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Foto en blanco y negro de una niña de unos tres años sentada en un columpio. Lleva un pantalón negro, un chaqueta clara y aparece abrigada con gorro y bufanda.

Me gustaría contarle tantas cosas a la niña de la foto. Le diría que (aunque a estas alturas seguro que ya lo sospecha) el destino le ha hecho caer en la mejor familia que se pueda tener. En brazos de un padre y una madre que te querrán y cuidarán por encima de todo lo imaginable. Por encima de ellos mismos.

Que en un par de años tu familia volverá a hacer las maletas y acabarás en un lugar donde serás muy feliz. Llorarás tanto tanto cuando tengas que irte veinte años después… Pero nuevamente el azar te va a regalar una vida y una gente que te harán igual de feliz.

Que vas a conocer a un chico que te gustará por chulo (desgraciadamente, te van a flipar los chulos) pero vas a tener la gran suerte de que sólo lo es en apariencia. Increíblemente, será un hombre como llegado de otro planeta, alguien a quien la cultura patriarcal en la que se ha criado ni le ha rozado. Bueno de corazón y de acción.

El nuevo siglo (y milenio) te va a regalar una hija que será uno de los seres más luminosos del planeta Tierra. Te va a fascinar tanto esa niña y vas aprender tanto con ella, que no podrás creer tu suerte por poder ser su madre.

Cuatro años después pensarás que la vida te ha castigado por tanta fortuna con el nacimiento de tu hijo. Pero es mentira. Es un espejismo. Tardarás un tiempo, pero acabarás dándote cuenta de que ese niño es una de las personas más grandiosas que vas a conocer en tu vida. Quien más te va a enseñar con diferencia y lo afortunada que serás por poder acompañarle en su trayectoria vital, que será tan rica y os llevará a sitios y gentes tan increíbles que, nuevamente, no podrás creer tu suerte.

Tu marido, tu hija y tu hijo formarán parte del grupo de las mejores personas que conozcas en tu vida. Otras tres serán el hermano que te llegará en unos meses, la compañera de vida que escogerá y la maravillosa descendiente que creará esa suma de bondades. 

Cuando tengas nueve años empezarás en un colegio nuevo y el primer día de clase P. se acercará a tu mesa para pedirte una hoja porque se le ha olvidado la libreta. Desde entonces caminaréis juntas, no importa las tempestades emocionales que atraveseis durante la adolescencia, ni los cientos de kilómetros que os acabarán separando de adultas.

Bastantes años después vivirás otro de esos primeros días. Esta vez en un nuevo trabajo. M. no se acercará a pedirte ninguna hoja, pero también te cogerá de la mano desde ese día y completará la lista de personas buenas que formen parte de tu vida.

Vas a quedarte muy pronto sin la luz y el ancla de tu padre y te romperá el corazón y el alma en tantos pedazos que te parecerá imposible superar ese dolor. Pero lo harás. Nunca dejará de doler, ni un sólo día, pero será un dolor cada vez más tolerable. Te preparará además para el horrible final que la vida ha dispuesto para tu madre. Aprenderás así la tremenda chorrada que es eso del karma. No existe. Es una tremenda putada, pero el destino, el azar, o lo que sea, a veces le da vidas de mierda y muertes todavía peores a personas que no han hecho otra cosa que preocuparse por los demás y, en cambio, concede vidas regaladas y muertes dulces a auténticos hijosdemierda. Así que, toca madera, para ti y sobre todo para los tuyos, y apura cada día porque no se sabe lo que pueda estar esperando a la vuelta de la esquina.

📸 Esta es de las pocas fotos que tienes de tus primeros años y la única donde no apareces llorando. Debes tener trazas de ADN sioux y por eso huyes y te escondes cada vez que ves una cámara. Con el tiempo aprenderás a ponerte detrás y ser tú quien capture el alma de los demás.

Feliz ocho del ocho 🎂 y Feliz vida ❤️

Sobre el derecho al voto de las personas nombradas por la discapacidad

— Hola. Perdona que te moleste. Quería pedirte consejo y ayuda. Por favor.

Mi hija A. cumple 18 añazos ya. Tiene reconocido un 68% de discapacidad intelectual. La cuestión es que no tengo muy claro si puede votar o no. Y qué sería lo más ético a la hora de hacerlo. No sé si podrás ayudarme al respecto. Igualmente. Gracias ❤️ 

— Uf… No me atrevería a dar un consejo así a nadie y más todavía sin conocerla. Yo creo que debes seguir tu instinto y hacer lo que tú y ella queráis.

Sobre el tema legal, creo que afortunadamente se acaba de cambiar la legislación y ya no es un impedimento para votar.

Sobre las dudas éticas, sólo tienes que pensar en cómo vota muchísima gente, personas con toda su funcionalidad perfecta, y seguro que disipas esas dudas.

Habla con tu hija sobre las opciones y oriéntala, como hacemos todos los padres y madres, y ayúdale a decidir qué opción política puede contribuir mejor a que se respeten sus derechos. Porque lo que se decida en las urnas va a influir en su vida y, a la hora de votar, casi nadie piensa en tu hija ni el mío.

Creo que te estoy diciendo que por supuesto que sí, que vote 😂 

— Mi marido dice que, al igual que soy su representante legal, que mirando por sus intereses vea la mejor opción para que se respeten y defiendan sus derechos.

— Exacto.

¿Cuánta gente vota en contra de sus intereses?

Y hay que tener claro que hay opciones políticas que machacan a las personas como A. y Antón.

— Vale, lo de votar tengo claro que debe hacerlo, pero la cuestión ética iba más por si la influyo con mis ideas.

— Todos los padres y madres influimos con nuestras ideas. O porque las asumen o porque buscan la contraria 😂  

— 😂 😂 😂 

Claro, pensándolo bien, también lo hago con la pequeña, hablándole de feminismo, etc.

— Exacto, haces lo mismo que con tu otra hija. Lo mismito.

¿O te crees tú que Antón contempla votar a ciertas opciones políticas? 

El pobre también está agobiado por la responsabilidad de votar y dice que tiene miedo a equivocarse. Y yo le digo que ojalá toda esa gente que vota con el culo tuviera una mínima parte del sentido de la responsabilidad que tiene él.

— Sí, eso mismito pienso yo de mucha gente.

Muchísimas gracias por tu tiempo y tus palabras.

— Abrazo enorme para las dos ❤️ 

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En esta jornada de reflexión quería compartir la que hemos tenido estas dos madres.

Conozco a muchas familias a quienes no les parece ético que sus hijos e hijas ejerzan su derecho al voto. Y yo me pregunto, ¿cuántas de las personas no nombradas por la discapacidad que van a votar mañana, lo van a hacer pensando en la vulneración sistemática de derechos de las personas en situación de discapacidad?

Imagen de un amanecer con el sol asomando en el horizonte sobre el mar

La foto no tiene nada que ver, pero refleja mi esperanza de que mañana amanecerá un día en el que vamos a ser lo suficientemente sensatos, responsables y solidarios, como para no utilizar un derecho que ha costado hasta la vida de quienes nos han precedido, para regresar a un lugar oscuro y terrorífico, que abomina de la diferencia y del diferente.

Suerte para todxs 🍀

Día de la Independencia Radikaldesadaptada

Hoy se cumplen dos años de nuestro particular 4 de julio. Los árboles del Retiro cobijaron a una panda de Radikales Desadaptados que se juntaron para reflexionar sobre las causas de la opresión ejercida sobre sus hijos e hijas, hermanos o alumnado y tratar de encontrar una vía para que el mundo les devuelva la humanidad que se les robó nada más nacer.

