea y docente de filosofía en instituto. Uno para mí y otro para mi centro. Y quizá lo pueda poner como lectura a mis alumnos. Abrazos.»

«Hay que escuchar de primera mano la voz de personas con discapacidad, es la manera de normalizar una sociedad más respetuosa con todos. Tengo una hija con tea.»

«No me lo perdería por nada. Me encanta leer y escuchar a Antón. He aprendido y aprendo de ambos más que de lo que podría hacerlo en cualquier máster.»

«Porque estoy segura que me enseñará muchísimo y porque es muy necesario conocer las historias de vida de las personas. Y porque os quiero Carmen.»

«Tengo una hija con diversidad funcional de 19 años. Hace tiempo que os leo en el blog. Gracias por compartir vuestras vivencias.»

«Soy madre de gemelos con TEA y no tuve ni tiempo ni capacidad para reflejar mi experiencia como madre/ terapeuta/ cuidadora/trabajadora/mujer…»

«Porque después de conocer un pedazo de su historia y poder escucharlo, tanto dolor remueve almas y es un placer poder conocer a esa gran persona.»

«Haber seguido a Carmen y Antón durante años y estar en una situación similar. Temas así me parece importante dar toda la difusión posible.»

«Porque queremos cambiar el mundo o al menos la mirada de muchas personas y los que lo tenemos claro necesitamos empaparnos de su enseñanza.»

«Me encantaría que Antón me lo firmaras y dieras en mano. Me interesa mucho leerte Antón y conocer tu experiencia vital:-) Abrazo Amigo!»

«Me inspira mucho la fuerza de Antón y su alegría. Además es un lujo ver como se expresa y poder conocer un poco más de su historia.»

«Aunque yo siempre le he visto como a uno más, creo que se puede aprender mucho más cuando te explican las cosas de primera mano.»

«Coñezo a Antón e son moi fan porque escrebe xenial, con puntos e comas moi incómodas para o ensino e que necesitan saberse.»

«Porque la historia de Antón merece ser escuchada y siento que puedo aprender mucho de su experiencia. Gracias Antón.»

«Interés en las vivencias de las personas sometidas por el capacitismo, valor inmenso por vuestro trabajo.»

«Porque admiro y quiero a Carmen y a Antón y, por extensión, a toda su familia. Formáis parte de mi vida.»

«Sigo a Antón en redes sociales y me gustaría tener sus historias, comentarios y opiniones todas juntas.»

«Quiero regalárselo a mi hijo y a dos amigos tocados por la discapacidad, creo que les puede ayudar.»

«Soy maestra de educación especial, y sigo a Nacho Calderón y a través de él he conocido a Anton.»

«Conozco a Antón y soy parte del movimiento reivindicativo en el que están implicados!!»

«Porque somos muy fans de Antón y este libro no puede faltar en nuestra biblioteca IN.»

«Me interesan mucho las reflexiones de Antón, me parece una persona muy interesante.»

«Os tengo mucho aprecio a ambos y sé que voy a seguir aprendiendo mucho con vosotros.»

«Polo aprecio a Antón e poder xa non so ler, senón compartir as súas palabras.»

«Porque tenemos que demostrar entre todos todo lo que podemos hacer.»

«Interés por mejorar la respuesta educativa a la diversidad del alumnado.»

«Por lo mucho que lleváis luchado por la «EDUCACIÓN INCLUSIVA REAL”.»

«Porque Antón se merece que todo el mundo conozca sus vivencias.»

«Demasiadas razóns, as principais, cariño e admiración por Antón.»

«GRACIAS por hacer esto querida Carmen y queridísimo Antón.»

«Porque leer y beber de su historia es crecer en humanidad.»

«Conocer la gran capacidad, esfuerzo y creatividad de Anton.»

«Me apetece leerlo porque Antón tiene mucho que enseñarnos.»

«Curiosidad para ver el mundo a través de los ojos de Anton.»

«Porque quiero saber más de Antón.Porque me encanta Antón.»

«Lo quiero con firma de Antón. ARRIBA LA RESISTENCIAAAAAA!!!»

«Creo que mis razones son obvias… Lo quiero a millón!»

«Aprender a entender la diversidad de primera mano.»

«Porque Antón es el mejor escritor que conozco.»

«Porque Antón es un REFERENTE. Con mayúsculas.»

«Sobran las razones. Imposible poner sólo una.»

«Admiro a Antón y quiero saber más sobre él.»

«Porque me interesa mucho escuchar a Antón.»

«Por la humanidad que lleva en su interior.»

«Antón é o exemplo, así cambiase o mundo.»

«Seguir avanzando en el cambio de mirada.»

«Me encanta como escribe Anton, soy fan.»

«Voglio conoscere i pensieri di Anton.»

«Soy mamá de una comunicadora emergente.»

«Por amor a esta familia tan bella!!!!»

«Os sigo y estoy impaciente de leerlo.»

«Ver el mundo a través de otros ojos.»

«Estoy deseando leer este libro!!!!»

«Soy seguidora de vuestra lucha!»

«Me encanta todo lo que escribe.»

«Non hai razóns para non leelo.»

«Porque eres el mejor Antón.»

«Porque admiro al autor.»

«Encántame ler a Antón.»

«Adoro a este chaval.»

«Os quiero.»

«ANTÓN 🧡»

UNO MÁS, NADA MENOS

Después de más de un año recopilando, seleccionando, descartando y revisando entre la inmensa producción de textos escritos por Antón, hoy podemos anunciar que la maqueta de su libro ya está, por fin, lista para entrar en imprenta.

Por diversas razones, nos hemos decantado por la autoedición y ahora toca decidir el número de ejemplares que se imprimirán. Para ello, hemos creado un formulario para la preventa. Nos permitirá saber el número de personas que puedan estar interesadas en adquirir el libro y, a partir de ahí, decidir el número final de esta edición que, ojalá, sea la primera de muchas.

En el libro se incluyen textos ya publicados por Antón en sus redes, así como muchos otros inéditos y, para estos últimos, mi doble condición de editora y madre han entrado en conflicto. La editora tenía claro que todos sus escritos eran importantes y necesarios para conocer de primera mano el sufrimiento provocado por la opresión que viven las personas nombradas por la discapacidad.

Como madre, mi función ha sido mucho más difícil. Hubo un momento en la vida de Antón en que tracé una línea entre la despreocupación y la sobreprotección y he procurado caminar siempre por ella. Para su vida, el peligro siempre ha sido cruzarla hacia el lado de la sobreprotección. Para su escritura, me preocupaba mucho más caer en el de la despreocupación.

El primer borrador, que recogía todas las publicaciones y textos de Antón, ocupaba el equivalente a 400 páginas en formato libro. 104.670 palabras. 560.175 caracteres. Medio millón de teclas pulsadas para contar una (corta pero desgraciadamente intensa) vida. La versión final del libro es de 232 páginas que ha maquetado nuestra amiga Marigel López con talento y profesionalidad pero, sobre todo, con todo su infinito amor hacia nosotros y hacia la obra que tenía en sus manos.

Los escritos de Antón van más allá del diario de un adolescente. Muchos, muchísimos de ellos han tenido una función terapéutica para él. Especialmente durante los cuatro años de soledad e invisibilidad (que en realidad son formas de maltrato) que pasó en el instituto. El inicio de sus publicaciones coincide, precisamente, con parte de esa etapa. Así que muchos de sus textos son catárticos. Funcionaban para él como un purgante del dolor. Leyéndolos, una casi visualiza al protagonista del cuadro de Munch. Esos textos son gritos ahogados. Porque expresamos el dolor físico con voces esforzadas, elevadas, agudas, pero la ansiedad, la angustia, el vacío o la soledad no van acompañadas de ningún sonido. Sin embargo, en muchos de los párrafos de Antón pueden escucharse sus gritos.

Mi papel como editora (o, más bien, como editora-madre) ha sido intentar protegerle y saber qué, cuánto y hasta dónde podía exponer públicamente. Hasta qué punto le iba a ayudar a él —como individuo particular, pero también como parte del colectivo oprimido al que pertenece— exponer determinadas situaciones y sentimientos. Y dónde se cruzaba la línea en la que ese “compartir” se convertía en “sobreexposición” y pudiera conllevar un daño para él. 

Los textos abarcan desde que tiene 14 años hasta el día en que cumple 18. Están recogidos en orden cronológico. Así, el lector puede ver crecer a Antón a lo largo del tiempo y observar su evolución. No sólo en su escritura sino, sobre todo, como ser humano y dentro del mundo y del activismo.

Todo este proceso lo hemos realizado juntos y no siempre hemos estado de acuerdo. Hay textos que yo no hubiera incluido, pero no hay ninguno que él no quisiera publicar. La lucha entre la editora y la madre ha sido titánica y creo que ha ganado la primera. Porque creo que la labor de una editora es acompañar, pero nunca imponer. Y porque una madre debe respetar las decisiones de un hijo que ya es adulto.

Tengo la confianza de que todas las personas que leáis este libro lo vais a hacer desde el amor y desde el deseo de cambiar la mirada. A través del testimonio de un adolescente que se siente una persona más del mundo, en una sociedad que le ha visto y tratado desde su nacimiento como una persona menos.

 

Como editora, deseo que disfrutes este libro. 

Como madre, te pido que cuides a su autor.

CARMEN SAAVEDRA

Editora-madre

Imagen de la portada del libro. En ella aparecen unas escaleras entre dos paredes y en lo alto de esas escaleras una silueta que es la de Antón. Sobreimpresionado en esta imagen aparece el título del libro: ANTÓN (letras color naranja) UNO MÁS, (letras color negro) NADA MENOS (letras color negro) DIARIO DE UNA RESISTENCIA IGNORADA (letras color naranja)

Puedes conseguir el libro a través del siguiente enlace: 

UNO MÁS, NADA MENOS

Eres libre también de compartirlo entre las personas y espacios que creas puedan estar interesados en este libro. 

GRACIAS 🧡

 

Para que no pasen lo mismo que nosotros

Pensar e investigar la educación: desafíos sociales y líneas emergentes es un libro recientemente publicado por Octaedro y coordinado por varias personas, entre ellas nuestra compañera de Quererla es Crearla, Tere Rascón.

Antón figura como coautor, junto a Luz Mojtar, Tere Rascón y Nacho Calderón del capítulo 3, que lleva por título «”Para que no pasen lo mismo que nosotros”. Educación inclusiva, lucha colectiva y resiliencia en la vida de Antón Fontao».

«Se trata de un capítulo publicado junto al protagonista, en el que reflexionamos sobre la importancia de la lucha colectiva en la construcción de la identidad. La lucha política tiene un amplio impacto en el modo en que la propia persona se concibe y es concebida.

Gracias, Antón, por la oportunidad de aprender contigo durante los últimos años. Estudiar las exclusiones que la escuela genera requiere dejarse guiar por los análisis y experiencias de las personas que lo sufren. Y aprender junto a ti y junto al grupo de estudiantes nos está permitiendo buscar nuevos caminos. El que hemos explorado contigo está cargado de generosidad, bondad y deseo genuino de hacer una escuela en la que todo el alumnado pueda disfrutar. La educación es esto que plasmas en la frase del título y que destacaba el profesor José Manuel Esteve hace años: un compromiso con la memoria. Solo tengo palabras de agradecimiento.»

(Nacho Calderón)

Imagen de la portada del libro.

Transcribo aquí uno de los fragmentos de este capítulo:

«Circunscribir el problema de Antón que hemos dibujado en estas páginas al síndrome que porta es una bobada. El rechazo o la exclusión son realidades sociales que sufre Antón, y que tienen su justificación en la discapacidad. Sin embargo, hablamos aquí de la discapacidad como una forma desequilibrada de relación, y no hay tratamiento clínico individual que pueda solucionar eso.

De la misma forma que el problema nunca estuvo en las personas homosexuales, por ejemplo, aunque se las tratara como enfermas; el problema, evidentemente, siempre ha estado en la concepción y las prácticas de las personas heterosexuales, que ostentan la hegemonía. Tampoco el problema estuvo nunca en el cuerpo de las mujeres, sino en la opresión machista. Ni en el color de piel de determinadas personas, sino en el racismo.

Han sido estas colectividades las que, en distintos momentos de la historia, fueron capaces de reconocer sus situaciones fuera del marco epistemológico socialmente compartido, desarrollando, así, un movimiento social y político que amplía los derechos. Es lo que Antón encontraría en un grupo de estudiantes que comenzó a reunirse con la simple idea de construir una guía para hacer las escuelas más inclusivas a partir de sus experiencias.

Ese grupo trascendía los límites de una opresión concreta (por ejemplo, la discapacidad entendida como relación), porque estaba constituido por una enorme diversidad interna: de clase social, capacidades, etnia, nacionalidad, raza, estado de salud, orientación sexual, género, entorno rural/urbano, rendimiento académico, etc. Se formó un grupo humano que tuvo la oportunidad de compartir experiencias y, con ello, de reconocerse en los demás.»

Puedes leer el capítulo completo en el siguiente enlace: ”Para que no pasen lo mismo que nosotros”. Educación inclusiva, lucha colectiva y resiliencia en la vida de Antón Fontao.

Y comprar el libro aquí: Pensar e investigar la educación: desafíos sociales y líneas emergentes.

Fotografía de una de las páginas del capitulo con un párrafo resaltado con rotulador amarillo y verde.

CompostELA 2024 (por Antón Fontao)

El pasado martes, 10 de septiembre, llegamos un grupo bastante abundante de personas con camisetas amarillas a la Praza do Obradoiro, las cuales llevábamos haciendo el Camino de Santiago desde el jueves anterior.

Hasta ahora no he podido escribir sobre el tema porque fue de esas experiencias que fueron tan increíbles que te deja una resaca emocional potente que dura durante días, y más si lo que viene después es lo contrario a cómo te habían tratado hasta ese momento.

Para la gente que no sabe qué es esto, os pongo en contexto. El CompostELA, así llamaron al grupo, está compuesto principalmente por personas con ELA, como también hay familias o personas con diversidad funcional. Todas las personas somos de una parte distinta de España. El propio CompostELA está hecho, aparte de para que disfrutemos y nos relacionemos, para reivindicar una mejor accesibilidad del Camino de Santiago y, en general, para luchar por una ley ELA, por más derechos para estas personas y para los que tenemos cualquier discapacidad.

Compartir esos días con toda esa gente haciendo el Camino me pareció alucinante, y eso que yo el año pasado ya hice dos etapas con el CompostELA, y me gustó tanto que este año me animé a hacerlo entero; pero Celia tenía razón cuando decía que este año era especial porque había personas de todas las edades.

También tengo que confesar que la primera tarde-noche que fui a O Cebreiro con mi madre vi a tanta gente que me cagué, me asusté mucho y hasta me sobraban personas; y es que yo soy un chaval bastante tímido (eso sí, hasta que cojo confianza) y la verdad es que veía a tanta gente que me quería dar algo. Pero como ya conocía a bastantes personas del año pasado, eso lo facilitó. Las personas nuevas que conocí este año también me trataron excelentemente bien. Sigo sin entender por qué hay personas que te conocen de sólo unos días y te tratan como te mereces, y hay otras en cambio que estás con ellas el tiempo más que suficiente como para que te conozcan y no les da la gana de verte.

Es que con cada una de las personas del CompostELA con las que hablé me trataron y me cayeron tan bien… y además disfruté mucho conversando.

Ir andando con personas mientras hablas con ellas es un placer, y encima permite conocerlas más. Además, ir escuchando música y a veces hasta bailar me encantó, y estar con Laura (la que pone la música en su altavoz) me parece muy agradable.

Andando ibas hablando cada vez con unas cuantas personas, pero es que comiendo también, aunque no podía faltar que nos sentáramos para cenar Mar, Antonio, Alberto junior (porque había dos Albertos) y yo. Hicimos muy buenas migas en las cenas. Bueno, en realidad todo el mundo con el que compartí un rato de charla me parecieron encantadores, y también lo son las personas que ya conocía.

Y ahora me gustaría contar algo que tristemente es poco frecuente y es que yo estoy actualmente en un entorno donde esto no se cumple, aunque me siento afortunado porque en otros grupos sí lo tengo.

En el grupo CompostELA todo el mundo cuando te ve por la mañana, en el albergue o mientras estamos esperando en el punto de salida, siempre te saluda con una sonrisa en la boca y te dedica unas palabras cariñosas. También me pasó una noche que yo tenía mal la boca por los brackets y vinieron a ayudarme a ponerme una crema y demás, y para eso entraron a mi habitación Concha, Irene, Jaime y Kasper. Yo no creo que me mereciera que vinieran cuatro personas, pero que se preocuparan por mí me hizo sentir muy bien. Como también me escribió Antonio aquella misma noche por WhatsApp y otras personas al día siguiente para preguntarme qué tal tenía la boca.

Pues bien, este grupo se preocupa todo el mundo por todo el mundo, y eso es fantástico. Eso me parece un aspecto muy necesario a destacar, porque es importante preocuparse por uno mismo, pero sin duda hay que preocuparse también por la otra persona, y este es uno de los grupos en los que estoy que se hace este tipo de cosas. No los entornos en los que cada uno va a lo suyo, y aunque hablen se nota que no se preocupan por la otra persona. Yo siento que en estos grupos se utilizan los unos a los otros para hablar y después si te he visto no me acuerdo.

No he puesto los nombres de todas las personas que vinieron este año al CompostELA porque sería el cuento de nunca acabar, y aparte seguramente me deje algún nombre, pero para todas las personas tendría algo cariñoso que decir.

