El amor gana

Hace unos días, una persona entrevistó a Antón como candidato para una formación con la que estaba muy ilusionado. La entrevista duró unos pocos minutos y, en ese tiempo, esa persona que no había visto, escuchado ni leído jamás a Antón, le dijo que «no le veía en ese curso por su discapacidad» y además añadió que «no le veía capacitado para trabajar con niños».

No puedo explicar lo hundido que llegó a casa y cómo pasó los siguientes días.

¿Cómo pueden pesar tanto las palabras de una sola persona prejuiciosa y capacitista que, desde su prepotencia y soberbia como “experta en recursos humanos”, se atreve a juzgar a alguien en tres minutos?

Menos mal que son cientos más las personas que miran a Antón y no a una etiqueta, y que aprecian y valoran lo que es, cómo es y todo lo que puede aportar.

No han pasado ni 24 horas desde que lanzamos la preventa y ya hay casi doscientos ejemplares del libro de Antón reservados!

Estamos tan conmovidos por esta acogida… Es tanto el cariño y el amor que estamos recibiendo… que no hay palabras para expresar la emoción que sentimos.

Somos conscientes de que parte de esa emoción (casi colectiva) que se ha generado procede de ser voz de aquellos a quienes se les ha quitado.

Es una responsabilidad enorme para Antón, pero también un deber por la fortuna de estar entre los escuchados.

Gracias a Marigel López por el hermoso diseño del libro y por la paciencia tan grande que ha tenido con nosotros durante estos meses.

Gracias a Luz Mojtar por el precioso prólogo que sólo ella podría haber escrito así.

Gracias a Sonia López por un epílogo perfecto para la reflexión colectiva que espera impulsar el diario de Antón.

Gracias a todas las que habéis sabido mirarle a él y no a la etiqueta que le grabaron a fuego al nacer.

GRACIAS DE TODO 🧡

Portada interior del libro de Antón. Sobre fondo naranja aparece: ANTÓN (letras negras) UNO MÁS, (letras blancas) NADA MENOS (letras blancas) Diario de una resistencia ignorada (letras negras)

Puedes conseguir el libro a través del siguiente formulario: Antón: uno más, nada menos. Diario de una resistencia ignorada.

Hemos incluido un apartado para que quien quiera pueda compartirnos las razones que le llevan a comprar el libro.

Comparto algunas de esas respuestas maravillosas por aquí, como contraposición a las palabras que aquella señora le escupió a Antón y como vacuna contra todas esas personas expertas en orientación pero que tan desnortadas andan.

«Pues porque cada vez que leo a Antón me emociono muchísimo. Disfruto mucho con sus historias, anécdotas o reflexiones. Me encanta su naturalidad y su sinceridad. Estoy segura que lo voy a disfrutar mucho, a la vez que voy a seguir aprendiendo, porque he aprendido muchas cosas con él y su madre. Bueno, básicamente porque lo quiero mucho, le deseo lo mejor y quiero apoyarle en esta aventura, que seguro no será la última, porque Antón conseguirá lo que se proponga, estoy convencida. Es una persona MARAVILLOSA. Ojalá pueda recibirlo con una dedicatoria suya. Me encantaría recibirlo en mano, eso significaría que nos vamos a volver a encontrar, espero que pronto. Un enorme abrazo desde el sur. Y GRACIAS infinitas.»

«Querido Antón, hace mucho tiempo te dije que me absorbía leerte y que me encantaba. Que me gustaría que algún día publicases un libro y mira, mi deseo se cumplió. No te admiro por esas características que otros ven en negativo ni tampoco por tu diversidad, ni tan siquiera por esas historias que nos cuentas de lo negativo que has podido vivir y describir por discriminación. Te admiro por ser un chaval que escribe de una forma deliciosa, porque una vez leída la primera frase no puedo parar hasta el final, te admiro por tu valía y valentía, por esas descripciones detalladas de tus vivencias que me trasladan a casi verte en la situación vivida, por ese arte de escribir, porque cuando te leo no pienso en la diversidad que te acompaña, solo pienso en ti tal cual eres y te admiro porque me da la gana. Un abrazo enhorabuena y gracias por cumplir unos de mis deseos.»

«Me gustan los libros en general pero cuando están basados en hechos reales con mayor motivo y en este caso, comparto como madre de hijo de necesidades ese dolor, esfuerzo y lucha por defender su sitio en esta sociedad, que otros lo tienen sin más. Ese dolor que te rompe el alma y te anula como ser humano ante tantas injusticias. Por eso y por todo lo demás. Gracias y bravo por ser tan valiente y luchar por otros que no pudieron ni podrán. Me gustaría recibirlo firmado por favor “Para E…” que es mi hijo. Un beso enorme.»

«Antón fue un descubrimiento para mí en CompostELA. Mas tarde nos envió un vídeo contando su experiencia en el instituto que lo compartimos en el cole de mi hija I. en una charla que dieron Susi y ella para sus compañeros de clase sobre la ELA y la experiencia del CompostELA. En unos días van a volver a dar la charla para otro curso y esperamos volver a compartir las palabras de Antón con los niños. Estamos I. y yo deseando leer el libro y compartirlo con nuestra gente.»

«La mirada de una madre en cuanto nuestros hijos siempre es proteger y cuando existe discapacidad hay un fino hilo como tú dices Carmen de sobreprotección. La sobreprotección, las experiencias de nuestros hijos, pienso seguro que ayuda a que regulemos esa protección con sus experiencias. El miedo a que no estarás siempre, te hace cometer errores, yo estoy en ese dilema con C., hasta donde le ayudo o le perjudico.»

«La primera es porque conozco a Antón y a su madre virtualmente hace años y quiero mostrar así lo orgullosa que estoy de él. La segunda porque estoy segura que seguiré aprendiendo de él. Y la tercera, en agradecimiento a él por su lucha y a su madre, por la misma razón y por poner siempre palabras a sentimientos que, como madre de una persona con discapacidad, muchas veces no sé describir.»

«Antón me parece un ejemplo para esta sociedad, lo admiro por lo que lucha, a parte de que es un chico entrañable al que quiero y aprecio. También apoyar a sus padres, sobre todo a Carmen por luchar por Antón y gritarle a la sociedad que son uno MÁS en este mundo. Les doy las gracias por poder compartir con ellos momentos inolvidables. Mil gracias familia se os quiere.»

«Considero que el libro puede llevar a las Facultades de Educación la voz del alumnado. Imparto docencia en la formación inicial del profesorado, y estoy segura que será un texto para acercar a los futuros docentes que las dinámicas de exclusión y resistencia no son constructos teóricos solo, siempre tiene un o una protagonista, una familia y un contexto concreto.»

«Os sigo en redes desde hace tiempo y conocer más de las barbaridades que les ocurren a las personas con NEE/discapacidad me ayudará a poner más ejemplos a los futuros maestros de la Escuela de Educación de la Universidad de León, centro donde Alejandro Calleja y/o yo damos seminarios. Es necesario hablar tanto de lo malo (que suele abundar más) como de lo bueno, que es la situación actual de mi hijo M., con síndrome de Down. GRACIAS, ANTÓN.»

«También tengo discapacidad, y es un tema que me afecta enormemente. Soy estudiante de dirección escénica en la ESAD Málaga y para mí proyecto final de grado quiero escribir una obra de teatro justamente sobre la discapacidad y la discriminación e invisibilización, por lo que este libro es muy probable que me ayude a clarificar mis ideas. Gracias por escribir un tesoro como éste.»