Aquel encuentro forma parte del documental “Educación inclusiva. Quererla es crearla”. Una película que nos ha proporcionado enormes alegrías y que ha generado gran esperanza e ilusión. Su proyección por todo el mundo de habla hispana ha propiciado encuentros entre personas que tratan de transformar el sistema educativo. Resistentes y disidentes que saben que sólo transformando la escuela, será posible construir una sociedad donde tengan cabida todas las personas.

Cartel oficial del documental "Educación inclusiva. Quererla es crearla" ilustrada por una imagen del encuentro en el Retiro que describe el post.

El documental se sigue moviendo. Si te interesa solicitarlo para proyectarlo en tu escuela, instituto, facultad, AMPA, ayuntamiento, biblioteca, centro cultural, club de lectura, ONG, fundación, cooperativa, club, asociación vecinal, cultural, deportiva, medioambiental… puedes solicitarlo a través del siguiente formulario: ORGANIZA TU PROYECCIÓN

 

Comparto aquí mi particular making-of de aquel día 😊

Indira ya no es invisible

En el anterior post, compartía el Diario de Antón del viaje a Chicago para participar en el Congreso AERA 2023.

Detrás de una cortina y a contra luz se observa la silueta de tres personas sentadas en el suelo.

Ésta de aquí no es la imagen más bonita de la ciudad ni del congreso. Pero sí la que mejor describe lo vivido: Ana y Antón consuelan a Indira, que se ha refugiado en un rincón para asumir su tristeza por todo lo que se acaba.

Se acaba la escucha, el reconocimiento, la dignidad, el acompañamiento… para regresar a la indiferencia, el desprecio y la soledad.

Sin embargo, una vez de regreso a casa, Indira nos compartió un texto sobre todo lo vivido y sus palabras dieron la vuelta a todas esas circunstancias que yo anticipaba.

Me ha dado su permiso para publicarlo aquí 😊 

Hoy hago yo la publicación, soy Indira.

Quiero contaros lo genial que ha estado el viaje a Chicago.

Lo más bonito que me ha pasado es que he estado con mis hermanillos, que son mis amigos y les quiero muchísimo: Malena, Darío, Antón, [nombre]. También con Alejandra y con Álvaro, que son muy majos y muy graciosos.

Me lo he pasado genial con ellos y también con los mayores, que les quiero muchísimo también: Nacho, Luz, Carmen, [nombre], Ana, Floren y Teresa.

Con [nombre] me he reído mucho porque somos los dos muy vacilones y es de traca. Con Antón, que le quiero mogollón, lo he pasado genial y además va a ser presidente de los Indilovers 👏🏽 👏🏽 👏🏽

Malena es mi hermanilla y siempre me anima, le quiero hasta la luna. Y Darío es muy majo y muy buen amigo, y siempre me ayuda sin que se lo pida. Con Alejandra he jugado y Álvaro es muy gracioso.

Los mayores se han portado genial y nos hemos reído mucho todos juntos, haciendo videos de Indilovers, teatro, bailes en la calle, en el metro. Son muy graciosos todos. Con Luz me lo paso genial y además le engañé para tomar algo el primer día, le quiero mil. Y con ama como siempre, que es mi amor para toda la vida.

Al principio me daba vergüenza hablar en inglés, pero todos me han ayudado y al final ya no me daba vergüenza porque estaba con mis amigos.

También iba buscando gente para hablar en inglés y hemos explicado genial nuestro trabajo.

Los rascacielos son alucinantes y me daba miedo acercarme a la ventana del hotel pero lo conseguí, y ya no tengo miedo de eso ni de hablar cuando hay mucha gente.

Lo peor ha sido despedirme de mis amigos, y he hecho dos dramas, porque me ponía muy triste porque no me quiero separar de ellos nunca porque son los mejores amigos del mundo y les quiero mucho y les echo muchísimo de menos.

En Madrid estaba triste porque me separaba de [nombre] y [nombre], pero no hice otro drama porque estaba muy cansada y ya me dormía.

Además ya lo tengo claro y he pensado que voy aser youtuber.

En Vitoria, en el BEI, estaba una chavala de mi clase y no me dijo nada. Pero no me importa porque no soy invisible y mis amigos sí que me ven.

Chicago es muy bonito y me lo he pasado muy bien y no quería que se acabe nunca.

Os quiero a todos mucho y quiero veros ya.

 

 

Recuadro con fondo rosa donde aparece escrito con letras grises: " Aunque me echen del sistema, del activismo no me pueden echar. Y yo siempre voy a ser activista” (Indira)

Crónica de Chicago (por Antón Fontao)

El pasado 11 de abril emprendimos un viaje que nos llevó al otro lado del océano. Llevábamos las maletas cargadas de ropa de abrigo (que resultó inútil en un Chicago asfixiante) y mucha ilusión (que logramos renovar, contagiar y multiplicar).

El grupo de Estudiantes por la Inclusión (EXI) participó en el congreso de investigación educativa más importante del mundo. Chicos y chicas ignorados, excluidos y maltratados por el sistema educativo, que allí fueron escuchados por algunos de los investigadores más reconocidos por ese mismo sistema. Un sinsentido que ojalá algún día sea objeto de estudio.

Este es el diario del Congreso AERA 2023 de uno de esos chicos. Antón Fontao nos relata la emoción, la ilusión y la esperanza vividas aquellos días por quienes tuvimos la enorme suerte de acompañarles. En el congreso y en la vida.

Un grupo de personas aparece de espaldas sobre un puente de Chicago mirando hacia arriba rodeados de rascacielos

 

UN CHICAGO INCLUSIVO

(por Antón Fontao)

DÍA 1 EN CHICAGO (miércoles)

Después de estar viajando durante muchísimas horas, me levanté a las 5 de la mañana. Estoy tan acostumbrado aún al horario de allí, pero bueno, dormí ocho horas.

Nada más ducharme y vestirme bajé a donde están las cafeterías y las mesas para sentarse (que el hotel es inmenso, y yo al entrar ya dije que esto parecía un centro comercial). Mi madre bajó unos minutos después con otro compañero, y nos fuimos por los subsuelos del hotel en busca de algo para desayunar. Dimos bastantes vueltas, nos encontramos a José, el conserje, que era mejicano, así que muy bien. Hasta que llegamos a una cafetería donde compramos unos donuts, pero subimos a comerlos con el resto en donde estaban todas las mesas acompañado de un café, que tanto el donut como el café estaban muy buenos. Estuvimos un buen rato hablando hasta que estuvimos todos y entonces nos fuimos. Al salir José estaba allí y se despidió de nosotros. Me pareció muy majo.

Anduvimos, anduvimos, hasta llegar a la “Alubia”, donde ya había estado otra vez que vine a Chicago, que es como una estatua de metal con forma de alubia y se ve todo reflejado.

Después fuimos a las fuentes, donde también había estado, que hay como dos pantallas en las que se ve la cara de dos personas y de sus bocas sale una fuente. Solo que las fuentes estaban apagadas hoy. Esto lo diseñó un catalán.

Durante los siguientes minutos no paramos de caminar, hasta que nos fuimos a un sitio a comer. De primeras íbamos a ir a un italiano, pero como no había sitio nos fuimos a una hamburguesería… mejor no me preguntéis qué tal.

Al acabar de comer seguimos andando, hasta que en un banco Indira empezó a hacer un número musical, y el resto lo valoramos, como en “Got talent”. Le siguió otro número musical mío y de Malena bailando la canción “I’m still standing”. Después nos valoraron, y me hizo mucha gracia porque Nacho se puso las gafas de sol e imitó a Risto Mejide todo serio. Al acabar nuestra actuación, la que hacía de presentadora me pasó el testigo y acabé haciendo yo de presentador. Después hubo una última actuación de Indira y Noemí. La verdad es que me reí mucho en ese “Got talent” que hicimos allí en medio de Chicago.