Por último, me gustaría dar las gracias a Mamen, Eva, Mati y Laura (si me olvido alguna persona que también estuvo en la organización, perdón) porque organizar todo esto con lo numerosos que éramos este año, tiene mucho mérito. Os habéis pegado un currazo increíble.

En resumen, que esos días haciendo el camino con el grupo CompostELA fueron maravillosos.

¡Viva CompostELA!

El año que viene más… y no creo que mejor, por lo menos igual.

Composición con fotos de distintos momentos del CompostELA 2024 Composición con fotos de distintos momentos del CompostELA 2024

Composición con fotos de distintos momentos del CompostELA 2024

Composición con fotos de distintos momentos del CompostELA 2024

CRÓNICA DE PARAGUAY (por Antón Fontao)

PARAGUAY DÍA 1

Hoy comienza un viaje increíble y único, que yo es cómo lo viví, y espero que así os lleguen todas las vivencias que transcurrieron durante estos siete días, bueno, nueve si contamos el viaje tanto de ida como de vuelta, que los voy a contar también. No prometo que vaya a publicar diariamente, y es que para ser sincero no me fío de mí mismo para hacerlo. Ni siquiera os voy a poner expectativas, porque suelen decepcionar.

¡Vamos, que esto empieza!

El pasado miércoles 3 de julio bastante temprano por la tarde, mi madre y yo estábamos entrando por la puerta del aeropuerto de Coruña. Yo estaba bastante (por no decir muy) nervioso por tener que viajar solo hasta Madrid, que ya sé que era una chorrada y que tengo más experiencias que Julio Iglesias y todos los de la farándula juntos.

Al entrar al aeropuerto se me vino a la cabeza la última vez que entré allí, que fue para ir a Nueva York. A continuación, fuimos a facturar mi maleta, y nos atendió una chica muy simpática y agradable que me hacía cierta gracia porque tenía un habla bruto y no pegaba con su cara ni con su uniforme. Después me tocó despedirme de mi madre, y fue muy bonito porque, obviamente, nos abrazamos, pero hubo quién lo pasó bastante peor: alguna gente que se separaba abrazándose y llorando al mismo tiempo.

Luego llegó el control de seguridad, donde me suelo poner nervioso, y la verdad es que un poco lo estaba, a pesar de que el control en el aeropuerto de Coruña es tranquilo. Estaba esperando para embarcar, y la mujer que iba a pedir la documentación para entrar en el avión me tenía un cierto parecido físicamente a una ex profesora mía, que es mejor ni hablar de ella. Me senté en el avión, y me tocó la ventanilla.

A las 6 y media, aproximadamente, llegamos al aeropuerto de Barajas. Allí me esperaba esperar cuatro horas y pico a por el otro avión que nos llevaría hasta Asunción. Pedí la asistencia para el aeropuerto de Madrid, y aunque tuviera mucho tiempo para llegar hasta la otra terminal, ¿quién sabría si me hubiese llegado el tiempo o no? Bueno, que mejor no arriesgar y pedir la asistencia y además más cómodo.

Una cosa que no me termina de gustar del todo es que todas las personas que pedimos asistencia, nos quedamos de últimos para salir del avión, que con lo largo que es algún día no verán a algunos y se los olvidarán. De hecho yo llegué a imaginarme que no me verían y fuera de vuelta otra vez para Coruña. Bueno, tiempo tenía para volver e ir otra vez a Barajas.

Una señora amable me vino a buscar al avión para pasar el finger y a partir de ahí empezaba un tramo en el “trenecito”, como lo llamaban los de la asistencia. Paramos en un lugar de ese aeropuerto kilométrico donde estuvimos un rato esperando a otro asistente que nos iba a llevar a la otra terminal. Mientras tanto, uno de los dos señores que vinieron conmigo en el mismo avión de Coruña, fue al baño, y la mujer le contó a la asistente que él tenía cáncer de pulmón y que habían ido a ir a ver a su hijo, y ya regresaban a Montevideo. Una historia que, cómo no, me dio pena. Yo al escuchar aquella dramática historia entendí que viajaron para que se despidieran padre e hijo. Ya que estábamos allí esperando, yo también aproveché para ir al baño.

Cuando ya vino el asistente que nos iba a llevar en furgoneta, salimos, y nos dejó en otra zona que también estaba poco transitada. Allí estuvimos esperando otro rato, y entre tanto un chico, también asistente, amable nos pidió nuestras respectivas tarjetas de embarque. Más tarde vinieron a por la pareja uruguaya, unos minutos más tarde llegó una mujer argentina que volvía a Buenos Aires. Y después ya vinieron a por mí.

Me llevaron hasta un mostrador de asistencia donde los propios asistentes estaban descansando, y no quiero ser malpensado pero algunos descansaron y luego cuando ya terminaron el turno se “piraron”. Que cada lector/a saque sus propias conclusiones, pero, ¿quizá acabaron de trabajar antes de la hora y se fueron cuando les tocaba salir para no levantar sospechas? No sé… Uy, esta ya es una pregunta de esas que hacen los periodistas a los que les encanta el morbo.

Pues allí me tocaba esperar durante las próximas horas, entre tanto asistente, que unos iban a buscar a personas que precisaban de su ayuda, y otros solamente se limitaban a descansar y darle al palique.

Tengo que decir que hice el bobo absurdamente, y es que yo al principio estaba rígido, y la verdad que ni que me fueran a decir algo por moverme. No sé, ni yo mismo lo entiendo. En todo el tiempo que estuve allí comí cosas que llevaba en la mochila, anduve, miré el móvil y fui al baño y a comprar dos botellas de Aquarius de limón para el vuelo.

La mayoría de los que trabajan en asistencia son latinoamericanos o marroquíes, y con el tiempo que estuve allí me dio para pensar que muchos de los que trabajan cuidando a gente (en aeropuertos, en casas…) son de esas zonas. Los que se desviven trabajando más horas que yo qué sé, con lo poco que les pagan, unos euros se los tienen que gastar en fisios por los problemas físicos que acumulan por tener que trasladar personas. Esa gente que viene a cuidar por una indecente vida y un indecente trato, a esa gente hay personas que no quieren que vengan porque dicen que roban y les llaman “inmigrantes ilegales”. Pues entonces no sé qué éramos los españoles cuando escapábamos de la guerra y la miseria que se estaba viviendo aquí… ¡Hipócritas!

Como ya se estaba acercando la hora del vuelo, con dos señoras más fui otra vez en el “trenecito”, hasta que el chico que era muy majo nos dejó en la puerta de embarque, y otro hombre de la asistencia se fue soltando un notición: el vuelo se había retrasado dos horas. Pero a mí más que que el vuelo se demorara más de la hora prevista, lo que no me gustó mucho era que no nos dieran ninguna explicación. Aprovecho para contar una cosa que nos pasó a mi madre y a mí cuando íbamos a pillar un vuelo hacia Chicago: volábamos con Iberia, nada más sentarnos en el avión nos avisaron de que el propio avión tenía una rueda averiada y el vuelo se iba a retrasar. Pues resultó que a la hora y pico ya estábamos en otro avión. “Spoileo” un poco para decir que esta vez al final no fueron dos horas, fueron 4.

Acto seguido, les mandé un whatsapp a mi familia y a otro a Malena y a Nacho para contarles la noticia. Los Calderón aún seguían en la cola para el control de pasaportes.

Un rato después, los malagueños llegaron, me dio una tremenda alegría verles y les di un gigante abrazo. Como había tiempo hasta embarcar y teníamos que preparar lo que íbamos a decir el primer día en el congreso IÓN, nos sentamos a cenar en un sitio. Yo me comí un croissant de jamón y queso. Era tan poco que también saqué de la mochila el trozo que me quedaba del bocadillo de tortilla con tomate.

Fue un placer charlar sobre lo que íbamos a hablar nosotros mismos al llegar a Asunción, y el primer charloteo que tendría con Malena y con Nacho.

Al cabo de dos horas volvimos otra vez a la puerta de embarque, y una señora que estaba allí que anteriormente nos había preguntado si le podíamos llevar una CocaCola, se la dimos. Nacho, Malena y yo nos sentamos en el suelo a esperar el rato que faltaba para embarcar. No me convencía sentarme en algo duro, pero “ajo y agua”, porque no había asientos libres.

Por fin ya estaban los de la asistencia llamando a quiénes la habíamos solicitado, y con la suerte que tuve de que me llamaran uno de los primeros para poner rumbo al avión en una furgoneta. Podía venir un acompañante, así que vino Malena, y Nacho se quedó en la puerta esperando con los demás pasajeros a que fuera un bus para llevarles al avión.

El trayecto no fue ni de cinco minutos, y una vez allí había un avión, pero no había nadie más. Los de la asistencia hasta pensaron que se habían equivocado de avión, pero no, resultó que la tripulación todavía no había llegado. Aparte de ser una falta de respeto tenernos esperando, que algunos pasajeros llegasen antes que los de la tripulación da mala imagen.

Allí estuvimos como hora y media (sin exagerar) sentados en esa furgoneta: algunas personas durmiendo, algunas hablando, otras riéndose por no llorar… Una mujer quería airearse y estirar las piernas pero el asistente no le dejó, porque según él si algún pasajero andaba por pista se les caía el pelo. En resumen, que estuvimos bastante aburridos.

Por fortuna la tripulación llegó, y tras ella vinieron un par de buses que traían a los pasajeros y otra furgoneta con el resto de personas que habían pedido la asistencia. Fue bastante gracioso porque cuando nos dijeron que ya podíamos bajarnos, fuimos todos al avión deprisa.

Una vez en el avión, sólo quedaba pedir que nos pusieran a Malena, Nacho y a mí juntos; y es que ellos dos lo tenían juntos, pero yo estaba separado.

Ya estaba. Esperamos a que la gente se sentara, y lentamente el avión empezó a circular por la pista hasta despegar.

Cuando ya pasaron unas horas desde que despegamos y parecía no llegar nunca la comida, saqué unas galletitas que tenía en la mochila y las comí. Después vi la mitad de la película de “Un amor” de Isabel Coixet, que desde hace mucho tiempo la quería ver. La peli me gustó, aunque me pareció muy inquietante y hubo cosas en la trama que me parecieron un poco incoherentes.

Después pausé la película porque por fin vino la comida, y eso que aún tardaron en servirnos porque primero se la dieron a los más pequeños. Había para elegir entre pasta o pollo y, como siempre, yo elegí pasta. La pasta eran unos raviolis que más o menos estaban ricos, y un bizcocho de postre que también lo estaba. Y de beber, un vaso de zumo de piña y manzana.

Tras habernos recogido las bandejas quise dormir, y como hacerlo en el avión me cuesta lo suyo, tenía varias descargas de ASMR, y parecía que no pero al final me fui quedando dormido. No sé si dormí mucho o poco, pero el caso es que lo hice. Luego decidí ver el resto de la peli de “Un amor” que me faltaba. También escuché música.

Faltaban dos horas y pico cuando pasaron otra vez para ofrecernos café o té, y yo elegí café, ya que íbamos a llegar a Asunción temprano por la mañana, y ese día era cuando empezaba el congreso. El café venía sólo y junto a él un sobre con la leche en polvo y otro con el azúcar. Me confundió un poco que al echar la leche en polvo el café siguió siendo negro, pero lo curioso es que sabía decentemente bien.

Al llegar, como siempre, primero pasamos el control de pasaportes para entrar al país, y después fuimos a recoger las maletas, que la mía se demoró en pasar por la cinta, pero cuando al fin llegó salimos enseguida del aeropuerto. Fuera nos estaba esperando Sonia, una mujer que me pareció muy maja. Pensando que en la calle haría frío, nos pusimos las chaquetas, y las tuvimos que quitar porque hacía calor. Más que calor, bochorno. Sonia nos llevó al hotel, y por suerte Malena y yo teníamos más tiempo para relajarnos que Nacho, porque a él le venían a recoger antes para ir al congreso.

En ese tiempo saqué alguna prenda de la maleta, por ejemplo, lo que me iba a poner ese día, y después me di una ducha que me sentó muy bien y me relajó, pero eso sí, tuve cuidado y me agarré a una barra que había para no matarme.

Ya se estaba acercando la hora en que nos vendrían a recoger, así que Malena y yo, ni que nos pusiéramos de acuerdo, salimos a la vez de nuestras habitaciones, y los dos bajamos al hall. La que nos vino a buscar era Lauri, una chica que me pareció muy maja, simpática y muy cercana. Después pasamos por otro hotel a buscar también a Zachary y a Leda, dos personas que trabajaban en la universidad de Londres. Con hablar no demasiado con ella que tenía un español muy bueno, y sólo decirle “hola” con la mano a él, me parecieron ambos majos.

Ahora sí, íbamos al lugar donde era el congreso, y al llegar me acojonaron bastante unos hombres que había a cada lado de las distintas puertas con uniforme de militar y con una metralleta que tenían en las manos. Toda esa seguridad era porque iba a la inauguración del congreso IÓN la primera dama de Paraguay (que es la mujer del presidente, y aquí en España la propia mujer del presidente no tiene ningún cargo).

Al entrar, el sitio era precioso y el auditorio era muy grande. Como fuera hacía un poco de bochorno, en el propio auditorio tenían el aire acondicionado tan alto, que hasta hacía frío.

Antes que nada pusieron el himno IÓN, el cual se nos iba a pegar a fuego durante los siguientes días. Nos acomodamos en las butacas a escuchar a Gaby, Nacho y a varias personas más. Luego salimos Malena y yo a dar nuestra primera charla, que iba de quiénes éramos los “Estudiantes por la inclusión” y de todo lo que habíamos hecho hasta estar allí en ese mismo momento. 

A pesar de no haber dormido mucho, nos salió muy bien. Eso sí, en esa ponencia si no llega a ser por Nacho no hubiéramos sabido por dónde empezar, y es que estábamos poco espabilados como para ponernos a pensar. Ahora sé por qué nos llevó Nacho a Malena y a mí a Paraguay, porque los dos somos mayores de edad, y entonces explotarnos no se ve tan mal. (esto último es broma)

Al terminar había un descanso de unos minutos, y como no era normal el hambre que teníamos Malena y yo, nos dieron un tupper de arroz con carne, que allí la propia carne se come mucho con diferentes guarniciones. Al hambre que teníamos hay que añadirle lo bueno que estaba. Al mismo tiempo que estábamos nosotros dos comiendo como si lleváramos tres semanas sin comer, conocimos a Jazmín, una chica que me pareció muy maja y entrañable. Después fue cuando conocimos a Moisés, que también me pareció muy majo, y junto a Jazmín nos llevaron a conocer más el sitio, que me dejó fascinado.

Al final del pequeño tour que nos dieron, nos sentamos en otro sitio muy bonito en donde había colchonetas y un letrero que ponía “ZONA CHILL”. Allí estuvimos un buen rato hablando y conociéndonos un poco mejor. Hasta que anocheció muy temprano, nos movimos a unas sillas que había donde encontramos a Iván, un chico que me pareció muy majo y cercano. Sentados en unas sillas estuvimos Malena, Moisés, Iván y yo charlando. Mientras Nacho estaba en otra ponencia. Cuando volvió ya fue la hora de marcharse (¡Por fin! Malena y yo estábamos reventados) y nos fuimos de ese bonito lugar. Nos volvió a llevar Lauri a nosotros tres al hotel, aunque fuimos a un restaurante a cenar. Yo, para qué mentir, tenía más ganas de dormir que de otra cosa. Pedí una milanesa con puré de patatas. Malena al acabar sus tacos se quedó frita en la mesa. ¡Qué facilidad para quedarse dormida en todos lados!

Ahora sí, llegamos al hotel, entré en mi habitación, me puse el pijama, me metí en la cama, me puse un podcast de “Acontece que no es poco” con Nieves Concostrina y en unos minutos me quedé dormido.

Composición con imágenes de los distintos momentos que narra Antón en su crónica.

PARAGUAY DÍA 2

Aquella mañana me desperté sintiendo que aún no me había recuperado del todo del jet lag. Esa sensación la tuve un poco todos los días, y es que para ser sincero fue el viaje donde más me costó adaptarme al cambio horario. También es necesario decir que entre que nos levantábamos pronto y nos acostábamos demasiado tarde, no dormíamos demasiado. 

Enseguida me fui a duchar y me vestí. Nacho ya había ido hasta el sitio del congreso, y Malena y yo íbamos más tarde. Yo fui al restaurante del hotel a desayunar, y en el bufé libre, que es una de las cosas que más me gusta cuando voy a los hoteles, cogí dos croissants bastante pequeños y una tostada junto a la mantequilla y mermelada. Y de beber, un café y un vaso con batido de fresa. Cuando ya estaba sentado desayunando, llegó Malena y ella también se puso a desayunar conmigo. Después subimos a lavarnos los dientes, y mientras esperábamos a que nos vinieran a buscar, Malena y yo nos pusimos a ver un poco los vídeos de una clase de interpretación de OT 2020 con Iván Labanda y a comentarla.

Luego ya era la hora y bajamos. Un hombre dijo que nos venía a recoger, por lo que de camino a su coche Malena se asustó por si aquella persona con cara de bonachón nos iría a hacer algo (para una vez que yo no me asusto…). Por el camino, además de decirnos que era el marido de Sonia (entonces Malena se quedó más tranquila), la que nos vino a recoger el día anterior al aeropuerto, hablamos algo más.