«Primeiro porque Antón forma parte da miña familia teatreira, é un loitador, está visibilizando e representando a moita xente que se sinte excluida da educación e das actividades da vida cotiá. E para desaprender… si desaprender o que vivimos ou nos ensinaron. E por suposto porque quero entrega en man. Un grande Antón e a sua familia. Facedes historia.»

«Porque mi hijo M., que tiene los mismos años que Antón, ha sufrido lo mismo durante la secundaria. Ha estado completamente solo en los dos institutos por los que ha pasado. Me apetece mucho leer este libro porque sigo a Antón desde hace tiempo y me encanta lo que escribe.»

«Porque he visto crecer a Antón a través de las redes, y he seguido y apoyado su lucha y la de su madre y su familia durante todos estos años. Aunque no nos conocemos en persona, los siento como cercanos y apoyo este proyecto y me ilusiona como si fuese mi propio hijo!»

«Conozco a Antón hace varios años. Lo sigo en RRSS y conozco de buena mano sus textos. Vivo enamorada de su escritura desde que nos hizo una carta en el campamento, creo que un cachito de aquel papel se quedó para siempre en cada uno de nuestros corazones.»

«Me hace muchísima ilusión la publicación de este libro. Valoro profundamente la experiencia vital de Antón. Necesitamos estas voces para seguir luchando por un cambio real. Ojalá su próximo libro sea contándonos lo mucho que ha cambiado nuestra sociedad.»

«Carmen, Antón: cómo me alegro, ojalá pudiera elegir «entrega en mano». Espero leerlo y, en algún momento, llevarlo a que me echeis una dedicatoria. No estoy muy presente en redes últimamente pero no dejo de seguiros. Un abrazo. Y enhorabuena.»

«Me gustaría conocer más de la vida de Antón ya que lo considero un amigo y lo admiro muchísimo, además quiero apoyarlo en este proyecto por su fuerza y valentía para compartir todos estos textos que reflejan momentos duros de su vida.»

«Hola, sigo la vida de Antón hace muchos años, primero a través de su madre, Carmen y después desde su persona. Tengo un hijo con discapacidad de 17 años, también se llama Antón y muchas muchas veces me he sentido identificada con vuestras palabras. Me apetece mucho saber qué piensas Antón de muchos temas y como se siente y los afronta, para mí es muy enriquecedor y seguro me sirve para comprender más a mi hijo. Enhorabuena por el libro. Gracias Antón por dejarnos compartir tu vida.»

«Porque para mí sois familia. Porque me siento agradecida por todo lo que Antón me aporta y aporta al mundo; por su mirada transformadora; por su valentía de enfrentarse a tantas situaciones y querer compartir sus experiencias; porque necesitamos leer, conocer, escuchar, sentir historias como la suya para despertar, y comprender el auténtico valor de la diversidad; por el derecho a vivir la vida que deseas Antón… Uno más, nada menos. Buen Camino!»

«Celebro todos los proyectos de Antón y me gusta mucho cómo escribe. Sigo con mucho interés su criterio sobre las ultimas películas de cine, series de televisión, el festival de Eurovisión, los premios Goya… Lo conozco a través de la familia de la diversidad. Reconozco que a veces me satura la parte negativa que ello conlleva en una sociedad llena de egos, prisas y de competición mal entendida. Por eso escogeré cuidadosamente los momentos de lectura de este libro que sin duda debe y merece ser leído.»

«Porque siempre me encanta lo que cuenta y cómo lo cuenta!!! Siempre acierta con su mirada certera: sosegada y reivindicativa al mismo tiempo. Incita a reflexionar y a luchar por lo que realmente importa. No me lo pierdo!»

«Por lo poco que leí de Antón, creo que merece la pena leer su libro, ya que es una persona que te hace pensar y ver cosas que normalmente las pasamos por alto sin darles importancia cuando la tienen y mucho.»

«Como madre, cómo persona, como activista, como lectora fan de Antón…. Necesito leerle. Antón me transporta con sus textos a sus experiencias, a los lugares, a las personas que conoce. Necesito leerle.»

«Me parece muy importante la escucha (en este caso lectura) para conocer las situaciones de la vida a las que tienen que hacer frente las personas nombradas por su discapacidad y poder aprender de ellas.»

«Conocerte Antón aunque no haya sido en persona ha sido reconfortante. Compartir experiencias más alla de eso, compartir tu punto de vista sobre muchas injusticias…. me hace ilusión leerte :)»

«Porque gracias a Quererla es crearla, he entendido lo que es la inclusión, y el respeto a las derechos humanos de todas las personas… y que en la escuela y en el mundo cabemos todas…»

«Porque os queremos mucho, porque las palabras de Antón son sentidas, reales y vividas. Experiencias personales que nos enriquecen a todos. Abrazo grande para toda la familia.»

«Leer a Antón (y a su madre) siempre hace que crezcas como persona tras reflexionar sobre lo escrito. Quizás sea la forma más egoístamente maravillosa de querer leer un libro.»

«Os acabo de descubrir y me identifico con vosotros. Mi hija tiene una enfermedad rara que le impide comunicarse como a las personas de su edad (23 años) y se me ha pasado por la imaginación que como todos los chicos, adolescentes tenéis los mismos o parecidos pensamientos, quizá al leer a Antón es como si escuchara los pensamientos de mi hija. Un saludo.»

«Conocí a Antón personalmente y es un ser humano increíble, comparte todo con amor y desborda alegría, estar junto a Antón te invita a crecer, a reír, a compartir sin límites. Lo felicito de antemano, compartir sus vivencias es algo valiente y de seguro nos va enseñar a ver el mundo diferente.»

«Porque mi hijo M., que tiene los mismos años que Antón, ha sufrido lo mismo durante la secundaria. Ha estado completamente solo en los dos institutos por los que ha pasado. Me apetece mucho leer este libro porque sigo a Antón desde hace tiempo y me encanta lo que escribe.»

«Me encanta como escribe Antón, la frescura y cercanía que trasmite en sus textos. Compartir su experiencia es mi manera de acercarme y participar en este movimiento, que habéis iniciado, para conseguir una escuela, un mundo abierto en el que todos podamos ser los que somos.»

«Me interesa mucho conocer la experiencia de Antón. También su escritura. Siento que su valentía y su generosidad pueden ayudarme a acompañar mejor a mi hijo con autismo en las dificultades que debe afrontar todos los días en sociedad. Muchas gracias.»

«La razón es evidente, continuar lo que emprendiste y que tu madre ya había comenzado mucho antes, donde por casualidad la encontré y tantísimo me ayudó. Gracias por dar voz a los que como mi hija no pueden, miles de gracias, ¡un cariñoso abrazo!.»

«Quiero tener el primer libro de este camino de crecimiento personal de Antón, su compromiso por conseguir una educación inclusiva, iniciado en su adolescencia, tiene capítulos que no me los puedo perder. Te quiero mucho Antón.»

«Soy madre de un niño nombrado por la discapacidad (M.) y gracias a ello he conocido gente maravillosa, entre ellos la gran Carmen Saavedra y el más grande aún Anton Fontao. No puedo perderme este libro y no me lo voy a perder»

«Tuve la oportunidad de hablar un poquito con él en Menorca y en Barcelona, le sigo en redes y me encanta lo que dice y escribe y como lo dice y lo escribe. Quiero conocerle mejor y conocer su historia para aprender de ambos.»

«Conocí a Antón hace un par de meses en un curso en Carnoedo y me maravilló como persona, su inteligencia y su carisma. Quiero entender por qué, como seres humanos, somos capaces de apartar a quien es diferente a nosotros.»

«Gracias una vez más por vuestra generosidad, Antón y Carmen en compartir vuestras resistencias y luchas. Gracias por poner el cuerpo por tantas personas. Gracias por hacer el mundo un lugar más amable y más humano.»