Después seguimos y seguimos andando hasta que algunos nos fuimos a cenar al “Nando’s”, una cadena por lo visto portuguesa. Tengo que decir que fueron bastante bordes y al camarero se le veía desganado. Estábamos todos ya agotados, pero no sé qué pasó que fue empezar a hablar de un tema, nos empezamos a reír un montón, y seguimos haciéndolo hablando del ASMR, que a Luz y a mí nos relaja, y hay otras personas que les da mucha grima. Ya dije yo al salir del restaurante, que a lo tonto a lo tonto nos habíamos reído un montón. A todo esto yo pedí pollo que venía con un puré de patatas, y estaba bueno. Y Luz y mi madre se pidieron como una especie de burrito, que ya me quedó claro por las lágrimas y por el picor en los labios de Luz, que picaba la hostia. Nos reímos mucho también porque en la mesa de al lado le trajeron la guarnición después de que la señora de esa mesa ya se había marchado. Luz acabó probándola para quitarse el sabor del picante pero como estaba malo la volvió a dejar en la otra mesa.

Y hasta aquí el resumen del primer día.

DÍA 2 EN CHICAGO (jueves)

Por la mañana bajé a la primera planta a las mesas a las que íbamos todos los días a desayunar, y en una estaba sentada Luz con su portátil y con una caja de donuts del “Dunkin”, que el día anterior los habíamos probado y estaban buenísimos. Luz estaba preparando la presentación que tenía que hacer para el sábado. Luego fueron apareciendo los demás. De lo bueno que estaban los donuts, mis ojos se escaparon a la caja para ver si sobraba alguno, pero no porque quedaba uno y era para el compañero que faltaba por desayunar, y Luz me pilló mirando la caja. Después vinieron Nacho, Malena, Darío y Ana. Nacho tenía una conferencia con Mel Ainscow, que hasta ese momento no tenía ni idea de quién era, y después al saber que era alguien muy famoso en todo este mundillo de la inclusión me dio bastante vergüenza no saber de su existencia. Cuando acabaron fue cuando Nacho nos presentó a Mel.

Después mi madre y yo fuimos a hacer cola para que nos dieran nuestras acreditaciones. Iban a tardar un poquito en dárnoslas, así que nos fuimos con el resto. Una vez que nos las dieron, mi madre vino a sacarme fotos en el cartel con la acreditación puesta, y como lo llama Luz: “el postureo”.

Pasamos un buen rato allí sentados hasta que Malena, mi madre, Alejandra y yo fuimos a reservar mesa en el “Giordano’s”. No se podía reservar, pero la que estaba en la entrada hablaba español y nos dejó hacerla. Estuvimos otro buen rato esperando allí y cuando vinieron todos, vino una camarera que también hablaba español que se notaba que estaba bastante afónica y nos sentó en dos mesas. Comimos la típica pizza de allí.

Al acabar nos fuimos porque a las cuatro teníamos la presentación, que resultó ser en un rascacielos impresionante. Una vez allí una mujer nos soltó un rollo, bueno para nosotros un rollo por culpa del inglés. Fue la primera reunión de los grupos de estudiantes investigadores de secundaria que nos reunimos en el Congreso de la AERA. Éramos trece grupos: diez de Estados Unidos, dos de Canadá y el nuestro de España. Cada grupo se sentaba en una mesa redonda, se presentaba cada persona del grupo y contaban resumido de qué iba su proyecto. Nosotros también tuvimos que presentarnos y en inglés!

Después volvimos al mismo hotel en el que estábamos alojados parte de nuestro grupo porque la sesión de pósters era allí. Probamos el proyector y Nacho nos estuvo explicando  un poco lo que teníamos que contar al día siguiente, Y lo último que hicimos allí fue ir a que el grupo de San Antonio, que la mayoría hablaban español, nos contasen un poco de qué iba su proyecto.

Hubo un descanso y Malena y yo estuvimos hablando con una de las chicas de ese grupo  que se llamaba Araceli y que me pareció muy maja.

Luego fuimos a la ceremonia de inauguración que había, y como el sitio estaba lleno, nos sentamos en el suelo pero no nos dejaron, hasta que unos que estaban organizándolo trajeron más sillas y nos pudimos quedar. Hablaron dos mujeres, la primera era una de las personas del AERA, y la segunda era una indígena que por lo que me fue traduciendo mi madre me pareció bastante interesante lo que dijo. Después unos afroamericanos con los tambores nos tocaron algo típico de su cultura de origen con un baile alucinante, no había parte del cuerpo que no moviesen. Aunque lo que vino después… a mí me parece que era de otro mundo. Era un filósofo llamado Cornel West que no creo que nadie haya visto hablar a alguien tan rápido como él. Yo pensaba que en un momento dado se iba a ahogar. Oírlo hablar juro que era un flipe. Y sin un papel!

Mi madre y yo nos fuimos algo antes de que acabara y volvimos a coincidir todos en las mesas de la planta baja. Y por último fuimos a cenar mi madre y yo con Luz y una amiga suya que vive en Chicago. Se llamaba Carol y me cayó muy bien. La verdad que fue una cena muy agradable.

 

DÍA 3 EN CHICAGO (viernes)

Nos tuvimos que despertar súper pronto porque a las 7:30 comenzaba el congreso de los jóvenes, y enseguida nos fuimos al salón donde habíamos estado el día anterior. Desayunamos allí. Yo me cogí huevos revueltos (yo no soy de desayunar salado, más que nada porque bacon y huevos nada más levantarme no me entra, pero eso sí que lo había desayunado las dos veces que fui al congreso Joubert, y es una cosa suave) y unos dulces. Un rato más tarde, mientras todos seguíamos desayunando, habló Lori, la mujer que había hablado el día anterior, y también otros dos hombres, el que era hasta ahora el presidente de la AERA y el que va a ser el próximo presidente.

El último que habló me dio mucha pena pero al mismo tiempo transmitió un mensaje muy bonito, porque dijo que su madre le había tenido a él cuando tenía 18 años, que su abuela había muerto y lo tuvo que criar sola, pero que quería que él tuviera una vida diferente a la que había tenido ella. Si eres adolescente en un ambiente así tiene que ser muy duro y es difícil no meterse en líos. También dijo que él quería ayudar a los demás, para que también tuvieran oportunidades y eso me pareció muy bonito.

Después fuimos al sitio en el que habíamos estado el día anterior probando los proyectores, y como aún teníamos tiempo antes de empezar la sesión, fuimos por ahí, y me alegró mucho ver que en una mesa había unos cuantos libros, y entre esos libros estaban dos de los que escribió Nacho. Me alegré mucho y me puse muy contento porque lo quiero, es un hombre muy “güasón”, y admiro tanto. Y fue gracias a él que un buen día se le ocurrió formar un grupo llamado “Estudiantes por la inclusión” (EXI) que en la actualidad somos súper buenos amigos; que me alegré mucho y me puse muy contento, como ya dije.

Pasado ese rato dando vueltas por entre los libros que había expuestos, volvimos a nuestro proyector. Vino entre bastante y mucha gente a que les presentásemos nuestro proyecto: Mel Ainscow, profesor en la universidad de Manchester; Federico Waitoller, profesor en la universidad de Chicago aunque ahora vive en Bilbao; Valentina Migliarini, otra profesora de la universidad de Birmingham; y más gente.

