Reportaje sobre Quererla es Crearla en La Ventana (Cadena SER)

Esta semana nos han dejado asomarnos un ratito a “La ventana” de la mano de Mario Panadero.

Ojalá esos minutos sirvan para llegar a todas las personas que forman parte de “Quererla es Crearla” aunque todavía no lo sepan.

Todavía estoy reposando todo lo vivido hace unos días en Madrid para ver de encontrar las palabras con que poder dejarlo por escrito. Lo que sí sé seguro, es que con el tiempo voy a recordar ese encuentro como uno de los acontecimientos más extraordinarios de mi vida.

❤️💛💜 💚

#QuererlaEsCrearla

 

Os recuerdo que a partir de ahora ya podrán desarrollarse pases del documental “Educación inclusiva. Quererla es Crearla” dentro y fuera de España de forma gratuita. 

Quien quiera programar una proyección en su localidad, entidad, escuela, facultad, ayuntamiento, etc. sólo tiene que escribir un correo a info@creemoseducacioninclusiva.com detallando la siguiente información:

  • Entidad organizadora
  • Nombre y apellidos de la persona responsable, indicando la posición que ocupa en la entidad.
  • Fecha propuesta para el pase.
  • Lugar (país, localidad, institución).
  • Sala en la que se proyectará, indicando el aforo de la misma.
  • Posible audiencia (número de personas previstas, miembros o no de una institución o entidad, público en general, etc.).
  • Un contacto (correo electrónico o teléfono) que se pueda hacer público, para anunciarlo en nuestra página web.
  • Una dirección web o perfil de redes sociales en la que se publicará la convocatoria (una vez sea aprobada la propuesta de proyección, la entidad organizadora deberá publicarla en internet, a través de una website y/o de redes sociales).

 

Ningún test sabe mejor que tú quién es tu hijo

Acabo de leer un post de una madre a cuyo hijo le han puesto la misma etiqueta médica que al mío que me ha roto el corazón. Su hijo tiene 14 meses y le acaban de pasar un test de desarrollo que dice que tiene “el nivel de un bebé de 2-4 meses”. Signifique lo que signifique esto. No contento, este médico le explicaba que el test muestra lo lento que funciona el cerebro de su hijo y que seguirá su lento desarrollo hasta quizás los 2, 4 o 6 años de edad, para entonces frenar de golpe. Que, básicamente, en cualquier momento el cerebro de ese niño se golpeará contra una “pared”, para ya no desarrollarse más.

Nos cuenta esta madre cómo, a pesar de haberse preparado emocionalmente para esa cita médica porque sabía que iba a ser muy dura, está devastada y se ha pasado la noche llorando. Habla de cómo no va a perder la esperanza y seguirá luchando por su hijo, pero que debe ser realista y aceptar lo que hay.

Y aunque somos muchas las madres que le estamos diciendo que no haga ni caso, sé por experiencia del peso de las palabras de un profesional cuando estás en esa etapa. Y me revuelvo y me cabreo y me siento impotente, porque no puedo mitigar el sufrimiento de esa madre ni cuestionar la profesionalidad de ese médico, sin que ella piense que es sólo una forma de tranquilizarla y consolarla.

Y lo peor, que puede llegar a convertirse en una profecía autocumplida si su familia tira la toalla y ya no espera más de ese niño. Y así, amigas, es cómo algunos médicos aciertan en sus diagnósticos: sentenciando a niños y niñas desde sus altares con bolas de cristal.

Hace una semana y a esta misma hora, compartí una mesa de desayuno con cuatro orientadoras. En realidad, son disentidoras de la forma en que la escuela está utilizando su figura, que nació con muy buena voluntad y con el objetivo de ayudar a determinado alumnado, pero que se ha acabado convirtiendo en el brazo armado del sistema educativo para decir: “Este niño no va a aprender. No pierdas el tiempo con esta niña”.

Estas cuatro mujeres, más que nadie, están sufriendo con las evaluaciones psicopedagógicas y sus sentencias. Porque en eso es en lo que las han convertido: en condenas a muerte de ciertos niños y niñas en la escuela, en lugar de en herramientas para ayudarles.

Una de ellas nos comentaba la anécdota de un amigo muy ingenioso y creativo a quien la escuela lleva tiempo presionando para poder hacerle la evaluación psicopedagógica a su hijo de cinco años. Cinco años. Con cinco años los profesionales de esa escuela ya han decidido que ese niño, casi bebé, no tiene posibilidades de aprender y, por tanto, tendrán que recluirle en un aula aparte de sus compañeros y compañeras al pasar a Primaria. Pues bien, V. nos comentaba cómo su amigo estaba preparando a su hijo para pasar el puñetero WISC. Nos reímos ante esta genialidad hasta que una de ellas dijo: “Y aún alterarán el resultado, si no sale lo que ellos quieren”. Así piensan y sienten quienes están en la profesión, imaginaos qué prácticas no habrán visto dentro de los muros de la escuela.

POR FAVOR: no hagáis ni caso de lo que unas personas os digan que son vuestros hijos a quienes NO CONOCEN. Pensad en todas las barbaridades que “profesionales” de su tiempo dijeron sobre la (falta de) inteligencia de las mujeres o personas de piel negra o en las terapias de reconversión para homosexuales. Pensad en los pediatras y psiquiatras que ahora mismo creen saber mejor que cualquier niña o niño, chico o chica a qué género pertenecen.

Desconfiad de cualquier persona (por muchos títulos y muy grandes que tenga en sus paredes) que cree que un test le puede decir quién es un ser humano. Ni puñetero caso.

Fuerza y amor para seguir resistiendo tanta violencia y en tantos frentes ❤️ ✊🏽 ❤️ 

Imagen donde se ve a tres adolescentes (dos chicos y una chica) sujetando una pancarta azul en la cabeza de una concentración.

En el centro de la foto, un muchacho sobre quien una profesional de la medicina dijo (cuando todavía no había llegado al medio año de vida) que no andaría, ni hablaría, ni comería por sí mismo, ni leería, ni escribiría, ni haría cálculos sencillos, ni nada de nada… que lo más probable sería que no llegara al año de vida y que en ningún caso pasaría de los cinco.

La semana pasada él y sus compañeros y compañeras tuvieron la oportunidad de decirle a la Ministra de Educación el daño que hacen muchos trabajadores de la escuela (que no maestros ni profesores) al alumnado nombrado por la discapacidad.

Ojalá la madre que hoy soy pudiera transmitiros toda su experiencia y vivencias a las que ahora mismo estáis recibiendo no diagnósticos, sino sentencias sobre vuestros hijos. Ojalá.

Descripción de la imagen: Esta maravillosa foto es un regalo de Jesus Gonzalez. En ella se ve a tres adolescentes (dos chicos y una chica) sujetando una pancarta azul en la cabeza de una concentración.

Documental: Educación inclusiva. Quererla es crearla

El próximo viernes, 21 de octubre tendrá lugar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) el estreno del documental “Educación inclusiva. Quererla es crearla”.
 
Si estás por Madrid y quieres acompañarnos ese día, las entradas estarán disponibles (de forma gratuita y hasta completar aforo) en la web del museo a partir del miércoles, 19 de octubre, en el siguiente enlace: Ser parte de todo.
 
Tras la proyección del documental, tendrá lugar un debate en el que participarán familias, pedagogos e integrantes del área de educación del museo. Entre otros, el menda de la foto.
 
 
 
Asi se le presenta así en la web del Reina Sofía:
«Anton Fontao, activista y miembro del colectivo Estudiantes por la inclusión (EXI). Ha participado en la elaboración de la guía “Cómo hacer inclusiva tu escuela” para el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF, 2021) y en el congreso “Inclusión y Buenas Prácticas en la Educación 2022”.»
 
Aquí un trocito de un proyecto al que muchas personas hemos dedicado nuestra alma durante más de un año.
 

