En nuestra última entrada hablábamos de la importancia del juego como motor para la integración social y de cómo los juegos de mesa habían logrado unir a dos niños con gustos y habilidades, en principio, totalmente opuestas.
Antón se está iniciando en el ajedrez de la mano de su padre. Le gusta y, a pesar de sus limitaciones motrices y cognitivas, controla las nociones y los movimientos básicos. Hace un par de semanas le propusimos a él y a su amigo Brais que probaran a jugar juntos. Fue difícil vencer las reticencias iniciales de este último. Normal. A los niños de la era digital y de los juegos con escenas espectaculares en alta definición, la visión de un tablero cuadriculado y unas piezas estrambóticas, les debe resultar muy poco apetecible.
Sorprendentemente, la experiencia resultó un éxito. Mi hijo no ganó ni una sola vez pero, aún así, estaba entusiasmado y corría a comunicarme emocionado cada nueva pieza que Brais le comía. La cuestión es que, por fin, puede empezar a participar con su amigo en juegos en igualdad de condiciones (o casi) sin que, por primera vez, ninguno de los dos se aburra. Para mí fue una escena sublime que casi me hizo llorar y que corrí a compartir vía wasap con mi amiga, la mamá de Brais.
Me he puesto como loca a buscar “aplicaciones para dos” para seguir explorando esta vía. Como resulta bastante engorroso llevar ese pedazo tablero más las fichas bajo el brazo, hemos encontrado una aplicación que nos permite jugar al ajedrez cuando salimos de casa.
Chess Academy for Kids
Desarrollador: Next is Great
Idioma: Inglés (imprescindible para tutoriales; no relevante para juego)
Precio: 0,89 € (versión lite); 4,49 (versión completa)
Categoría: Lógica / Juegos para compartir
Descripción: La aplicación está dividida en dos módulos:
– Tutorial: La versión gratuita incluye 30 tutoriales y la completa 140. Se trata de textos sencillos donde se describen las reglas del juego. Se acompañan de ejemplos que permiten visualizarlo sobre el tablero. Completada la parte teórica de cada sección o capítulo, se nos asignan ejercicios muy sencillos (relacionados con la pieza o movimientos descritos) que nos permiten asimilar y poner en práctica dicha teoría. Son ejercicios donde se nos va guiando y corrigiendo hasta completar con éxito la tarea requerida.
– Modo Juego: La versión lite permite partidas entre dos jugadores. La completa añade la posibilidad de retar a la máquina en caso de que no contemos con un contrincante real y físico a mano. Tanto el tablero como las piezas cuentan con un diseño cómodo y agradable. El panel de control es muy completo y la configuración de los ajustes muy sencilla. Facilita que el niño pueda manejarse de forma autónoma a través de la actividad.
Valoración: Los tutoriales son fantásticos y permiten iniciar a los niños en el complejo mundo del ajedrez de forma sencilla, amena y progresiva. La aplicación está diseñada para que los niños mayores de 8 años puedan manejarse solos, mientras que los menores de esta edad necesitan de un adulto a su lado que los guíe y acompañe a través de las explicaciones.
Sin embargo, tiene un gran y enorme inconveniente: Todo lo descrito se aplica únicamente al mercado anglosajón, ya que esta excelente aplicación sólo está soportada en inglés. Por tanto, la sección relativa a los tutoriales, que es sin duda la más interesante, nos es completamente inútil si no somos capaces de desenvolvernos en este idioma.
Esperamos que en futuras actualizaciones se incorporen nuevos idiomas que permitan ampliar el número de usuarios de los tutoriales. La aplicación es una maravilla para iniciar a los niños en el mundo del ajedrez. Sí que podemos, al menos, utilizar la parte relativa al modo juego y emplearlo como una forma cómoda y sencilla de tener a mano un tablero de ajedrez virtual.
Enlaces:
Chess Academy for Kids Lite (0,89)
Chess Academy for Kids by Geek Kids (4,49€)
Chess Masters (1,79€): para expertos que ya han superado los retos de las dos versiones anteriores.
La mamá de Brais dice que hemos creado un monstruo: ahora sólo piensa en jugar al ajedrez. ¿Quién sabe?, a lo mejor tenemos entre nosotros a un futuro Kasparov…

Lo queramos o no, es una evidencia que, en general, los gustos y aficiones de los niños difieren en función del género. Y por mucho que intentemos educarles de igual forma y les ofrezcamos las mismas posibilidades, en general y salvo raras excepciones, sus mundos se separan a partir de los 6 ó 7 años y no vuelven a reencontrarse hasta algún tiempo después.
Otra opción, bastante más excepcional, es la de acoplarse a las niñas. Este es el caso de Antón ya que, debido a las circunstancias derivadas de su discapacidad, también carece de la habilidad necesaria para atrapar bichos o abordar un barco imaginario. Cuando leí esa frase en el artículo de Roncagliolo, entendí que esa definición tan concisa y perfecta (“hablaban más y corrían menos”) resumía en cinco palabras el fundamento del mundo social de Antón: dadas sus dificultades en cuanto a la comunicación expresiva, se le da muy bien escuchar y el movimiento no es precisamente su fuerte.
Parecía misión imposible, hasta que a la maravillosa y tenaz mamá de Brais se le ocurrió probar con el mundo de los juegos de mesa. Aunque inicialmente ambos fueron reacios, la operación acabó resultando un éxito. Y ese ha sido el punto de inflexión que les está volviendo a reunir. Primero fue el parchís, después el Cadoo, el Quien es Quien, dominó, memory… Nuestro último descubrimiento ha sido el ajedrez.
Aunque las habilidades motrices y cognitivas de su amigo quizá siempre estén por encima de las suyas, lo importante es que jueguen y participen de la misma actividad. Han aprendido a asociar ciertos juegos a determinados amigos. Brais sigue jugando al fútbol con Jaime, “a luchas” con Mateo y a la Play con Santi. Y a Antón le sigue encantado jugar “a tiendas”, a “mamás y papás” o a disfrazarse con Yasmin, Manuela o Patri. Finalmente, han aprendido a adaptarse el uno al otro y a encontrar un lugar donde disfrutar juntos. Tenemos la esperanza de que eso les ayude a establecer puentes entre ellos, a afianzar lazos y consolidar una amistad que ojalá les lleve a encontrarse también en otros puntos y momentos de la vida.


Ya hemos visto cómo las palabras pueden crear o destruir porque, muchas veces, elaboran el pensamiento y le dan forma. Los términos llevan asociados ideas, valores y prejuicios que se transmiten en el tiempo. Si queremos cambiar esos conceptos y valores, debemos empezar por cambiar las palabras. La utilización de cierta terminología anticuada y poco apropiada, puede perpetuar estereotipos negativos y reforzar barreras de comportamiento muy importantes. Y son estas barreras las que suponen el principal obstáculo en la vida de las personas con diversidad funcional.
Para esa niña de seis años, la palabra especial tenía el mismo significado que para los adultos el término problema. La palabra que todos usábamos para referirnos a Antón y que creíamos completamente inocente, había adquirido una carga tremendamente negativa.

































