«Le he preguntado a B. y me ha dicho lo siguiente «porque lo conocemos desde siempre, porque es un crack, porque nos parece muy importante lo que transmite y porque lo queremos apoyar como escritor» Besos»

«Razones hay miles pero la más importante es por lo mucho que quiero y admiro a Antón, por todo lo que me ha enseñado y me enseña; y porque gracias a él y a su familia, mi familia es más grande y más bonita.»

«Soy madre de hija con discapacidad y activista en la defensa de sus derechos desde ADISLI, su asociación. Tanto Anton como Carmen sois un referente para muchas familias y os sigo desde hace tiempo. Gracias»

«Conoci a Antón en un curso y lo admire desde el principio. Y admiro muchisimo a sus padres. Antón es bueno, guapo, bailarín, divertido. Buf un encanto»

«Soy educadora social especializada en autismo y considero imprescindible leer y escuchar a las voces autistas (que hasta ahora estaban siendo silenciadas o invisibilizadas).»

«Hace tiempo que te sigo en las redes. Soy una persona implicada y empática con las personas con discapacidad. Soy esposa y abuela de personas con discapacidad. Felicidades, muchas gracias.»

«Conozco al autor, su vida y su honesta forma de narrar el dolor durante su periodo escolar; estoy segurísima de que tiene interés para cualquier persona con sensibilidad.»

«Sin leerlo, sé que es imprescindible. Antón y sus textos, sus reflexiones, siempre me enseñan y me hacen pensar. No veo el momento de perderme en estas páginas….»

«Conozco a Antón. Nada más y nada menos. Quiero leerlo yo y quiero regalárselo a mi sobrina y a una gran amiga y mejor madre con una hija con parálisis cerebral.»

«El año pasado he aprendido mucho de Antón y Carmen a través de sus intervenciones en Campaña Mundial por la Educación, será un gusto continuar aprendiendo :)»

«Me encantó participar en la publicación del artículo en prensa de Antón y ahora estoy deseando leer su relato (más) completo. Eres un tío con mucho talento!»

«Madre de chico con tea y docente de filosofía en instituto. Uno para mí y otro para mi centro. Y quizá lo pueda poner como lectura a mis alumnos. Abrazos.»

«Hay que escuchar de primera mano la voz de personas con discapacidad, es la manera de normalizar una sociedad más respetuosa con todos. Tengo una hija con tea.»

«No me lo perdería por nada. Me encanta leer y escuchar a Antón. He aprendido y aprendo de ambos más que de lo que podría hacerlo en cualquier máster.»

«Porque estoy segura que me enseñará muchísimo y porque es muy necesario conocer las historias de vida de las personas. Y porque os quiero Carmen.»

«Tengo una hija con diversidad funcional de 19 años. Hace tiempo que os leo en el blog. Gracias por compartir vuestras vivencias.»

«Soy madre de gemelos con TEA y no tuve ni tiempo ni capacidad para reflejar mi experiencia como madre/ terapeuta/ cuidadora/trabajadora/mujer…»

«Porque después de conocer un pedazo de su historia y poder escucharlo, tanto dolor remueve almas y es un placer poder conocer a esa gran persona.»

«Haber seguido a Carmen y Antón durante años y estar en una situación similar. Temas así me parece importante dar toda la difusión posible.»

«Porque queremos cambiar el mundo o al menos la mirada de muchas personas y los que lo tenemos claro necesitamos empaparnos de su enseñanza.»

«Me encantaría que Antón me lo firmaras y dieras en mano. Me interesa mucho leerte Antón y conocer tu experiencia vital:-) Abrazo Amigo!»

«Me inspira mucho la fuerza de Antón y su alegría. Además es un lujo ver como se expresa y poder conocer un poco más de su historia.»

«Aunque yo siempre le he visto como a uno más, creo que se puede aprender mucho más cuando te explican las cosas de primera mano.»

«Coñezo a Antón e son moi fan porque escrebe xenial, con puntos e comas moi incómodas para o ensino e que necesitan saberse.»

«Porque la historia de Antón merece ser escuchada y siento que puedo aprender mucho de su experiencia. Gracias Antón.»

«Interés en las vivencias de las personas sometidas por el capacitismo, valor inmenso por vuestro trabajo.»

«Porque admiro y quiero a Carmen y a Antón y, por extensión, a toda su familia. Formáis parte de mi vida.»

«Sigo a Antón en redes sociales y me gustaría tener sus historias, comentarios y opiniones todas juntas.»

«Quiero regalárselo a mi hijo y a dos amigos tocados por la discapacidad, creo que les puede ayudar.»

«Soy maestra de educación especial, y sigo a Nacho Calderón y a través de él he conocido a Anton.»

«Conozco a Antón y soy parte del movimiento reivindicativo en el que están implicados!!»

«Porque somos muy fans de Antón y este libro no puede faltar en nuestra biblioteca IN.»

«Me interesan mucho las reflexiones de Antón, me parece una persona muy interesante.»

«Os tengo mucho aprecio a ambos y sé que voy a seguir aprendiendo mucho con vosotros.»

«Polo aprecio a Antón e poder xa non so ler, senón compartir as súas palabras.»

«Porque tenemos que demostrar entre todos todo lo que podemos hacer.»

«Interés por mejorar la respuesta educativa a la diversidad del alumnado.»

«Por lo mucho que lleváis luchado por la «EDUCACIÓN INCLUSIVA REAL”.»

«Porque Antón se merece que todo el mundo conozca sus vivencias.»

«Demasiadas razóns, as principais, cariño e admiración por Antón.»

«GRACIAS por hacer esto querida Carmen y queridísimo Antón.»

«Porque leer y beber de su historia es crecer en humanidad.»

«Conocer la gran capacidad, esfuerzo y creatividad de Anton.»

«Me apetece leerlo porque Antón tiene mucho que enseñarnos.»

«Curiosidad para ver el mundo a través de los ojos de Anton.»

«Porque quiero saber más de Antón.Porque me encanta Antón.»

«Lo quiero con firma de Antón. ARRIBA LA RESISTENCIAAAAAA!!!»

«Creo que mis razones son obvias… Lo quiero a millón!»

«Aprender a entender la diversidad de primera mano.»

«Porque Antón es el mejor escritor que conozco.»

«Porque Antón es un REFERENTE. Con mayúsculas.»

«Sobran las razones. Imposible poner sólo una.»

«Admiro a Antón y quiero saber más sobre él.»

«Porque me interesa mucho escuchar a Antón.»

«Por la humanidad que lleva en su interior.»

«Antón é o exemplo, así cambiase o mundo.»

«Seguir avanzando en el cambio de mirada.»

«Me encanta como escribe Anton, soy fan.»

«Voglio conoscere i pensieri di Anton.»

«Soy mamá de una comunicadora emergente.»

«Por amor a esta familia tan bella!!!!»

«Os sigo y estoy impaciente de leerlo.»

«Ver el mundo a través de otros ojos.»

«Estoy deseando leer este libro!!!!»

«Soy seguidora de vuestra lucha!»

«Me encanta todo lo que escribe.»

«Non hai razóns para non leelo.»

«Porque eres el mejor Antón.»

«Porque admiro al autor.»

«Encántame ler a Antón.»

«Adoro a este chaval.»

«Os quiero.»

«ANTÓN 🧡»

Congreso de Ciencia Inclusiva que excluye

El pasado 28 de abril tuvo lugar la jornada inaugural del II Congreso de Ciencia Inclusiva organizado por el CSIC.