PInchando en la imagen podrás acceder al tráiler del documental

 
 
 
A partir de su estreno, podrán desarrollarse pases de la película dentro y fuera de España de forma gratuita. Aquel que quiera programar una proyección en su localidad, entidad, escuela, facultad, ayuntamiento, etc. sólo tiene que escribir un correo a info@creemoseducacioninclusiva.com detallando la siguiente información:
 
  • Entidad organizadora
  • Nombre y apellidos de la persona responsable, indicando la posición que ocupa en la entidad.
  • Fecha propuesta para el pase.
  • Lugar (país, localidad, institución).
  • Sala en la que se proyectará, indicando el aforo de la misma.
  • Posible audiencia (número de personas previstas, miembros o no de una institución o entidad, público en general, etc.).
  • Un contacto (correo electrónico o teléfono) que se pueda hacer público, para anunciarlo en nuestra página web.
  • Una dirección web o perfil de redes sociales en la que se publicará la convocatoria (una vez sea aprobada la propuesta de proyección, la entidad organizadora deberá publicarla en internet, a través de una website y/o de redes sociales).
 
Quererla es Crearla
❤️💛💜 💚
 

 

 

No somos madres coraje. Somos madres de hijos sin derechos

No queremos ser madres coraje. Queremos ser MADRES.

Mi madre tiene que venir a la facultad para que pueda estudiar.

Imagen de una noticia donde aparece una mujer joven usuaria de silla de ruedas junto al titular: "Mi madre tiene que venir a la facultad para que pueda estudiar"

No queremos “premios a la actitud”.

¿¡Pero qué clase de broma es esta!??

Goyi, la madre coraje que se ha graduado junto a su hijo con discapacidad.

Gregoria Gómez decidió matricularse en el grado de ADE para ayudar a su hijo Víctor, que padece distrofia muscular. Tras cinco años de esfuerzo, ambos han terminado sus estudios y ella ha recibido un premio por su actitud ejemplar.

Imagen de una noticia donde aparecen una mujer junto a su hijo usuario de silla de ruedas. Texto: Goyi, la madre coraje que se ha graduado junto a tu hijo con discapacidad. Gregoria Gómez decidió matricularse en el grado de ADE para ayudar a su hijo Víctor, que padece distrofia muscular. Tras cinco años de esfuerzo, ambos han terminado sus estudios y ella ha recibido un premio por su actitud ejemplar.

Queremos que nuestros hijos e hijas tengan DERECHOS.

Por historias como estas y miles más, no participo en los actos y eventos —que no reivindicaciones— flowerpower de “nuestras” organizaciones.

¿Os imagináis a las sufragistas participando en carreras disfrazadas de hadas o unicornios? ¿A Nelson Mandela posando con capa de superman? ¿A los iniciadores del movimiento obrero reivincando un día de descanso semanal bajo paraguas de colores?

No somos madres coraje, ni nuestros hijos e hijas son superhéroes. 

Somos FAMILIAS SIN DERECHOS.

Nuestras historias, no son historias de superación sino de INJUSTICIA.

No lo disfracéis de otra cosa para tranquilizar conciencias y permitir que las personas nombradas por la discapacidad sigan sin derecho a la educación, al empleo, a una vida digna… a una vida siquiera.

¡¡¡DESPERTEMOS DE UNA VEZ!!!

¿Te imaginas que la sanidad pública te diga que no puede operar la hernia de tu hijo, atender el asma de tu hija, su miopía, su neumonía, su otitis, su trasplante de riñón, su leucemia… y entonces tú, madre, te pones a estudiar medicina para poder hacerlo y va el hospital de tu ciudad y te da un premio por tu actitud???

¿¡Te lo imaginas!?

No puedo explicar con palabras lo enfadada y triste que estoy. No sólo porque ocurra, sino porque sea admisible, noticiable y loable en esos términos 😞

Tenemos que dejar de llamarlo/verlo/considerarlo historias de superación. Porque entonces estamos siendo cómplices de esta mierda de sistema.

Llamemos a las cosas por su nombre: discriminación, invisibilizacion, vulneración de derechos, injusticia… 

Los medios de comunicación deben dejar de abordar estas noticias en esos términos!!! Estas no son historias de superación, es PORNO MOTIVACIONAL.

No contentos con otorgar a una madre (que no ha tenido otra salida para que su hijo pueda estudiar en la universidad que matricularse junto a él) un premio por su «actitud» (como si tuviera otra alternativa)… lo acompañan del adjetivo “ejemplar”. Actitud ejemplar. ¿Sabéis lo que implica esto? Pues que debe servir de ejemplo a otras madres. Y por tanto, si tu hijo no consigue completar la primaria, la secundaria, el bachillerato y tooooodo el camino hasta terminar la universidad… es por tu culpa. Y no por culpa de un sistema que no ofrece los recursos necesarios para garantizar el derecho a la Educación del alumnado nombrado por la discapacidad. Que es tanto como decir que si te mueres porque no hay recursos para un trasplante o quimioterapia, la culpa es de tu corazón o de tus células. O, más bien, de que tu madre no supiera curarte.

Mi hijo ha sacado la ESO a base de mucho esfuerzo y muchas lágrimas. Suyas y mías. Pero si a alguien se le ocurre ofrecerme un premio por haber tenido que ocuparme yo de lo que era obligación de su escuela y de su instituto… mejor no digo lo que haría con el premio y con quienes lo otorgaran.

Nos ponen cadenas al cuello y le dan un premio a quien mejor las luce.

 

Imagen de una escultura que representa a un esclavo de una plantación con cadenas al cuello

 

#InspirationPorn

#PornoMotivacional

Los niños del ascensor

La anécdota que narro en este vídeo demuestra que la tendencia natural del ser humano —en contra de lo que se cree— es aceptar la diferencia e incluso ni siquiera verla.

La exclusión se enseña. Y la primera forma de enseñarla es haciendo que la diversidad, la diferencia, no esté presente en la escuela. 

A partir de esa presencia, es necesario trabajar para mantener esa carencia natural de prejuicios hacia la diferencia y el diferente. Para crear una Escuela que sepa acoger a todas las personas.

Esa escuela hoy por hoy no existe. Pero si crees que es posible crearla, si quieres crearla, nos vemos en Callao el 23 de octubre a las 12:00 h.

Cartel con la convocatoria de una concentración en la Plaza de Callao, Madrid, el domingo 23 de octubre de 2022 a las 12:00 horas bajo el lema: "Quererla es crearla: Una escuela para una sociedad inclusiva".

Información y manifiesto de la concentración, así como instrucciones para adherirse y apoyarla en el siguiente enlace: “Quererla es crearla: Una escuela para una sociedad inclusiva”.

#QuererlaEsCrearla

❤️💛💜 💚 

Foto de tres niños pequeños saliendo de un ascensor. Los tres llevan batas de cuadritos verdes y uno de ellos utiliza un andador.

Api

Se llama Api. La bautizó mi hija después de escuchar cada día a su abuela: “vou sacar a pita”, “vou dar de comer á pita”, “vou poñer á sombra á pita”, “vou meter a pita”. Así que “a pita” se quedó en Api.

Imagen de una gallina de tonos marrones, está tumbada en el suelo junto a dos sartenes viejas que contienen agua y alimento

A Api empezó a fallarle una pata hace unos meses. Podríamos decir que es una gallina con una discapacidad contraída en su vida adulta. Ya no pone huevos y su carne podría servir para hacer caldos. Y, sin embargo, Milagros le asiste cada día para que coma, beba y no le queme el sol y cada noche para que no le pille la helada.

Qué pena que la administración no esté repleta de milagros que garanticen a las personas la asistencia personal llegado el momento de necesitarla.

Es más rentable recluirlas en granjas y que algunos hagan caldo con sus huesos viejos.

Una anciana de pelo blanco y apoyada en un bastón, contempla a una gallina que no se puede poner en pie y aparece junto a dos sartenes viejas con agua y alimento.

#AsistenciaPersonal

#AsistenciaPersonalComoDerecho

Los EXI en el futuro (por Antón Fontao)

Esto, lo que vais a leer a continuación, no se le puede llamar ni escrito, ni novela, ni capítulo, ni nada. No sé cómo llamarlo, ni tan siquiera ponerle un título. Esto lo-que-sea es súper largo, así que si queréis lo podéis leer a trozos.