Al llegar, el resto, entre ellos Nacho, estaban terminando la última ponencia de la mañana. Mientras tanto vimos a Moisés y fuimos con él un rato a la sala donde los voluntarios dejaban las cosas y la verdad es que ese pequeño rincón era cuco. Había unas cuantas colchonetas y nos sentamos en ellas, hablamos un rato, hasta que ya terminó la ponencia y fuimos al lugar donde era la comida. A las doce de la mañana, me pareció muy temprano para comer, aunque a los dos congresos Joubert que fui a Estados Unidos también comían y cenaban a horas que para los que íbamos de España eran muy extrañas. Allí estuvimos hablando de todo un poco, con distintas personas y todas ellas súper amables.

Después fuimos Malena, Nacho y yo a una sala a preparar la presentación que íbamos a tener a las 4 menos cuarto. Iba sobre la guía que hicimos, así que con ella en la mano empezamos a decir sobre lo que se iba a hablar en cada paso. La presentación de dicha guía nos salió bien, aunque yo no salí demasiado contento porque me trabé bastante. Además, me puse a levantar la pierna como nunca por lo nervioso que estaba, algo que hasta ese momento no había hecho. Fue por lo que más tarde Nacho y Malena se rieron de eso. Nada más acabar, la gente nos pidió tantas fotos a Malena y a mí que alucinábamos, y por último nos quedamos hablando junto a Nacho con dos personas más que eran muy majas. Una de ellas nos dio unos turrones típicos de allí, y yo comí uno y estaba bueno.

Al salir de esa sala fuimos a otra donde había comida y estaban varias personas. Allí estuvimos durante mucho rato, hablando con Jazmín, Max, Sofía, Leda y más gente. Además de darle al palique, también bailamos. Al acabar el congreso por ese día, volvieron Nacho y algunas personas más, y algunos decidimos ir a cenar. Fuimos a un italiano. Al principio éramos Fabio, Malena, Nacho y yo y no teníamos problemas para sentarnos, pero cada vez venía más gente y el camarero nos puso cierta mala cara al preguntarle si podíamos juntar las mesas, aunque resultó que al final dio su brazo a torcer y nos hizo caso. Primero pedimos las bebidas, a mí me trajeron una limonada que estaba muy amarga; de comer pedí unos raviolis rellenos de calabaza con una salsa de espinacas y champiñones que juro, estaban de muerte a pesar de todo lo que había comido esa tarde. La verdad es que fue una cena de lo más agradable, sentándonos Malena y yo cerca de Ariel y Max para hablar. Al levantarnos y antes de irnos, nos sacamos unas fotos con el paisaje tan bonito que había.

Al llegar al hotel y entrar en la habitación, me duché y caí rendido en la cama.

Composición con imágenes de los distintos momentos que narra Antón en su crónica.

PARAGUAY DÍA 3

Esa mañana nos despertamos temprano para desayunar, y es que a las 8 venía Fabio a por nosotros tres. Yo volví a coger en aquel bufé dos croissants y una tostada para comérmela con mantequilla y mermelada, y de beber un café y un vaso con batido de fresa. En la mesa de al lado, había dos españoles.

Al dar las 8 en punto, como dije, Fabio vino a recogernos porque a las 8 y media teníamos otra presentación. Dicha presentación parecía ser otra vez en la sala donde habíamos estado hablando el día anterior, pero al final resultó ser en otra. En la presentación pusimos la misma página digital que utilizamos en el congreso de Chicago, cuando pasaban por nuestra sala personas a interesarse por saber y escuchar sobre nuestro proyecto. Pero esta vez, al ser un sitio más pequeño, pude ver las caras que tenían de estar atentos e interesados por lo que les estábamos contando.

Una vez que acabamos nos hicimos una foto con esa gente tan maja, y a Malena y a mí no pararon de pedirnos fotos. No quiero parecer un creído, pero es que ¡nosotros dos éramos la sensación! Me quedé, primero muy contento por cómo nos salió (yo sentí que fue la vez que mejor me salió de esos tres días de congreso), y segundo muy agradecido y feliz por todo ese público tan agradable y acogedor.

Bastante tiempo más tarde fue cuando algunos decidieron ir a hacer una excursión por Asunción, así que allí que nos marchamos unos cuantos. Las personas que salimos fuimos Dorys, René, Ale, Moisés, Iván, Malena y yo. Antes de nada nos fuimos a comer, porque teníamos mucha hambre. De comer pedimos una sopa paraguaya (comida típica del país), milanesa con puré de patata, lasaña de carne, patatas fritas con mostaza y bacon por encima. Todos esos platos, claro, para compartir entre todos.

Después Ale se fue a hacer la maleta y a descansar (porque al día siguiente veréis qué viaje tan chulo emprenderíamos…) y nosotros nos fuimos, primero a ver el Panteón de los Héroes, una basílica con tumbas en donde estaban muchos de los muertos que murieron en no sé qué batalla. Me parece completamente absurdo luchar por “tu patria” o por algo por el estilo, y es que al fin y al cabo no dejan de arrabatarse vidas y que además se mueren niños y niñas también inocentes y que apenas tuvieron tiempo para vivir esta vida.

Por contar algo simpático, aunque un poco indignante, había unos soldados en la entrada y otros dentro, que los de dentro aún estaban medio normales, pero los de fuera estaban rígidos como si les hubieran metido un palo por el culo, y estos veían que a algunos les costaba subir a Gaby con la silla de ruedas por la escalera, y no se les ocurrió ni venir a echar una mano; aunque después al bajar algunos sí que vinieron a ayudar.

Luego fuimos a una cafetería y algunos pidieron un croissant y un café con leche, otros en cambio como no teníamos hambre pedimos un refresco. Estábamos sentados en la terraza y las vistas eran muy bonitas. Teníamos un edificio enfrente que por lo visto era la casa donde vivía el presidente (como aquí es la Moncloa), y justo nos pilló el cambio de soldados y montaron un espectáculo de esos militares y lo estuvimos viendo con bastante atención. Después dimos un paseo (que por cierto, de todos los sitios en los que he estado las aceras eran las peores en cuanto a accesibilidad, y es que estaban todas las baldosas o rotas o levantadas; de hecho yo me tropecé con la suerte de que no me caí) hasta entrar en un teatro bastante famoso que hay en Asunción, y la verdad es que era muy bonito. Estaba una banda ensayando en el escenario.

Como anochecía tan temprano y al día siguiente había que madrugar mucho, nos llevaron a Malena y a mí para el hotel, aunque de camino paramos en un lugar donde nos hicimos unas fotos más, había como un recipiente de agua y encima unas barras de metal, por lo que aquello era como un piano.

Al montarnos en el coche, como de la nada apareció un niño que debería tener entre siete u ocho años con el aspecto y la ropa descuidada que con voz muy baja nos preguntó si le dábamos dinero. En ese momento se me partió el corazón y me cagué en todo.

Al llegar al hotel, primero fui a la habitación de Malena y Nacho, y este ya había llegado y estaba acostado en la cama. Fui a su habitación porque él nos tenía que decir que a las 5 de la mañana nos venían a recoger y también que Sofía iba a traernos unas maletas pequeñas para meter en ellas la ropa justa y necesaria. Después de eso me fui a mi habitación, me duché y entonces sí me llegó mi maleta. Tocaba dormir porque al día siguiente había que madrugar tanto para irnos ni más ni menos que a las Cataratas de Iguazú.

Composición con imágenes de los distintos momentos que narra Antón en su crónica.

PARAGUAY DÍA 4

Esa mañana, o mejor dicho, esa madrugada, me desperté a las 4:20. Me vestí, terminé de meter en la mochila y en el bolsito pequeño algunas cosas y me puse a chatear con mi madre que cuando supo que venían a recogernos a las 5 de la mañana flipó igual que lo hice yo cuando me avisó Nacho.

Tuve que esperar un momento en la habitación de Malena y Nacho, hasta que bajamos y ya estaban allí. Pero antes de ponernos en marcha, paramos a tomarnos un café de la máquina del otro hotel. Yo le quería dar al botón de “café con leche”, pero como ya no debería quedar le di al “café suizo” que creía que iba a saber bien. Tuve un amigo que tenía unos tíos en Suiza y cada vez que iba siempre me traía chocolates suizos y estaban muy ricos, y la verdad que el café suizo estaba bastante bueno. Mientras tomábamos el café y había otros que aún estaban en la máquina, estuvimos hablando un rato Nacho, Ale, la madre de Ale y yo de que el propio Ale estaba acabando la carrera y cómo le estaba yendo.

Un rato más tarde pusimos rumbo a nuestro próximo destino, y fue gracioso porque como había un escalón bastante alto para subirse a la furgoneta, a mí me costó y entre una persona desde delante y otra desde atrás conseguí meterme.

Durante el primer cuarto de hora, aproximadamente, fuimos hablando. Luego, como no habíamos comido nada para desayunar, yo tenía hambre, saqué unas galletitas de la mochila y también las ofrecí. Después prácticamente todos se durmieron, así que yo me puse a escuchar música, y bastante más tarde como muchos ya se habían despertado conectamos un móvil al bluetooth de la furgo y pusimos música. 

Y así transcurrieron las horas hasta llegar, donde primero estuvimos un buen rato en el que iba a ser nuestro hotel durante la estancia allí, para ir al baño más hacer el check-in. Mientras, algunos nos sentamos en unos sofás que había porque estábamos cansados, y yo estuve actualizando mis redes y publiqué un post con las fotos de los tres anteriores días en el congreso IÓN agradeciendo lo que nos pasó.

Cuando ya habían terminado de hacer el check-in, un mini autobús nos estaba esperando para ir a las Cataratas de Iguazú. Una vez allí dentro, algunos jóvenes nos sentamos detrás del todo, nos motivamos tanto que pusimos música y lo dimos todo. Un gran momento donde yo disfruté mucho (aunque en general lo hice durante todo el resto del día) fue cuando sonó MI CANCIÓN: “COLOR ESPERANZA”. Es una canción muy conocida, sobre todo allí porque Diego Torres, el cantante, es argentino.

Llegamos y fuimos a un restaurante donde había un bufé libre que a mí me encanta. Toda la comida que tenía muy buena pinta, pero me comí una lasaña y unas patatas asadas con carne. Las patatas asadas me recordaban a las que hacía mi abuela.

Enseguida comimos porque había que ir rápido a las Cataratas, entonces nos pusimos unos chubasqueros de plástico que nos dieron por la lluvia tan abundante que estaba cayendo. Una vez estábamos listos empezamos a andar hasta las Cataratas de Iguazú, donde muchos sacamos el luchador que llevamos dentro y es que protestamos porque ese camino no era accesible, había escaleras.

Cuando llegamos aquello me pareció un paraíso, unas vistas espectaculares y dignas de admirar. A pesar de lo que diluviaba era increíble ver aquello, ver el agua caer y con qué fuerza y abundancia lo hacía. Me quedé unos momentos contemplando esas vistas tan alucinantes. Y entonces llegó un momento en el que también disfruté mucho, y es que ya en los plenos pies de las Cataratas empezamos a motivarnos y a gritar un montón. Pero antes yo no me atrevía a ir hasta allí porque me costaba respirar y Nacho me arrastró hasta allí, y la táctica estaba en ir de lado, así que me puse a caminar de esta forma, que no sé qué parecía. Se puede decir que si no fuera por el “pringao” (es por Nacho, que muchas veces me llama así y ya es hora de devolvérselo) no hubiera vivido ese momento de motivación total, pero no lo puedo decir muy alto porque enseguida se lo cree (es broma).

Después, si algunos ya estábamos cansados, lo estábamos aún más, y en el bus que nos llevaba al mini autobús íbamos agotados, Malena hasta se durmió. Pero no sé por qué cuando nos juntamos otra vez con los demás recuperamos las fuerzas para estar como en el viaje de ida. También fuimos detrás del todo en el bus los mismos, y es que a mí siempre me hizo ilusión ser de esas personas que van detrás del todo en el autobús cuando vas de excursión que van dándolo todo, y por fin lo hice.

Al llegar al hotel cada uno fuimos a nuestras respectivas habitaciones, a mí me tocaba con Moisés y después de ver la que nos tocaba me fui a duchar. La propia ducha me sentó muy bien, y es que después del chaparrón que nos cayó ese rato con el agua caliente recorriendo sobre mi cuerpo fue ideal. En un momento no sé qué parecía cuando se me resbaló el jabón y estuve un rato intentando pillarlo por toda la ducha, hasta que me rendí. Total, ya me lo había puesto.

Después se duchó Moisés y cuando salió estuvimos un rato hablando sobre qué tiempo hace en España (yo le dije que en Galicia, en el norte en general, es donde hace más frío), cuánto se tarda en ir de dónde vivía yo hasta donde vivía Malena en coche (yo le dije que se tarda un montón, todo el mundo va en avión) y otras tantas curiosidades que tenía sobre España. Y yo también le pregunté a él cosas sobre Paraguay.

Después descubrimos que había una cena en el hotel, la cual me venía muy bien porque tenía hambre, pero antes Malena y yo nos fuimos un momento con René, Eli y Moisés a comprar “unas medias para René”. Yo algo de malentendidos de palabras sospechaba que había y como hacía tanto frío pues pensé que era para eso, pero cuando cada uno íbamos en busca de “medias”, Malena y yo no pensamos que “medias” allí le llaman a los calcetines; así que nos reímos.

Hasta que volvimos al hotel, y a pesar de que algunos aún no estaban porque estaban reunidos, los que fuimos llegando nos pusimos a cenar. Hasta que ya estábamos todos cenando, y la verdad que fue una velada bastante agradable.

Por último volvimos a las habitaciones; Malena, Ale y Moisés se pusieron a ver una peli. Hablé un rato con ellos, pero a la película no llegué porque juro que estaba muerto, y ya era bastante tarde.

Composición con imágenes de los distintos momentos que narra Antón en su crónica. Composición con imágenes de los distintos momentos que narra Antón en su crónica.

(Continuará… que todavía faltan tres días)

Antón y parte de las personas que le acompañaron en esta aventura aparecen abrazándose

 

RELACIONADO:

Artículo de Malena en La Nación de Paraguay:

«Empezó como un viaje de trabajo, acabó en uno de aventura» 

 

Artículo de Antón en La Nación de Paraguay:

«Espero que este sea el primero de más encuentros» 

 

Congreso ION (Paraguay)

Exactamente a la misma edad de este chico, me subía yo a un avión por primera vez. La diferencia es que yo iba a pasarlo bien y él a luchar por sus derechos.

Esta semana ha cruzado el Atlántico por segunda vez en lo que va de año. Él y su compañera Malena han sido invitados a participar en el Tercer Congreso de Educación Inclusiva de la plataforma ION. 

Se celebra en la capital de Paraguay y en varias ciudades del interior del país. El objetivo del encuentro es la promoción de prácticas educativas accesibles y comprometidas socialmente.

Estoy taaaaan orgullosa de ti, mividiña ❤️ 

Imagen de Antón sonriente y sosteniendo el asa de una maleta de ruedas delante de la puerta de entrada al aeropuerto

«Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores.

Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.

Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.»

Eduardo Galeano

(«Fuegos» de El libro de los abrazos)

Aquí tres fuegos que encienden 🔥 🔥 🔥

Antón, Nacho y Malena posan sonrientes delante de la puerta de embarque para Asunción

Nacho, Malena y Antón en el Tercer Congreso de Educación Inclusiva de la plataforma ION (Paraguay)

Composición con tres imágenes donde se puede ver a Nacho, Malena y Antón participando en distintos momentos del congreso.

Antón Fontao en el Parlamento de Galicia

04Antón Fontao ha participado esta mañana en una sesión del Parlamento de Galicia. Ha sido invitado por la Campaña Mundial por la Educación (CME) de Galicia, que este año centraba su #SAME2024 en el peligro de los discursos de odio en las aulas. 

En este vídeo podéis escuchar la intervención de Antón.

[Transcripción y traducción a castellano después del vídeo]

«Bos días a todos e a todas. Grazas por darme a oportunidade de expresarme.

Chámome Antón, teño 19 anos e teño unha discapacidade. Levo toda a vida sentindo que hai un molde no que todos temos que encaixar e, lamentablemente, quen non encaixa intenta ocultalo. No meu caso non podo facelo porque non hai xeito de disfrazarme nin esconderme. Pasei anos nos que ser como son fíxome sufrir, pero agora estou orgulloso, porque agora sei que todas as persoas somos perfectas tal e como somos.

Hoxe vimos a falar dos discursos do odio e eu, como persoa con diversidade funcional, sentínme tratado así moitas veces, porque a maioría da xente non conviviu con persoas coma min e iso fai que nos vexan diferentes e estraños, e como soemos ter medo a quen é distinto, ás veces ese medo acaba por converterse en odio.

Entendo que non é a súa culpa. Ao contrario, eles tamén son vítimas dunha sociedade capacitista. O capacitismo é crer que as persoas con discapacidade somos inferiores ou peores que as persoas que non as teñen. É o maltrato ao que nos temos que enfrontar cada día as persoas con diversidade funcional.

Hai unha solución e é a convivencia dende que somos pequenos, dende a escola. A solución é garantir a Educación Inclusiva como di a Convención sobre os Dereitos das Persoas con Discapacidade. É un tratado de Nacións Unidas que o noso país asinou hai 16 anos pero que non se cumpre, porque se segue separando e segregando aos nenos e nenas con discapacidade en centros de educación especial e en aulas específicas, e por iso seguen sendo estranos para o resto.

Todos os nenos e nenas teñen dereito a ir á mesma escola que van os seus irmáns, os seus curmáns e os seus veciños do barrio ou do pobo. Estar cos nosos compañeiros e compañeiras na escola dende o principio é a única forma de que nos vexan con total normalidade.

Pero non vale só con estar xuntos, senón que a escola debe saber tratarnos respetando a maneira en que somos e funcionamos. Teño moi bos recordos do meu paso polo sistema educativo pero tamén moi malos.