Nuestro amigo Dabiz Riaño fue invitado a dar la ponencia inaugural. Cuando excedía cinco minutos del tiempo concedido, fue apercibido para que terminara. Dabiz es una persona con ELA que estaba haciendo un esfuerzo titánico para poder hablar. Sin embargo, a los organizadores de un congreso de ciencia “inclusiva” no se les debió ocurrir que la flexibilidad en el tiempo es un recurso de accesibilidad y que sin accesibilidad no puede haber inclusión.

Dabiz alegó que ya le faltaba poco para acabar y que no iba a tener otra oportunidad como aquella, por lo que no obedeció la indicación de terminar su exposición. Fue entonces cuando Carmen Fernández Alonso, siguiendo las órdenes de la presidenta del CSIC, Eloísa del Pino, —y lo sé porque me sentaba justo detrás de ellas y fui testigo del proceso— subió al estrado y comenzó a hablar encima de Dabiz como si él no existiese. Aprovechó la capacidad que tiene una persona sin ELA para silenciar, invisibilizar y humillar. Me pregunto si hubiera procedido de igual forma si quien estuviera en ese estrado hubiera sido Pedro Sánchez o Pérez Reverte o Ángel Carracedo.

Comparto aquí el vídeo de ese momento. La voz que se escucha protestando por la situación es la de Eva Riaño, consciente del esfuerzo que había hecho su hermano para estar allí y ofrecer aquella charla.

Con enorme tristeza expongo cómo Carmen Lafuente (vicepresidenta adjunta de Cultura Científica y Ciencia Ciudadana y persona ella misma con discapacidad) fue una de las que mostró mayor empeño en sacar a Dabiz del estrado. Y cómo Jesus Martín (presidente del real Patronato sobre Discapacidad y también persona nombrada por la discapacidad) no hizo nada, sentado en aquella primera fila, por impedir que las responsables del CSIC hicieran lo que hicieron.

Tengo el convencimiento de que ninguno de ellos estaba escuchando a Dabiz realmente. En este enlace se puede acceder al vídeo de su charla (o más bien de lo que le dejaron) donde exponía las situaciones de discriminación, exclusión y el maltrato que sufren cada día las personas con diversidad funcional en múltiples espacios. No sólo eso, sino que además ofrecía alternativas y posibles soluciones a muchas de esas situaciones. Pero a las organizadoras del congreso les dio igual.

Aquí el vídeo-denuncia que grabé aquel día y en aquel momento:

Cuando quien tiene que creer es el resto

Esta semana la ministra de Educación, Pilar Alegría, ha acompañado al rey a hacer entrega del Premio Princesa Girona a Escuela del Año a un centro de educación especial. Es decir, la máxima responsable de educación en nuestro país avala que se segregue a los niños y a las niñas en base a determinadas características.

La Educación Inclusiva es un derecho recogido en la «Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad» (CDPD) de Naciones Unidas, que España firmó en 2008. Esta Convención tiene el mismo rango jurídico que la Constitución. Por lo tanto, puede decirse que el Estado español comete ilegalidades y ampara políticas anticonstitucionales. De la ética, ya mejor no hablar.

Imagen del estreno del documental "Educación inclusiva. Quererla es crearla", donde aparecen algunos de sus protagonistas junto a la ministra de Educación, Pilar Alegría.

Hace cuatro años, la ministra tuvo la oportunidad de reunirse con los chicos y las chicas de Estudiantes por la Inclusión y pudo escuchar de primera mano el sufrimiento que la exclusión genera en el alumnado y sus familias. Esta foto recoge el momento de una emocionada y conmovida Pilar a quien ahora vemos no sólo sancionando, sino incluso premiando la segregación y la exclusión, la vulneración de derechos y el incumplimiento de la legalidad, recogida en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) que España ratificó en 2008.

A pesar de todo, voy a seguir creyendo que la gente es lo que parece y que cree en lo que me dice. Al menos en ese momento. Pero me produce una enorme tristeza y desesperanza comprobar que ni el ministerio de Educación, ni el Gobierno (progresista y de “izquierdas”) van a ayudar siquiera un poco a acabar con nuestra cultura capacitista, que empieza en la escuela segregada y se perpetúa desde la exclusión en la vida adulta.

Como dice mi amiga Ruth, nuestra manera de entender la educación es muy subversiva. Lo mismo que subversivas eran las sufragistas contra quienes también se esgrimían argumentos desde la política, la filosofía y hasta la biología. El mundo se iría a pique si se permitiera votar a las mujeres.

Ahora mismo parece que el mundo también se va a pique si se le reconocen sus derechos, y hasta la humanidad, a las personas nombradas por la discapacidad.

Nosotras seguiremos disintiendo y resistiendo. Espero que la historia juzgue a quienes no.

Hoy Indira y Anton han recordado las palabras con las que la ministra les animaba a que nunca dejarán de creer en ellos mismos.

Pero si nosotros ya creemos en nosotros, ha dicho rotunda Indira.

Efectivamente, sólo hace falta que también crea el resto.

Puedes ver el documental completo en este enlace: Educación inclusiva. Quererla es Crearla.

Cuando eres parte del problema

Escucho una conversación entre Julia Louis-Dreyfus y Debbie Allen. En cierto momento, gira entorno a la segregación racial y en como sigue presente en su país aunque sea más sutil que cuando estaba regulada legalmente durante la infancia de Debbie. Dice entonces Julia: «Mira alrededor en tu comunidad. Pregúntate quién está en esa comunidad. Si todo el mundo se parece a ti, tú eres parte del problema».

En nuestro país y en nuestra sociedad también hay formas de segregación sutiles que aplican a la etnia, el género o la clase social. Lo que ya no es sutil es lo que ocurre con las personas nombradas por la discapacidad y, en particular, lo que ocurre en las escuelas.

Hay niños y niñas que entran por otra puerta, que pasan toda su etapa escolar en una clase distinta, que no salen al recreo o lo hacen en otro patio, que no comen en el comedor, que no van a las excursiones, que no cuentan en las fiestas de fin de curso ni en cualquier otra actividad lúdica del centro. Si esto no es segregación, que venga dios y lo vea.

Si estas fotos del pasado nos escandalizan y horrorizan, ¿por qué no ocurre lo mismo con esa clase del colegio de nuestros hijos donde se aparta a ciertos niños y niñas? Y, sobre todo, ¿por qué nos creemos mejores que esas madres que gritaban a la puerta de las escuelas cuando niños y niñas negras empezaron a compartir pupitre con sus hijos?

¿Qué van a decir de nosotros en el futuro, cuando echen la vista atrás y miren las fotos de nuestro presente? Las imágenes de esa segregación para la que no tenemos ni nombre. Y, de nuevo, lo que no se nombra no existe. Pero existe, vaya si existe.

Lo que realmente ocurre es que hay cosas a las que no damos nombre porque no nos importan.

Si nuestros niños y niñas no tienen compañeros con discapacidad, si entre nuestros colegas de trabajo no hay nadie con discapacidad, si nunca hemos tenido un amigo con discapacidad, si no nos escandaliza que las personas con discapacidad entren por otras puertas o estén confinadas en espacios específicos, entonces somos parte del problema.

#SegregaciónFuncional

#SegregaciónCapacitista

Lamine y Nico

No me gusta el fútbol. Pero le guardo un gran respeto desde que mi hermano se sentaba en aquellos últimos días de mi padre, agonizante por el dolor y desorientado por la morfina, y le ponía al día de los últimos fichajes y la clasificación de esa liga que él ya no podía ver, ni jamás vería. Ojalá nunca en mi vida vuelva a ser testigo de una escena tan bestialmente conmovedora. Durante esos minutos, mi padre volvía a centrar su mirada y por un momento volvía a ser él y dejaba de ser la persona moribunda. Desde entonces, siento un gran respeto por el fútbol aunque siga sin gustarme.