Está inspirado en todos los integrantes de los EXI (Estudiantes por la inclusión), y algunos más que no lo son pero que sin duda tienen mucho vínculo. Sólo los que nos conocéis seréis capaces de decir quién es quién. Sólo que usé otros nombres. Espero que os guste.

Un grupo de chicos y chicas de pie alrededor de un salón muy suntuoso en el Ministerio de Educación de España

Llevamos siendo un grupo desde que íbamos a 1º de la ESO. Todos nosotros por separado sufrimos mucho en el colegio, y no fue hasta la ESO cuando formamos este grupo, que nos volvimos juntos más fuertes. Todos en Primaria habíamos sufrido mucho, tanto por parte del alumnado como del profesorado.

En la ESO también nos siguió pasando, pero nos ayudamos todos entre todos. Hasta que nadie pudo hacer nada y a Saúl, uno de los integrantes del grupo, le pegaron en los baños del instituto. Afortunadamente no le pasó nada grave. Estuvo dos días hospitalizado, y los tres chicos fueron expulsados sólo tres semanas. No me parece nada en comparación con lo que le hicieron al pobre Saúl, aunque, bueno, tampoco es que el centro hiciera nunca algo, y menos lo iba a hacer en ese momento.

Nuestros padres llevaban ya meses haciendo piña, hasta crearon un grupo de WhatsApp; y fue cuando Saúl ya había salido del hospital, cuando nuestros padres decidieron poner una demanda colectiva por desatender a un alumno. Fueron a juicio, y, el centro ganó. Después descubrieron que el juez estaba comprado, más destaparon algunos trapos sucios del centro. No podríamos haber llegado hasta ese punto sin un profesor que decidió testificar contra el centro.

Ahora ya somos mayores, y toda esa gente que entonces no creía en nosotros, que nos daba la espalda y que sufrimos mucho por culpa de ellos, pues bien, todos ellos, ahora se tienen que aguantar viéndonos triunfar consiguiendo cumplir todos nuestros sueños.

Yo, Nico, soy actor y escritor, y lo amo. Amo interpretar. Ahora estoy interpretando al inspector jefe Martín Gutiérrez en la serie “Servir y proteger”. Trabajar con actores y actrices como Luisa Martín o Pablo Puyol para mí es un auténtico lujo. Y trabajar en esta serie también lo es, por supuesto. Gané tres Goyas por tres películas, una dirigida y guionizada por mí. También dirigí dos obras de teatro, y en las dos nos fuimos de gira por toda España.

La verdad es que estoy muy feliz y muy contento.

Nagore, creó un partido político que está en el Congreso de los Diputados llamado Eduinclusión. También es toda una Ministra de Educación. Como tiene que haber opiniones de todo tipo en esta vida, hay gente que está en contra de lo que hace, pero afortunadamente son más los que están contentos con ella.

Hace unos años, cuando a VOX ya le faltaba poco para desaparecer, Nagore humilló a Iván Espinosa de los Monteros, que este criticó el cambio de la educación en este país y la culpó de esa variación. A continuación, era su turno y le puso en evidencia delante de todos los allí presentes, y, claro, a él no le gustó que le humillara de esa forma. También hizo todo lo posible para que se ilegalizara ese partido. Hasta fue a la ONU junto con otro integrante del grupo, Víctor, ya que tiene experiencia yendo a la ONU.

Después de conseguir ilegalizar ese partido y de que todo el mundo supiera gracias a ella de qué pie cojeaban, la noche anterior a que entraran todos los diputados de VOX en prisión, cuando Nagore llegó a casa se encontró con la casa desordenada. Y como no, fueron los propios Santiago Abascal, Macarena Olona, Rocío Monasterios e Iván Espinosa de los Monteros quiénes entraron a su casa, y ya no les imputaron solo los delitos de odio, sino que también les imputaron por los de allanamiento de morada. Varias semanas después tenían que elegir a los candidatos para futuro presidente del Gobierno, y Nagore no sólo se presentó a las elecciones, sino que también las ganó y hoy en día sigue siendo presidenta del Gobierno.

Víctor es consejero social en la ONU, y como consecuencia de ello, está viviendo en Nueva York. Antes de llegar allí dirigía un centro para personas con Alzhéimer, y, en general, personas mayores, y eran muy bien tratados gracias a él. También estuvo por todos los colegios de África viendo qué se cocía allí. Hoy en día, como dije, se encuentra en la ONU intentando que se respeten todos los derechos humanos, especialmente los de las personas con algún tipo de discapacidad. 

También le ofrecieron el puesto como presidente de EE.UU. y lo rechazó porque se negaba a vivir en la Casa Blanca porque no quería pisar una casa donde estuvo Donald Trump. De vez en cuando, siempre que tiene vacaciones, va a su pueblo natal donde es muy querido: a León.

Álex es creador de videojuegos. Creó muchos personajes con algún tipo de discapacidad, entre los que se encuentra Snack, un personaje que fue, y sigue siendo, famoso en toda Europa. También tiene un videojuego muy famoso donde transcurre en un lugar imaginario: Discapacilandia, donde allí respetan y miran igual a personas con algún tipo de discapacidad, y donde el alcalde, entre otros, tiene una discapacidad.

Carla es actriz y escritora. Trabaja en Hollywood protagonizando y dirigiendo películas que fueron y son famosísimas gracias a ella. Todo el mundo se va a comprar lo que viste ella, todo el mundo quiere parecerse a ella, y ni siquiera puede salir a la calle porque la persiguen y con ello se forma una avalancha de gente queriendo sacarse una foto con ella. Hasta le preguntan si quieren ser su novia, y lo más gracioso es que quieren vivir con ella. Tiene que llevar seis escoltas porque si no la matan.

Es tan grande el fanatismo hacia ella que algunas veces le tiran del pelo, le rompen la ropa o le pisan hasta el punto de tener moratones en los pies y en las piernas. Una vez que iba a un rodaje le empezaron a seguir, y con la fuerza que tenía la gente se cayó tan fuerte al suelo que tuvo contusiones tanto como en ambas piernas como en los dos codos.

Después de salir del hospital, era tanto su cansancio respecto a sus fans que desapareció de la vista de la gente, pero solo los amigos supimos a donde se dirigía para pasar allí el resto de su vida: al Caribe. Y allí, entre mojitos y mojitos, escribía novelas que solo leíamos nosotros.

Bruno es médico. Gracias a él ahora los profesores tienen en cuenta las citas médicas de los niños y niñas que están enfermos y los días que tienen que faltar a la escuela y les facilitan las cosas. Impulsó una campaña precisamente para pedir que los centros fueran humanos con los alumnos y alumnas que están enfermos. También durante toda su carrera diagnosticó muchos síndromes a personas de cualquier edad.

Nerea es abogada. Trabaja en el bufete más prestigioso de todo el Mundo. Durante toda su carrera ha ganado millones, millones y millones de casos, muchos de ellos con repercusión, tanto nacional como internacionalmente. Defendió a varias familias cuyo hijo o hija sufrían odio y acoso por parte del profesorado (como le había pasado a ella de niña por ser gitana) y consiguió meterlos en la cárcel por un delito de odio y por otras acusaciones más. Ahora tiene una lista infinita de personas que quieren que sea su abogada.

Mario era un ilustrador famosísimo en toda Europa, Latinoamérica, Centroamérica y Sudamérica por sus cuadros. En cada ciudad de estos lugares que acabo de nombrar hay un museo dedicado a él. Tenía billones y billones de firmas de cuadros. Tenía exposiciones prácticamente cada semana. Recuerdo que un día quedamos todo el grupo para tomar algo y él tuvo que salir del bar escoltado por la policía. Todos querían ser su representante, pero él renunció a que otros se forraran a su costa.

Un día de este año, Mario convocó una rueda de prensa y dijo que se retiraba del arte, no porque no quisiera ser más ilustrador, sino, que la causa era la ansiedad por la que estaba pasando por culpa de su fama. Al día siguiente le llovieron críticas de todos los lados por culpar a la gente de su ansiedad. Hasta que se acabaron olvidando del tema y de él, y así es como siguió haciendo ilustraciones en el único lugar donde no le criticaron, todo lo contrario, le apoyaron a muerte: en O Porriño.