Hai catro anos empezamos a reunirnos telemáticamente un grupo de estudantes de Secundaria de toda España. Un grupo que nos chamamos Estudantes pola Inclusión (EXI). Non eramos só persoas con discapacidade. Tamén había mozos e mozas migrantes, racializados, xitanos, LGBTIQ+… Todos tiñamos en común que o pasamos moi mal na escola. A partir desas reunións elaboramos unha guía que se chama “Como facer inclusiva a túa escola”, onde se explican os pasos que deberían dar as escolas para que ninguén máis pase polo que pasamos nós.

Nós pensamos que si é posible crear a escola que queremos. Así que me gustaría que vostedes, que son os que poden facelo, nos axuden a cambiar a escola para que saiba acollernos e ensinarnos a todos e a todas.

Grazas por escoitarme.» 

Antón Fontao Saavedra

Parlamento de Galicia

Santiago de Compostela, 4 xuño 2024

«Buenos días a todos y a todas. Gracias por darme la oportunidad de expresarme.

Me llamo Antón, tengo 19 años y tengo una discapacidad. Me he pasado la vida sintiendo que hay un molde en el que todos tenemos que encajar y, tristemente, quien no encaja lo intenta ocultar. En mi caso no puedo hacerlo, no hay forma de que yo me pueda disfrazar ni ocultar. He pasado años en los que ser como soy me hacía sufrir, pero ahora estoy orgulloso, porque ahora sé que todas las personas somos perfectas tal y como somos.

Hoy hemos venido a hablar de los discursos de odio y yo, como persona con diversidad funcional, me he sentido tratado así muchas veces, porque la mayoría de la gente no ha convivido con personas como yo. Eso hace que nos vean diferentes y extraños, y como se suele tener miedo al que es distinto, a veces ese miedo acaba convirtiéndose en odio.

Entiendo que no es su culpa. Al contrario, ellos también son víctimas de una sociedad capacitista. El capacitismo es creer que las personas con discapacidad somos inferiores o peores que las personas que no la tienen. Es el maltrato al que nos tenemos que enfrentar cada día las personas con diversidad funcional.

Hay una solución y es la convivencia desde que somos pequeños, desde la escuela. 

La solución es garantizar la Educación Inclusiva como dice la Convención sobre las Personas con Diversidad Funcional. Es un tratado de Naciones Unidas que nuestro país firmó hace 16 años pero que no se cumple. Porque se sigue separando y segregando a los niños y niñas con discapacidad en centros de educación especial y en aulas específicas. Y por eso siguen siendo extraños para el resto.

Todos los niños y las niñas tienen derecho a ir a la misma escuela que van sus hermanos, sus primos y sus vecinos del barrio o del pueblo. Estar con nuestros compañeros y compañeras en la escuela desde el principio, es la única manera de que nos vean con total normalidad.

Pero no vale sólo con estar juntos, sino que la escuela debe saber tratarnos respetando la manera en que somos y funcionamos. Tengo muy buenos recuerdos de mi paso por el sistema educativo pero también muy malos.

Hace cuatro años empezamos a reunirnos telemáticamente un grupo de estudiantes de Secundaria de toda España, un grupo que nos llamamos Estudiantes por la inclusión (EXI). No éramos sólo personas con discapacidad. Había también chicos y chicas migrantes, racializados, gitanos, del colectivo LGTBI… Todos teníamos en común haberlo pasado muy mal en la escuela.

A partir de las reuniones elaboramos una guía que se llama “Cómo hacer inclusiva tu escuela”, donde se explican los pasos que deberían dar las escuelas para que nadie más pase por lo que pasamos nosotros.

Nosotros pensamos que sí es posible crear la escuela que queremos. Así que me gustaría que ustedes, que son quienes pueden hacerlo, nos ayuden a cambiar la escuela para que sepa acogernos y enseñarnos a todos.

Gracias por escucharme.»

Antón Fontao Saavedra

Parlamento de Galicia

Santiago de Compostela, 4 junio 2024

 

CRÓNICA DE NUEVA YORK (por Antón Fontao)

NUEVA YORK DÍA 1

Esa mañana puse la alarma a las 7:00 de la mañana, no me costó despertarme, incluso lo hice emocionado, me levanté de la cama y me vestí. A continuación llamé a mis padres por si aún no se habían despertado, pero sí que ya lo estaban. Después de vestirme hice mi pequeña bolsa, la que iba a llevar conmigo en el avión. Las maletas ya estaban puestas en la entrada de la noche anterior. Mi padre nos iba a llevar al aeropuerto a mi madre y a mí.

Fuimos en coche hasta Coruña escuchando las noticias a través del Hoy por hoy con Ángels Barceló, que a mí me encanta.

Cuando llegamos nos despedimos de mi padre y enseguida entramos a facturar las maletas.

A todo esto, en Coruña hacía un día con mucha niebla, y fue esa la causa por la que avisaron por megafonía que el avión que venía de Madrid y que nos tenía que llevar no podía aterrizar, que iba hacia el aeropuerto de Santiago y que nos iban a llevar hasta allí en bus. Aunque tengo que decir que mientras todo el mundo estaba agobiado y que no daba crédito, yo estaba todo contento y me daba la risa porque era la primera aventura que estábamos viviendo.

Fuimos a recoger las maletas a la cinta, y luego nos dirigimos a fuera a esperar al bus.

Después de menos de una hora llegamos al aeropuerto de Santiago, volvimos a facturar las maletas y a pasar el control otra vez.

Nos subimos al avión y un poco antes de que se pusiera en marcha, una pareja de señores mayores brasileños que se les notaba bastante perdidos a los pobres, estaban preocupados porque habían perdido el vuelo que tenían, por lo visto, de Madrid a Sào Paulo, y una azafata que me pareció muy riquiña fue a tranquilizarles y a decirles que no se preocuparan que les ubicarían en el siguiente vuelo.

Una vez que aterrizamos en Madrid me estaba esperando la asistente, y es que mi madre pidió asistencia porque en aquel aeropuerto las distancias son kilométricas e íbamos un poco justos de tiempo.

En teoría tendríamos que ir en metro desde una terminal a otra, pero los que habíamos pedido asistencia fuimos en minibus.

En el nuestro íbamos mi madre, cuatro personas más y yo. A mi lado estaba una señora que, al parecer, tenía alzhéimer y se le notaba perdida y estuvo durante todo el trayecto quejándose. Me dio mucha pena. Y hubo una curva en una parte del camino en la que se caía hacia mí y apoyó su mano contra mi pierna. Me dio mucha ternura.

Nos tuvieron un rato esperando y a continuación nos llevaron a la puerta de embarque. En un punto, los aviones de Iberia estaban colocados como antiguamente el ejército cuando iba a luchar contra otros con los caballos… pues igual.

Nos sentamos, cada uno aprovechó para ir al baño o coger agua. En mi caso, estaba en busca de un enchufe donde poder cargar el móvil, porque fui gilipollas y por la noche no lo cargué (todas las noches lo cargo y esa no lo hice).

Luego mi madre y yo entablamos una conversación sobre los programas de la cadena SER (que yo los escucho prácticamente todos). Un rato después vino el resto que venían desde Málaga (incluidas Indira y Noe, que habían ido la noche anterior), y nos dimos todos entre todos un abrazo. Nos hicimos una foto de, casi todos (porque los que faltaban venían al día siguiente), y enseguida tuvimos que ir a embarcar.

Cuando ya entramos al avión, no os podéis ni imaginar el calor que hacía. Mi madre y yo nos sentamos, y nuestra sorpresa fue que Indira y Noe tenían los asientos delante de nosotros. Una vez que el avión ya se puso en marcha por la pista, parecía que bajaba la temperatura poco a poco, porque os juro que el calor que hacía hasta ese momento era para desmayarse.

Uno de mis momentos favoritos cuando voy en avión es cuando se pone en marcha, va durante un tiempo a una distancia moderada, después acelera mogollón, y por último despega; a mí ese momento me encanta y me parece muy emocionante. Luego encendí la pantalla y me puse a mirar todas las pelis que había, y había varias que quería ver.

Repartieron los cascos, y lo voy a resumir en que después de muchos intentos de ponérmelos, al final desistí, y es que no sé por qué pero no se me aguantaban en las orejas, se me caían cada dos por tres.

Entre tanto, en un momento vi a Indira que estaba haciendo punto, me pareció raro que le dejaran pasar esas agujas por el control, así que se lo pregunté y me dijo que lo había mirado en internet y sí que se podía.

Como me harté de que se me cayeran una y otra vez los cascos, saqué el iPad y me puse a terminar de ver La Mesías, que es una serie que tenía descargada, iba por casi el final del capítulo cuatro y la acabé. La verdad es que me pareció muy rara pero me encantó, todos eran unos actores y actrices muy buenos, pero no puedo dejar pasar por alto el papel de Lola Dueñas (que yo no la conocía, aunque mi madre me habló de lo buena actriz que es, y así es) que es brutal y lo hace genial.

Llegó la hora de la comida, y paré de ver La Mesías para comer. Nos daban a elegir entre pasta o pollo, mi madre y yo pedimos pasta, que era a la boloñesa y estaba buena, y de postre había una mousse de mango que también estaba muy buena. Y de beber, pedí un vaso de zumo de piña. Lo que me pareció un poco incómodo fue comer en ese espacio tan reducido, siempre le estaba dando codazos al de al lado (bueno, para comer y durante el resto del viaje si hacía algún movimiento) y le pedía perdón en inglés, porque el tipo hablaba inglés.

Cuando acabé de comer, terminé de ver la serie, y a continuación cogí mis cascos para escuchar música.

Un rato más tarde, Noe, Indira, mi madre y yo estuvimos hablando, y después Indira y yo dimos una vuelta por el avión. Saludamos a Luz; Malena nada porque se había tomado una biodramina para no marearse y estaba dormida, pero Nacho no, y lo saludamos.

Sin saber que ya se había terminado el avión, seguimos y de repente vemos que nos habíamos metido en la cocina, y ese fue el motivo de nuestro descojone durante los siguientes minutos.

Luego siguió la risa porque, mientras yo estaba de pie estirando las piernas y hablando con Noe y mi madre, Indira fue al baño y por lo visto ella estaba llamando a su madre, le oyó un hombre, el pobre le preguntó cómo se llamaba y tuvo que ir por todo el avión en busca de una tal Noemí.

El resto del viaje siguió sin nada que destacar, salvo que para la merienda nos dieron un helado, que a mí no me gustan y se lo di a mi madre; y para cenar un bocata que, me pareció ser, de atún, que estaba algo malo, con un kitkat.

Al estar a nada de aterrizar, estábamos muy alegres, y una vez en tierra me estaba esperando una asistente, y gracias a pedir asistencia nos ahorramos una cola de hora y media para pasar el control de entrada, que es el tiempo aproximado que estuvieron los demás. Mi madre y yo también lo pasamos, evidentemente, pero lo hicimos en la cola especial que era mucho menos. Ya pasado todo el control y cogidas las maletas, mi madre y yo esperamos al resto durante un largo tiempo.

Cuando ya vinieron; Luz, Noe, Indira, mi madre y yo nos fuimos en taxi hasta nuestro hotel que era el mismo, y cuando llegamos dio la casualidad de que otro grupo de españoles también estaba haciendo el check-in. Como detalle en recepción nos dieron una cookie a cada uno, y entonces llegó una de las primeras frases icónicas del viaje. En este caso la dijo Luz, que el ascensor se paró en una planta que la nuestra era más para arriba, y de repente se abrieron las puertas, un señor empezó a decir algo en inglés, y va Luz y le dice con todo su acento malagueño y en español: «Vamos pa’rriba», totalmente convencida de que la iba a entender. No podíamos parar de descojonarnos, a mí me iba mal.

Mi madre y yo estábamos en una planta distinta que ellas tres, y cuando llegamos a la habitación, lo primero que hice, aparte de ver el baño y la habitación, fue probar la cookie que estaba asquerosa. Me fijé que el baño tenía ducha, y es que lo estaba deseando porque en la bañera me cuesta mucho meterme. También estaba la tele encendida con un letrero en pantalla que ponía «Welcome, Carmen» y aunque la habitación era muy pequeña y algo incómoda porque mi madre es muy cutre para los hoteles, teníamos vistas a algunos rascacielos de la ciudad. Eso me pareció otro detalle bonito.

Era el momento de irse a dormir, después de unas larguísimas horas viajando, y es que el horario para ir coincidió muy bien, porque llegamos a las 20:00, y entre que tuvimos que esperar a que pasaran el control e ir hasta el hotel, se hizo más tarde, así que, como digo, coincidió muy bien.

Nos fuimos a la cama, porque mañana iba a ser otro día.

Composición con fotos de distintos momentos de este día.

NUEVA YORK DÍA 2

Aquel día me desperté con la llamada de mi madre, que estaba dando un paseo, para que me metiera rápido en la ducha que el resto ya estaba en pie, así que me levanté de la cama y me metí. Estuve durante unos minutos indeciso, porque la alcachofa estaba arriba (no había de mano, y es que yo prefiero la alcachofa de arriba), y al abrir el grifo sabía que iba a tardar en calentar, que mientras saldría fría y me iba a saltar por el cuerpo. Pero por suerte vino mi madre, que fue la salvadora, y me duché.

Bajé al hall, estuve unos minutos esperando a las chicas, y de pronto vi a otro grupo de españoles. A todo esto, en el ascensor también encontré a una pareja, también de aquí.

Cuando ya vinieron, fuimos en busca de un sitio en el que desayunar. Nos decantamos por entrar en uno, y era un autoservicio, donde había una bollería muy variada. Yo cogí una caracola y un croissant de chocolate, y de beber un café caramel latte. Después subí las escaleras hasta la siguiente planta, que era donde estaban las mesas, y me senté en la única que quedaba libre. La mesa estaba bastante sucia. A continuación vino Indira, y luego Noe, Luz y mi madre.

En teoría la caracola y el croissant los iba a compartir con mi madre, pero resulta que a ella le gustó tanto la caracola que se la acabó comiendo entera. Probé el croissant, aunque chocolate tenía poco, pero estaba bueno. Le di un sorbo al café, y el caramel latte no me emocionó, porque sabía demasiado dulce (que para que lo dijera yo, como sería…), y sin echarle ningún sobre de azúcar. También me dio mucha pena, y me di cuenta otra vez, del problemón que tiene Estados Unidos con el plástico (entre uno de muchos), y que no había ningún plato ni ninguna taza de porcelana; todo era con servilletas y el café está en un brik.

Me hizo gracia, porque Indira cortó su bollo de jamón y queso en mil trozos, pareció como si lo hubiera diseccionado.

Una vez acabamos de desayunar, salimos a dar un paseo, y ese día lo recuerdo como uno de los dos que más frío pasé. Según íbamos caminando más, había un frío helado que me congelaba la cara y tenía que estar sacando la mano, cada rato una, porque estaba del ganchete con Luz.

Estuvimos un poco en Central Park y nos sacamos unas cuantas fotos. Vimos a varias ardillas, y la verdad es que eran y se movían de forma simpática.

Al estar sacando las fotos, llegó la segunda frase icónica de este viaje, en este caso me la dijo mi madre y poco a poco se la copiarían personas como Luz o Nacho, la de “Antón, quítate el choto”; y es que hacía un frío, que como digo, helaba y mi madre quería que me sacara la capucha para las fotos. Y estuvimos un rato parados hablando, y a mí la charla me estaba pareciendo interesante, pero me estaba quedando congelado. Pero entonces fuimos al Museo de Historia Natural, y ya nos metimos en un sitio en el que, todo al contrario que en la calle, estaba la calefacción puesta a tope, es decir, que pasamos al otro extremo radicalmente, aunque yo prefería ese calor.

Nos registraron los bolsos (en mi bolsita sólo llevaba el móvil, un paquete de pañuelos y el cacao para los labios), y pasamos para comprar primero los tickets. La chica nos rebajó el precio, y compramos entradas, aparte, de para ver el museo, para entrar en dos salas donde había exposiciones temporalmente.

Una de las dos salas abiertas temporalmente era una en la que había distintas especies de mariposas. Yo no iba muy convencido, pero al entrar y oír a la señora responsable en esa sala (que al ver que nosotros éramos españoles, se puso a hablar un poco) de que no se podían tocar las mariposas, claro, mi primera reacción si se me posara una sería hacer un espasmo, y una vez que pasó una cerca, casi le di. Así que para evitar darles, me fui de aquella sala y las esperé fuera sentado. Aparte, en la sala hacía mucho calor.

La segunda sala a que la entramos fue al planetarium, que me encantó. Era como una pantalla semicircunferencia en el techo donde se veía cómo se habían formado los planetas y los satélites que tienen. El vídeo estaba hecho con mucho realismo (inteligencia artificial) y era verdaderamente alucinante, aunque a veces daba tanta impresión o vértigo (como le queráis llamar), que tenía que incorporarme y volver a acostarme. Los asientos estaban un poco recostados con un respaldo amortigüado para apoyar la cabeza.

Una vez durante el vídeo, mi madre estaba mandándole un mensaje a una persona del grupo para que nos tuvieran localizados, y la mujer encargada de esa sala le llamó la atención.

Cuando el audiovisual acabó nos quedamos un rato charlando en los sofás recostados, tanto que tuvo que venir otra vez la señora a llamarnos la atención, porque éramos los únicos que quedábamos allí. Qué imagen se llevaría de nosotros si tuvo que llamar dos veces la atención al mismo grupo…

Salimos de esa sala, y como los demás ya estaban en el restaurante del museo, nos fuimos hacia allí. La verdad es que nos costó demasiado encontrarlo, tuvimos que preguntarle a dos personas, y es que estaba muy mal señalizado.