Imagen de Lamine Yamal y Nico Williams celebrando un gol con la selección española de fútbol.

Durante estos últimos días, el fútbol ha vuelto a salirse de lo deportivo. Y me ha vuelto a conmover la imagen de estos dos chavalitos. Dos niños todavía, en un mundo de buitres. Se les ha utilizado como contrapeso ante todo el patrioterismo que siempre suscitan los triunfos de la selección española. Un triunfo que hubiera sido imposible, dicen, sin estos dos chicos negros e hijos de migrantes. De esos migrantes que cruzan el Sáhara descalzos y saltan la valla de Melilla.

Y me recordó a aquel día, cuando mi hijo era un bebé de seis meses, y dos especialistas no se ponían de acuerdo en si necesitaba la máquina de oxígeno o no. Estábamos en la consulta del que sí era partidario de hacerlo y empezó a darnos explicaciones extrañas que nada tenían que ver con lo médico y que me desconcertaron. En un momento dado, pronunció el nombre de Stephen Hawking y ahí ya sí entendí qué trataba de decirnos y qué marcaba la diferencia de criterio entre él y su compañera.

Hoy, casi veinte años después, miro a estos dos chicos y pienso que qué mierda de sociedad, que hasta los más progres hacen una lectura tan peligrosa de sus triunfos. Esa que nos empuja a creer que, para que les hagamos un sitio entre nosotros, deben realizar algo extraordinario. Lo mismo que mi hijo, cuyo derecho a la vida se mide en proezas científicas o artísticas que el 99,9% de los llamados normales jamás haremos.

Educación contra los discursos de odio

Ayer participamos en las «IV Xornadas de Educación para o Desenvolvemento e a Cidadanía Global» organizadas por la Campaña Mundial por la Educación.

Inscritas en la «Semana de la Acción Mundial por la Educación», este año centraban su temática en la educación transformadora con un foco específico en la lucha contra los discursos de odio.

Cuando recibimos la invitación, me sorprendí y emocioné a partes iguales. 

Nadie (o casi nadie) discute que ciertos colectivos sufran esa realidad: personas migrantes, racializadas, gitanas, con una orientación sexual o identidad de género no normativas… Sin embargo, el buenísimo, la condescendiente y la invisibilidad que reciben las personas con discapacidad, enmascaran muchas veces lo que realmente representan esas conductas: aversión y rechazo hacia quienes funcionan de forma distinta a la media estadística. Odio hacia otras formas de ser y estar en el mundo. Así que eso fue lo que tratamos de trasladar: que las personas en situación de discapacidad también son objeto de discursos y delitos de odio.

No es fácil hacerlo entender debido a la labor tan eficaz que realiza el capacitismo que nos meten en vena desde que nacemos y del que es tan difícil desprenderse.

Fue maravilloso y muy enriquecedor compartir ese encuentro ante el alumnado del Grado de Infantil en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidade da Coruña con Sonia Mendes y Lucía Tembrás de SOS Racismo Galicia. Pudimos comprobar, además, como todas las opresiones se parecen porque en el fondo es siempre la misma: rechazo al distinto.

Si entre esos ciento y pico futuros maestros y maestras de Infantil que nos escucharon, hay unx solx que entendiera lo que va a significar en las vidas de tantas familias… Que comprendiera que aceptar la diversidad de todo tipo que habrá entre la infancia que llegue a sus aulas, marcará la felicidad o el infierno para ellxs y sus familias… doy por maravillosamente empleadas esas cuatro horas.

Quiero dar la gracias a Andrea Iglesias y a Laura Álvarez por la invitación y por el cariño ❤️💛💜🖤  

Imagen tomada desde el fondo del aula. Puede verse a las personas participantes en la mesa redonda al frente y las espaldas de algunos de los asistentes

SUBNORMAL

A ti, que tienes la palabra «subnormal» como parte de tu vocabulario, pero que cada vez que te lo afean dices que no, que para nada estás pensando o te estás refiriendo a una persona con discapacidad, tengo algo que contarte: Y es que, cada vez que ese insulto sale de tu boca, puede que no estés pensando en el colectivo de personas nombradas por la discapacidad, pero sí, sí que te estás refiriendo a ellas. Porque ese es el término con que se designaba médica, e incluso jurídicamente, a las personas con discapacidad intelectual hasta hace bien poco (concretamente hasta 1986). Y es precisamente por eso (porque designaba a esas personas), por lo que esa palabra ha devenido en insulto.

Así que sí, sí te estás refiriendo a ellas. De igual forma que una sociedad profundamente homofóbica convirtió «maricón» en insulto. Puede ser que el colectivo LGTBIQ+ haya subvertido ese término y hoy en día no sea exactamente homófobo dependiendo del contexto o de quién lo utilice pero, créeme, la situación del colectivo de personas discriminadas por la discapacidad no está en ese punto, ni tú lo empleas con esa intención, así que, sí, «subnormal» es un insulto discafóbico y capacitista.

Sé que cuesta desprenderse de palabras que hemos heredado o aprendido por imitación y sobre las que no nos paramos a pensar de dónde vienen o por qué se dicen. Y lo sé por experiencia. En mi entorno familiar decir «pareces un gitano», «vas como un gitano» o «mira que eres gitano» estaba a la orden del día y por ello formaba parte de mi forma de expresarme. Hasta el curso en que mi hija tuvo como compañera de clase a un niña gitana. Fue entonces cuando en nuestra familia fuimos conscientes de nuestro antigitanismo e hicimos esfuerzos para desprendernos de él. Al menos, respecto a las palabras. ¿Cómo iba a aceptar mi hija a alguien que pertenecía a una cultura a la que su familia se refería con desprecio?

O hijoputa. De la que me está costando un mundo desprenderme porque sale de mi boca disparada. Es una palabra terrible que, aunque sirve para exteriorizar nuestro enfado con alguien terrible o que ha hecho algo terrible, es manifiestamente machista (insulta a la madre, nunca al padre) y además estigmatiza (todavía más) al colectivo de trabajadoras sexuales. 

Me está costando todavía más dejar de utilizar las palabras loco, locura, demencial, chiflado, tarado, majareta, demente, chalado… en sentido peyorativo. Porque deriva de referencias al colectivo de personas con diagnóstico psiquiátrico. Un ejemplo: cuando se hace referencia a la presidenta de la Comunidad de Madrid llamándola IDA (porque esas son las siglas de su nombre y apellidos), de paso también se está insultando a las personas psiquiatrizadas. Llámala política nefasta, incompetente, faltona, prepotente y hasta mala persona si quieres, pero hacer referencia a su salud mental dice peores cosas de ti que de ella.

Así que si subnormal, retrasado, mongol, anormal, deficiente y todas sus variantes forman parte de tu vocabulario, haz por favor un esfuerzo por eliminarlas. 

Ah, tampoco se insulta aludiendo a la capacidad intelectual de nadie. Porque es algo que no se elige. Y, sobre todo, porque ser mala persona o hacer algo malo, nada tiene que ver con el cociente intelectual de una persona, sino con su calidad humana.

 

Captura de pantalla del diccionario online de la Real Academia Española con la entrada "subnormal": Dicho de una persona: Que tiene una capacidad intelectual inferior a la considerada normal. Insulto o en sentido despectivo.

 

Portada de un artículo:
Juan Antonio Sardina-Páramo (Santiago de Compostela).
LOS DERECHOS DEL SUBNORMAL.
Problemas fundamentales del estatuto jurídico del subnormal en el derecho español.

