
Me voy a guardar este gráfico para contestar a esa persona (generalmente hombre) que la próxima vez que escriba “madres” en lugar de “madres y padres” o “familias”, me lo eche en cara. Siempre pasa.
Esta imagen no sólo refleja el perfil de las personas que me leen, sino que retrata a la perfección la estadística de quienes están en las salas de espera de las consultas médicas, en las reuniones de clase y en las tutorías, en los congresos, jornadas y talleres, navegando por internet en busca de información y recursos, subidas a los columpios o metidas en piscinas de bolas para facilitar la interacción con otros niños y niñas, en el despacho de inspección educativa o en las redacciones de los periódicos reclamando derechos y recursos, leyendo el DOGA o equivalente para respaldar legalmente esas reclamaciones la trigésimo cuarta vez que las haga…
M A D R E S
Tengo una amiga a quien la arbitrariedad de la genética le ha hecho madre de un niño con discapacidad intelectual y de otro con altas capacidades. El primero llego antes al mundo, así que, acostumbrada como estaba a encontrarse a más de un 90% de madres en todos los espacios relacionados con la discapacidad, al empezar a formarse e informarse para el pequeño, le sorprendió comprobar que en esos otros espacios (los de las altas capacidades) la estadística se diera la vuelta y estuvieran copados por padres. La conclusión de esta observación empírica que la elabore cada una.
Perdón, cada una y cada uno… No vaya a ser.

Cierto que las circunstancias de mi segunda maternidad diversa no me dejaron otra opción que la de abandonar mi trabajo fuera de casa para ocuparme de las múltiples e indelegables necesidades de mi hijo. Pero también puedo decir que mi primera maternidad (ordinaria) la viví como una auténtica privilegiada: tenía un trabajo que me permitía pasar todas las tardes con mi hija. Eso es algo impagable. Y en eso consiste la verdadera conciliación: no en disponer de lugares donde poder aparcar a nuestros hijos la mayor cantidad de horas posibles y al menor coste, sino en dar facilidades (como una baja de maternidad prolongada o una reducción de jornada) para que ELLOS disfruten de la infancia que se merecen. En tener la opción de poder abandonar nuestro puesto trabajo durante un año, dos o tres, sin el miedo de que sea imposible recuperarlo a la vuelta de ese tiempo.










querida mama.

Todo lo que he expresado en estos días acerca del mundo que gira en torno a la rehabilitación y las terapias, lo hecho desde mi perspectiva de madre. Esa perspectiva no es la de un profesional. No soy especialista en ninguno de los múltiples campos relacionados con el mundo de la discapacidad. Soy, simplemente, madre de un ser maravilloso que nació con diversidad funcional pero también con otras muchas y extraordinarias características.
Ladolescente se me escapa. Qué pena… Cada vez resulta más difícil engancharla en aquellos planes que tanto le gustaban de «sólo nosotros cuatro«. Conseguir ponernos de acuerdo para ver una peli en familia resulta ahora misión imposible. Pero estoy decidida a encontrarle ventajas a esta transición. La mejor: poder ver todas esas películas que había estado reservando para «más adelante». Acostamos a su hermano, convencemos al padre para que disfrute de los colegas, nos arrebujamos en la manta y, a soñar juntas.

A muchas de vosotras jamás os he visto en persona, pero os he buscado todos los días. Os he buscado en internet, en parques y en tiendas.
Hoy he hecho el cálculo: 175 días lectivos x 10 cursos (más lo que va de este) x 5 veces/mañana (o más) x 2 niños = 17.500 veces que he repetido «Espabila que hoy perdemos el bus» (léase en tono pelín (bastante) vociferante).
Cuando los padres de niños con diversidad funcional pensamos en el futuro de nuestros hijos, nos preocupan grandes interrogantes que tienen que ver, principalmente, con su capacidad de autonomía e independencia en su vida como adultos. A medida que esta aspiración se evidencia más y más difícil, nuestra inquietud se centra en asegurarnos de que, una vez que nosotros no estemos, otros se ocuparán de quererles, cuidarles y protegerles.





























