Cuando ya por fin llegamos, el resto ya estaban sentados, algunos habían ido a por la comida, mientras que otros estaban guardando la mesa.

Llegó la hora de comer, y comí una pizza, que estaba aceptable, y unas albóndigas con arroz, que no estaban muy buenas. Eso sí, el zumo multifrutas que bebí estaba muy rico.

Mientras tanto, estuve hablando con Malena de unas pruebas que tiene que hacer para clase, y de OT, un tema del que hablaríamos mucho durante los próximos días. También hablamos Indira, ella y yo de otros temas.

Al acabar de comer; Luz, Noe, Indira, mi madre y yo nos volvimos a separar del resto, pero antes vino el momento, que lo he llamado “momento ascensor”, donde todos nos reímos a carcajadas. Resulta que, de perdidos al río, nos metimos todos en el ascensor, que era grandecillo pero aún así éramos “too much” y como algunos se vinieron arriba y se pusieron a saltar, lo hicimos todos. Con gritos, además… Eso fue un desmadre. Como para que el ascensor se fuera abajo… Aquel momento de todos saltando me recordó a la escena esa de “Campeones”, donde se ponían a hacer lo mismo y en un ascensor, también. Había una cámara de vigilancia, y de repente oí a Darío decir con toda la razón del mundo: “El que esté viendo la cámara deberá estar flipando”.

Luego, al salir mi madre dijo que no se nos puede sacar de casa, y me enteré de que, por lo visto, había entrado una señora y en la siguiente planta se marchó. Yo creo que era por no aguantarnos más.

Cuando ya dio como finalizado el show graciosísimo, nosotros cinco nos fuimos a otra sala, que también estaba abierta temporalmente, y que iba sobre elefantes. La exposición mostraba todo tipo de cosas que entraban dentro del tema. Llegó un punto en el que me cansé (pero más o menos me estaba gustando) y me fui. Yo quería ver lo que había en el sitio por el que entramos, que eran varios cristales y en cada uno había una recreación de diferentes animales. Y mi madre me quiso acompañar.

Después vimos una sala en la que la temática era sobre dinosaurios, y para decir la verdad, a mí nunca me ha fascinado ese mundo. Había un esqueleto del dinosaurio más grande que existió, y ocupaba una sala entera y atravesaba otra. Después había otros escaparates donde se recreaban peces acuáticos, como delfines, focas…

Para finalizar, acabamos reencontrándonos con el resto, nos sentamos en unos sofás porque ya estábamos un poco cansados, y unos minutos después dijeron por megafonía que iban a cerrar el museo (no sé en cuántos idiomas pudieron avisar: en inglés, español, italiano, francés, chino…)

Así que nos fuimos, y ya que Malena e Indira tenían que ir a su hotel para ensayar el discurso que iban a dar en la ONU, decidimos ir todos allí también. Al llegar, dentro había una sala donde había sofás, una mesa de ping-pong y un futbolín. También había una estantería de juegos de mesa, que me encantan, pero pasé de ellos porque estaban en inglés.

Mientras los cuatro ensayaban, algunos estuvimos hablando en aquella sala, y otros jugando al ping-pong o al futbolín. Tenía mucha sed y mi madre me fue a coger del hall de la entrada un vaso de agua, que sabía a hierbabuena.

Resulta que podíamos estar presentes en el ensayo del discurso, y fuimos a una especie de mini anfiteatro (donde Susana tuvo la gran idea de hacer unos skeches y a mí me pareció muy bien, pero al final no los hicimos) y salieron Indira y Malena. Le tocaba empezar a Indira, y me dio pena porque la pobre estaba tan nerviosa que no daba articulado palabra. Entonces, su madre se puso delante de ella para que no se pusiera nerviosa, pero tampoco consiguió decir nada. En resumen, que se bloqueó tanto, que ese día no puedo prepararlo.

Luego fuimos a cenar al McDonald’s, y la verdad es que no me gustaba nada entrar allí, y por suerte para mí, a Susana tampoco, así que mi madre, ella, César y yo fuimos a un italiano. Mi madre y yo pedimos pizza y estaba muy buena, y de beber tomé algo parecido a la Trina que no me gustaba mucho por el gas.

En esa cena criticamos la sociedad que era ese país.

Por último nos despedimos del resto y las cuatro del mismo hotel que yo y un servidor nos fuimos.

Indira, Luz y Noe se bajaron del ascensor en su planta, y mi madre y yo en la nuestra.

Mañana iba a ser otro día, y encima con el resto que aterrizaba esa misma noche en la ciudad de Nueva York.

Composición con fotos de distintos momentos de este día.

NUEVA YORK DÍA 3

Aquel jueves me desperté un poco más tarde de las 6:30, porque mi madre estaba roncando, aunque no muy fuerte. Como no podía dormir, busqué los cascos y me puse a escuchar música. Más tarde, cuando mi madre también se despertó, se duchó mientras que yo escuchaba las noticias mediante el Hoy por hoy con Ángels Barceló.

Detrás de mi madre fui yo a ducharme. Me arreglé para ese día, salí de la habitación y otra mañana más esperé a las chicas en el hall de la entrada, mientras que durante ese rato, estaban sentados cerca de mí otro grupo de españoles.

Cuando Noe, Indira, Luz y mi madre bajaron, nos marchamos a desayunar, y fuimos al mismo sitio que la mañana anterior. Yo me pedí lo mismo, y, por suerte, mi madre se pidió una caracola y me dejó comerme la mía tranquilo. Y de beber, cambié, y es que me tomé un café con leche normal.

Indira y yo subimos a donde estaban las mesas, quedaba una, y como no había suficientes sillas, Indira fue a por más.

Mientras comíamos, hablamos de cosas como que es muy triste que haya gente de mi edad, o por ahí, que no vaya a los velatorios cuando se les muere algún familiar. Eso es muy preocupante.

Otra mañana más, Indira diseccionó el mismo bollo que se había pedido el día anterior.

Cuando ya terminamos de desayunar, salimos al exterior, y, aunque parecía que había salido el sol, seguía haciendo frío.

Fuimos a Central Park, donde estaba el resto, también Paula, Martín, Tere y los demás, y les saludamos a todos.

Estuvimos un rato hablando en varios grupos (y aprovecho para decir que esa es una de las cosas buenas que tiene este colectivo, que hablas con unos o con otros, pero nunca, nunca te quedarás solo), hasta que Nacho inició las grabaciones, que para eso estábamos allí. Los primeros en entrevistar fuimos otro compañero y yo. Nos hizo unas cuantas preguntas, de cómo nos sentíamos en aquel momento, entre otras. Yo le dije que ni de broma me había imaginado cuando se creó este grupo llegar hasta Nueva York y recibir un premio dado por la Federación Mundial del Síndrome de Down en la ONU. Bueno, ni eso, ni ir a Madrid a reunirnos con la ministra de educación.

La verdad es que pienso en el yo de cuando empezó a encontrarse con los EXI por Zoom, o cuando lo estaba pasando fatal en el instituto, y no sólo es impresionante por todo lo que estamos logrando, sino que también me ayudó a crecer como persona y a empezar a quitarme algunas de mis inseguridades, que ahora me siguen quedando algunas, no os creáis.

Las entrevistas eran caminando mientras que teníamos que hablar entre nosotros. Y luego fueron los demás EXI entrevistados.

Hasta que llegamos a una plaza donde un señor estaba cantando con un altavoz al lado donde ponía el instrumental, en ese momento estaba cantando “Vivo por ella”, mezclando el español con el italiano, y Malena, mi madre y yo nos pusimos a bailar. También lo hicimos con el “Sway” de Michael Bublé, que a mí me encanta la canción, como también con el “New York, New York” de Frank Sinatra, y el “Nunca es suficiente” que me sonaba porque Lina de Sol la cantó en la gala 0 de OT, que era de Vigo y la cual no pasó, aunque se merecía pasar y es que cantaba muy bien.

Más tarde acabamos todos, mayores incluidos, sentados en la hierba y les tocó hablar a personas como Susana, Noe, Paula, mi madre o Nacho. Todas ellas hablaron muy bien, pero en especial cuando estaba hablando mi madre, que Luz y yo nos miramos y le susurré que era un “orgullo de hijo”.

Composición con fotos de distintos momentos de este día.

Al terminar, nos levantamos y fuimos a comer a un mexicano. Yo no iba muy convencido porque en esos restaurantes toda la comida lleva picante. Yo comí, como diría Chicote, un arroz con cosas, que, por lo visto, no picaba, y al final sí que me picó, pero más o menos lo comí todo. Para terminar, bebí un refresco de sandía para que me dejara de picar la lengua.

A continuación, fuimos todos hacia un edificio donde tenían lugar las charlas del congreso al que habíamos ido (las del día siguiente ya serían en la ONU). Cuando llegamos, ya estaban algunos en la sala donde hablaban unas cuantas personas, en la que por cierto, hacía mucho calor. Los demás aún no habían llegado porque venían andando.

Escuchamos a las personas, entre tanto había algún rato en el que yo hablaba con alguien, y cuando terminó el acto, resulta que estaba allí un miembro de “La casa de Carlota”, de Barcelona, y que hacen camisetas; más Adriana y Martha, de Puerto Rico, y que al principio decían que conocían a Indira y a otra persona de los EXI, pero al final resultó ser que, efectivamente, conocían a Indira, pero ese otro era yo. Hablamos un poco con ellas, y me cayeron bien.

Al salir, no me acuerdo por qué motivo, pero acabamos Luz, Noe, Indira, mi madre y yo yendo a cenar al mismo sitio que el día anterior habíamos ido Susana, César, mi madre y Fidel; pero antes os voy a contar una cosa súper graciosa, y es que nosotros cinco antes de ir al italiano, nos sacamos unas fotos delante de una torre que estaba iluminada muy bonita, Luz nos iba a sacar una a los cuatro, y, primero fue la avalancha de gente que encima la empujaban, y estuvieron un rato pasando personas hasta que por fin pudo sacar la foto, aunque resulta que mientras tanto un espontáneo que pasaba en ese momento salió en la foto (la podéis ver, es una de las de abajo) y después le chocó la mano a Luz. No sabíamos que había salido, hasta que la propia Luz nos enseñó la foto, y nos empezamos a descojonar vivos.

Estábamos tan cansados, que cenamos la pizza rápido, y cuando mi madre, Noe, Luz y yo ya la acabamos de comer, Indira cuando estaba por el último bocado tardó en acabarlo porque siempre quiere retrasar lo posible que nos vayamos al hotel, y yo con lo agotado que estaba, me quería ir enseguida a la habitación a descansar. Y es que mañana era el día que íbamos a pisar la ONU.

Composición con fotos de distintos momentos de este día.

NUEVA YORK DÍA 4

Aquel viernes me levanté, me duché, me arreglé, salí de la habitación y esperé a las chicas sentado en el hall de la entrada. Volvimos a ir al mismo sitio a desayunar, en este caso sólo salimos Noe, Luz, Indira y yo del hotel, porque mi madre ya estaba allí que siempre se despertaba antes y salía a pasear sola. La historia se repite: todos pedimos lo mismo, e Indira, otra vez más, disecciona su bollo.

Más tarde, al salir a la calle, hacía otra vez ese frío helado que te congelaba todo. Decidimos el plan de ir a ver tiendas por La Quinta Avenida, y era un plan que me molaba porque así no estábamos mucho en la calle.

Primero entramos a un sitio que ni me interesaba, sólo era para calentarme un poco; después entramos a Zara, que a mí me alucinó bastante ver esta tienda en Nueva York; después nos metimos en un North Face, que entré un poco como lo hice en la otra tienda, no me interesaba y era también para entrar en calor.

Y, por último, fuimos a la tienda de Lego, que me gustó. Cerca de la entrada había un taxi hecho de estas piezas. Nos quisimos sacar unas cuantas fotos, y después quise salir yo solo, y en ese momento descubrí lo mal que educan a algunos niños, porque mientras mi madre me estaba sacando una foto, un niño se metió por medio.

Hago un inciso para decir que, no sé si sólo será en Nueva York, pero allí la mayoría de la gente va por la calle como si estuviesen por la calle nada más que ellos: se tropiezan contigo y siguen hasta que logran pasar, te dan codazos y siguen caminando sin pedirte perdón, estamos haciéndonos una foto y pasan por delante de la cámara…

La verdad es que esto no tiene que ver con la ciudad donde vivas, tiene que ver con si eres una buena persona o no.

La tienda de Lego tenía de todo: desde La Estatua de la Libertad a un edificio ardiendo y los bomberos rescatando a, por ejemplo, un gato, todo ello construido con estas piezas. En verdad la tienda estaba muy guay. También vimos por fuera la de Apple, que recuerdo que como la de Londres, que me había dejado alucinado, ninguna, y es que aquella tienda de Apple era impresionante.

Luego, aún era pronto para comer, pero teníamos que ir a meterle algo al cuerpo ya, porque después teníamos que estar temprano en la cola para entrar en la ONU. Así que fuimos a una pizzería (sí, otra vez tocaba pizza), era un sitio muy pequeño, sólo había tres mesas, y unos nos sentamos en esas y otros se fueron para fuera.

Y cuando ya acabamos de comer ya era la hora de ir a hacer la cola para entrar en la Organización de las Naciones Unidas.

Composición con fotos de distintos momentos que describe Antón de este día.

Estábamos súper emocionados por entrar allí. En la fila mientras esperábamos Malena puso música y empezamos a bailar. Nuestras caras de contentos había que retransmitirlas, así que nos hicimos una foto. Después Paula nos hizo otra, y una vez más al hacerla se tiró al suelo, y nos descojonamos, esa y todas las veces que se tiró al suelo para hacer la foto. El año pasado en Chicago fuimos mi madre, Ana, Indira, Malena, Darío y yo a un parque que era impresionante porque estaba rodeado de rascacielos, entonces mi madre se marcó un “Paula” y se tiró al suelo para hacer las fotos, y aquel día también nos empezamos a reír.

Cuando ya entramos en la ONU, primero había un control como el de los aeropuertos. Soy raro, pero me hace cierta gracia ver cómo algunas personas hacen el control. Una vez pasado el trámite de quitarnos las chaquetas y depositar nuestras cosas en una caja y de pasar nosotros por ese arco (que yo siempre voy un poco acojonado), volvimos a salir al exterior y hacía mucho frío. Estuvimos unos minutos sacándonos unas fotos en dos esculturas, una en el logo del planeta Tierra de la ONU, y otra en una pistola con un nudo en el cañón; también salí yo solo en un paisaje muy bonito que estaba al fondo con unos rascacielos. Luego no soportaba más el frío, y mientras los demás seguían fuera, yo entré al edificio. Me recorrió una emoción por todo el cuerpo al ver esa edificación que era tan gigantesca con tanta gente y tantos adornos, y en ese momento pensé: “Coño, no me puedo creer que estemos aquí.”.

Imagen de todo el grupo delante de la bola del mundo que se describe en el texto

Después ya entraron el resto, y me hizo mucha gracia porque algunos teníamos ganas de ir al baño y fuimos todos juntos como si fuéramos un rebaño de ovejas. Más tarde, algunos nos dirigimos ya a la sala donde sería el acto, y la emoción que tenía se convirtió en aún más fuerte, porque vi aquello tan grande y con los asientos con los micrófonos como, mismamente, en el Congreso de los Diputados. No había pocas personas, pero tampoco muchas, es decir, las justas. Bajé las escaleras para sentarme en una fila donde ya estaban unos pocos de nuestro grupo. A los lados vi unos cristales, tras él estaban los traductores de lenguas como español, francés, portugués o chino. En cada sitio había como un pinganillo que te lo ponías en una oreja y te traducía a tu idioma. 

Cuando ya empezaron a hablar, tenía el pinganillo en mi oreja y pensé que a lo mejor no había empezado a traducir, pero al resto sí, entonces me pareció raro, comencé a tocar en los botones que había como un poseído, pero no funcionaba, así que el que uno de los compañeros me solucionó el problema y me dispuse a escuchar.

Hubo bastantes ponencias, había algunas personas que me gustaron y otras que me parecieron un poco rollo. Por ejemplo, hablaron una madre y una hija que eran de París, y contaron que a la madre le dijeron que su hija se iba a morir, entonces me recordó a lo que le dijo esa médica a mi madre. En ese momento, ella estaba sentada detrás de mí y me dijo que todas las historias se repetían, y es totalmente cierto.

La primera tanda de ponencias tardó en empezar, con lo cual el horario se iba a retrasar, también la entrega de premios. Teníamos entradas para un musical porque cuando las compramos no sabíamos que la organización iba a cambiar el acto del jueves al viernes y por eso las compramos para este día y con todo el retraso íbamos a ir al musical bastante justos de tiempo.

Composición con fotos de distintos momentos de este día.

Llegó la hora de dar los premios, y como ya estaba hablado desde hace mucho Indira y Malena salieron a recogerlo en representación de los EXI. Cuando estaban dando el discurso, yo explotaba de orgullo. Juro que tenía tal emoción en el cuerpo cuando ellas dos recogieron y alzaron el premio, que parecía que me iba a dar algo en cualquier momento. Miré un momento para el resto del grupo, y todos teníamos la misma cara de felicidad y orgullo.

Acabé riéndome porque estábamos pendientes de a ver qué hacía Indira, después de haber hecho un ensayo donde no habló porque se puso nerviosa, de haber tomado la decisión de que sólo hablara Malena, pero al final salieron las dos y estuvieron espectaculares. Pensaba matar a Indira (yo creo que todos) por tenernos en tensión para después hacerlo genial.