 

Orden del 13 de mayo de 1986 de desarrollo del Real Decreto 348/1986, de 10 de febrero, por el que se sustituyen los términos subnormalidad y subnormal, contenidos en las disposiciones reglamentarias vigentes.

Sobre el lenguaje creado para designar no-personas

La Constitución ha necesitado de 46 años para nombrar a las personas en situación de discapacidad con un lenguaje digno y respetuoso. Para la señalética, por lo que se ve, va a hacer falta un siglo.

Señal vertical que identifica una plaza de aparcamiento accesible. Bajo el icono internacional de accesibilidad aparece una placa donde puede leerse: “RESERVADO MINUSVÁLIDOS”.

«Hay algunas personas que para referirse a determinados colectivos no utilizan precisamente un lenguaje apropiado. Otros, que, sin más, utilizan insultos inadecuados, pero que estoy seguro de que no lo dicen pensando bien en lo que significa esa palabra, porque de todos los insultos que hay, el insulto que más veces dicen es “subnormal” y/o “retrasado”. En los casos que oigo eso, a mí me molesta y me enfada un montón. En algunos casos mi hermana se me acerca y me dice “no se lo tengas en cuenta”. Luego me arrepiento de no decirle nada, porque hay confianza, pero es un ser querido y el ambiente es muy bueno, y no lo quiero joder; y otras veces lo dice una persona con la que no tengo confianza, y entonces no le digo nada.

Los del primer caso, no quieren ofender a nadie, lo dicen para hablar de ellos, lo dicen como otra palabra cualquiera, y sin saberlo están utilizando un lenguaje inapropiado. Por ejemplo, “minusvalía” (el corrector del ordenador no me lo subraya). Me jode mucho que digan eso, porque hay que pararse a pensar solo un momento, y yo te monto la explicación en menos que canta un gallo, aunque puede que me pegue una inventada del tamaño como desde la Tierra a la Luna. La palabra “minusválido” viene del latín: “minus” que significa menos, y “válido” que significa obviamente válido. Es decir, que esa palabra quiere decir menos válido, ¿y vosotros creéis que una persona con algún tipo de discapacidad es menos válida que otra persona sin una discapacidad? Pues yo mismo lo respondo: NO.

Otro ejemplo, la palabra “problema” cuando se refieren a personas con una discapacidad. Eso también me jode mucho. Esta palabra yo creía que ya no había gente que la diría, pero se ve que sí. La única definición de “problema” es, por poner algún ejemplo, los que viven en la calle, esos sí que tiene un grandísimo problema. Con la solución de que los problemas se pueden arreglar, pero las personas con una discapacidad la tenemos para siempre, y en mi caso, con mucho orgullo. Aunque hay personas, ya pocas por fortuna, que piensan que las personas con algún tipo de discapacidad necesitamos “curarnos”, y la verdad que me río por no llorar de la auténtica pena. Así que, en resumen, se dice personas con discapacidad, o mejor dicho, con diversidad funcional.

Como tampoco me gusta cuando se insulta con frases la mayoría de veces como “te faltan dos neuronas”, “tiene la mente cerrada”, “eres un subnormal/anormal”…; porque me jode que se insulte muchas de las veces refiriéndose a la intelectualidad.»

(ANTÓN FONTAO)

Seguimos en modo tisquismiquismo 😩

Sobre la potestad de interrogar/inquirir/husmear desde la mirada paternalista y capacitista

Comparto este extracto de una reciente entrevista a Inés Rodríguez (@unusua_al) porque me ha dado la clave del porqué a las personas nombradas por la discapacidad se les hacen ciertas preguntas que jamás nos atreveríamos a hacer a alguien con una funcionalidad acorde a la media estadística.

He perdido la cuenta de las veces que alguien me ha preguntado qué le pasaba a mi hijo. Muchas, muchísimas veces, esas preguntas han procedido incluso de absolutos extraños. Cuando era pequeño, tan empecinada estaba yo con «normalizar» la situación y tan guay me creía hablando de ello con cualquiera, que daba todas las explicaciones habidas y por haber. Más adelante, tuve la infinita suerte de leer «Disability is natural» de Kathie Snow. Seguramente ya aburra de las veces que hago referencia a la importancia de esta lectura en mi vida, pero es que para mí fue como ver la luz y me causó el mismo impacto que pueda provocar en otros la biblia. Bien, pues entre las muchas «iluminaciones» de esta lectura, hubo una que fue como un bofetón (o más bien una hostia con la mano abierta): lo terrible de hablar de detalles del historial clínico de nuestros hijos y además delante de ellos. Por dos cuestiones: primero, porque es algo que pertenece a su intimidad y es una situación que jamás toleraríamos respecto a nuestros hijos sin discapacidad o a cualquier otra persona de nuestra familia. Y segundo, porque ese niño crece escuchando como continuamente se hace referencia a su salud, o más bien a su funcionalidad tratada como un problema de salud, de forma que implica que algo está «mal» en él y es necesario «curarle».

Recuerdo perfectamente cuando fue la primera vez que no respondí a esa pregunta. O, para ser más exactos, la detuve brevemente. Había acompañado a Anton a una actividad extraescolar y estábamos junto a la puerta esperando a que saliera el grupo anterior. Una de las madres que también esperaba con su hija y estaba junto a mí, alguien a quien no conocía más que de verla en esta situación un día a la semana, me preguntó mirando a Antón: «¿Qué es lo que le pasa?». Delante de mi hijo y, además, también delante de la suya. Yo le dije por lo bajito y con cierta incomodidad: “Después te lo digo”.

Y eso hice, esperar a que su hija y el mío entraran a la actividad y no pudieran escucharnos. Ni ellos, ni el resto de niñas y niños y madres que esperaban junto a nosotras. Le dije entonces el nombre de la etiqueta de Antón y le hice un breve resumen de sus características. Y ella, como quizás había percibido cierto malestar al realizarme la pregunta, va y me dice que es que ella se había educado en otro país y que allí estas cosas se hablaban con naturalidad. Y ahí sí que me enfadé. Pero sólo por dentro, claro. Porque yo sí respeto los convencionalismos que nos impiden ir diciendo lo primero que nos pasa por la cabeza y también porque no tenía nada apropiado con que contestar semejante idiotez. Era la coartada que además me culpabilizaba por haber manifestado mi incomodidad en su mínima expresión, haber dejado su pregunta botando y no rematarla hasta que nadie más pudiera escuchar algo que debería pertenecer a nuestra intimidad.

No son preguntas que se deban hacer a quien no conoces más que de vista, ni explicaciones que haya obligación de dar a un absoluto desconocido.

En el caso de Anton, percibo que esa pregunta se debe a la curiosidad por saber en qué cajón meterle. A veces entramos en sitios donde las miradas se centran en él al unísono y que más que mirar, le examinan. Hay veces en que casi puedo escucharles pensar: Down no, que no tiene los rasgos, parálisis cerebral tampoco parece… Es decir, que es una cuestión de curiosidad y la curiosidad sobre la vida e intimidad de los demás nos la guardamos. Yo no voy preguntándole a nadie cuánto dinero tiene en el banco, ni cuántas relaciones sexuales ha mantenido en el último mes. Es algo que sólo puedes hacer si sales por la tele en horario de máxima audiencia y, a veces, ni así.