Yo, después, como ya tenía cansados los pies, me fui a sentar. Allí también estaban Álvaro y Darío. Pero después fui con mi madre, Luz, Malena y Alejandra a comer. Lo hicimos en el suelo. Hasta que al acabar nos dimos cuenta de que en realidad no era la comida, sino el picoteo de media mañana. 

Después fuimos a otro zona en ese mismo lugar donde había una pequeña charla sobre el Hip-Hop. Me senté al lado de Indira y de Floren, pero como Indira iba a decir algo, Malena y yo nos cambiamos los sitios para que Floren le pudiera traducir… y también porque Indira dijo que sólo hablaría con Malena a su lado. Fue muy bonito cuando Indira minutos antes, cuando presentamos nuestro proyecto, le miraba a Malena con esa cara de admiración y de complicidad.

Al acabar la charla, volvimos a comer donde teníamos la sesión con los jóvenes y aprovechamos para seguir trabajando. Luego tuvimos libre hasta las 18:30 que a esa hora era la cena. A mí lo de cenar tan pronto no me pilló desprevenido porque en el congreso Joubert cenábamos a las 17:00, pero a Indira le flipó.

Decidimos ir a “China Town”, así que nos fuimos en metro. Cuando estábamos en la entrada, Alejandra abrió una de las puertas para entrar y pasamos todos. Sí… ¡¡¡nos colamos en el metro!!!

Yo al principio estaba normal, pero después me entró el agobio, estaba muy nervioso y tenía miedo a que nos pillaran, porque encima había dos policías con sus perros policías en el andén donde estábamos esperando el metro, y el cabrón de Nacho me ponía más nervioso porque me estaba tomando el pelo y yo en ese momento me lo estaba tomando en serio.

Al llegar, vimos parte de ese “China Town”, y después como había algunos que no habían comido, nos separamos, y yo fui con el grupo que fue a una heladería, donde era flipante ver cómo hacían los helados, porque en una placa congelada vertían un líquido, lo movían por toda la placa con unas espátulas hasta que cada vez iba tomando más forma de helado. Por último, extendían el helado ya hecho por toda la placa, y con las espátulas enrollaban cada parte de lo extendido. El tamaño de las tarrinas eran bastante grande. A mí como no me gustan los helados porque me producen una sensación muy desagradable en los dientes, me pedí un batido.

Nos reunimos con el otro grupo a la hora que habíamos quedado. Estuvimos un rato allí, hasta que nos fuimos otra vez al metro, y por mi culpa, por querer sacarme una foto, Indira, Noemí, mi madre y yo nos perdimos del resto. Mi madre estaba nerviosa por si se hubieran ido en el metro sin nosotros y en ese caso no sabíamos volver, hasta que después de unas cuantas veces mi madre y Noemí intentando contactar con los demás, le respondió Ana a mi madre y en un momento ella y Nacho nos estaban esperando fuera. Entramos, esta vez pagando, y menos mal, porque la verdad que yo no aguantaría otra ilegalidad más, hasta que finalmente llegamos a las 18:30 al sitio del congreso de los jóvenes.

En el bufet había paella y una cosa rara que no sabía lo que era, entonces decidí irme a lo seguro y cogí la paella. De postre había una especie de churros que llevaban canela (a mí me encanta la canela) y si querías le podías echar chocolate caliente por encima. No me acuerdo quién me lo dijo, pero por lo visto en EE.UU. ven de mala educación mojar algo en un líquido, como aquí lo es beber a morro de una botella.

Mientras estábamos comiendo, en nuestra mesa tuvimos una pequeña reunión para valorar todo lo vivido en Chicago. Yo entre una de las cosas que dije fue que hasta dentro de un cierto tiempo no íbamos a valorar demasiado lo de ir a ese congreso. ¡Coño! (con perdón) que Mel Ainscow estuvo viendo nuestro proyecto, que debe de ser bastante famoso en todo este mundillo.

Al acabar el congreso por ese día, cada uno se fue a su hotel, y los que estábamos en nuestro hotel (Indira, Noemí, Luz, mi madre y yo) como somos gente a la que le va la fiesta, nos fuimos a tomar la última de despedida porque Indira y Noemí se iban al día siguiente.

Fuimos al bar del hotel, que de noche estaba precioso, y nos sentamos en una mesa, pero nos dijeron que sentándonos allí nos tendríamos que ir a las 21:00 porque había menores de edad (lo que es la costumbre que yo me di por aludido, y más tarde me di cuenta de que ya tenía 18 años, aunque allí la mayoría de edad para estar en un bar son 21 años). Así que nos sentamos a tomar algo en otra mesa cerca del bar donde también nos servían y donde podíamos quedarnos hasta que nos diera la gana. Una tontería enorme la verdad.

Luz, Noemí y mi madre se pidieron una Peroni, Indira una infusión y yo una piña colada sin alcohol que estaba buenísima. Nos echamos unas buenas risas y estuvimos hablando de bastantes cosas. Entre una de las cosas graciosísimas que pasó durante esa velada fue que Indira le mandó a Luz ponerse de espaldas a nosotros (es decir, en la barandilla) para esconderle una horquilla del pelo, y entre que Indira la escondía, Luz dijo varias cosas que me parecieron muy graciosas: que “van a pensar que estoy buscando novio” o que “igual hay gente que a lo mejor me va a ver mañana dando la charla, y mañana dicen: mira, la borracha de anoche”. Fue una velada muy agradable y llena de risas, la verdad.

Y hasta aquí el día tres.

DÍA 4 EN CHICAGO (sábado)

Esa mañana tuvimos que estar a las 7:30 en la sala donde era nuestro congreso y también desayunar allí, pero no fuimos todos porque Nacho, Noemí, Tere y Floren fueron a ver a Luz, que era el día que le tocaba dar su conferencia. Como siempre, Lori Hill, la mujer que dirigía nuestro congreso, habló, pero en esa ocasión todos los que estábamos en las diferentes mesas podíamos participar. Malena se animó a hablar, y yo también lo hice un rato más tarde. En mi caso, intervine dos veces: la primera para decir todo lo que supuso el congreso para mí, y la segunda para decir que estaría genial hacer como un congreso pero con gente de diferentes países del planeta, que así podríamos enriquecernos aparte de con los proyectos, también serviría para conocer nuevas culturas e idiomas.

Después de finalizar el congreso, nos despedimos de las de San Antonio y de unas cuántas personas más.

Tras esto decidimos pasear por un parque que había cerca, pero antes tuvimos que ir a consolar a Indira que estaba llorando metida entre las cortinas y la ventana para que nadie la viera, porque se marchaba a las 12:00. Cuando ya decidió no llorar más, entonces sí que nos fuimos al parque. Era un jardín precioso rodeado de algunos de los rascacielos que había en esa ciudad, lo que lo hacía más impresionante todavía. En las fotos que nos hicimos, Ana y Malena se pusieron a imitar la técnica de mi madre al hacerlas, que es tumbada en el suelo. Paseando por allí nos encontramos con una pareja que eran españoles y que habían coincidido en el metro al llegar a Chicago con Ana, Nacho, Malena y Darío. Él hombre se llamaba Pablo Simón y por lo visto es un politólogo muy famoso en España, pero a mí no me sonaba de nada. 

Lo que hicimos a continuación fue ir hasta el hall del hotel, esperamos un rato por el resto que seguía en la conferencia de Luz, y en ese rato Ana habló con una mujer que estaba a su lado y le dijo que tenían un hijo con una discapacidad y que su marido llevaba un festival de cine inclusivo en Nueva York, así que a lo mejor en el futuro podrían proyectar allí nuestro documental.