Distintas imágenes de Malena e Indira durante su discurso en la sede de Naciones Unidas

Lo que voy a contar ahora, no quiero que penséis mal de nosotros, pero después de que les entregaran el premio a Malena e Indira, salimos pitando de la sala porque no llegábamos al musical y había que cruzar varias avenidas. Para no acabar de tener fama de maleducados, se quedaron hasta el final de la entrega unas personas de nuestro grupo, y otras como yo que llevo cierto ritmo más lento, nos fuimos de allí echando leches.

El asunto era que íbamos tan apurados que mi madre y yo habíamos pensado en ir en taxi hasta el teatro, pero al final decidimos ir andando porque había mucho tráfico y al final íbamos a tardar más. Fue muy gracioso porque como a mí me cuesta andar corriendo, César me cogió de un brazo y Fidel del otro, y todos nos pusimos en marcha.

Hago un inciso y después contaré nuestro trayecto hasta donde era el musical, pero la verdad es que me dio pena que no diera tiempo a saborear más lo del premio ni a ver algún otro rincón de la ONU. Al salir de aquella sala, como digo, pitando, vi un pasillo de banderas y me quería sacar una foto, pero era imposible.

Retomo cuando César y Fidel me cogieron uno de cada brazo, y es que fue bastante gracioso, porque me preguntaron en distintas ocasiones si iba bien, y de verdad que iba bastante bien aunque casi me llevaban en el aire. La velocidad a la que corríamos era impresionante, y pensaba en tantos momentos de mi vida en donde mis compañeros no me esperaban, y también es verdad que si no hacen este tipo de cosas este grupo, ¿quién lo va hacer? Pero cada vez me siento más afortunado y es un orgullo pertenecer a este grupo maravilloso.

Cuando llegamos al teatro, íbamos bastante apurados, y mi madre y yo teníamos que subir las escaleras porque allí nos sentábamos nosotros. Entrando, el teatro me pareció precioso y muy elegante, era todo de color rojo, un color que, bajo mi opinión, luce mucho visualmente.

Subimos otras escaleras y ya eran nuestros sitios. Para mí sorpresa, detrás de nosotros estaban Susana, Fidel, César y Adriana; a nuestro lado había tres personas, y oyéndoles hablar, con lo grande que era el patio de butacas (que ocupaba más que el propio escenario), resulta que nos había tocado al lado de otro grupo de españoles, y en un momento el que estaba a mi lado me oyó decir: “¡Cuántos españoles!”, empezó a hablarnos el señor y nos dijo que eran de Zaragoza; y al lado de estos tres maños, estaban sentados Malena, Nacho, Ana y Darío. Es decir, que en nuestra zona estábamos concentrados muchos españoles.

También, en la otra punta del auditorio estaban Indira, Luz y Noe que nos saludamos efusivamente. Y el resto del grupo estaba más abajo, y a ellos sí que no les vimos.

El musical que estaba a punto de comenzar, por cierto, era “Moulin Rouge”.

Había visto con mi madre el fin de semana anterior la película y no me gustó, pero la obra me encantó. Aunque no lograse entender los diálogos, los números musicales me fliparon (me gustó mucho más la elección de las canciones del musical que en la película, muchas de ellas las conocía), los actores y actrices tenían auténticos vozarrones, me alucinaba cómo cambiaban los decorados, subiéndolos para arriba o moviéndolos de posición.

De verdad, todos los números musicales me parecieron una verdadera pasada.

Al acabar el musical, salimos y nos reunimos todos, y cuando estábamos en la calle delante de la entrada, oímos unos gritos como si estuvieran acuchillando a alguien (aunque no era de extrañar estando en ese país. No, es broma), pero resulta que estaban saliendo algunos de los actores, y ya todos se acercaron. La verdad es que a mí no me interesaba ir, pero también fui, y es que de actores estadounidenses sólo conozco a unos pocos que se pueden contar con los dedos de una mano, y a estos los conocía aún menos.

Cuando acabó el jaleo, resulta que Malena se sacó una foto con Boy George, uno de los protagonistas y cantante en un grupo que era muy famoso cuando nuestros padres eran jóvenes, y otro actor le firmó el folleto donde venía toda la información de la función.

Imagen de Antón dentro del teatro donde asistió a ver el musical Moulin Rouge

En ese momento, era de noche, y fuimos a Times Square, y de todas las veces que pasamos por allí, fue la que más impresionante me pareció, con todas las pantallas con luminosos. Precioso.

En el mismo sitio había unos haciéndoles hacer cosas a la gente, y entonces me acordé cuando a mi tío en un espectáculo de estos le saltaron por encima junto con otros más, cuando fueron él, mi tía y mi prima a Nueva York.

Pero yo estaba tan desfallecido que lo único que quería era ir a cenar.

Tras estar un rato más en Times Square, fuimos a cenar, y primero fuimos a un sitio que daban sushi (que a mí me encanta), pero estaban levantando los taburetes para cerrar. Allí estaban Paula, Martín, Susana, Fidel, César y Adriana que fueron más listos y estaban cenando.

Como muchos restaurantes ya estaban cerrados o a punto de hacerlo, tiramos de un italiano que sí que estaba abierto, donde los días anteriores también habíamos cenado.

Nacho, Malena y el resto se cogieron unas pizzas para ir a comerlas a su hotel, mientras que Luz, Noe, Indira, mi madre y yo nos sentamos a comerlas en una mesa.

Estábamos tan cansados que comimos lo más rápido que pudimos, hablamos del susto que nos dio Indira al no hablar en los ensayos y lo bien que habían hablado Malena y ella, también la quería matar porque se hizo de rogar para acabar el último bocado de su pizza y yo estaba reventado.

Luego nos fuimos al hotel, y hasta el día siguiente.

Por cierto, todos los días que pasamos en Nueva York fueron increíbles e intensos, pero ese lo fue quizá un poco más por las dos cosas que hicimos, porque fueron muy grandes.

Entrar en la mismísima ONU, que es una de las organizaciones más importantes del Mundo, y que la Federación Mundial del Síndrome de Down nos diera un premio.

E ir a ver un musical, que a mí me encantó, en Broadway, y es que a mí como está valorado públicamente me da igual, lo que me importa es que con todo lo que me gusta el mundillo del espectáculo me pareció alucinante ir a una zona como esta donde tienen tanta fama los musicales.

Mañana iba a ser, también, otro día muy bonito a pesar de la lluvia.

Escultura que se encuentra en el recinto de Naciones Unidas y que representa una pistola con un nudo en el cañón. Aparece un cartel con su título: Non-violence

NUEVA YORK DÍA 5

Esa mañana me desperté sobre las 9, unos minutos más tarde se despertó mi madre. Se nos hizo tarde, lo sé, pero no nos vino mal dormir un tiempo más. Nos duchamos, nos arreglamos y salimos solos a desayunar, porque Luz, Noe e Indira ya lo habían hecho y ya estaban yendo junto con todos los demás para el museo.

Fuimos al sitio de siempre a desayunar y pedimos lo de siempre. En un momento vinieron dos policías con sus uniformes y sus chalecos antibalas. No sabría decir si estaban en su tiempo de descanso o si no, porque estaban recibiendo llamadas desde el otro móvil que tenían. Como digo, estaban uniformadas y con esos chalecos antibalas, y es que aunque ese día lloviese, no hacía mucho frío, y me estaban dando un calor con aquel ropaje…

Mientras nos íbamos, yo me estaba poniendo la bandolera y sin querer le di a una de las dos policías, entonces llegué a pensar que con lo que son en ese país a lo mejor me pasaba algo. No, lo de pensar que me podría pasar algo, es broma, pero no lo es que en Estados Unidos la policía es súper salvaje.

Después de desayunar fuimos en metro hasta cerca de donde estaba el MOMA. Una vez entramos, nos dirigimos a los baños, al salir nos encontramos a Noe e Indira, estuvimos un rato allí quietos y luego empezamos a ver el museo.

Al principio íbamos muchos del grupo juntos, e hice lo de siempre cuando quiero ver algo a mi ritmo, ir por mi cuenta. Y ellos también se separaron en más grupos, porque de vez en cuando me cruzaba con algunos, como digo yo, de los nuestros.

Para mi gusto, el museo me pareció para ver y también para resguardarse de la lluvia, pero en general ni fú ni fá.

Quedamos para irnos a una hora en la entrada, y yo, entre que fui tarde y que mi madre me dijo que estaban en otra planta en la que en realidad no estaban, llegué tarde. Nos pusimos cada uno nuestra chaqueta, salimos a la calle, y con la lluvia anduvimos lo más deprisa que pudimos a la hamburguesería donde íbamos a comer.

Unos del grupo ya estaban allí. Había varias mesas donde nos sentamos todos nosotros, yo me senté con Indira, Malena y Alejandra, y básicamente nuestro tema de conversación se basó en hablar de OT.

Malena se pidió unas mini hamburguesas, Alejandra unas patatas dulces que estaban muy buenas (ya las había probado dulces porque mi hermana las hizo alguna vez), Indira una hamburguesa con patatas (que nos estuvimos riendo porque le echó tanto ketchup a las patatas que aquello parecía ketchup con patatas), y yo unos fish and chips que estaban bien pero no eran cosa de otro mundo. A todo esto hay que decir que las patatas de Indira venían aparte de la hamburguesa, y yo me equivoqué y pensando que eran mías le comí bastantes.

Como digo, estuvimos toda la conversación hablando de OT, le contamos a Indira quiénes eran y la opinión que teníamos sobre ellos, porque no vio el programa. Después Malena y yo hablamos con Paula sobre el Benidorm Fest de este año y de la canción que llevamos para Eurovisión el próximo 11 de mayo. Es verdad lo que decían ellas dos que la mujer no canta bien, pero a mí me gusta bastante. Yo aplaudo que este año llevemos a alguien mayor, y es que en estos últimos años fue gente muy joven, como por ejemplo, Chanel, Amaia y Alfred, Blanca Paloma, Miki Núñez… (y el resto de países también suelen llevar a personas muy jóvenes, y aprovecho para decir que aparte de nosotros, Islandia también lleva a una mujer mayor).

La canción en sí está muy bien, los bailarines bailan muy bien, la puesta en escena está bien (y aún queda por mejorar, porque, claro, la tienen que adaptar al escenario de Malmö), la cantante también seguramente va a ensayar más la canción y afinar mejor en los tonos que canta más altos… En fin, que probablemente en el Benidorm Fest había mejores propuestas para llevar, pero la canción que va este año me gusta, y es que si la canta tanta gente por algo será.

Bueno, volviendo a cuando estábamos en el restaurante, me pareció muy interesante y me gustó mucho la conversación que tuve sobre OT y después del Benidorm Fest. A continuación, nos fuimos en dirección a un centro comercial porque estaba lloviendo mucho, y os aseguro que durante esa tarde en aquel outlet pasé unas horas en las que me reí a más no poder, pero voy a comenzar por cuando entramos.

Nada más entrar, como la calefacción estaba a tope, otra vez nos quitamos las chaquetas, y pusimos una hora de quedada para marcharnos y estar todos a esa hora puntuales en la entrada. Después nos dividimos en varios grupos. El grupo en el que estaba yo (Indira, Noe, Paula, mi madre y Nacho), nos sentamos en unos sofás a tomar unos cafés, y un rato después, Indira y yo entramos a un sitio donde había diferentes máquinas para jugar. Todo estaba en inglés y no nos estaba resultando interesante, así que nos fuimos. Pero Indira avisó a su madre para que viniera, volvimos y fue más de lo mismo.

Aquí llega la parte graciosa, cuando Noe vio que había un fotomatón, nos preguntó si queríamos entrar y le dijimos que sí de cabeza. Al meternos fue cuando empezó el lío porque estuvimos intentando poner eso en funcionamiento, pero no había manera. No nos dimos por vencidos y al final nos hicimos las fotos. Entonces empezamos a poner caras graciosas en cada foto que nos sacaba la máquina esa: sacando la lengua, abrazados, apachurrados en una esquina…

Pagar y sacar las tiras fue una odisea, pero también nos reímos mucho, porque Noe ponía la tarjeta y no pasaba nada, aunque después de varias veces intentándolo y de pulsar a los botones, a ver si así había suerte,  ya estábamos concienciados de que ese fotomatón no nos iba a dar las fotos, cuando lo probamos otra vez más y salieron varias tiras. Aquellas fotos eran muy chulas. Por último salimos de allí, que la verdad es que hacía mucho calor.

La verdad que en aquel fotomatón nos reímos mogollón.

Después, como teníamos más tiempo, siguieron las risas, y es que fuimos a una tienda donde había, entre otras cosas, perfumes. Entonces Indira y yo empezamos a probarlos, y eso que al principio no estaba seguro si se podían probar, pero luego pensé que si no nos dijeron nada después de estar un rato haciéndolo, que sí se podía. Bueno, Indira y yo nos probamos tantos que acabamos oliendo a una mezcla bastante exótica. Cuando de pronto vino mi madre, que para colmo es alérgica al perfume.

A continuación fuimos a una tienda de zapatos e Indira se probó algunos pares de ellos.

Un rato más tarde, como ya tocaba ir hacia donde habíamos quedado, fuimos y allí estaban todos enseñando cada uno lo que se habían comprado, pero yo no me quise comprar nada, más que nada porque cuando voy a un centro comercial voy porque tengo que comprar zapatos o ropa, y ya me cuesta ir, y por eso no compré nada. Yo no soy nada consumista comprando, eso sí, de ir al teatro, al cine, ver series, ir a conciertos o de viaje evidentemente que sí lo soy.

El próximo destino era ir al otro hotel donde estaba el resto, así que cogimos el metro, y cuando llegamos a nuestra estación, antes de salir de aquella boca, entramos en un sitio a comprar comida. Yo salí con sushi, con unos trozos de fruta cortada y unos zumos.

Cuando salimos, se decidió que los adultos se iban a tomar algo y Malena, Indira, Martín, Darío y yo fuimos al hotel.

Una vez allí, Indira y yo, como ambos antes habíamos comprado sushi, nos lo pusimos a comer en una mesa redonda que había en aquella sala de estar. El sushi, que me encanta, estaba aceptable para ser de súper (todo sea dicho, tengo ganas de comer un buen sushi), y dejé los dos últimos trozos porque estaban tocando un poco el wasabi, y conozco a poca gente que le guste, imaginaros a mí que no soporto el picante.

Después me tomé los trozos de fruta, no me gustaron, así que los guardé en la bolsa. Imaginaros cómo estaban con lo que me gusta a mí la fruta.

A continuación, Indira, Malena y yo jugamos a un juego que tenía la propia Malena descargado en el móvil. Cuando ya vinieron los adultos de tomar unas cervezas, mi madre, Noe, Luz, Indira y yo nos fuimos a nuestro hotel, y es que mañana tocaba ir hacer un tour por muchos de los barrios de Nueva York.

Composición con fotos de distintos momentos de este día.

NUEVA YORK DÍA 6

Aquel domingo fue un día que nos tuvimos que despertar más temprano que otras mañanas, en este caso tocaba ir de ruta, como acabé diciendo en el final del post anterior, por muchos de los barrios de la ciudad. Un señor nos estaba esperando a la salida del hotel con un coche, y entonces al salir a la calle me cagué en todo, y es que otra vez hacía ese frío que te congelaba todo.

Mi madre, Indira, Noe, Luz y yo fuimos en el turno de mañana; y Paula, Martín más la familia de Susana fueron en el de por la tarde. Montados en el coche, yo aún no estaba para chapas porque aún me estaba despertando, y la verdad es que durante los primeros minutos el tío me pareció bastante pesado.

Paramos en la primera parada, y yo si soy sincero no presté mucha atención porque lo único que quería era meterme en el coche, y es que hacía un frío que pelaba. Qué gusto me dio ese momento en el que entramos al coche, cuando se va cerrando poco a poco la puerta (era de estas que se cierran al pulsar un botón).

La siguiente parada fue a la Universidad de Columbia, y me pareció bonita, aunque yo quería meterme en el coche, una vez más, al caliente. Allí mismo, dentro y con el hombre conduciendo, nos enseñó unos vídeos de trozos de película que se habían grabado por donde estábamos pasando, aunque a mí ver eso en ese mismo momento no me apetecía nada, y eso que siempre es un gusto para mí ver cine (y además de porque estaba en inglés), pero yo estaba para hacer turismo.

Este sí que fue un momento bastante divertido, cuando el tío nos dio, en concreto a mí, un güiro para tocar y lo hice mientras de fondo sonaba “Vivir mi vida” de Marc Anthony a todo volumen. Yo no sé si sería muy legal tener la música a ese volumen conduciendo por la carretera. Y Luz después también tocó el güiro.

Más tarde le dijimos al hombre del tour que queríamos tomar un café y algo más (que aún no habíamos desayunado) sentados, y nos llevó a una tienda bastante pequeña donde me sorprendí cuando vi a tanto español, y es que estábamos prácticamente todos allí concentrados. Según el del tour, allí hacían unas empanadillas muy buenas, así que las quisimos probar, y nos pedimos eso más unos cafés. Las empanadillas, no sé si era por el hambre que tenía o no, pero estaban muy ricas, pero el café estaba para vomitar.