Expresaba Antón en uno de sus posts: 

«No me acuerdo del día exacto en que supe que tenía una discapacidad, aunque en realidad desde pequeño, en cierto modo, ya me di cuenta por las miraditas. Y es que hay dos cosas que no llevo nada bien, que son las miradas y, ahora, los tratos infantilizadores. Las miradas son algo que tuve que sufrir desde bien pequeño. Las típicas escenas en las que niños me señalaban sin ningún tipo de pudor y después decían, aunque yo les oyera, que tenía un párpado caído o que veían algo raro en mí. Para mí no era, ni es, nada agradable, pero entiendo que son niños pequeños y aún no saben las “normas” de la sociedad en la que vivimos y todavía les queda mucho por aprender.»

Así es, la infancia aprende por imitación o a base de preguntas. Pero llega un momento, en que descifran los códigos culturales del entorno que les ha tocado —y que son distintos en Murcia que en el Kalahari— y así llegan a ser conscientes de que las preguntas, o ciertas preguntas, no se hacen. Bien, pues esto parece valer para todas las personas, excepto para aquellas en situación de discapacidad. Esa circunstancia parece que les convierta en personajes públicos y, por tanto, se ve que con la obligación de satisfacer nuestra curiosidad.

El problema no es una pregunta ni una mirada. El problema son varias al día, todos los días de tu vida, desde que naces hasta que mueres. Haced la suma para entender lo que puede molestar y hasta doler.

Quizás aquel día, junto a aquella puerta, debería haber dicho:

¿Le ha venido ya la regla a tu hija? ¿Ese sofoco que te está entrando es por la menopausia?

Por supuesto, nunca lo voy a hacer. Porque respeto los códigos sociales que otros se saltan con nosotros.

Capacitismo concentrado en minuto y medio en la cola del súper

Capacitismo concentrado en minuto y medio en la cola del súper:

El otro día vi a Antón en la parada del bus y le dije… porque siempre hablo con él, que me tiene mucho cariño… ¿A quién estás esperando? ¿a papi? Y me dijo que no, que estaba esperando el bus para ir a Coruña. ¿Pero vas tú solito? Y ya me dijo que sí, que va solito y que iba a ver a una amiguita… Muy bien, muy bien… Ves, así se hace independiente… Si a Martincito [he cambiado el nombre real de este hombre de cuarenta años largos] le hubieran enseñado desde pequeño, no estaría como está ahora… y bla blá, bla blá, bla blá…

Y así, amigos, es como demuestro al mundo mi paciencia infinita en forma de sonrisa congelada 😩

Se admiten consejos para la próxima embestida más allá de explosionar 🙏🏽

pd: La foto es pa compensar tanta mierda.

Perfil de árboles recortados contra el cielo rojo de un atardecer

A vueltas con las palabras

Las palabras importan. Y mucho. Porque condicionan nuestras actitudes.

En un país donde se normalizaba el uso de «mariquita» o «desviado» jamás hubieran sido posibles los cambios en la legislación que ha vivido el colectivo LGTBIQ+

La realidad empieza a cambiarse por la forma en que la nombramos.

Afirmar que no importa cómo nos refiramos a las personas discriminadas por la discapacidad, es no entender esto.

En un país donde se legitimaba el uso de mariquita, desviado, marimacho, bollera… las agresiones homófobas ni se condenaban ni eran noticia, de pura normalidad aceptada.

Este ya no es aquel país.

Y algún día dejará de ser también este. El que normaliza, asume y ejecuta una cultura profundamente capacitista que decide que hay personas subhumanas y, por tanto, sin derechos.

A vueltas con las palabras. Otra vez. Y las que hagan falta.

Comparto de nuevo este post que en unos días cumplirá 11 años pero que sigue tan vigente como si lo hubiese redactado ayer. Tristemente.

EL PODER DE LAS PALABRAS (enlace aquí)

Nacer mal

Pues primera noticia de la mañana que abro y ya empiezo la semana fibrilando…

Captura de pantalla del texto de la noticia donde una investigadora habla de una enfermedad poco frecuente y para describir la evolución de la misma dice: "Nacen bien pero... "

Imagino que lo contrario a NACER BIEN debe ser NACER MAL.

¿Cómo puede construirse una persona que escucha / lee / percibe sobre sí misma y durante toda su vida que ha nacido mal?

Señores y señoras profesionales de la medicina y de la investigación y de todas esas consultas que pueblan: por favor, aprendan a HABLAR BIEN.

Estoy segura de que pueden conseguirlo. Han aprendido ustedes miles de palabras que las familias no somos capaces de entender cuando nos las sueltan en sus despachos.

Desgraciadamente, a veces sólo emplean el lenguaje llano para soltar cosas como NACER MAL. Eso sí que lo entendemos.

Y el problema es que nos lo creemos. Al menos por un tiempo.

Menos mal que están nuestros hijos y nuestras hijas para enseñarnos que ningún ser humano nace mal.

Las palabras hacen daño. Y destrozan. Y condenan. De por vida.

La mirada de las familias se construye a partir de la de quienes ponen una etiqueta médica a nuestros hijos. Y el puñetero modelo médico-rehabilitador todavía se mezcla entre esos profesionales con el de prescindencia. Y si no, que se lo pregunten a todas esas madres a las que algún médico ha llamado irresponsables por negarse a abortar.

Una joven subnormal vive atada a un limonero

En 1985 andaba yo por 3º de BUP. Aquel año estaba en la única clase —de las nueve que había en ese curso— que agrupaba en “letras puras” a los parias huidos de las matemáticas. Los dieciséis de aquella clase ni siquiera nos sentábamos por parejas, sino que formamos dos hileras: ocho delante y ocho detrás. Puede no parecer un número tan bajo, pero es que veníamos de cursos donde el último de la lista llevaba el número cuarenta y pico. Éramos además los que elaborábamos la revista del insti, “El vuelo de la corneja”, y algún día aquella clase se parecía más a la redacción de un periódico que a un aula de secundaria. Nos dirigía el de Lengua, que también parecía más tu jefe que tu profesor. Tanto, que a final de curso me ofreció un trato y me hizo prometer que obligaría a mi hermano (dos cursos más abajo) a estudiar su asignatura durante el verano, a cambio de no dejarle para septiembre. Lo acepté por la estabilidad emocional de mi madre pero, por supuesto, no me hizo ni caso. Mi hermano, no el de Lengua.

Aquel año no pudimos sacar la gabarra, como el anterior o el otro más. De hecho, no hemos vuelto a sacarla y seguimos esperando a que ocurra un milagro en la Catedral. Pero pesar de no iniciar el verano celebrando el triunfo del Atleti como acostumbrábamos, fue aquel un verano arrebatado. Casi todos en la cuadrilla libramos de ir a septiembre y “un día es un día” se convirtió en nuestro mantra.

Fui a un concierto de Kortatu que me confirmó que lo mío eran más Wham o Bananarama que el ska vasco. Nos despendolamos tanto la noche que acampamos para asegurarnos sitio para la txozna de “paellas”, que al día siguiente el arroz ni siquiera salió del paquete. Fue también el verano que Paty casi se despeña desde la cornisa por la que nos colamos en “Casa Franco”, un palacete ruinoso y abandonado donde se decía que había veraneado el caudillo. Le organizamos una fiesta de despedida a Ignacio G. que se iba a vivir su aventura americana en COU. Iñaki se pasó medio verano castigado porque la hicimos en su casa y no tuvimos energía para limpiarla como era debido antes de que volvieran sus padres. 

Grupo de adolescentes tumbados de espaldas viendo el atardecer en la play

Escuchábamos cintas de Les Luthiers en la playa y nos quedábamos allí hasta ver cómo se escondía el sol por detrás del mar. Volvíamos a casa para ducharnos y cuando nos reencontrábamos en el fotomatón de la estación para ir a las fiestas, o lo que se terciara esa noche, lucíamos todos un rojo fosforito. Esto llevó a Ignacio U. a desarrollar la teoría de que lo que en realidad ponía moreno era la ducha. Tuve que volver tres veces andando desde Plencia. Las mismas que la Ertzaintza me pilló de paquete y sin casco en la vespino de Ana.