Un rato más tarde ya vinieron todos y volvimos a estar el grupo completo, pero por poco tiempo porque como ya dije, Indira y Noemí se iban esa misma mañana. A las 12:00 tenían que coger el taxi que les llevaría hasta el aeropuerto. Indira escasos minutos antes de irse, lloró otra vez, aunque esta vez más fuerte, y a todos nos dio mucha pena.

Una vez que se fueron, no nos decidíamos qué hacer hasta que fuimos a una tienda. Allí había gorras, jerséis y más cosas, aunque yo cogí varios imanes porque tengo por costumbre comprar imanes de los sitios a los que voy. Me pareció una tremenda barbaridad lo que tuvo que pagar mi madre por unos diminutos imanes. ¡Ni que estuvieran hechos por esas piedras que son tan caras!

Como ya se estaba acercando la hora de la comida, algunos decidieron ir a un mexicano. A mí no me emociona esa comida, más que nada porque no soporto el picante, pero con lo que anduvimos para ir allí, con lo hambriento que estaba y con lo cansados que estaban mis pies, ya me comería hasta un “extra hot” de esos que pidieron Luz y mi madre la primera noche en el “Nando’s”. Pero, ¿cuál fue nuestra sorpresa al llegar?… ¡¡¡que estaba cerrado!!! En ese momento me recorrió una sensación muy rara por el cuerpo: de cagarme en todo y entre que qué bien por no comer esa comida.

Hasta que acabamos yendo otra vez a un “Giordano’s”. Fue bastante gracioso porque en un momento de la comida yo estaba tomando una limonada y Darío una Coca-Cola, y ya teníamos las bebidas casi terminadas cuando nos las rellenaron de lo mismo que estábamos tomando. Por lo visto el segundo vaso era gratis.

Al acabar de comer fuimos a “Union Station”, la estación de tren donde se rodó una escena de “Los intocables de Elliot Ness”, que es una película que yo no conocía. En ese momento no sabía muy bien de qué se trataba todo aquel “teatrillo” que estaban haciendo, pero al llegar al hotel mi madre me puso esa escena. Nacho estaba con el carrito que algunas veces utilizaba Álvaro, arrastrándolo por las escaleras al mismo tiempo en que las subía. Y luego Malena se colocó exactamente igual (o eso creo yo) que el que está tumbado con la cabeza erguida con la pistola disparando, y con el carrito muy cerca.

Luego Nacho, Luz, Malena, Ana, Darío, mi madre y yo fuimos a la Torre “Willis”; aunque mi madre no subió porque ya habíamos ido en el 2017 ella, mi padre, mi hermana y yo, y le dio vértigo y dijo que era tontería pagar para sufrir. Lo que no había cuando nosotros cuatro fuimos era un pequeño museo antes de subir, donde nos reímos mucho y que me pareció muy bueno. Había cosas tan graciosas como una recreación de la típica pizza de allí, que todo el mundo se tumbó pero yo no lo hice porque sino se me clavaban los huesos; o como también una recreación de un metro, con el paisaje pasando a los lados como si fuera la calle, con el ruido, y hasta sentías un poco el movimiento de uno de verdad. Todos nos estábamos riendo, pero la que más, que se estaba descojonando de la risa, era Luz, que casi me reí más con sus carcajadas que con el propio museo. También había como una sala con dos micrófonos, recreando el típico sitio de un bar con su escenario para hacer monólogos y cantar, y fue muy gracioso porque Luz y yo nos pusimos a cantar “Tu calorro” de Estopa.

Una vez finalizado el museo, sí que subimos en ascensor a lo alto del edificio. Eran 103 pisos, el ascensor subía dos por segundo y mientras subíamos se nos taponaban los oídos, pasamos muchísima calor y se movía bastante. Vamos, que lo pasamos muy mal en el ascensor. Pero después lo compensó todo porque había unas vistas increíbles, eso sí, los cristales estaban bastante sucios y si estuviesen limpios sería ya una pasada.

Hicimos cola para ir a la zona que a mi madre le daba vértigo, que era como unos cristales saliendo del edificio con el suelo también transparente. Fueron unos ratas, porque pudieron perfectamente darnos más tiempo, dado que éramos muchas personas, tuvimos sólo dos minutos para sacarnos fotos. Acabamos esos dos minutos acalorados de lo rápido que tuvimos que sacarnos las fotos. Total, que volvimos a hacer cola otra vez. Al agotar esos minutos también acabamos acalorados por segunda ocasión. Al bajar en ascensor se volvió a producir esa serie de sensaciones desagradables que tuvimos al subir.

Al reencontrarnos con mi madre, salimos de la Torre Willis y caminamos bastante (ya era de noche) hasta llegar otra vez al “Millenium Park”. Vimos que había un control de seguridad para entrar al parque y algunos pensaron que habría un concierto. Nacho dijo todo “happy”: “pues yo si hay cervecita y música me apunto”. Debió de ser al oírle, que una mujer, que era mexicana aunque vivía allí, nos dijo que nos fuésemos pronto al hotel, que el mes pasado habían matado a una amiga de su nuera y también a un chaval. Entonces mi madre le dijo a la señora que nosotros habíamos estado hace unos años y que no lo recordaba peligroso, y la señora le contestó que Chicago en tan sólo unos años había cambiado mucho y que por la noche aquella ciudad era otra. Al darle las gracias a la señora, que a mí ya me metió el miedo en el cuerpo, también vimos enseguida toda la calle repleta de coches policía y un helicóptero sobrevolando aquella zona. Allí me puse muy nervioso y me asusté muchísimo, así que nos fuimos hacia el hotel, y entre medias vimos a una persona persiguiendo a otra con varios policías detrás. Yo, que cada vez estaba más nervioso y asustado, quise acelerar la marcha. Se me hizo eterno el trayecto hasta el hotel, no veía el momento de llegar. Una vez que nos estábamos acercando al hotel, yo que estaba agarrado de ganchete de Nacho y Luz, me solté y corrí hacia la puerta. De lo nervioso que estaba me dio por pensar que podría haber una bomba en el hotel.

Por último, decidimos irnos al bar del hotel y cogimos algo de beber más guacamole con unos nachos para relajarnos del susto.

Al acabar, como Nacho, Ana, Malena y Darío estaban alojados en otro hotel pensaron que era mejor ir taxi que en el metro.

Y aquí acaba el día cuatro.

¿Dificultades de aprendizaje o de enseñanza?

Estoy buscando un material que necesito para un proyecto, así que llevo horas buceando entre vídeos de la infancia de Antón. No debería detenerme tanto en la mayoría de los que me salen al paso y centrarme en buscar lo que realmente necesito. Pero no puedo evitarlo. Porque que me están llevando a un tiempo que me provoca sentimientos que se mueven entre la nostalgia y el dolor, pero también entre la ilusión y la esperanza.

La nostalgia de un niño que ya no existe.

El dolor por aquellos profesionales de la escuela que no creyeron en él.

La ilusión y la esperanza de saber que sí, que cualquier niño o niña puede aprender. Que las dificultades no están en quien aprende, sino en quien enseña.

Comparto este vídeo, no con la intención de transmitir la idea de que ciertos niños y niñas nombrados por la discapacidad pueden aprender si las familias se vuelcan en ello, porque eso no es justo. Nosotras deberíamos ser sólo madres. Nada más y nada menos. Son quienes ejercen el papel de maestros y maestras los que tienen el deber y la obligación de enseñar a nuestros hijos e hijas. Que pueden. Vaya si pueden.

Que en las facultades de Ciencias de la Educación apenas se dé cabida a la diversidad y que cuando se hace sea a través de asignaturas que llevan por nombre “Dificultades de aprendizaje y trastornos del desarrollo”, ya es toda una declaración de principios y de intenciones.