Dani es actor y pintor. Ganó siete Goyas y cuatro Oscars. Lo tienen como el mejor actor del Mundo. Todos los directores lo quieren en su equipo. Tiene un museo en su pueblo. Como consecuencia, el pueblo ahora es muy famoso y va gente de todos los lugares a visitarlo. Todo el mundo flipa con que Dani pueda compaginar su vida de pintor con la de actor y además atender a su huerto y sus gallinas, pero sí, lo hace, y muy bien, además.

Sergio, retoca fotos. Dani las saca y Sergio las retoca. Hacen e hicieron fotos de todo tipo: desde a palmeras y animales en peligro de extinción, como hasta a la reina de Inglaterra. Ahora tiene billones, billones y billones de peticiones de la gente que va de viaje y se saca fotos y todos quieren que les retoquen las suyas.  Según Google es el hombre más rico de parte de Europa, y todo el dinero que gana retocando fotos se lo dona a diferentes asociaciones. Con todo el dinero que ganaba, aparte de donarlo, también le dio para viajar por todo el Mundo durante tres años.

La gente por el Instagram de Sergio sabía dónde estaba, e iban a verlo en persona. Él se daba cuenta de que le perseguían, y entonces dijo su famosa frase: “¡Si me queréis, irse!”. Al día siguiente entró en redes, y le escribieron comentarios como este: “has copiado la mítica frase de Lola Flores, y tú a ella no le llegas ni a la suela de los zapatos. ¿¡Me entiendes!?”. Tuvo unas semanas en las que le criticaron mucho, pero enseguida lo dejaron en paz y todo siguió igual que antes para él: continuó trabajando en lo suyo con mucho éxito.

Sara, trabaja impartiendo cursos de cómo hacer sus famosísimas flores. Tiene una infinita lista de espera de gente que quiere hacer sus flores, y de todas las edades. Hay personas que hasta vuelven a apuntarse otra vez, otra y otra a la lista de espera, de tanto que les ha gustado. 

Ahora las flores de Sara son famosas en todo el Mundo. Tanto, que el año pasado se escribió una nueva Constitución y pusieron un delito nuevo que es que metería en la cárcel a todo aquel que hiciera mal las flores de Sara. Hasta uno estuvo durante 25 años en prisión por romper una flor de Sara.

Unas semanas después Sara emitió un comunicado donde exigía que se dejara de ir a la cárcel por hacer mal sus flores, y también decía que las flores se podían hacer como cada uno quisiese. Entonces, a todos los que habían ido a la cárcel por eso se les compensó con trabajar en la fábrica donde hacían sus flores. Tazas, camisetas, bolsos, perfiles de personas en redes, portadas de libros de diferentes autores y muchas otras cosas más llevaban la flor de Sara. Hasta cambiaron el logo de la ONU y el de la UE por su flor. Creó un equipo de fútbol, también con el logo de la flor, donde juegan personas con todo tipo de discapacidades. Este año ganó el Mundial.

Y, por último, Hugo, que trabaja en el centro cívico de su barrio. Allí él es muy querido por la labor que hace. También da charlas en distintos centros educativos sobre cómo tratar allí a las personas con algún tipo de discapacidad por parte del profesorado y del alumnado. Él está muy reclamado entre los centros. Va a todos, y gracias a él ahora las personas con algún tipo de discapacidad son tratados muy bien.

Autor: Antón Fontao

 

Foto tomada de espaldas de un grupo de chicos y chicas asomados y mirando hacia abajo en una de las terrazas del ministerio

Cubrir el expediente

Que se construya una rampa para garantizar la accesibilidad física y que luego ocurra esto 👇🏾

interior de una tienda de ropa de una gran multinacional. Se muestra una rampa donde una usuaria en silla de ruedas está a la espera de que la rampa se despeje para poder pasar. En la pared pegada a la rampa se ha colocado una barra con vestidos y los clientes utilizan la rampa para valorar las prendas. La rampa pasa de ser un recurso de accesibilidad a convertirse en un espacio más de consumo.

Descripción de la imagen: interior de una tienda de ropa de una gran multinacional. Se muestra una rampa donde una usuaria en silla de ruedas está a la espera de que la rampa se despeje para poder pasar. En la pared pegada a la rampa se ha colocado una barra con vestidos y los clientes utilizan la rampa para valorar las prendas. La rampa pasa de ser un recurso de accesibilidad a convertirse en un espacio más de consumo. Los restantes tres mil metros cuadrados del local parecen no ser suficientes.

Esto ocurre cuando las rampas (las físicas, pero también las mentales) se construyen sólo para cubrir el expediente. Para hacer ✔︎ en ese punto al que obliga la ley y después convertirlo en otra cosa. Ocurre cuando no hay voluntad y el espíritu empresarial (que no deja de ser un reflejo del social) sigue siendo de un profundo capacitismo.

Me he quedado en una esquina observando y en ese tiempo han sido una usuaria de silla de ruedas y dos familias con bebés en carritos las que se han tenido que armar de paciencia esperando a que se despejara la rampa para poder circular. Y la culpa, desde luego, no era de los clientes que estaban valorando las prendas en un lugar que se ha dispuesto precisamente para eso, sino de quien ha decidido colocarlas allí.

Si esto ocurre con la accesibilidad física —la única garantizada por ley— no quiero ni imaginar cómo se ha resuelto la cognitiva, la comunicativa o la sensorial.

Y no, la solución no es dejar de consumir en los espacios de las marcas no comprometidas en garantizar el acceso a todas las personas. La solución es bloquear sus entradas para que no pueda hacerlo nadie. Ahí lo dejo.

 

NOTA: He tomado el título de esta publicación de una actividad que realiza la artista Costa Badía en el Museo Reina Sofía (MNCARS) y que lleva precisamente ese nombre: “Cubrir el expediente”. Se trata de una actividad que busca debatir la normatividad del cuerpo humano y revisar la accesibilidad de ese espacio museístico. [Información sobre esta actividad aquí].

Cuando el matonismo está presente en la sala de profesores es imposible que no aparezca también el patio

Mi amiga y compañera de vida y activismo María José Corell está sufriendo una situación que quienes la queremos conocíamos desde hace tiempo y que ahora ha tenido la valentía de poner por escrito.

Le agradezco su autorización para compartirlo en Cappaces, porque siento que es una forma de que sus palabras no se pierdan. De que sirvan de espejo a quienes están sufriendo lo mismo que ella, de faro para quienes también quisieran disentir y de ejemplo de que hay profesionales en la escuela a quienes sí les importan nuestros niños y niñas. Todos. Hasta el punto de comprometer su salud física y emocional.

Ojalá sirva para que quienes tienen el deber y la obligación de expulsar a los matones que están al frente de muchas escuelas, lo hagan de una vez.

El maltrato existe en la escuela. Entre el alumnado, pero también entre los adultos. De nada sirven las frases y los pósters de las campañas contra el bullying, si el modelo de relación entre las personas que componen un claustro es de matonismo y el acoso también se da en la sala de profesores.

Tampoco se le puede pedir valentía al alumnado para defender al compañero acosado, cuando los adultos de ese centro también miran para otro lado o son incluso partícipes del mobbing contra una compañera.

Los niños y niñas no aprenden de lo que se les dice. Aprenden de lo que ven.

Abrazo enorme a todos los profesionales que estáis sufriendo dentro de los muros de un lugar que debería ser de aprendizaje y de cuidado.

Fotografía en blanco y negro que muestra el rostro de una mujer que aparece distorsionado en la parte derecha de la imagen.

MIRADAS Y MIRADAS (por María José G. Corell)

A los y las profesionales de la educación no nos gusta escuchar determinadas cosas. Nos sentimos cuestionados. Y si encima es una familia la que nos cuestiona pensamos que ¿qué sabrán?, que no son profesionales, incluso que ¿cómo se atreven?

Aunque, a decir verdad, el cuestionamiento de otros profesionales, las voces disonantes, tampoco son bienvenidas.

Es fácil escuchar lo bien que lo hacemos, que nos den ánimos, nos traten con paños calientes, que nos den «recetas», aunque nunca las vayamos a aplicar o incluso estén lejos de nuestras realidades del día a día, o, directamente, no tengan aplicación posible.