En el momento en que yo vivía todo esto —y más de lo que ya ni me acuerdo— una chica de mi misma edad y hasta de mi mismo nombre, pasaba sus días atada a un árbol.

“UNA JOVEN SUBNORMAL DE 15 AÑOS VIVE ATADA A UN LIMONERO EN LAS AFUERAS DE CASTELLÓN” (Enlace a la noticia publicada en El País en 1985 pinchando en la imagen)


 

Pampa García Molina @pampanilla me hizo llegar ayer el podcast elaborado a partir de esta noticia que tanto me ha impactado.

Llevo todo el día preguntándome si podría haber sido yo la chica atada a ese árbol, de haber sido otros mis genes.

Porque eso era seguramente casi lo único que separaba nuestros presentes de entonces y nuestros destinos de ahora: la genética. Y la complicidad de la cultura capacitista, claro está

En un momento del podcast se escuchan los testimonios de algunos de los vecinos de entonces: 

«La tenían que tener atadita.”

“Estaba muy bien cuidada.”

«Pero vamos, eran gente normal, eh.”

Me dice Pampa que le gusta la parte en que Belén Remacha se pregunta si dentro de veinte años el discurso actual será válido.

Las dos sabemos que no. Que seguimos normalizando el maltrato, la exclusión y la falta de derechos en base a la etiqueta “discapacidad” que le ponemos a algunas personas. Y que seguramente hagan falta más de veinte años, muchos más, para que quienes vienen detrás cambien su percepción, su mirada, sus palabras y su actitud. Para que las personas en situación de discapacidad dejen de estar oprimidas por aquellos que nos consideramos “normales”.

Podéis escuchar este episodio del podcast “Hoy en El País” en el siguiente enlace: «De “una niña subnormal” a la dignidad: un viaje de 40 años por las palabras»

Kalle Könkkölä y el Comando Tullido

Durante nuestra etapa y media del Camino de Santiago el pasado septiembre, pude compartir algunas conversaciones con Dabiz Riaño. Todas ellas, no diré inspiradoras por lo mucho que me chirría la palabra «inspiración», pero sí de alguna forma «espoleadoras». De vez en cuando, surgen intercambios de palabras o de imágenes que nos sirven de espoleta para idear acciones que reivindiquen eso que nos mueve a diario: los derechos humanos de todas las personas.

En un momento del camino (inspirados quizás por los bosques de robles que nos acogían, o más bien por todas las barreras que a los bípedos nos hubieran pasado desapercibidas de no ir acompañados por miembros del Comando Tullido), Dabiz me habló de Kalle Könkkölä. Y en concreto de una acción que llevó a cabo en el parlamento finlandés del que formaba parte. Pero no en el ámbito legislativo, como cabría esperar, sino en sus cuartos de baño.

Primer plano de Kalle Könkkölä

Kalle Könkkölä

Kalle Könkkölä fue un activista del movimiento socio-ecológico en los 70. Fue uno de los fundadores de la Threshold Association, que reivindicaba los derechos de las personas nombradas por la discapacidad, y de Helsinki Movement, organización pionera en el movimiento ecologista.

En 1983 se convirtió en el primer diputado verde de Finlandia y también en el primer miembro de su parlamento con diversidad funcional. Inicialmente el parlamento finlandés le denegó la asistencia personal que necesitaba para llevar a cabo su trabajo político y llegó a pedirle que se trasladara a una residencia. Könkkölä denunció esta reacción paternalista y discriminatoria y ganó su demanda, ayudando a sentar un importante precedente en su país.

Buscando información sobre este activista del que Dabiz ya me había hablado en otras ocasiones, me sorprendió leer sobre lo revolucionario y anticipado de su pensamiento polìtico. Aunó las reivindicaciones del movimiento de vida independiente y las del activismo ecológico. Un ejemplo: Könkkölä defendía un planeamiento urbanístico desde la perspectiva de la accesibilidad universal y en contra de la hegemonía de los coches (que ya entonces eran prioritarios y se situaban por delante de las necesidades habitacionales o de la calidad de vida). Cuarenta años después, sus ideas siguen siendo innovadoras y revolucionarias. Desgraciadamente.

Fotografía de Kalle Könkkölä en el parlamento finlandés en 1983

Kalle Könkkölä en el parlamento finlandés en 1983

Pero a lo que íbamos: a los baños del Parlamento de Finlandia. Dabiz me contó que cuando Kalle fue elegido diputado, los baños no eran accesibles y lo primero que hizo fue solicitar su reforma. Entonces le dijeron que, vale, que los diseñara como él quisiera —se verían venir una nueva demanda—. Y así lo hizo. Y entre otras indicaciones, pidió que midieran como máximo 1,70 de alto, medida que se ajustaba perfectamente a sus necesidades. ¿Qué pasó? Pues lo que cabría esperar, que golpeó al resto de sus compañeros diputados donde más les dolía: en la cabeza. De forma física (dada la estatura del finlandés medio) y moral. ¡Me pareció una genialidad!

Dabiz y su Comando Tullido también han llevado a cabo genialidades por el estilo. Uno de sus propósitos es recogerlas en un proyecto audiovisual que ojalá podamos ver pronto. Mientras, os recomiendo mucho mucho muchísimo su documental 7 lagos, 7 vidas. Podéis verlo en Vimeo, Movistar y Filmin. Hacedme caso porque es una maravilla.

 

ALGUNAS ACCIONES DEL COMANDO TULLIDO

Don Quijote y Sancho se topan con el escalón de la Catedral de Alcalá: enlace

Truco o trato: enlace

Viva la rampa: enlace

Los Reyes Magos: enlace

El árbol de Paco: enlace

 

Excluidos, silenciados y ridiculizados

ESTIGMATIZADOS

Asumir que las personas nombradas por la discapacidad o ancianas no saben qué quieren o desean y que deben tomarse las decisiones por ellas sin preguntarles o explorar todas la vías para consultarles, es estigmatizarlas.

INFANTILIZADOS

Dirigirse a un adulto con discapacidad o a una persona anciana con diminutivos, hablarles en el tono que utilizamos para los bebés, no consultarles sobre qué ropa quieren ponerse, qué actividad quieren realizar o por dónde desean moverse (sobre qué preferirían comer, ya ni hablamos), es infantilizarles.

SILENCIADOS

No atender la demanda de un usuario que insiste cada día en que quiere incorporarse a las 15:00 y no a las 18.00 como le imponen, es silenciarle. Y además, es carcelario.

MALTRATADOS

Reducir los horarios de visita a las 11:00 am y las 18:00 pm, situar en el centro las necesidades organizativas de una institución en lugar del bienestar y los derechos de los residentes, es maltrato. Y además, es carcelario.

RIDICULIZADOS

Organizar la visita de los Reyes Magos en una residencia o plantarles dibujos de Peppa Pig para colorear, es ridiculizarles hasta tal extremo, que no cabe en mi cabeza que nadie entre los responsables políticos o gestores de esos lugares sea capaz de verlo. Me pone los pelos de punta y me hace preguntarme en manos de quién tenemos a las personas más vulnerables de nuestra sociedad. ¿Cuántas situaciones no públicas estarán viviendo al otro lado de esas puertas cerradas a cal y canto?

Algún día, muchos de nosotros también acabaremos en ese lado.

Fuente del vídeo: @erkudentxo