Las dificultades no son de aprendizaje (todo ser humano es capaz de aprender), sino de enseñanza. Formar a los futuros docentes poniendo el foco y la responsabilidad del fracaso en el niño o niña es una aberración y el origen del sufrimiento de miles de familias en la escuela.

En mi familia damos gracias a la vida por esas maestras que se han cruzado en el camino de Antón y que han disentido de esta idea y resistido la presión del paradigma oficial. No sé si el resto son conscientes del daño que nos han hecho y la infelicidad que nos han provocado. Seguramente se viva más tranquilo cargando la responsabilidad de esos fracasos en Antón y en una familia que “no acepta la realidad de su hijo”.

📸 Descripción del vídeo: Un Antón de siete años juega con su prima, que aún no había cumplido los tres. Pertenecen a un tiempo en que Antón ya tenía controlada la lectoescritura en mayúsculas, pero todavía tenía dificultades con las minúsculas. El juego consiste en colocar unas tarjetas con nombres de disfraces en un mural donde aparecen fotografías de personas disfrazadas: romanxs, egipcixs, bomberxs, cocinerxs, piratxs, vampirxs…

Va también dedicado a todos esos docentes convencidos de que el juego no puede ser un vehículo de aprendizaje, a los de la-letra-con-sangre-entra. De esos también nos han tocado unos cuantos.

PREMIO CORAZÓN INCLUSIVO 2023

La semana pasada Antón recibió el premio “Corazón Inclusivo” 2023.

Una de las profesoras del IES Alonso de Avellaneda le hace entrega a Antón del premio

Para agradecerlo, escribió este discurso que hoy comparto con su permiso:

«Muchas gracias por el premio, y muchas gracias a Dabiz Riaño por querer que me dieran este premio. Creedme cuando os digo que es un auténtico honor recibir este premio a la inclusión, y además en un lugar tan bonito y que me gusta tantísimo como es Madrid.

Este premio se lo dedico a todas y a cada una de las personas que forman parte de dos grupos que son maravillosos: al de “Quererla es crearla” y otro grupo que me enorgullece pertenecer aún más si cabe que es el de los EXI (Estudiantes por la inclusión), que es un verdadero lujo teneros en mi vida y ser una aportación más a esta lucha.

Como no, también, a Nacho y a Luz. A Nacho por su labor imparable y sobre todo por querer darnos voz al alumnado. Sin ti no existirían los EXI. En cada reunión sacaste de nosotros algo que no era nada fácil porque eran anécdotas muy delicadas, y tú conseguiste que lo sacásemos todo. Además eres un buen tío y alguien muy “güasón”.

A Luz porque ella podría haber pasado de todo este tema cuando se lo presentaron, y en cambio no lo hizo. No sólo eso, también quiso saber más del tema y ahora es una de las integrantes de “Quererla es crearla”. Yo soy súper tímido (aunque cada vez menos) pero con ella me abrí muy rápido, cosa que antes me resultaba imposible. Será porque ella transmite seguridad y confianza. Además también es una tía muy simpática, graciosa y con una sensibilidad enorme.

Respecto al documental, espero que os haya gustado y también espero que este audiovisual sirva para que cada vez más gente se dé cuenta del calvario que tienen que pasar las familias, el profesorado que quiere hacer las cosas como se tienen que hacer, pero sobre todo para saber cómo lo tenemos que pasar nosotros, los que lo sufrimos en primera persona: el alumnado. Que lo que hemos tenido que pasar nosotros no se puede arreglar, porque no se puede volver al pasado, pero el futuro alumnado que va a estar allí no tenga que pasar por lo mismo que pasamos nosotros.

En este documental habéis visto la historia de Rubén, un chico al que lo expulsaron de la escuela. Imaginaros que viene un nuevo profesor que te maltrata y humilla delante de todos tus compañeros, y de pronto en vez de ser a ese profesor a quién lo echen, es a Rubén. Como dice Alejandro en este documental, “el mundo al revés”. Bueno, fueron al juzgado de Castillla y León, al Supremo, incluso a Estrasburgo, hasta que fueron a la ONU y les dieron la razón y ese comité sentenció que España había violado el derecho de las personas con discapacidad (en este caso de Rubén) a una educación.

Yo formo parte de un grupo llamado “EXI” (Estudiantes por la inclusión) en el que todos los integrantes tenemos nuestras malas experiencias en la escuela. Empezamos teniendo reuniones telemáticamente (porque cada uno somos de distintas partes de España), hasta que acabamos teniendo una reunión en el ministerio de educación con la ministra, como visteis, hasta estrenando también en Madrid este documental. Lo que hacemos desde los EXI y al mismo tiempo en “Quererla es crearla” es luchar por una inclusión real en las escuelas.

Yo ya lo dije en varias ocasiones, que sin el Joubert, todo esto que estoy viviendo y a toda esta gente tan maravillosa, esto no sería posible.

Yo sí creo que vaya a ver una inclusión real en las escuelas, porque sin duda, como dice nuestro lema, ¡¡¡QUERERLA ES CREARLA!!!»

Antón con el premio en la mano acompañado de Dabiz Riaño, promotor de la iniciativa

Gracias a Dabiz Riaño por la iniciativa y a todo el profesorado y el alumnado del IES Alonso de Avellaneda de Alcalá de Henares.

Con cuanta esperanza volvimos a casa sabiendo que hay futuros profesionales de la rama de lo social con sensibilidad y conscientes del derecho a una vida digna de las personas nombradas por la discapacidad. 

Antón con el premio en la mano que es una escultura de barro del artista Aitor Ruiz de Egino

 

Antón leyendo el discurso de agradecimiento

 

Students for Inclusion – AERA 2023

El grupo de Estudiantes por la Inclusión (EXI) acaba de participar en el congreso de investigación educativa más importante del mundo, tras haber obtenido el Premio «Youth Teams in Education Research” (YTER), otorgado por la American Educational Research Association (AERA). Este año, el congreso se ha celebrado en Chicago.

El trabajo premiado es una Investigación Acción Participativa Juvenil que ha desarrollado este grupo durante los dos últimos años. Entre las tareas que han llevado a cabo destacan la publicación de la Guía «Cómo hacer inclusiva tu escuela”, una gran labor de divulgación en prensa, radio y televisión, el desarrollo de formaciones para docentes, participación en congresos, manifestaciones, protagonizar un documental, incidencia política, etc.

Es difícil explicar lo que hemos sentido durante este encuentro en Chicago. Este vídeo muestra sólo una parte de esas vivencias y emociones. Ojalá sirva también para contagiar a cualquiera que no debemos que conformarnos con lo que hay. Y para seguir adelante en la conquista de las escuelas como sitios de esperanza.

 

 

Convertir en carcelario lo que debería ser educativo

Hace unos días me contaba una amiga que su hijo está desesperado por dejar la escuela, cansado y dañado porque esa institución ni le entiende, ni le respeta y le hace sentir un fracasado.

Desesperado por encajar siquiera académicamente, un día le preguntó a su compañero de pupitre cómo hacía para saber tanto y sacar todo dieces. El compañero le respondió que en realidad no sabía tanto, que lo aprendía para el examen pero que después se le olvidaba.

—Lo que yo quiero es estudiar cosas que me interesen y que permanezcan — le dijo el niño a su madre.

Que “permanezcan”.

¿Cómo puede ser que un chico de 12 años resuma con tal claridad el sentido que debería tener el sistema educativo y que los adultos responsables de ello sean tan incapaces de verlo ni entenderlo?