Pero a quien «levanta la voz», a quien opina distinto, se le «mira mal», esa persona es «malvista», incluso apartada, excluida, cuando no maltratada por el grupo. 

Ser disidente nunca fue fácil.

En muchas ocasiones hay un problema de distancia entre la visión del o la disidente o disidentes y el grupo mayoritario.

Quienes están en el grupo mayoritario se sienten arropados porque tienen la «razón» que da la fuerza de pertenecer al grupo. 

La presión que pueden ejercer ante quien disiente es a veces muy imperceptible para los miembros del grupo.

Algunas personas, sobre todo si tienen «poder», ejercen esta presión y excluyen a sabiendas, con una agresividad más o menos encubierta (he conocido algún pasivo-agresivo que otro, y agresión directa también). 

En general, la inmensa mayoría del grupo, lo hace por seguir perteneciendo, por estar al calor del grupo y tener su favor.

Puede que no se sea consciente de ello. Pero esta inconsciencia, o incluso falta de «maldad», no puede ser excusa, ni exime de su responsabilidad, (el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones), no exime del daño que hacen con su conducta, con sus palabras o su silencio, con sus acciones u omisiones, al posicionarse del lado de quienes están oprimiendo y excluyendo. 

Estas situaciones se dan en las relaciones entre los grupos de trabajo. En los claustros docentes. En lo que deberían ser EQUIPOS de trabajo. 

Se critica a compañeras y compañeros sin que estén presentes, se realizan burlas más o menos explícitas sin estar la persona presente, incluso delante de la persona, criticamos el trabajo de otras personas sin conocer sus circunstancias… 

Cuando lo hacemos, pertenecemos al grupo y estamos en el lado del opresor. Creemos que así escapamos de vernos fuera del grupo y de estar en ese «otro lado”.

Con este tipo de relaciones estamos enseñando y siendo modelo para nuestro alumnado de cómo se establecen las relaciones, de la fuerza del grupo, de que es preferible ser gregarios, y de que opinar libremente puede pasarnos factura.

Luego nos rasgamos las vestiduras ante el acoso escolar.

He sido receptora de este tipo de miradas. De las que te dejan fuera del grupo. De las que te dejan claro que no perteneces, y también de las que la mirada que recibes del grupo es «devaluadora»: rebajan tu valor a la mínima expresión.

Me han mirado así ya de adulta y como profesional de la educación. No sé si alguien que no haya pasado por ahí puede hacerse una idea de las consecuencias que conlleva para una persona.

Pero lo que me pregunto, y no puedo imaginarme, es qué será recibir este tipo de miradas durante la infancia en un centro educativo. ¿Qué será que nadie espere nada de ti en un momento tan vulnerable como es la infancia y durante toda o casi toda tu escolaridad? Y no me refiero a las miradas del grupo de iguales, me refiero a las miradas que reciben del equipo docente.

Sabemos que hay una gran parte de nuestro alumnado que pasa por esto, que nos sufre, y lo peor, que puede llegar a creerlo, porque no sólo se le dice a él o a ella, se lo decimos a todo el grupo, a su familia…

Cuánta impotencia para este alumnado y sus familias. Insoportable.

Autora del texto y de la imagen: María José Gómez Corell

Blog de la autora: Hablamos de orientación

 

Los muros caerán

Hace unos días Antón y yo fuimos invitados a participar en las “IV Jornadas de infancia y adolescencia. Aproximaciones para transformar y crecer desde la Terapia Ocupacional”, organizadas por la Facultade de Ciencias da Saúde de la Universidade da Coruña.

Fue una oportunidad bonita y emocionante que disfrutamos mucho. Nos sentimos escuchados por los alumnos del grado de Terapia Ocupacional y tenemos esperanza de que nuestras voces sirvieran para que ejerzan su profesión de forma humana: escuchando a las familias y ayudando a transformar el entorno en lugar de intentar cambiar a los niños y las niñas.

Nos sentimos también muy afortunados por las amigas que vinieron a arroparnos. Entre ellas estaba Daniela, la profesora de Infantil de Antón. La persona que nos regaló los años más bonitos de nuestra vida.

Dispusimos de una hora que, aunque alargamos un poco, resultó insuficiente para trasladar las experiencias de diecisiete años. Así que apenas pudimos dedicarle tres minutos a la etapa de Educación Infantil. Un minuto por curso. Aunque hubiéramos dispuesto de cinco horas, habrían resultado insuficientes para describir todo lo que vivimos durante aquellos tres años. Completamente imposible. Así que he querido compartir hoy este vídeo para recordar aquella etapa tan bonita. Tampoco consigue trasladar todos los procesos y vivencias que tuvimos la suerte de experimentar, pero creo que sirve para hacerse una idea de aquel tiempo.

Un tiempo donde pensamos que era posible que los muros cedieran (como dice la canción de Style Council que acompaña al vídeo). Los muros de la exclusión, del rechazo, de la invisibilidad. Los muros que se tambalearon con Daniela.

Me duele esa oportunidad perdida. Porque si lo que ella plantó hubiera tenido continuidad en los años siguientes, habrían acabado derrumbándose.

No pierdo la esperanza porque Daniela sigue sembrando. Y eso es lo que realmente cambiará el mundo: plantar a nuestro alrededor y conseguir crear una nueva generación lo suficientemente firme y sólida para que se convierta en especie invasora que penetre y derrumbe todos los muros.

El sujeto está sujetado

No sé si sabían la que iba a liar mi amiga Susana Fajardo cuando le nombraron concejala de Educación, Diversidad Funcional e Inclusión del ayuntamiento de Mérida.
Mérida: Premio 2021 del Real Patronato sobre Discapacidad a la Accesibilidad y Diseño Universal en Municipios.
Felicidades, compañera ❤️💛💜
Texto: Ignacio Calderón Almendros
Voz: Susana Fajardo Bautista
Interpretación LSE: Maite Berrocoso
Música: Conservatorio Esteban Sánchez
Decía Foucault que el sujeto está sujetado. Es cosificado en un síndrome, un déficit, unas siglas. El sujeto está sujetado, y el miedo es la emoción que lo sostiene.
Sólo cuando se trasciende ese miedo, emergen las personas que, con sus vidas sencillas, cuestionan la cultura y las relaciones, porque tienen sueños, y la educación se construye sobre ellos, que trascienden cualquier intento de determinación.
Esa esperanza que hay en los sueños pone en marcha el motor rebelde que contesta a las imposiciones. La esperanza se ubica en un simple hecho: que podemos educarnos.
Educarse es llenarse de vida, con nuevas narraciones que nos liberan: no ser más una cosa, contribuyendo a eliminar lo que nos sujeta. Vivir juntos, compartiendo experiencias, emociones, dificultades y desafíos, mediando en los aprendizajes y las relaciones…
Educar es una tarea recíproca que se retuerce una y otra vez para no dejar solas a las personas ante una realidad que a menudo es desoladora.
Quien educa es quien ha sido capaz de reconocer el valor de las diferencias, y por eso intenta devolver algo de la belleza que de ellas ha recibido; pero también porque ha podido advertir que las condenamos a la desigualdad. Por eso quien quiere educar pretende transformar las cosas: entiende que la realidad no está hecha. Y tener esta idea presente nos pone en el papel de “hacedores” de ese mundo deseable, en lugar de sufridores de un mundo deshumanizado.

LA REVELACIÓN

Ocurrió hace algunos meses. Antón tiene cita para la segunda dosis de la vacuna. Estamos en la cola, todavía en el exterior del recinto, y trato de convencerle para que entre solo. En la primera dosis estuvo acompañado de su hermana que también se vacunaba ese día. No quiere. Le insisto en que está todo perfectamente organizado y tan sólo tiene que seguir los pasos de la persona que tiene delante y las indicaciones de los guardias de seguridad. No hay manera. Incido en que es la segunda vez y que ya controla los códigos, que el proceso es exactamente el mismo de hace tres semanas. Que no y que no. Me desespero, porque hace tres semanas, al recogerles allí mismo y ver la cantidad de chicos y chicas con edad para hacer botellón y tatuarse la cara que entraron acompañados por sus madres, me lamenté de las generaciones tan bonitas que nos están quedando…
 
Le recuerdo que un par de semanas atrás fue capaz de viajar en avión perfectamente solo, a pesar de su inseguridad y sus nervios. Que solo pasó el control de pasajeros, solo localizó la puerta de embarque y solo subió al avión. Cuando le planteamos la posibilidad de solicitarle el servicio de asistencia para que alguien le acompañase en el proceso, lo había rechazado, y a nosotros nos pareció estupendo a pesar de la intranquilidad vivida en esa media hora —desde que nos despedimos de él en la puerta y hasta que nos confirmó por wasap que ya estaba sentado en el avión—. Si fue capaz de eso, lo de la cola de la vacuna es pan comido. Pero avanza la cola y no hay manera. Quiere que yo permanezca a su lado.
 