Mi madre, Luz y Noe se enfadaron con el chofer por llevarnos a ese lugar (que a mi parecer era un cutrichil de mala muerte) y pensaron que podría estar en nómina con el dueño del local. Hombre, yo no tendría pruebas de ello para afirmarlo, pero el ser todos turistas españoles en esa tienda era bastante sospechoso; así que no sé…

Más tarde hicimos una paradita de nada en el Bronx, donde el pavo de la guía turística trajo una radio de estas antiguas, una gorra y una cadena, y nos llevó delante de un grafiti. La idea era posar con todos esos artefactos ante el grafiti, y Luz, Noe, Indira y mi madre lo hicieron, y yo casi, lo que pasa es que nada más ponerme la cadena, ya tenía frío de por sí, y la cadena estaba congelada, y es que yo no tolero de ninguna de las maneras el frío en el cuello, así que no.

También pasamos con el coche por un barrio judío ultraortodoxo, que por lo visto hacen cosas como hablar en otro idioma, las mujeres casadas se rapan la cabeza y llevan peluca, los sábados es el día de la semana en que no pueden cargar peso y las mujeres tienen una cuerda para bajar el carrito del bebé a la calle (que esto no tiene mucho sentido, porque al igual que te molestas en poner el carrito en la cuerda, también puedes bajarlo tú)…

No os imagináis lo que me sorprendió y alucinó ese barrio. Ese día era fiesta para ellos e iban caminando por la calle con sus mejores galas. Los hombres iban con una especie de gorro hecho con piel de zorro que eran muy grandes. También me sorprendió que las mujeres, aparte de llevar peluca, con lo jóvenes que parecían y ya con tres hijos o más (es otra de las muchas culturas más que las mujeres para lo único que sirven es para dar hijos). Los más pequeños iban disfrazados.

Yo quería hacer fotos, pero luego era impensable fotografiarles como si fueran maniquíes.

Entonces fue cuando salimos del coche, íbamos a caminar toda la calle y al terminar de hacerlo nos recogía. Ese barrio era auténticamente asombroso, pero lo era más andar por la misma acera por donde iban ellos y verles de cerca. Me sentía muy extraño.

Enseguida, como dije, el tío del coche nos vino a recoger. La verdad es que me hubiese quedado más rato (quizá ese rato fue el que nos sobró, porque en teoría tendría que haber durado cuatro horas, pero no duró eso), y sin duda fue lo que más me gustó del resto de cosas que vimos, en cambio, nos fuimos bastante más pronto de lo que me hubiera gustado.

Luego, al acabar, nos dejó delante del Puente de Brooklyn y lo cruzamos entero. Mi experiencia al hacerlo fue peor de lo que quisiera que fuera. Las vistas eran preciosas, pero no disfruté tanto como el resto, porque hacía mogollón de viento y frío, y en un momento juro que lo pasé verdaderamente mal, y es que de tanto viento que hacía, yo me ahogaba y me costaba mucho respirar.

Lo pinto mal, y mal fue en ese momento, pero por lo demás, bien, si no fuese por toda la ventolera que soplaba allí. Se volvió a repetir la mítica frase de “Antón, quítate el choto”, pero en aquella ocasión era impensable para mí. Ese puente me pareció larguísimo, aunque lo digo no siendo objetivo, por el frío y por cuanto me costaba respirar.

Cuando acabamos de pasarlo, mi madre y yo decidimos ir al museo del 11S porque al día siguiente no íbamos a poder ir; y Luz, Indira y Noe se fueron a China Town.

A continuación, mi madre y yo nos pusimos a buscar un sitio para comer antes de ir al museo, y entre tanto buscar, al final entramos en un pub de estos típicos americanos. Mi madre pidió unas mini hamburguesas, y yo unos palitos rellenos de mozzarella que estaban muy buenos. Ya sé que allí es muy típico en los bares, y es que había un montón de teles por todo el local.

Más tarde, cuando ya fuimos al museo, empezamos a ver lo que había fuera de todos los nombres escritos haciendo un cuadrado, donde dentro era el lugar en el que estaban las torres gemelas. Vimos que en algunos nombres había una rosa blanca puesta, resulta que las suelen poner todos los años en los días que esas personas cumplirían años, y me pareció un detalle precioso y emotivo.

Una vez entramos, ahora sí, al museo, yo quise pedir los cascos que daban con la explicación de lo que era cada pieza. Mi madre fue a ver el museo por su cuenta y yo por la mía. La guía me hacía cierta gracia, porque tenía la voz de Robert De Niro.

Complicado nombrar todo lo que vi, y es que en ese museo había un montón de cosas, pero voy a resaltar algunas que me gustaron.

Empezando por un lugar donde en la pared había fotos del tamaño de una foto del DNI de todas las personas fallecidas en ese terrible ataque. Me daba pena, aunque, ¿cómo no? porque había gente bastante o muy joven. Había hasta algún niño…

También estaban las escaleras por las que pudieron escapar los supervivientes, y era impactante. Después había una foto de cómo eran antes las torres gemelas, y otra de cuando los aviones ya estaban tirándolas con todo ese humo negro. La verdad es que me resultó flipante.

Luego había vídeos de las torres siendo destruidas. También fue alucinante.

Un tiempo después, yo ya había visto mucho, y lo que me quedaba por ver, pero ya estaba cansado, así que me senté. Enseguida vino mi madre y estuvimos los dos hablando sentados un rato, y yo llegué a la conclusión de que esto es un círculo vicioso; atentaron contra las Torres Gemelas porque Estados Unidos había bombardeado Irak, los atentados en Madrid y en Barcelona fueron porque el gobierno de Aznar de entonces apoyó esa guerra… 

Es el “yo te bombardeo a ti porque tú me bombardeas a mí”, y así estamos sucesivamente. Con unos intereses que para una gentuza les importan más que las vidas humanas que se puedan perder. Por ejemplo, el genocidio en Gaza o la guerra de Ucrania; que parece muy difícil de explicar (y es que la pura verdad es que no se puede hacer) que haya gente que es capaz de anteponer los intereses económicos antes que una vida humana, y para que suene más fuerte digo que están matando a niños pequeños, pero eso tampoco les importa. Tienen una falta de humanidad, que no es de este mundo, y ojalá que algún día paguen por todo lo que están mandando hacer, aunque no lo creo. Y para terminar hablando de este tema, quiero decir que… ¡¡Ojalá se pudran en la tumba con su maldito dinero!!

Volviendo a cuando mi madre y yo estábamos en el museo, nada más salir de allí nos encontramos con Indira, Luz y Noe en la calle. Ese momento fue bastante gracioso.

Decidimos ir a tomar algo las cinco, entramos en un pub y hablamos mucho, mientras que al mismo tiempo Indira y yo estuvimos jugando al mismo juego que jugamos con Malena.

Cómo no, los de la mesa de al lado me fijé que eran españoles.

Más tarde íbamos a coger un Uber, pero antes quisieron ir a una tienda. Cuando Luz, mi madre y yo estábamos fuera, la propia Luz nos dijo que acababa de pasar una rata por delante de nosotros, y yo, claro, empecé a alterarme y a correr como un loco. Vino el taxi, que nos llevó hasta nuestro hotel, y como Luz se tenía que ir a un concierto, al cual iban bastantes personas del grupo, así que se fue; y Indira, Noe, mi madre y yo fuimos al hotel.

Como queríamos ir a tomar algo, como hicimos la última noche en Chicago, decidimos subir hasta el bar del hotel.

Resulta que la tarjeta que teníamos la pusimos en el número de piso en el que estaba el bar, no se marcaba, y al final preguntamos y resulta que ese ascensor no llegaba hasta allí, y tuvimos que coger otro.

Pero por lo visto no podían ir menores de 21 años, e Indira y yo no podíamos, así que subimos sólo para ver las vistas. La verdad es que eran alucinantes, se veían muchos rascacielos de la ciudad y como era de noche, las luces los estaban iluminando ¡Increíble!

Después nos teníamos que ir e Indira estuvo parada enfadada porque se quería quedar, nos reímos de la cara de enfado que tenía, y a la tía no la movía de allí nadie, hasta que entre que la convencimos para irnos y que veía que no tenía mucho éxito, nos acabamos yendo a cenar al mismo italiano donde habíamos comido las noches anteriores. 

Pero, tranquilos, porque aparte de romper la tradición de ir a desayunar al mismo sitio, al día siguiente cambiamos, y aprovechamos la última mañana muy bien.

Composición con fotos de distintos momentos que describe Antón de este día.

 

Foto en blanco y negro de Antón y Carmen delante de la Estatua de la Libertad

©Paula Verde Francisco

Sobre el lenguaje creado para designar no-personas

La Constitución ha necesitado de 46 años para nombrar a las personas en situación de discapacidad con un lenguaje digno y respetuoso. Para la señalética, por lo que se ve, va a hacer falta un siglo.

Señal vertical que identifica una plaza de aparcamiento accesible. Bajo el icono internacional de accesibilidad aparece una placa donde puede leerse: “RESERVADO MINUSVÁLIDOS”.

«Hay algunas personas que para referirse a determinados colectivos no utilizan precisamente un lenguaje apropiado. Otros, que, sin más, utilizan insultos inadecuados, pero que estoy seguro de que no lo dicen pensando bien en lo que significa esa palabra, porque de todos los insultos que hay, el insulto que más veces dicen es “subnormal” y/o “retrasado”. En los casos que oigo eso, a mí me molesta y me enfada un montón. En algunos casos mi hermana se me acerca y me dice “no se lo tengas en cuenta”. Luego me arrepiento de no decirle nada, porque hay confianza, pero es un ser querido y el ambiente es muy bueno, y no lo quiero joder; y otras veces lo dice una persona con la que no tengo confianza, y entonces no le digo nada.

Los del primer caso, no quieren ofender a nadie, lo dicen para hablar de ellos, lo dicen como otra palabra cualquiera, y sin saberlo están utilizando un lenguaje inapropiado. Por ejemplo, “minusvalía” (el corrector del ordenador no me lo subraya). Me jode mucho que digan eso, porque hay que pararse a pensar solo un momento, y yo te monto la explicación en menos que canta un gallo, aunque puede que me pegue una inventada del tamaño como desde la Tierra a la Luna. La palabra “minusválido” viene del latín: “minus” que significa menos, y “válido” que significa obviamente válido. Es decir, que esa palabra quiere decir menos válido, ¿y vosotros creéis que una persona con algún tipo de discapacidad es menos válida que otra persona sin una discapacidad? Pues yo mismo lo respondo: NO.

Otro ejemplo, la palabra “problema” cuando se refieren a personas con una discapacidad. Eso también me jode mucho. Esta palabra yo creía que ya no había gente que la diría, pero se ve que sí. La única definición de “problema” es, por poner algún ejemplo, los que viven en la calle, esos sí que tiene un grandísimo problema. Con la solución de que los problemas se pueden arreglar, pero las personas con una discapacidad la tenemos para siempre, y en mi caso, con mucho orgullo. Aunque hay personas, ya pocas por fortuna, que piensan que las personas con algún tipo de discapacidad necesitamos “curarnos”, y la verdad que me río por no llorar de la auténtica pena. Así que, en resumen, se dice personas con discapacidad, o mejor dicho, con diversidad funcional.

Como tampoco me gusta cuando se insulta con frases la mayoría de veces como “te faltan dos neuronas”, “tiene la mente cerrada”, “eres un subnormal/anormal”…; porque me jode que se insulte muchas de las veces refiriéndose a la intelectualidad.»

(ANTÓN FONTAO)

Seguimos en modo tisquismiquismo 😩

Seguimos caminando, luchando y bailando 😊

Y como cada año por esta fecha, saco del cajón esta preciosidad que tanta alegría y tanta esperanza contagia.
 
19 años y 40 semanas contigo.
 
Te quiero infinito, mividiña ❤️ 

Gracias a todas por vuestras felicitaciones y vuestros deseos.

¡Seguimos caminando, luchando y bailando! ❤️💛💜 💚 

Celebrando la vida (19 años) por Antón Fontao

Un día como hoy, hace 19 años, yo nací en el Hospital Materno de Coruña. Mis padres en ese momento no sabían lo que les iba a suponer: un cambio de mirada; y es que una cosa llamada capacitismo estuvo, está (y espero que deje de estarlo en un futuro) a la orden del día. Pero para eso existe esta gran lucha que estamos haciendo una cantidad importante de personas. Aunque, bueno, me gustaría destacar unos cuantos puntos a lo largo de estos 19 años. Empecemos por cuando nací.

A los pocos días de llegar al mundo, una médica (llamarla así deja mucho que desear) le dijo a mi madre que no iba a poder hablar, ni caminar… incluso hasta que me iba a morir. No cabe duda que se equivocó de una forma descomunal. De hecho, cuando íbamos al Materno la veíamos por los pasillos, y si yo le tengo asco, imaginaros mi madre que tuvo que oír todas esas cosas que le dijo sobre mí.

A ver, yo tengo un habla distinta al de la mayoría de las personas, pero con que me preguntes las veces que sean necesarias qué dije, ya está.

Unos años más tarde llegó Infantil, y fueron, gracias a mi profesora Daniela, unos años increíbles.

Al llegar a primaria hubo algunos profesores que mejor sería si no los hubiese tenido, pero mayormente tengo un buen recuerdo de Mondego; después llegó la ESO y fue horrible… pero bueno, esa historia ya la conocéis.

Pero volviendo a cuando estaba en primaria, aquellos años en los que todos los viernes eran apodados como “ir a tomar los vinitos”, donde los padres tomaban algo en el bar y los niños íbamos a jugar al parque. Siendo sincero, yo siempre fui más de ir a tomar un zumo Pago (lo que tomaba en aquel entonces) y los famosos cacahuetes. Me solía sentar en las piernas de Tere, una buenísima amiga. También no podía faltar, como no, ir a la tienda de chuches, la cual llevaba Puri, una señora de la que desgraciadamente sólo me acuerdo que se escondía detrás del mostrador al verme para hacerme la broma, y conmigo era muy amable.

Algunos ya se fueron, mis padres con otros simplemente dejaron de tener contacto sin ningún por qué, y con Carlos tenemos la suerte de seguir quedando.

Pero la vida, yo pienso, que es eso, dejar de verte con algunos por nada en concreto, y gente nueva increíble que entra en tu vida llenándola de alegría.

Esto es ley de vida, igual que lo es que los padres dejen volar a sus hijos.

Hablando de dejar volar a los hijos, yo este año estoy viviendo fuera de casa. Lo mismo que hicieron mi hermana y mi padre cuando tenían mi edad, que según mi punto de vista, yo creo que es necesario para crecer como persona y para empezar a independizarse de una vez por todas. En mi caso, y seguro el de todos los de mi generación, estaba queriendo irme hace tiempo de casa, porque los padres son padres al fin y al cabo.

En cuanto a mi familia, es maravillosa y no la cambiaría por nada.

Mi hermana Amara me vio siempre como a uno más que formaba parte de la humanidad, cuando todo el mundo en ese momento me veía diferente. Tenemos nuestras broncas algunas veces, y seguramente como todos los hermanos, pero nos llevamos muy bien. Yo la quiero un montón.

Mi padre Segundo, que lleva toda su vida llegando después del primero, es alguien muy tierno y cariñoso, y es que las apariencias muchas veces engañan. A veces es demasiado gruñón, pero se le quiere igual.

Con mi madre Carmen me quedan unos cuantos años aún para devolverle todo lo que ella hizo por mí, estando a mi lado tanto en los estudios como luchando para que yo me sintiera bien en la escuela. Tanto fue su afán, que me lo contagió. ¡Cuánto la quiero!

Y por el resto de mi familia, soy muy afortunado.

Esos veranos en Taboada, bañándonos en la piscina, “poteando” (como se dice en el País Vasco) en el bar de la piscina, y haciendo miles de planes más juntos.

Luego llega Navidad, que Nochebuena la pasamos mis padres, mi hermana y yo en casa de mi abuela; me gusta mucho estar en ese ambiente tan íntimo los cinco juntos. Esa noche ver “Telepasión” (lo sé, os parecerá un rollo, pero es muy bonito ver esas coreografías, y es muy gracioso ver cómo cantan los que no se dedican a eso) antes de cenar y el Especial de la 1 que haya después.

El día de Navidad y los días siguientes también los pasamos con mi abuela.

Unos días antes de Nochevieja nos vamos a Bilbao, donde nos reunimos otra vez con mucha parte de la familia. También, da tiempo para quedar con los amigos que tenemos allí.

Al llegar el último día del año, por la tarde-noche empieza nuestro ritual: empezamos tomando algo en un bar, luego vamos a una tienda de chuches y después vamos a la casa de mis tíos a cenar. Parte de lo bonito es el poco espacio que hay en el salón para todas las personas que estamos allí. Pelearnos por decidir en dónde ver las Campanadas (muchos están muy interesados en ver el vestido de la Pedroche, y es que a mí la verdad, ya me aburre), esa emoción pura que me recorre todo el cuerpo con el corazón a mil por hora, al acabar de tomar las uvas (que yo siempre empiezo antes, porque en serio lo digo, uno se puede atragantar perfectamente, y vaya forma de acabar el año sería), nos abrazamos todos entre todos acompañado de mucha alegría y un “feliz año”, asomarnos a una ventana a ver los fuegos artificiales, y por último bajar a la plaza a tirarlos (que yo siempre tomo una distancia prudente sabiendo cómo tira los fuegos artificiales mi tío Alberto).

Luego llega cuando muchos se van por ahí de fiesta u otros simplemente van a dormir; yo me quedo en el sofá de la casa donde duermo viendo el Especial “¡Feliz (el año en el que entramos)!” en la 1, que siempre suele estar bastante chulo.

Al día siguiente mola bajar a la calle y verla desierta de gente y con todo el suelo lleno de confeti y de cosas esas, aún con la resaca emocional (otros muchos que aún no se han despertado y cuando lo hacen tienen resaca, en el sentido literal de la palabra).