Señal que advierte a los conductores de la presencia de un colegio donde se ha tachado la palabra COLEGIO y se ha escrito encima CÁRCEL

📸 La foto se la he robado a Nacho Calderón. La sacó en una calle de su barrio, pero seguramente refleja el sentir que hay en la mayoría de esas instituciones que llamamos escuelas y que hasta en lo físico reproducen la arquitectura de una cárcel.

¿Y tú, en qué escalón de la ignorancia estás?

Cada vez que nos encontramos con ciertas situaciones de falta de respeto hacia nuestros hijos e hijas y a sus derechos, lo situamos en relación a la mirada capacitista. 

A la ignorancia respecto a esta realidad, precisamente por la falta de convivencia.

Entonces intentamos ser tolerantes y recordar todos los “escalones de la ignorancia” que nosotras mismas hemos ido subiendo desde que nuestros hijos e hijas forman parte de nuestras familias.

Cada vez que compartimos alguna situación, normalmente en relación a personal de la escuela, siempre asoma esta pregunta:

— ¿En qué escalón de la ignorancia está?

Y a partir de ahí, empezamos a elaborar posibles soluciones. Porque si esa persona está en el 2, resulta imposible plantearle estrategias que requieran haber llegado al 8.

Y ahí estamos muchas familias: casi llegando a lo alto de la escalera, mientras el resto del mundo ni siquiera ha empezado a subirla.

Foto donde se ve a tres mujeres y un adolescente, de espaldas todas ellas, ascendiendo por unas escaleras.

 

📸 Autora de la fotaza y 💡 de la Teoría del escalón de la ignorancia: la maravillosa Paula Verde Francisco (Mi mirada te hace grande)

Menos campañas y más humanidad en las escuelas

Me encuentro por casualidad este vídeo realizado para uno de esos “días de”, en este caso de la salud mental, publicado en las redes del que fue instituto de Antón. Y aquí lo comparto, porque es público y porque para eso lo han hecho: para que se difunda y les den «likes”, tal y como se pide en lo que ocupa la mitad del metraje.

PUES AHÍ VAN MIS «LIKES»:

A la incoherencia.

A la hipocresía.

Al postureo.

A la falta de profesionalidad y de decencia.

A ver a un alumno completamente solo a todas horas, en todos los espacios, durante cuatro cursos y mirar para otro lado.

A ignorar (o desdeñar) que una situación así genera ansiedad, depresión, bajaautoestima y toooodos esos problemas de salud mental que se mencionan en el vídeo.

Le doy “like” a no percibir que la soledad y el aislamiento son una forma de bullying y a que los adultos responsables de corregir esas situaciones no hagan nada.

ABSOLUTAMENTE NADA.

“La salud mental es cosa de todos”. Así es. Pero en la práctica, no sólo como eslogan.

Ojalá menos campañitas y más humanidad en las escuelas.

 

imagen con un pictograma de ARASAAC que simboliza la soledad junto a un cuadro de texto que dice: la soledad es bullying

*NOTA: Evidentemente, mi disgusto y mi indignación no van dirigidos hacia los chicos y chicas que protagonizan el vídeo y que lo habrán hecho con toda la buena fe del mundo, sino contra las personas adultas que están detrás, las que lo han gestado y promovido, y que fueron responsables de no hacer nada en una situación que dañó profundamente la salud mental de mi hijo.

El bar-rrio Asgane

Hablaba el otro día con un (creo que ya) amigo que investiga y escribe sobre el patrimonio del lugar donde últimamente paso la mitad de mis días. Le decía que, aunque me gustan y me enseñan sus textos sobre el patrimonio histórico o natural, los que más disfruto son los que hablan del patrimonio humano. 

Elegí estudiar Historia y por un tiempo ejercí como guía de turismo, así que todo el mundo da por hecho que controlo muchísimo sobre arte, arquitectura y patrimonio en general. Y lo cierto es que no, que esos temas me producen cierta desgana. De hecho, debo confesar que en alguna ocasión en que me contactaron grupos interesados en realizar una visita centrada exclusivamente en arte o en arquitectura, las rechacé. A veces confesando la verdad o, si me daba mucha vergüenza, alegando que tenía esa fecha ocupada.

He tardado tiempo en entender esta aparente incongruencia y que se debe más a la (i)lógica de los planes de estudio y de cómo alguien o algunos han decidio agrupar los saberes humanos, que a una extravagancia mía.

El caso es que mi discurso en aquellas visitas siempre giraba entorno a las personas, que es lo que realmente creo me apasiona. Las que han pasado a la historia y las anónimas. Las que han hecho cosas grandiosas y las capaces de las mayores atrocidades. Creo que cualquiera de las vidas que ha pasado por este planeta es apasionante. Sólo hay que saber contarla bien.

Sin embargo, son tantas las vidas que no se han contado, que son millones las historias asombrosas que se han perdido para siempre. Los libros están plagados de reyes, guerreros, artistas, escritores, filósofos, deportistas, científicos, estadistas… Pero no aparecen los labradores, panaderos, canteros, albañiles, carpinteros, sastres… De las mujeres, ya ni hablemos.

Y entonces me acordé de una pequeña joya que existe gracias al empeño de José Manuel Valdés, el hijo de Mila y Pepe “El asturiano”, los del “Bar Asgane”. Hace unos años editó un libro precioso que lleva el nombre del bar de su familia. Él mismo se encargó de documentarlo y de recopilar todo el material gráfico que lo acompaña. 

Es la historia del barrio donde pasé mi infancia y mi adolescencia. La historia desde su nacimiento, como uno de esos barrios que se construyeron de forma apresurada en los sesenta para acoger a toda la mano de obra que debía alimentar los planes de “desarrollo” del franquismo. Un modelo que consistía en desarraigar a gentes pobres del rural y trasvasarlas a lugares inhóspitos y sin servicios que se masificaban de un día para otro en las afueras de ciertas ciudades. Aunque debo decir que, visto lo visto después, mi barrio resultaba de los más acogedores entre los que brotaron en esa época.

Evidentemente, cuando era niña los padres y madres de mi barrio me parecían todos mayorcísimos. Pero ahora hago cálculos y me estremece pensar que en realidad eran chicos y chicas muy jóvenes construyendo sus proyectos de vida a cientos de kilómetros de sus familias y de sus orígenes. Así que, aquello que yo veía como natural —puertas abiertas en la escalera, vecinas intercambiándose cazuelas, críos correteando entre casas— entiendo ahora que era en realidad extraordinario. La solidaridad entre personas que se necesitaban y que habían cambiado los lazos de sangre por los de vecinanza.

Jose los ha recogido a todos ellos entre las páginas de este libro. Ha recogido a todas esas personas que pulularon entorno al bar de sus padres. En un momento y un lugar donde los bares tenían una función social difícil de calcular. Como él mismo dice en el prólogo del libro: “se ejercen funciones de aula de cultura, planificación de eventos, organización vecinal, competiciones, terapia grupal, toma de decisiones, intercambio de ayudas técnicas y profesionales, tertulias gratificantes, consuelo, ayuda financiera, etc.”

Lo que supone un bar en este país nuestro sólo lo entendemos quienes hemos mamado esta cultura. Soy una gran entusiasta de este modelo social que tanto me cuesta hacer entender cuando estoy en otro país. Y no, el nuestro no tiene nada que ver con el de esos otros lugares. Que el libro de Jose se articule entorno a este espacio para explicar la historia del barrio, lo dice todo.

Lo hojeo de tanto en tanto. Porque me produce una nostalgia de las que duele y no siempre tengo el ánimo para hacer frente a una embestida emocional tan brutal.

Lo tengo ahora entre las manos. Busco en el índice a mi padre. Está en la página 403, justo después de mi tío y precediendo a mi tía. Manolo ya no está, a Crucita y al Moure tenemos la suerte de seguir disfrutándolos. Ahí quedarán los tres para siempre.