Cruzamos la puerta del interior del recinto y apenas damos unos pasos, cuando un guardia de seguridad nos hace detenernos. De repente, se dirige a mí y me pregunta a voz en grito: “¿Es discapacitado?”. Me quedo paralizada y no soy capaz más que de poner un gesto contrariado (que él percibe ligeramente pese a la mascarilla) y le respondo rotunda lo primero que me viene a la cabeza: “No”. Se queda unas décimas de segundo desubicado —porque mi respuesta no coincide con lo que él ve— y por fin dice: “Bueno, avancen”.
 
Caminamos en silencio. Yo indignada y Antón avergonzado. Le pregunto si se siente mal y confirma con la cabeza, que sigue apuntando al suelo y con ganas de enterrarse en él, porque seguramente sienta que las miradas de los adolescentes que estaban a nuestro alrededor siguen clavadas en él. Le pregunto si está triste o enfadado. Las dos cosas, contesta.
 
Trato de entender qué ha pasado, el porqué de esa pregunta que nos ha golpeado. Quizás debía justificar mi presencia allí sin tener cita para ser vacunada. Enseguida lo descarto, porque aquello está repleto de chavales con sus madres y algún padre al lado. Puede ser que exista una fila exprés para que las personas con discapacidad no tengan que guardar aquella cola kilométrica. Puede ser, yo no la veo pero puede ser. Si éste fuera el caso, entiendo entonces la pertinencia de la pregunta. Lo que no se puede entender en ningún caso es la forma de realizarla: a grito pelado (sin respetar nuestra privacidad), dirigiéndose a mí en lugar de a la persona objeto de la pregunta (sin respetar su dignidad) y utilizando una palabra completamente irrespetuosa e injusta.
 
Dudo si volver sobre mis pasos y hablar con aquel hombre. Pero, ¿qué le digo? Aunque pudiera disponer de cinco minutos para hablar tranquilamente con él (cosa que dudo, dada aquella atmósfera entre la urgencia y la impaciencia en la que se mueven él y sus colegas), ¿qué le digo? ¿Cómo le explico qué es lo que ha hecho tan mal? ¿Cómo le explico que no son las maneras, la actitud, el trato ni las palabras adecuadas? Resulta imposible. No va a entender nada. Es víctima de nuestra educación y nuestra cultura capacitista y eso no se arregla en cinco minutos. Igual que cinco minutos, por muy bien aprovechados que estén, no van a convencer a una persona educada en la homofobia que esa pareja de chicas no hace mal a nadie caminando cogidas de la mano. Es imposible.
 
Y entonces entiendo por qué Antón no quería ir solo. Entiendo que todas esas situaciones que le generan nerviosismo y ansiedad no están ligadas a no saber por dónde tiene que ir, ni qué tiene que hacer, sino a las situaciones en las que alguien interactúa con él y se siente paralizado. Su temor es a que alguien le dirija la palabra y no saber contestarle. Y, aún en el caso de saber qué decir, el miedo redoblado porque su forma no normativa de hablar pueda impedir que le entiendan. Si yo misma, con todas las armas que teóricamente tengo después de quince años de activismo, no he sabido cómo responder en esa situación, ¿cómo va a ser capaz de hacerlo él?
 
En ese momento y en aquella fila tengo una revelación. La revelación de que esto hay que cambiarlo con información y formación. Algo que no se puede hacer dando la vuelta, buscando a aquel hombre y charlando con él, cinco, diez o quince minutos. Cincuenta años de cultura capacitista sobre una persona no se borran con una conversación improvisada.
 
Unos meses atrás había participado como formadora en unos cursos de accesibilidad para un grupo de funcionarios. La institución para la que trabajaban quería introducir medidas de accesibilidad cognitiva y comunicativa y la persona encargada de llevar a cabo la formación pensó que las herramientas prácticas sobre las que les iban a instruir no servirían de nada, si esas personas no cambiaban su sensibilidad hacia la discapacidad. Y tuve la enorme suerte de que pensara en mí para abordar esa parte sobre el cambio de mirada. No creo que lo consiguiera, al menos para el 100% de todos los participantes, pero sí creo que ayudé al menos a plantar la semilla de la duda. Que se plantearan ciertas cuestiones que no aparecen en los programas educativos, ni en los medios de comunicación, ni en la vida. Que reflexionaran sobre qué significa exactamente tener una discapacidad y sobre el trato que les damos a las personas a quienes se asigna esta etiqueta. Que se cuestionaran el vocabulario que empleaban y aprendieran nuevas palabras y expresiones más justas y dignas.
 
Y en ese momento en que estoy allí junto a mi hijo, disgustados los dos, tristes los dos, impotentes los dos… me imagino impartiendo un curso en el que participe ese mismo guardia de seguridad. Y me ilusiono pensando que la siguiente vez en que se le presente una situación similar, que se acerque al siguiente Antón, le informe a él directamente de que existe una vía para que las personas con discapacidad no tengan que guardar aquella cola y puedan acceder de forma más rápida a las cabinas de vacunación. Que le pregunte de forma discreta si quiere utilizarla y le indique cómo hacerlo. Ese señor sabría utilizar las palabras correctas y aprendería a dirigirse directamente a la persona que dispone de ese derecho. Sabría que, en caso de que no le entendiera o no pudiera darle contestación por la razón que fuera, lo hará la persona que le acompaña, pero que en ningún caso debe hablar de él en tercera persona y como si no estuviera/no entendiera/no existiera. Tendría la información y la formación que le darán seguridad para encarar este tipo de situaciones.
 
Ojalá ese guardia de seguridad pudiera ser consciente de que dos simples palabras (¿Es discapacitado?) marcan la diferencia entre un día feliz por sentirte un poco más protegido gracias a esa inmunización y has decidido celebrarlo comiendo en el chino porque te encanta, y otro donde sientes que te cae encima un balde de agua helada y le dices a tu madre que ya no quieres ir al chino y que volvamos a casa.
 
Es imposible erradicar una opresión tan arraigada como el capacitismo con un curso de seis horas, pero puede que sí sea una forma de empezar a transformar al menos el trato que reciben en el día a día las personas discriminadas por su diversidad funcional. Marcar la diferencia entre un día con un plan apetecible y otro donde te sientes triste y avergonzado y sólo quieres volver a refugiarte en tu cuarto.
 
Así que, aquel día y en aquella cola decidí encaminar mi vida laboral en esa dirección. Y digo laboral porque resulta imposible dedicarle tiempo de calidad sin profesionalizarlo.
 
Mi objetivo es ahora el de hacer llegar estos cursos de cambio de mirada hacia la discapacidad a organismos, instituciones y empresas (públicas o privadas) que quieran ofrecer esa formación a sus trabajadores y trabajadoras. Cualquiera que esté de cara al público es susceptible de recibir esta formación: desde empleados de un centro comercial o un banco, hasta la recepción de un hotel, hostelería, empresas de seguridad, personal de museos o bibliotecas, celadores, conserjes, ordenanzas, personas que trabajan en una taquilla, en una oficina de información, personal sanitario… Absolutamente cualquiera que tenga que interactuar con otras personas, entre las cuales y por estadística va a haber un porcentaje de ellas en situación de discapacidad.
 
No sé qué saldrá de esto —si es que sale algo— pero me ronda la cabeza desde aquel día. El día de “la revelación”.
 