En resumen, este soy yo: una persona que a veces sólo está hasta las tantas de la mañana si hay música o charloteo tomando algo si es con mis seres queridos, porque la verdad no es mi ambiente donde suele salir la gente de mi edad y las situaciones en que hay un uso excesivo de alcohol (no me siento a gusto), al que le dan miedo hasta estos mosquitos que son medianamente grandes pegados a la pared (y no os digo ya con las avispas y las abejas), cuando estoy en un entorno de confianza, entonces ahí soy realmente yo; también me encanta estar con mi familia y amigos, y me encanta viajar.

Y es que a pesar de los golpes que me han dado en mi vida, ahora me siento muy afortunado y muy contento por la vida que tengo.

 

Imagen del rostro de Antón con fondo negro

Autor de la imagen: Jose Luis Aguirre

 

Nuestras otras celebraciones:

Celebrando la vida (8 años)

Celebrando la vida (11 años)

Grazas á túa vida

Celebrando la vida (15 años)

Celebrando la vida (17 años)

 

Crónica de Menorca (por Antón Fontao)

El fin de semana pasado fueron las jornadas “Balears per la inclusió”, donde se proyectó el documental y hubo varias charlas.

En el documental, con su posterior coloquio, como siempre, se abrió una mesa redonda y hablamos Alejandro, Nacho y yo. Me gustó mucho estar con ellos dos, y a mí me costó creer que estuviera allí. Había mucha gente. De hecho, cuando llegamos (ya con el documental empezado), el auditorio estaba a oscuras pero aún así se veían bastantes personas. Hablamos largo y tendido, y yo creo que los tres nos compenetramos muy bien; Alejandro desde el punto jurídico, Nacho como profesional que está dentro, y yo como alumno que ha sufrido en la escuela. Además, me gustó mucho que hubiese tanta participación entre el público. Aunque era gracioso porque yo desde el escenario con los focos no veía quién hablaba.

Composición con tres fotografías de la mesa redonda a la que se alude en el texto. En las imágenes aparecen los tres ponentes mecionados. De fondo, la proyección del cartel de las jornadas donde destaca un faro.

Después estuvimos un buen rato por allí, algunos en el mismo auditorio y otros fuera, y yo en cuanto pude me fui fuera porque hacía mucho calor. Y digo que me fui en cuanto pude, porque me felicitó bastante gente y me pidieron fotos (a mí me dio bastante corte, la verdad, pero me gustó que apreciaran mi trabajo). En cuanto pude salir agradecí mucho el viento soplándome y allí estuve hablando con varias personas. En un momento dado Fátima, Lucía (adulta) y yo hablamos de la buena labor que hizo Cecilia, y Fátima nos contó que le había gustado mucho trabajar con ella. La verdad es que Fátima tiene muy buena conversación, ella y yo hablamos bastante cuando nos vemos.

Luego fuimos andando hasta un sitio donde íbamos a celebrar la jubilación de María José, una orientadora que ya se retiraba y que hizo mucho bueno.

Nuestro grupo llegamos al lugar los primeros, y los otros venían llegando. Malena agarraba el ramo de flores y Darío y yo la banda. Cuando llegó María José, se notó que eso era lo último que se esperaba y estuvo a punto de llorar.

Composición con tres imágenes de la fiesta de jubiliación de María José que captan el momento en que los chicos y chicas reciben a María José y le entregan un ramo de flores.

Después nos sentamos a comer, entonces Malena y yo estuvimos hablando durante mucho tiempo poniéndonos al día. Había dos nuevas personas en la mesa: Adriana, la hija de Susana y Fidel, que me pareció muy riquiña (tranquilos para los de fuera de Galicia, que es algo bueno, es como un ser muy tierno), y Vicent, otra persona que me caía mejor y mejor según lo iba conociendo.

Al terminar de cenar Viki, David y Raúl se levantaron a hablar con un micrófono que nos dieron. Entonces Viki entre tantas cosas bonitas, dijo algo con lo que estoy muy de acuerdo, que esta fiesta de jubilación fue mejor que si la hubiese celebrado con sus compañeros, y esto lo digo yo, que lo único que le trajeron fueron cosas negativas, como a todos los que trabajan en los centros educativos que quieren hacer las cosas como hay que hacerlas.

Sujetados con unas pinzas había unos plastificados con fotos de María José y mensajes hacia ella.

Un rato más tarde, seguimos de sobremesa y había música, no estaba muy alta, pero en un momento dado vino la policía porque un vecino la había llamado porque según él teníamos la música muy alta. Yo respeto que se quisiera ir a dormir, pero hombre, que no pretenda un viernes por la noche hacer como si fuese un día cualquiera entre semana.

Una vez terminada la fiesta decidimos irnos cada uno para la respectiva casa que nos había tocado, y llamamos a varios taxis, pero hubo uno que no nos quería llevar porque por lo visto no conocía ese sitio. A ver, nuestra casa estaba un poco apartada hacia el monte, pero yo pienso que ese es su trabajo y que lo hubiese buscado en el Google Maps.

Cuando llegamos a nuestra casa (suerte que estaba en Mahón, porque al otro grupo les había tocado en otra que estaba en Ciudadela, en la otra punta de la isla, a 45 minutos más o menos de Mahón), me pareció bastante chula, aunque eso lo pensé a la mañana siguiente, porque en ese momento era de noche.

Foto con todas las personas que se alojaron en la casa a la que se alude en el texto, posando frente a la entrada de la casa.

Luego, en una habitación en la que eran todas literas, algunos no estaban y otros ya estábamos en nuestras respectivas camas hablando un poco. Cuando Malena quiso bajarse de la litera, se quedó con las piernas suspendidas en el aire; mientras ella pedía ayuda, yo me estaba descojonando de la risa, hasta que mi madre la ayudó.

A la mañana siguiente, supongo que muchos hubiésemos agradecido dormir más tiempo, pero una furgoneta quedó en venir a recogernos a las 8, así que no nos quedó más remedio, y sobre todo si tenías que hacer cola en el baño. A mí me costó un poco subirme a la furgoneta, y Malena si se hubiese reído no hubiese pasado nada, así me la devolvía.

Al llegar me pareció bastante raro no ver a gente, estaba un sitio abierto que fue al que fuimos a desayunar, y digamos que la mujer que atendía era un poco peculiar. Me encantó la compañía y de lo que hablamos.

Pasado un tiempo, nos teníamos que ir al lugar en donde eran las jornadas. El sitio era donde hacían los plenos del Ayuntamiento y era muy chulo y muy espacioso. Empezó hablando la misma que el día anterior había dirigido el debate, siguiendo las palabras de otras personas, hasta que llegó la ponencia de Silvana que a mí me gustó mucho. A todo esto, yo no la conocía personalmente y me cayó muy bien.

Composición con dos fotografías donde aparece el autor del texto junto a Silvana Corso.

Quería comentar un vídeo que puso que me encantó y era bastante gracioso. Este trataba de un hombre que iba por distintos sitios y lo infantilizaban; por ejemplo, cuando iba a preguntar por una calle el otro le explicaba hablando muy alto, o en una tienda de ropa que en vez de hablarle la dependienta a él le hablaba a la acompañante, que me sentí muy identificado en esa escena. Es tan necesario explicarlo y a la vez tan absurdo…

Después llegó la ponencia de Joan Jordi Montaner que yo no lo conocía, y me gustó mucho, además lo hizo mezclando el humor, y muy bien. Lo que pasó es que acabando su charla, criticó al Conseller de Educación (en mi opinión me gustó mucho que hablara sin pelos en la lengua. Claro que sí, llamemos a las cosas por su nombre. Al pan, pan, y al vino, vino), allí había una de la Consellería e intervino bruscamente, diciendo que no le había gustado eso que dijo, vamos, que se lo tomó como un ataque.

Imagen de Joan Jordi Muntaner durante la conferencia a la que se alude en el texto.

Por la tarde eran los grupos de trabajo, pero antes de comer nos dieron tiempo para que cada uno propusiera sus ideas, entonces en nuestro grupo siguió un poco más el debate por lo que había dicho la mujer. Me gustó mucho cómo habló Viki, y acto seguido la de la Consellería le dijo que estaba allí para oír y escuchar.

Después, cuando íbamos a comer, Lucía (adolescente), Luz, Tere y yo, que era los que estábamos en ese grupo de debate dijimos que la de la Consellería por la tarde no iba a volver. Y así fue.

De la sesión de la tarde me gustó lo que dijeron Alejandro, Malena, Darío, Lucía, Luz y Tere; también me gustaron varias personas más, pero no sabía quiénes eran.

Luego, como el año pasado en Madrid, nos juntamos otra vez todos los grupos y salió un representante por cada grupo a hablar. Fue gracioso porque a Raúl a ratos no le funcionaba el micrófono.

Al acabar estuvimos un rato hablando en el recinto, y luego fuimos a un sitio que me pareció muy bonito. Antes de la comida (que eran una serie de pinchos como en los que dan en las bodas antes de sentarse a comer, que a mí en general me gustaron, pero me pareció poca cantidad) estuve sentado en la mesa tomando algo con Lucía (adolescente), Carmen M., con Imma, con Auri y con otra persona que no conocía.

En la cena, al aire libre, hacía bastante frío aunque se aguantaba con una chaqueta, me senté con Alejandro, Lucía (adulta), Malena y con mi madre. Fue un gusto tener a Chicote al lado como crítica gastronómica (lo digo por Lucía, jajaja).

Acto seguido fue un momento muy esperado por mí: “LA NOCHE DISCO”. Donde era, era en un sitio espectacular.

Composición formada por tres fotografías donde el autor posa con diferentes personas asistentes a las jornadas

Fue indescriptible lo que ocurrió durante todo ese tiempo.

Yo al principio estaba bailando pero no como bailo yo con naturalidad, estaba un poco tímido, pero cuando sonó “Viva la vida” de Coldplay (canción pedida por mí) y llegó Malena, bailamos mogollón toda la noche. Bailé con muchas personas.

Yo destacaría cuando sonó “Ay Mamá” de Rigoberta Bandini, que todos hicimos ese baile de andar con mucho flow.

Pero es que la guinda del pastel fue cuando sonó de última, en mi opinión a eso se le llama acabar por todo lo alto, que quedábamos los suficientes, sonó “No dudaría” de Antonio Flores, y el momento fue precioso: hicimos un pequeño círculo agarrándonos la cintura con las manos, bailando y cantando (el vídeo lo tenéis con todas las fotos acompañando a este escrito). Ese momento fue muy emotivo. Yo pienso que esa letra tiene relación con esto por lo que estamos luchando: “prometo ver la alegría y escarmentar de la experiencia, pero nunca más usar la violencia”.

El autor del texto posando en un momento de la fiesta con una chica y dos chicas adolescentes asistentes a la fiesta que menciona en los párrafos anteriores.

Llegó el domingo y fuimos a una feria de quesos que había en Mahón. Los que estábamos en ese momento estábamos viendo un poco el ambiente, entonces Nuria decidió ir por algunos puestos, y a mí me revienta dejar a alguien solo (por propia experiencia) y fui con ella. De la tanta hambre que tenía, cogí un palo de pan y lo unté con un queso que estaba fuerte. Se me mezcló el gusto por comer y el sabor del queso que no me gustó.

Para comer fue muy gracioso porque, o no había sitio para todos o no había comida en ningún restaurante, así que pedimos unas pizzas del “Telepizza” y las comimos en una plaza (yo nunca pedí en mitad de una plaza, incluso me tuve que ir porque me dio un ataque de risa, y es que porque Nacho estaba pidiendo, y a mí me pareció una situación extraña y muy graciosa: pidiendo pizzas en una plaza).

Al llegar las pizzas, como no venían cortadas, Malena fue al bar más cercano a pedir un cuchillo. Le dieron unas tijeras todas sucias, y entonces Nacho fue por las mesas de la terraza pidiendo un cuchillo a los clientes, hasta que vino con uno y pudimos cortar las pizzas y comerlas.

En cuanto a la gente, a algunos ya los conocía, y tanto, y la verdad, ¿cómo es posible que haya este tipo de gente, tan maja y tan buena? Y respecto al resto que no conocía, un poco más de lo mismo.

Quiero hacer unas menciones especiales.

Muchas gracias a Mónica Llera por organizarlo todo hasta el último día antes de ir. ¡Qué currazo!

Muchas gracias a David Gándara por ese dibujo que nos hizo a Alejandro, a Nacho y a mí durante la mesa redonda del viernes (hasta me dibujó con el párpado caído, cuidando hasta el último detalle), y por el otro dibujo que recreó a través de una foto que nos sacamos en Chicago. ¡Qué genio!

Composición donde aparecen dos imágenes de los dibujos de David González Gándara a los que se alude en el párrafo anterior.

Muchas gracias a Paula por esas fotos tan chulas que sacó, en especial a una que nos hizo a mi madre y a mí (la podréis ver en las fotos que están acompañando al texto)

Foto realizada por Paula Verde donde aparecn Antón y Carmen abrazándose

La verdad es que ese fin de semana me lo pasé muy bien y fue muy bonito.

Hasta el año que viene, mientras seguimos por nuestra cuenta yendo a sitios a hablar sobre inclusión, y que siga proyectándose el documental en muchos más lugares.

¡Seguimos!

¡Radikalicémonos! (nuevo grito de guerra creado por mí)

PREMIO CORAZÓN INCLUSIVO 2023

La semana pasada Antón recibió el premio “Corazón Inclusivo” 2023.

Una de las profesoras del IES Alonso de Avellaneda le hace entrega a Antón del premio

Para agradecerlo, escribió este discurso que hoy comparto con su permiso:

«Muchas gracias por el premio, y muchas gracias a Dabiz Riaño por querer que me dieran este premio. Creedme cuando os digo que es un auténtico honor recibir este premio a la inclusión, y además en un lugar tan bonito y que me gusta tantísimo como es Madrid.

Este premio se lo dedico a todas y a cada una de las personas que forman parte de dos grupos que son maravillosos: al de “Quererla es crearla” y otro grupo que me enorgullece pertenecer aún más si cabe que es el de los EXI (Estudiantes por la inclusión), que es un verdadero lujo teneros en mi vida y ser una aportación más a esta lucha.

Como no, también, a Nacho y a Luz. A Nacho por su labor imparable y sobre todo por querer darnos voz al alumnado. Sin ti no existirían los EXI. En cada reunión sacaste de nosotros algo que no era nada fácil porque eran anécdotas muy delicadas, y tú conseguiste que lo sacásemos todo. Además eres un buen tío y alguien muy “güasón”.

A Luz porque ella podría haber pasado de todo este tema cuando se lo presentaron, y en cambio no lo hizo. No sólo eso, también quiso saber más del tema y ahora es una de las integrantes de “Quererla es crearla”. Yo soy súper tímido (aunque cada vez menos) pero con ella me abrí muy rápido, cosa que antes me resultaba imposible. Será porque ella transmite seguridad y confianza. Además también es una tía muy simpática, graciosa y con una sensibilidad enorme.

Respecto al documental, espero que os haya gustado y también espero que este audiovisual sirva para que cada vez más gente se dé cuenta del calvario que tienen que pasar las familias, el profesorado que quiere hacer las cosas como se tienen que hacer, pero sobre todo para saber cómo lo tenemos que pasar nosotros, los que lo sufrimos en primera persona: el alumnado. Que lo que hemos tenido que pasar nosotros no se puede arreglar, porque no se puede volver al pasado, pero el futuro alumnado que va a estar allí no tenga que pasar por lo mismo que pasamos nosotros.

En este documental habéis visto la historia de Rubén, un chico al que lo expulsaron de la escuela. Imaginaros que viene un nuevo profesor que te maltrata y humilla delante de todos tus compañeros, y de pronto en vez de ser a ese profesor a quién lo echen, es a Rubén. Como dice Alejandro en este documental, “el mundo al revés”. Bueno, fueron al juzgado de Castillla y León, al Supremo, incluso a Estrasburgo, hasta que fueron a la ONU y les dieron la razón y ese comité sentenció que España había violado el derecho de las personas con discapacidad (en este caso de Rubén) a una educación.

Yo formo parte de un grupo llamado “EXI” (Estudiantes por la inclusión) en el que todos los integrantes tenemos nuestras malas experiencias en la escuela. Empezamos teniendo reuniones telemáticamente (porque cada uno somos de distintas partes de España), hasta que acabamos teniendo una reunión en el ministerio de educación con la ministra, como visteis, hasta estrenando también en Madrid este documental. Lo que hacemos desde los EXI y al mismo tiempo en “Quererla es crearla” es luchar por una inclusión real en las escuelas.

Yo ya lo dije en varias ocasiones, que sin el Joubert, todo esto que estoy viviendo y a toda esta gente tan maravillosa, esto no sería posible.

Yo sí creo que vaya a ver una inclusión real en las escuelas, porque sin duda, como dice nuestro lema, ¡¡¡QUERERLA ES CREARLA!!!»

Antón con el premio en la mano acompañado de Dabiz Riaño, promotor de la iniciativa

Gracias a Dabiz Riaño por la iniciativa y a todo el profesorado y el alumnado del IES Alonso de Avellaneda de Alcalá de Henares.

Con cuanta esperanza volvimos a casa sabiendo que hay futuros profesionales de la rama de lo social con sensibilidad y conscientes del derecho a una vida digna de las personas nombradas por la discapacidad. 

Antón con el premio en la mano que es una escultura de barro del artista Aitor Ruiz de Egino

 

Antón leyendo el discurso de agradecimiento