Se llama Api. La bautizó mi hija después de escuchar cada día a su abuela: “vou sacar a pita”, “vou dar de comer á pita”, “vou poñer á sombra á pita”, “vou meter a pita”. Así que “a pita” se quedó en Api.

A Api empezó a fallarle una pata hace unos meses. Podríamos decir que es una gallina con una discapacidad contraída en su vida adulta. Ya no pone huevos y su carne podría servir para hacer caldos. Y, sin embargo, Milagros le asiste cada día para que coma, beba y no le queme el sol y cada noche para que no le pille la helada.
Qué pena que la administración no esté repleta de milagros que garanticen a las personas la asistencia personal llegado el momento de necesitarla.
Es más rentable recluirlas en granjas y que algunos hagan caldo con sus huesos viejos.

#AsistenciaPersonal
#AsistenciaPersonalComoDerecho






























La noche anterior a la vuelta al cole, publicaba en mi página de 





Resulta imprescindible procurar que un niño con diversidad funcional pueda hacer lo mismo que sus compañeros, aunque no lo ejecute de la misma forma ni con los mismos instrumentos. 





























