Cuestión de estadística

Gráfica que marca en azul la proporción referente a mujeres y que es de un 86,1 % y en rojo la referente a los hombres que es un 13,9%
 
 

Me voy a guardar este gráfico para contestar a esa persona (generalmente hombre) que la próxima vez que escriba “madres” en lugar de “madres y padres” o “familias”, me lo eche en cara. Siempre pasa.

Esta imagen no sólo refleja el perfil de las personas que me leen, sino que retrata a la perfección la estadística de quienes están en las salas de espera de las consultas médicas, en las reuniones de clase y en las tutorías, en los congresos, jornadas y talleres, navegando por internet en busca de información y recursos, subidas a los columpios o metidas en piscinas de bolas para facilitar la interacción con otros niños y niñas, en el despacho de inspección educativa o en las redacciones de los periódicos reclamando derechos y recursos, leyendo el DOGA o equivalente para respaldar legalmente esas reclamaciones la trigésimo cuarta vez que las haga…

M A D R E S

Tengo una amiga a quien la arbitrariedad de la genética le ha hecho madre de un niño con discapacidad intelectual y de otro con altas capacidades. El primero llego antes al mundo, así que, acostumbrada como estaba a encontrarse a más de un 90% de madres en todos los espacios relacionados con la discapacidad, al empezar a formarse e informarse para el pequeño, le sorprendió comprobar que en esos otros espacios (los de las altas capacidades) la estadística se diera la vuelta y estuvieran copados por padres. La conclusión de esta observación empírica que la elabore cada una.

Perdón, cada una y cada uno… No vaya a ser.

La soledad es una forma silenciosa de bullying

Este curso mi hijo abandonó el sistema educativo de forma presencial. Y no porque académicamente fuera un esfuerzo brutal para él -que lo era y aún así lo realizaba-, sino porque enfermó de soledad.

Durante los cuatro años que cursó Educación Secundaria estuvo completamente solo.

La soledad es una forma silenciosa de bullying.

Todos los que estáis leyendo este texto habéis pasado por el sistema educativo. Así que me gustaría que retrocedierais a esos años e imaginarais pasarlos en la más absoluta y completa soledad. Que nadie hable contigo en clase, ni en los pasillos, que pases los recreos completamente solo, durante cualquier celebración que implique que ese día no haya clase. Siempre. Así durante cuatro cursos, uno detrás de otro.

Cuatro años durante los cuales no paré de darle vueltas a la cabeza para intentar encontrar alguna solución, alguna salida, alguna brecha por donde poder colarme para acabar con esta situación. Pero todo lo que se me ocurría o era imposible de poner en práctica o fracasaba.

El curso pasado, en mi desesperación, mandé un correo dirigido a toda la comunidad educativa del centro, a todas las patas de ese banco que es la escuela: tutoría, departamento de orientación, equipo directivo y Anpa (de la que además yo formaba parte, pero lo hice así porque quise escribir como madre de un alumno y no como vocal de la asociación).

Apenas se hizo nada. Al menos de lo que yo tuviera conocimiento o que a mí se me comunicara. Y no porque fueran malas personas, que no lo eran en absoluto, sino seguramente porque no sabían qué hacer y cada uno de ellos esperaba que fuera el otro quien asumiera aquel ruego (que era casi una súplica) y le diera solución. Intuyo que se miraron unos a otros, pensando cada uno de ellos que la responsabilidad era del de al lado.

Y puede también que el problema sea que este tipo de situaciones, el de la soledad en la escuela, no se perciban con la gravedad que tienen. Estoy casi segura de que si hubiese denunciado una agresión a mi hijo, se habrían activado todas las alarmas y se habrían puesto en marcha todos los mecanismos para acabar con esa situación.

Así que me parece indispensable y urgente dar visibilidad a la soledad en la escuela y hacer ver al mundo lo grave que es, las consecuencias que tiene (y no sólo para esa etapa de la adolescencia, sino para el resto de la vida) y la necesidad de actuar, de hacer algo para que nadie se sienta solo en esos espacios.

Debemos conseguir que deje de ser considerado como un asunto individual y casi que privado. Porque lo mismo ocurría con el maltrato. Recuerdo cómo en mi infancia el maltrato era considerado como un asunto particular, privado, doméstico. De ahí también el peligro de ese adjetivo (“intrafamiliar”) que algunos están empeñados en asignarle últimamente. Cuidado.

Todos en mi barrio sabíamos perfectamente quiénes eran los hombres que pegaban a sus mujeres. Ellas nos daban pena, pero ellos no nos producían rechazo, ni eran socialmente aislados. Creo que mi generación logró hacer ese cambio y hemos conseguido educar a la infancia y a la adolescencia de ahora para que vean el maltrato como lo que es: un delito y un delito intolerable con el que sólo se puede acabar entre todos.

Así que, por favor, démosle a la soledad en la escuela la preocupación que merece para, a partir de ahí, buscarle solución y desterrarla de esos entornos que deben ser de aprendizaje, pero también de acompañamiento. Resulta difícil aprender si uno se siente infeliz. Y eso, infelicidad, una infelicidad absoluta e insoportable, es lo que provoca la soledad no deseada en la escuela.

jarrón de cristal transparente con un ramo de flores silvestres marchitándose.

 

Hace algunos meses el colectivo Quererla es crearla impulsó la campaña “¿Qué hacemos con la soledad del alumnado?” para visibilizar esta dolorosa realidad.

Versión audiodescrita aquí.

El artista Leo Osa realizó de forma desinteresada este vídeo para la campaña. Un vídeo que ha sido utilizado en muchos centros educativos para promover la reflexión y la acción colectiva con el objetivo de hacer las escuelas más habitables para todos y todas.

Vida (im)perfecta

Apenas hay personajes con discapacidad en el audiovisual. Y cuando están, la discapacidad es el eje central de su trama. El personaje no tiene sentido sin ella, al igual que les ocurre a los personajes homosexuales o racializados. Por no hablar ya de los personajes trans -con la maravillosa excepcionalidad de Abril Zamora en El desorden que dejas -que yo sepa-.

“Vida perfecta” es una de las pocas series españolas recientes que incluye a personajes con discapacidad. Llevo tiempo queriendo escribir sobre ella porque han sido varias las personas que me han preguntado, pero no sabía muy bien cómo. Para empezar, porque no acababa de saber si me gustaba o no la forma en que trataba la discapacidad la primera temporada. Me hubiera gustado de no ser por un pequeño detalle que me chirrió tanto, que sentía que invalidaba el resto del mensaje que sí era respetuoso y normalizador. En realidad era un detalle inmenso.

⚠️ Atención SPOILERS ⚠️

Resulta que la protagonista se queda embarazada, pero no tiene muy claro si quiere seguir adelante con el embarazo o no. Y su duda no deriva de si desea tener un hijo en ese momento de su vida o si dispondrá de recursos para poder ser madre. No, el problema es que el padre de la criatura es una persona con discapacidad intelectual y a ella le produce pánico que el bebé pueda heredar esa característica. 

Ella es una mujer pelín atolondrada y con un individualismo en mi opinión atroz. El padre engendrador, un humano fantástico. Sin embargo, el miedo de la protagonista y sus dudas a la hora de interrumpir el embarazo o llevarlo adelante, se deben a la posibilidad de que su hijo herede el material genético de una persona que hace del mundo un lugar más bonito, y no el de ella. Así que el mensaje es algo parecido a que es él, Gary, quien es imperfecto. Que la perfección o imperfección de un ser humano, que la valía o inutilidad de una persona depende de su cociente intelectual.

Y es un detalle demasiado tremendo (para mí) para pasarlo por alto. 

Por no hablar de que no existe prueba prenatal en el mundo que pueda descartar que un bebé vaya a nacer con alguna discapacidad o afección genética. No existe.

 

Imagen en blanco y negro de una ecografía donde se ve la cabeza y el torso del bebé.

Esto respecto a la primera temporada. En cuanto a la segunda, ya sí que no tengo dudas respecto a si me ha gustado o no lo que he visto. Y esta vez no está relacionado con el tema de la discapacidad, sino con el tratamiento de la maternidad reciente y el rol que se reivindica para las mujeres. O al menos lo que yo he entendido.