Y pienso, una vez más, que todo esto que escribo por aquí debería tomar forma de papel, que es donde de verdad perduran las historias. Algún día será. Para que nuestras vidas, que no son las de reyes ni estadistas, ni científicos ni filósofos, también permanezcan.

JUDY HEUMANN

El pasado 5 de marzo estaba en una habitación de hotel posponiendo la fastidiosa tarea de recoger el equipaje para el viaje de vuelta. Por alguna misteriosa razón, lo que traes en una maleta nunca cabe holgadamente cuando vuelves a meterlo. Esta vez creo que se debía a todas las toneladas de cariño y energía que nos llevábamos de vuelta a casa después de los maravillosos días en Córdoba y Málaga, donde Antón y yo fuimos invitados al pase del documental “Educación inclusiva. Quererla es crearla”.

El caso es que procastiné un rato por las redes para aplazar la tarea. Y entonces me asaltó la terrible noticia de la muerte de Judy Heumann. Me parecía imposible, porque seguía su trabajo y la veía imparable en los últimos tiempos. Me parecía imposible, porque las personas como Judy las percibimos como inmortales.

Conocí a Judy gracias a esa maravilla de documental que es “Crip Camp”. 

Esta película es muy especial para mí por muchas razones. Por la propia fuerza de los protagonistas de la película, que iniciarían el Movimiento de Vida Independiente en Estados Unidos allá por los años 70. Y, especialmente, porque su estreno en esa plataforma tan popular nos pilló encerrados en casa hace tres años y la vimos como se veía antiguamente la tele: todos a la vez. Con lo que eso implica, porque en los días siguientes organizamos varios encuentros online para debatir sobre el documental. Esas reuniones fueron el germen de lo que hoy se ha convertido en Quererla es crearla. Así que podemos decir que Judy fue un poco la musa de QEC.

La noticia del fallecimiento de Judy no es que pasara sin pena ni gloria en la prensa española (e incluso en la estadounidense), es que ni siquiera pasó. Si no les importó su vida, ¿cómo les iba a importar su muerte?

Esa noche pensé en cuánto me gustaría creer en la otra vida…

Para imaginar el recibimiento que le habría organizado Ed Roberts a Judy.

Para sonreír pensando en lo que estos dos volverían a liar con su reencuentro. 

Seguiré imaginando futuros Eds y Judys. Y sonriendo con el recuerdo de todo lo que estos dos humanos nos han dejado.

Así de maravillosa brillaba Judy Heumann en la alfombra roja de los Oscars cuando “Crip Camp” fue nominada a mejor largometraje documental hace dos años.

No pudo ser y aquella historia que nos impactó a tantos no consiguió el Oscar. Se lo llevó un puto pulpo.

Si importa más el ciclo vital de un pulpo que la revolución que iniciaron un grupo de adolescentes con discapacidad durante un campamento de verano, no es de extrañar que hoy NINGÚN medio haga referencia a la muerte de Judy. NADIE. Ni siquiera esos escasos políticos con discapacidad que han conseguido llegar al poder. NADA.

Quizás seamos pocos los que hoy celebramos su vida, pero tenemos la justicia, la razón y el corazón de nuestro lado.

Gracias infinitas, querida Judy ❤️

Siempre se ha hecho así

«Sixto Martínez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla.

En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. Junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía porqué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se había hecho, por algo sería.

Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé que general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre pintura fresca.»

(“El libro de los abrazos”, Eduardo Galeano)

 

Lengua materna

Ayer fue el día de la lengua materna.

Y yo me paré a pensar si podría llamar “materna” a mi lengua, porque no es la lengua de mi madre. Ni siquiera la de mi padre. Ni la de mis abuelos o bisabuelos o tatarabuelos, ni la de ninguno de mis antepasados desde que el mundo es mundo. O desde que el latín se transformó en gallego. Desde la época en que era el idioma de la música. Para que os hagáis una idea, el equivalente a lo que hoy sería el inglés. Porque era la lengua en que se componía la lírica medieval en casi todos los reinos peninsulares, incluido el de Castilla.

¿Qué pasó para que esa misma lengua acabara asociándose a gente pobre, analfabeta y embrutecida en la siguiente etapa histórica? Un momento que fue de oro para una lengua y de oscuridad para otra. “El Siglo de Oro” vs “Os Séculos Escuros”. Un tiempo donde las obras de Góngora, Quevedo o Lope se poblaron de personajes gallegos que representaban los arquetipos más negativos de la sociedad y el refranero popular estaba repleto de (des)consideraciones hacia los gallegos y hacia lo gallego:

“Antes moro que gallego” (o su otra versión: “Antes puto que gallego”)

“A castellano tenedor, gallego pedidor”

“No fíes en perro que cojea ni en amor de gallega”

“Los gallegos vinieron al mundo para el descanso de los animales”

Pues pasó que cambió el idioma de quienes tenían el poder. Así de simple. Y ocurrió que se instaló algo que se llama “autoodio”,  que es la forma más efectiva de acabar con una cultura: convencer a sus depositarios de que es peor, que es menos, que es malo, que es inútil… 

Una lengua no debería valorarse en función de eso que llamamos “utilidad” y que, en realidad, quiere decir “productividad”. ¿Qué más útil que comunicarte con tu familia, con tus vecinos, con quienes pueblan toda tu vida? ¿No es esa la razón de ser del lenguaje hablado?

Mi lengua materna no es la de mi madre, porque ella nunca me hablaba en su idioma. ¿Cómo vas a transmitir a tus hijos una lengua responsable de que de niña te pusieran de rodillas sobre piedras en la escuela? Castigando como rebeldía lo que era desconocimiento de una lengua, que no podías saber porque a tu alrededor sólo esa maestra la hablaba. Una lengua que hacía que cuando visitabas a tu familia de la ciudad tu prima se avergonzara de ti y se negara a llevarte de paseo. Que también era la lengua de todas las chicas que, como tú, servían en aquella ciudad a más de mil kilómetros de tu casa. Las que no sólo erais menos, sino que seguramente no erais nada.

Y muchos de los depositarios de esa lengua se lo acabaron creyendo. Acabaron creyendo que eran menos, que eran peor, que no eran nada. El poder del autoodio.

Exactamente igual que ocurre con las personas nombradas por la discapacidad: también les convencemos de que son menos, de que son peor, de que no son nada.

Todas las opresiones se acaban pareciendo. Porque, en realidad, la opresión es siempre la misma.

Desde el nacimiento de mi hija y durante sus primeros años de vida, hice el esfuerzo de hablarle gallego. Y digo esfuerzo, porque hablar en un idioma que no es el tuyo en el entorno laboral o con gente más o menos extraña, es complejo; pero utilizar en tu intimidad familiar una lengua que no es la tuya, en la que no piensas, es un esfuerzo bestial. Lo hice porque entendía que la lengua que estaba en peligro, de las dos que se hablaban en nuestro entorno, no era precisamente la mía. Y porque sentía que podía ayudar a recuperar lo que hubiera sido el curso natural de la historia lingüística de mi familia. Mi hija es ahora gallegohablante. Como su abuela. Y como todas las madres que nos han precedido en la familia.

No lo hice igual con mi hijo. Porque cuando nació me convencieron de que si era difícil que pudiera llegar a hablar (y ni siquiera entender) una lengua, dos era algo completamente impensable. Casi casi casi me convierto en brazo armado del sistema capacitista para inocularle la cuota de autoodio que le correspondía en base a su funcionalidad. Sólo espero haber rectificado a tiempo.