La serie intenta, seguramente con la mejor de las intenciones, dar visibilidad a problemas que se han obviado o minimizado porque han sido exclusivos de las mujeres, como es el caso de la depresión postparto. Sé lo que es una depresión postparto (por no hablar ya de una depresión postdiagnóstico) y aunque entiendo que cada mujer la vive de una forma particular y única, yo no acabo de entender que en la serie se aborde desde un punto de vista casi exclusivamente orgánico. Quizás sea yo quien no lo haya interpretado correctamente, pero si ha sido así es porque no me lo han explicado bien. En muchas escenas mis sentimientos han oscilado entre la vergüenza ajena y la indignación ante lo que yo he sentido como una trivialización tremenda de un problema muy gordo.

Se ha presentado además “Vida perfecta” como una reivindicación de las mujeres y del feminismo y, sinceramente, me preocupa que el modelo al que debamos aspirar sea el representado por las tres protagonistas de la serie.

Tres mujeres, cada una en su espacio y a su estilo, preocupadas tan sólo de sí mismas. Que buscan vivir en la emoción (que no felicidad) permanente como adolescentes perpetuas. Que dañan emocionalmente a quienes les quieren, pero que presentan esas conductas como “liberadoras”. Para mí es tan evidente, que no entiendo que quienes defienden el feminismo de la serie, no se hayan parado a pensar que si a esos mismos personajes, con las mismas tramas y actitudes, les cambiamos el género y el nombre a masculino, estarían representando lo peor de los roles del heteropatriarcado.

O no es realmente feminista, o hay varios feminismos y desde luego ese a mí no me representa. No puedo ni quiero identificarmen con un feminismo que aspira a que las mujeres adoptemos lo peor del rol masculino.

Tampoco me identifico con un feminismo que reivindica que haya más mujeres en los consejos de administración de las empresas o en el IBEX 35. Que puedan entregarse a su puesto de trabajo dieciséis horas al día, siete días a la semana. Eso no se llama feminismo, se llama capitalismo.

Mi feminismo reivindica que haya tantos hombres como mujeres en los parques, en las tutorías y en las consultas del pediatra, en los títeres, cocinando el sábado y poniendo lavadoras el domingo, encargándose de regalos de cumples y navidades, de comprar sudaderas, calcetines y zapatos cuando se quedan pequeños, haciendo deberes por las tardes, empujando la silla del abuelo en el paseo de la tarde, pidiendo cita en la peluquería para la abuela, organizando los armarios cuando acaba el invierno y empieza a hacer falta la manga corta, leyendo cuentos por la noche, buscando ese superzing de marras por los kioscos del barrio, escuchando a la adolescente decepcionada con sus amigas, resistiendo pataletas por restringir tiempo de pantallas… Son tantos los espacios donde me gustaría dejar de ver a un 90% de mujeres, que reinvindicarlos para aquellos que nos impiden ocuparnos de lo importante y de quienes nos importan, me entristece y me enfada. Y me niego a llamarle a eso feminismo.

Ilustración que representa seis siluetas similares al pictograma utilizado para representar a una mujer. Cada una de ellas aparece pintada en un color distinto: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta.

Después está la cuestión de que no se haya recurrido a un actor con discapacidad para el papel de Gary. He escuchado una entrevista con la creadora de la serie que lo justifica así: «Voy a usar a las personas con discapacidad para hacer humor sobre ellas. No me coloco por encima, me coloco de igual a igual. Tampoco me coloco por debajo en plan paternalista. Me coloco de igual a igual. Si con todos los personajes hago humor de ellos, con Gary también. Y si Gary tiene discapacidad a veces la caga y a veces no, igual que el resto de personajes. Que tenga discapacidad no le tiene que hacer ni ser de luz ni ser perfecto. Y para mí era importante acercarme al personaje, mirarlo de igual a igual, y tratarlo con el mismo humor y amor con el que traté los otros personajes.»

Hasta ahí, perfecto. Porque además es así, Gary está construido de forma similar al resto de personajes. No hay condescendencia ni paternalismo y además se reivindica también el derecho a la vida independiente y autónoma de esa persona. Con lo que implica de aciertos, pero también de errores. Se cuestiona al personaje del padre quien, de puro amor y por la inercia de ese rol sobreprotector, le corta continuamente las alas a su hijo y le provoca inseguridad y dolor.

Pero es que luego añade: «El actor que interpreta a Gary no tiene discapacidad. Esto fue un proceso para mí.  Tampoco llegué rápidamente a esa decisión, no? Primero estuve haciendo cásting a actores con discapacidad, no acababa de encontrar al personaje, y luego también pues me hice como muchas preguntas, no? De lo que suponía hacer una serie como protagonista. Sacar de una cotidianidad a una persona con discapacidad, que considero que una cotidianidad y una rutina forma parte de su estabilidad.. y bueno, me hice muchas preguntas en torno a este tema y llegué a la conclusión de que el mejor actor para interpretar a Gary era Enric y punto.»

Tengo un hijo adolescente que quiere ser actor. Es un sueño difícil porque son muchos los que quieren estar ahí y minúsculo el sitio que hay. También sería difícil para mi hija mayor, pero en el caso de su hermano la dificultad se eleva al infinito por el hecho de haber nacido etiquetado por la discapacidad, por una forma de funcionar distinta a la de la media estadística de la población.

Son muchas las veces que he escuchado que el mundo del arte es acogedor con la diversidad. Pero no es verdad. El mundo del arte, de las artes escénicas, de la música… es tan capacitista como el resto de mundos. Lo sé porque me lo han demostrado algunas experiencias que he vivido con mi hijo en esos entornos. Algunas muy dolorosas. Por inesperadas. Precisamente porque das por hecho al acercarte a esos contextos, que serán acogedores con la diferencia y darán a quien es distinto al patrón medio de persona el mismo sitio que al resto. Se escucha tantas veces -casi como un mantra- que el mundo del arte es tan acogedor con la diferencia, con quien se sale de la norma, que, ilusa de mí, me lo llegué a creer.

Y ahora las palabras de una persona responsable de decidir a qué tipo de actor contrata para dar vida a un personaje con discapacidad me confirman la magnitud de esa mentira. Una creadora que repite en todas las entrevistas que le he leído y escuchado que la discapacidad no le es ajena y que ha crecido con ella, porque en su entorno familiar y social hay personas diversofuncionales. Defiende que en sus guiones los personajes con discapacidad no están construidos desde el paternalismo y la condescendencia, pero decide, como responsable y empresaria, que no va a contratar a un actor con discapacidad para “hacerle un favor”. Me gustaría que se pusiese delante de mi hijo (o de cualquier otro actor o actriz con discapacidad) y se lo explicase. Que les explicase que ella no es capacitista y que no trata a los intérpretes con diversidad funcional desde arriba, sino de igual a igual  y como a cualquier otro artista sin discapacidad.

Evidentemente que un actor o actriz puede interpretar a personajes que en nada tienen por qué parecerse a sí mismos. Que un actor hombre puede interpretar a una mujer trans, o una actriz normofuncional a una mujer con discapacidad intelectual. Pero es que resulta que un actor que utiliza silla de ruedas nunca va a poder dar vida a un personaje que se desplaza con las piernas, ni una actriz sorda a una chica oyente. Es por eso que muchos nos indignamos con estas prácticas tan comunes en el audiovisual. Porque están privando a las personas que se apartan de la norma de los pocos espacios que podrían ocupar en esa profesión.

Este año, el mayor galardón de la industria del cine ha reconocido con un Óscar a Troy Kotsar, un actor sordo. En su discurso dio las gracias a todas las personas y espacios que le habían permitido desarrollarse como actor y muy especialmente a Sian Heder -la directora de CODA, que ha contado con intérpretes sordos para la película-. A una persona con discapacidad que quiere dedicarse a la interpretación, el favor se le hace contratándole.

Foto donde aparece un niño de unos ocho años posando en un photocall instalado en el transcurso de una edición del Culturgal (feria de la industria cultural gallega). En el suelo, junto al logo de instagram aparece escrito “#fotocol”. En la pared del fondo pueden verse diferentes palabras a gran tamaño y en tres dimensiones: danza, circo, cultura, música.

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